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La ofensa - por PVF

El autor/a de este texto es menor de edad

Me subo las gafas y entrecierro los ojos para verle mejor. Está a unos treinta metros de mí y, aunque no le veo la cara muy bien, le reconozco. Esa forma de cojear del pie izquierdo es inconfundible. Empiezo a caminar más deprisa para evitar que me vea, sin embargo, no puedo evitar recordar ese día.

Era viernes. Lo recuerdo porque estábamos en Literatura a última hora. Todos nos sentábamos en nuestros asientos mientras el maestro llegaba. Yo me senté con Ana y Rocío. Mis fases de convertirme "oficialmente" en su amiga habían terminado más o menos, todavía intentaba expresarme más con ellas. Y entonces entró nuestro maestro, Juan.

Cojeando como siempre, consecuencia de uno de sus problemas de ira con su familia. Cuando llegué a este instituto, me contaron que un par de vez había tenido una pelea que sobrepasaba las típicas discusiones con alumnos y no había sido despedido porque el director confiaba en que mejoraría y en que sucedía con algún alumno incordio.

Cuando le mirábamos parecía que tenía una especie de aura protectora que impedía el despido, y esto le hacía invencible. También creaba un sentimiento inconsciente de odio hacia él que empujaba a la gente a intentar que explotase una última vez más. Y, claro, yo también lo intentaba para no quedarme atrás. A veces soltaba algún comentario sobre como hablaba o caminaba, o le corregía cuando escribía algo mal en la pizarra. Pero no más, tampoco quería que creyeran que estaba ansiosa por ser aceptada.

Al quedar muy poco para las vacaciones de verano y ser la última hora de un viernes, había mucho más ruido en la clase que de costumbre. Cuando el maestro empezó a preguntar a gente para corregir, yo estaba ignorándolo hasta que me habló:

— No está atendiendo a la clase, ¿verdad?

Lo que contesté salió solo, lo admito, en ese momento parecía como si estuviera en una de mis fantasías en las que conseguía dejar en ridículo a un maestro, y al estar todo el mundo mirando hacia mí cuando dijo mi nombre me puse muy nerviosa.

— Como usted lo hizo con su familia, ¿verdad?

Abrió los ojos y sabía que estaba enfadado. Lo sentía. Y lo último que me dijo lo hizo con el mayor odio de una persona para expresar algo. La verdad, me arrepentí en cuanto lo dije y deseé que me pegaran por ser tan estúpida.

— No sé. Pregúntale a tu padre. —

Pero todo sentimiento empático hacia él desaparecieron en cuanto lo dijo. Y cuando me dí cuenta de la reacción de mis compañeros me callé y me pasé mirando hacía otro lado lo que quedaba de clase.

Cuando sonó el timbre me levanté y me uní con mis amigas. Obviamente la conversación trataba sobre lo que me había sucedido en Literatura, pero yo me quedé mirando al suelo hasta que Ana me tocó el hombro y señaló hacia un coche.

— Mira, el coche de tu maestro favorito.

Entonces me cabreé. Noté las llaves en el bolsillo. Las cogí y fui corriendo hacía él mientras miraba a los lados por si le veía. Escuchaba a mis amigas siguiéndome y riéndose esperando para ver lo que iba a hacer. Saqué las llaves y escogí la de la casa de mi abuela ya que era más puntiaguda que las demás. Y empecé a rayar el coche. Pero no fue hasta que se me cayeron las llaves de la mano cuando eché un vistazo hacia atrás y le vi acercándose mientras gritaba algo. Iba a salir corriendo pero estaba a unos escasos metros. Me quedé congelada. Nunca le había visto así, con la cara tan roja. La rabia le sobresalía de las orejas y, junto con su cojera formaba un espectáculo bastante cómico. Pero no para mí, ya que cuando llegó cogió mi mochila y estuvo a punto de tirármela encima. Sin embargo no llegó a hacerlo porque se dio cuenta de que el director llegaba por detrás para pararle. Y cuando se giró para explicar lo que había pasado aproveché la oportunidad, cogí mi mochila y salí corriendo. Ahí fue cuando me di cuenta de que mis amigas se habían ido antes. Y de que estaba sola. A partir de ese día no le volvimos a ver en el instituto. Hasta ahora.

La persona que había visto era el maestro. Pero esta vez había sustituido su traje por un mono naranja y estaba recogiendo la basura. Me siento la culpable de ello. Soy la culpable de ello.

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3 comentarios

  1. 1. Dámaris dice:

    Siento que la historia es interesante pero en algunas partes me perdí y no entendí a dónde querías llegar, creo que la historia podría ser más directa, porque en una algunas partes se enreda. Lo demás me gustó, gracias por compartir, quizá sería interesante ahondar más en los sentimientos de la protagonista

    Escrito el 17 febrero 2019 a las 22:44
  2. 2. Paola Bavaro dice:

    Hola PVF!
    Está muy bien y entiendo perfectamente el mensaje que quieres transmitir, pero, es verdad que ajustaría algunas cosas.
    Mira, en el párrafo tercero dice: “me contaron que un par de vez…” sería “un par de veces” o “alguna vez” o “anteriormente”…
    También buscaría otra opción para “alumno incordio”,es que al leerlo no me suena bien.
    Siguiendo con el mismo párrafo, intentaría darle una vueltita gramatical para que cuente lo mismo pero que, al leerlo se escuche mejor.
    El mensaje es claro y muy actual en esta sociedad: querer encajar a costa de todo, sin medir consecuencias muchas veces.
    De todos modos, lo corregido es solo una humilde opinión personal…
    Un saludo!!!

    Escrito el 19 febrero 2019 a las 09:05
  3. 3. Leosinprisa dice:

    Hola PVF, has escrito una historia interesante, con un fondo que tiene mucha vigencia en nuestros días, la conflictividad en las aulas y el “todo vale”. Es un esfuerzo notable y se nota que has puesto interés en su creación, y ese esfuerzo merece ser reconocido.

    También reconozco que aún te falta pulir un poco la forma de expresar tus ideas y construir el relato de una forma más coherente. Eso es algo que se aprende escribiendo y corrigiendo, no existe una formula mágica para que tus textos sean mejores, salvo el esfuerzo y la repetición, que otros te corrijan y que descubras tu propia voz para escribir tus historias.

    No dudo que mejorarás con el tiempo, sí esto de escribir es algo que te gusta y realmente quieres profundizar en este mundo, volveremos a leernos más veces, sigue esforzándote, vas por buen camino.

    Ha sido un placer leerte. Un saludo.

    Escrito el 20 febrero 2019 a las 08:43

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