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La ofensa - por Lavalle

Despertó súbita e instintivamente. Encendió su pipa y deambuló casi a oscuras, desconcertado. Pronto sus malos presagios se confirmaron. Sobre la mesa camilla, junto a sus guantes de seda blancos y su sombrero de copa, su pistola de duelo le miraba, desafiante. Supuso que él mismo la había colocado allí antes de acostarse. Miró alrededor en busca de alguna pista. Consultó su cuaderno; páginas en blanco. No encontró nada en su ropa. Con cada vez mayor desasosiego, buscó sin éxito en armarios, cajones y baúles.

Pese a su inicial resistencia optó por recurrir al ungüento que había comprado a aquel buhonero embaucador.
-Tres gotitas de esto y en seguida te acordarás de todo- le había asegurado.
Tomó medio bote de un trago y se sentó en la cama para ver a su rival desfilar por su mente. Pero solo sintió asco por el olor nauseabundo de aquel potingue.

Los padrinos no tardaron en llegar. En su rostro se leía preocupación. Él mismo había sido padrino de duelo en dos ocasiones, ambas con fatal desenlace. Se maldijo. ¿Por qué recordaba eso con tanta nitidez y no podía recordar ni siquiera los motivos por los que su vida pendía de un hilo? No dejó pasar a sus amigos. Temía las preguntas cuando estos vieran el revuelo en la casa. Si alguien se enteraba de su talón de Aquiles -como él mismo llamaba- sería el hazmerreír de la ciudad. El cronista de La Gaceta, la pluma afilada, el más prestigioso periodista de cuantos había en esos momentos, incapaz de recordar con quién iba a batirse en duelo.

El carruaje avanzó ceremoniosamente hacia el Portillo de San Andrés, a la vez que el cielo avanzaba hacia el alba. Deseó que la ligera niebla se tornara más densa y así posponer la macabra partida, pero al llegar a su destino pudo ver con total nitidez a dos hombres que identificó como el médico y el juez de aquel lance. El resto de los convocados demoraron varios minutos en llegar. Lo hicieron a galope de tres hermosos caballos negros. Todos ellos eran mucho más jóvenes que él y ninguno le resultaba familiar. El más alto de los tres, de cabello rubio y gesto afable, se dirigió a él y le tendió la mano, en silencio. Los padrinos de ambos bandos se retiraron.

El joven de rostro afable colocó la espalda frente a la suya. El juez comprobó las armas y lanzó un grito. Los dos adversarios comenzaron a dar pasos sincronizadamente en dirección opuesta. Uno, dos, tres pasos. Al cuarto su mente comenzó a liberarse. Al séptimo aquel joven le resultó terriblemente familiar. Al undécimo sintió una gran ira por lo que había sucedido. Al vigésimo sus cuerpos se voltearon y ambos apretaron el gatillo. Y fue en ese preciso instante, mientras una bala de plomo se dirigía de forma irrefutable a su corazón, cuando recordó todo.

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5 comentarios

  1. Intrigante, me ha gustado. Un consejo para los guiones largos de diálogo: en word, con Ctrl+Alt+el guion que hay arriba a la derecha del teclado numérico, sale el guion largo del diálogo. De nada.

    Escrito el 17 febrero 2019 a las 13:36
  2. 2. Gonzalo LM dice:

    Buen día, Lavalle:

    Me agrada el relato. El cierre final es acertado y misterioso.
    Algunos pasajes, como el despertar del sujeto, pueden ahondarse y darle un mayor aire de desesperación ante una amnesia temporal.
    La palabra “potingue” es un gran hallazgo.

    Saludos,
    Gonzalo LM

    Escrito el 18 febrero 2019 a las 15:39
  3. 3. Lavalle dice:

    Hola Amilcar. Tienes toda la razón. Así lo hice en realidad pero al pegarlo desde el procesador de textos no quedó bien. Gracias por la puntualización. ¡Nos leemos!

    Escrito el 19 febrero 2019 a las 23:23
  4. 4. Lavalle dice:

    Hola Gonzalo. Muchas gracias por tus palabras y por las sugerencias. Me alegro de que te haya agradado y que hayas descubierto o redescubierto la palabra “potingue”. ¡Nos leemos!

    Escrito el 19 febrero 2019 a las 23:25
  5. 5. JaimeM dice:

    Hola, Lavalle:

    Un relato muy curioso. Me gusta la idea y cómo la ejecutas. Lo leí intrigado y el final no me decepcionó, creo que cierras muy bien el círculo.

    Un saludo.

    Escrito el 20 febrero 2019 a las 00:21

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