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La ofensa - por John Doe

La ofensa,

Despertó pasadas las dos treinta de la madrugada, intentando reconocer en qué lugar se encontraba todavía adormilado y exhausto. Encendió la lámpara y luego un cigarrillo mientras servía un trago de whisky. Tosió reprimiendo el espasmo para no hacer mucho ruido, procurando no despertar a la mujer desnuda que dormía a su lado. Observó su espalda, y la curva sensual de las caderas. Luego tapó sus hombros desnudos con la sábana blanca y limpia. Sintió unas ganas enormes de orinar que lo obligaron a levantarse de la cama. La mujer se movió cambiando de postura. Él se detuvo. El cabello largo de la mujer se esparció por la almohada ocultando su rostro. Continuó durmiendo ajena a cualquier cosa en el mundo.

Salió del baño, contemplándose un rato en el espejo del cuarto, sus brazos peludos de gorila iluminados por la luz de neón que se filtraba a través de la ventana. Afuera ardía el aviso de “hay vacantes”, atrayendo parejas en la noche fría, seres tambaleantes que se besaban en la entrada, o que se ocultaban de las miradas inoportunas. Abrió la ventana. Apuró el último sorbo del vaso, sirvió otro y lanzó el cigarrillo por la ventana. Abajo en la calzada, resonaban los tacones de una mujer acercándose. Él trató de imaginarse a su dueña: una mujer rubia, con un vestido escotado negro, que fumaba un cigarrillo largo mientras salía de entre la niebla de la calle, un cliché del cine negro de los años 50´s. Espero hasta cerciorarse de la dueña de los tacones altos. La mujer que apareció doblando la esquina del almacén, distaba mucho de lo que se había imaginado. Una mujer morena, que se bamboleaba por la calle intentando no caerse mientras forcejeaba inútilmente con un encendedor que a ratos se apagaba como el aviso de neón del motel.

Se quedó observando a la mujer que dormía. Pero luego sus ojos se fijaron en los tacones que se encontraban tirados a un lado de la cama. Se acercó y los levantó. Los miro con detenimiento. Su superficie limpia y brillante, su tacón largo y estilizado, recordó el sonido que hacían en el piso pulido de parquet cuando habían bailado salsa. Intentó recordar la primera vez que la había visto usándolos, ¿tal vez en la oficina, o la primera vez que salieron a tomarse una cerveza?, intento saber dónde habían estado esos tacones, ¿en cuales otros moteles habían pasado la noche, o si los había comprado para él? En fin intento imaginar la vida que llevaría su dueña en el pasado, o en el futuro.

El tacón le parecía una cosa tan delicada, y elegante, se preguntaba si su enorme pie entraría en aquel objeto tan frágil. Los puso en el suelo y sin saber muy bien por qué, introdujo su pie en uno de ellos. La mayoría de su pie quedaba por fuera, pero aún así decidió calzarse el compañero. Se levantó. Trastabilló. Un poco de whisky se derramó en la alfombra. Apuró el trago, y caminó como pudo sobreponiéndose a la ebriedad, al dolor que le producían los tacones y a lo difícil que era usarlos. Se acercó lentamente al espejo. Se sentía ridículo allí de pie, como un personaje de The rocky horror show, o como los travestis que frecuentan la Avenida buscando amores. Dio un paso en falso y cayó. Se levantó como pudo, se sentó en la cama y observó sus pies calzados con esos tacones.

Intentó vanamente recordar el primer día que se habían encontrado, lo fortuito del acto, lo azaroso del momento. La amaba, pero por mas esfuerzo no lograba recordar ese instante. Desconocía aquello que los había reunido, que quizás fuera lo mismo que los separaría en el futuro o que los uniría por completo. Volteó a verla. Su respiración era tranquila mientras dormía con la boca ligeramente entreabierta. Su pecho subía y bajaba a un ritmo lento y acompasado como el fuelle de una máquina, como el ronroneo tranquilo de un gato. Quiso despertarla para volver a besarla, o para saber si era real y no algo que él estaba imaginando.

La luz de la mañana se coló por la ventana opacando el brillo del neón que luego de titilar unas pocas veces se apagó sin más. La noche se había acabado, y con ella su tiempo juntos. El tiempo no es lineal, es un espiral que siempre termina pudriéndolo todo. Encendió el último cigarrillo que tenía y comenzó a vestirse. Ella despertó.

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7 comentarios

  1. 1. Rafa Frisby dice:

    Tu relato me ha recordado el story line de uno de mis videojuegos favoritos, el de Big B. {el lobo feroz}
    Muy buen ritmo, entretiene y quieres llegar al final. Lo único seria la puntuación y hay un par de acentos que se ha escapado. Hay oraciones que podían estrecharse con un coma, en lugar de tanto punto seguido.

    Escrito el 18 febrero 2019 a las 04:17
  2. 2. Rachel Moonlight dice:

    Hola John,

    Tu relato está muy bien expresado y narrado, con todo lujo de detalles, para que sientas como si estuvieras en esa habitación de motel.

    Un saludo de tu vecina 61

    Escrito el 19 febrero 2019 a las 11:09
  3. 3. Anaclara dice:

    Hola, John:
    Me gustó mucho tu relato. Haces unas descripciones muy minuciosas que generan que uno se sienta como metido en la historia.
    Leyéndolo con más detenimiento, me suena demasiadas veces la palabra «mujer». En mi humilde opinión, se hubiera podido omitir en algunas oraciones o reemplazarse por «ella» o un nombre. Pero ha sido muy agradable leerte.
    Saludos!

    Escrito el 20 febrero 2019 a las 01:56
  4. 4. PVF dice:

    Hola,
    Me ha gustado tu relato. Me gusta la atmósfera que creas y como muestras la forma de ser del personaje sin necesidad de escribir el texto en primera persona.
    Hasta la próxima.

    Escrito el 20 febrero 2019 a las 23:10
  5. 5. Scott dice:

    Hola, me ha gustado tu relato. el ambiente de novela negra…(moteles, soledad, y decadencia).
    espero ir mejorando con el tiempo.
    Saludos! Scott 31

    Escrito el 25 febrero 2019 a las 10:35
  6. 6. Laura dice:

    Hola John Doe.
    Me ha encantado tu relato. Magnìficas descripciones, tomo nota de ella.
    No encontré que aporte mucho a la historia el hecho de que él se calzara los zapatos de ella si luego no pasa màs de una caìda (pensé en La chica danesa, una pelìcula que ví en estos dìas, que empezó por ahí).
    Mis saludos.
    Hasta la pròxima propuesta.

    Escrito el 27 febrero 2019 a las 11:23
  7. 7. Ratopin Johnson dice:

    Hola John Doe,
    Historia muy bien escrita, con un vocabulario muy rico, parándote en muchos detalles. Todo, incluso en narrar en primera persona, le da un ritmo que recuerda mucho a las novelas negras.
    Alguna cosa que he visto. En el primer párrafo dices “intentando reconocer en qué lugar se encontraba todavía adormilado y exhausto”. Pienso que queda mejor “reconocer el lugar en el que se encontraba”. También ese primer párrafo abusas de las frases cortas. Por ejemplo podías unir frases como :”La mujer se movió cambiando de postura y él se detuvo” o “El cabello largo de la mujer, que continuaba durmiendo ajena a cualquier cosa en el mundo, se esparció por la almohada ocultando su rostro.” Aquí esparcir no me suena muy bien con cabello, pero la verdad no me ocurre otro verbo. Quizá “cayó sobre la almohada” pero pienso que no quiere decir lo mismo.
    El resto de los párrafos los veo mejor compuestos combinando frases largas con otras más cortas.

    Muy buen relato, un placer
    Saludos

    Escrito el 5 marzo 2019 a las 20:16

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