Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

La Ofensa - por Beatriz Emilia

Ese día el padre entró al baño y lo encontró frente al espejo ensayando, en su propia cara, el maquillaje que utilizaba Freddie Mercury, el líder del Queen. Al verlo, la cara de asombro del padre se convirtió en furia:

—¿Qué vaina es esta Manuel? Ahora si nos compusimos, te quitas esa vaina de la cara ahora mismo. ¿Qué mariquera es esta? Estás castigado, te vas a tu cuarto ya.

—Pero papá—el joven intentó balbucear una explicación que otro grito de su padre interrumpió.

—Marinaaaaaaaaaaaa, este muchacho se está maquillando en el baño. Yo te dije que lo tenías demasiado pegado a tu falda. ¡Esto no puede estarme pasando a mí! ¡Dios mío!, ¿qué habré hecho para merecerlo? ¡Marina! —gritó de nuevo— ¿dónde estás cuando te necesito, carajo?

Extrañamente la madre no acudió presurosa al llamado de su esposo, al parecer ella no estaba en casa, lo que hizo que todas las acciones quedaran en manos del padre. Cuando éste entró al cuarto de Manuel lo miró con asombro, como si nunca hubiese ingresado en allí. En su mirada había una furia difícilmente contenida, una indignación que le había desfigurado el rostro de una manera poco usual. Sin mediar ni una palabra más, el padre procedió a destruir todos los afiches que empapelaban las paredes del cuarto del adolescente. Repentinamente salió y regresó de nuevo blandiendo unas tijeras para cortarle los mechones de pelo que tanto le había costado a Manuel dejarse crecer.

El muchacho había intentado esconderse bajo la cobija, y debajo de sus propios brazos, pero nada detendría la furia de un padre que vio traicionados sus ideales de tener un hijo macho y vernáculo como él. Nadie podía detener el ímpetu con el que quiso desaparecer todo vestigio de una supuesta conducta inapropiada por parte de su único hijo varón.

—¡Esto no se tolera en esta casa! En mi familia nunca ha habido gente así y tú no serás el primero. ¿Te quedó claro Manuel? Aquí te quedas castigado hasta que se te quiten todas esas mariqueras o te las quito yo. Yo tengo mis métodos, yo tengo mis métodos, no se te olvide — se fue y tiró la puerta.

La casa quedó sumergida en un denso silencio que de pronto fue interrumpido por la voz desentonada de Manuel, quien se maquilló de nuevo, y puso a todo volumen en el estéreo de su habitación: Under Pressure, una canción del Queen que él coreaba a todo pulmón con sus ojos enrojecidos y su corazón revuelto por la rabia y la tristeza. Las armoniosas voces del Queen fueron superadas por la forma en cómo el joven cantaba su rebeldía. En su mente se repetían las palabras de su padre: «O se te quitan todas esas mariqueras o te las quito yo.»

De pronto llegó la madre quien se asombró por el volumen con el cual Manuel estaba escuchando a su grupo favorito, intentó tocar la puerta de su cuarto, pero nada que se abrió.

—¡Manuel, Manuelito, hijo, abre la puerta! ¿Qué te está pasando? —decía la madre con voz angustiada.

Pero no insistió porque la había preocupado encontrar el carro de su esposo estacionado en casa, a esa hora de la mañana, en un día de la semana. Subió las escaleras hacia su habitación y encontró a su esposo sentado en su sillón con la cabeza entre las manos y le preguntó:

—¿Pasó algo mientras fui al mercado? ¿Por qué no te has ido al trabajo? ¿Qué haces ahí? ¡Dios mío, Manuel Ramón, di algo! — dijo acercándose a su marido.

El hombre tomó una bocanada de aire, resopló por la nariz, y volvió a respirar fuertemente como buscando aliento para poder decir lo que sentía:

—¡Marina, este hijo tuyo lo encontré maquillándose en el baño, me ha humillado, está ensuciando mi apellido y el nombre de la familia, me ha ofendido, eso no se lo puedo perdonar! —dijo todo esto sin mirar a su esposa.

—Pero Manuel Ramón, ¿tú has hablado con el muchacho? Le has preguntado qué tiene, si le pasa algo, esto es mejor conversarlo, ¿no crees? A lo mejor está confundido.

—¿Conversarlo? Sí, yo te aviso, esas cosas no se conversan, eso se resuelve facilito, hoy que se prepare, en cuanto anochezca me lo llevo pa un bar de putas, ahí se le quita toda esa confusión. ¡Por lo pronto, Manuel, sigue castigado!

El punto final de la conversación lo dio el portazo con el que Manuel se fue para siempre de su casa.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

13 comentarios

  1. ¡Hola Beatriz!

    Me gusta el texto, la idea. Es verdad que he tenido que leerlo porque hay palabras que no se utilizan en España. Una duda ¿que una cobija? El padre queda muy bien explicado con sus palabras.

    Me hubiera gustado que Manuel no se hubiera ido dando un portazo, pero en 750 palabras…

    ¡Nos leemos!

    Escrito el 18 febrero 2019 a las 12:52
  2. 2. John Doe dice:

    Hola. Gran relato, atrapa desde el comienzo y tiene buen ritmo. La descripción permite al lector visualizar todo lo que acontece.

    Escrito el 20 febrero 2019 a las 16:10
  3. 3. Beatriz Emilia dice:

    Gracias a Shira y John Doe por pasar por mi relatos, y por sus comentarios.

    Ya pasé por el de Shira, ya leeré el tuyo John.
    Un abrazo!!

    Escrito el 21 febrero 2019 a las 04:22
  4. 4. Pedro dice:

    Me gustó el texto.Me gusta como se mantiene el ritmo desde el principio hasta el final, me agrada esa violencia que acompaña como atmósfera. Me gusta el silencio de Manuel porque sabe que no tiene sentido discutir. Me gusta ver la confusión de un padre que se quedó en el tiempo. Me gusta que te hayas apropiado de la rabia de ese modo. Felicitaciones

    Escrito el 21 febrero 2019 a las 04:43
  5. 5. Belkis Valentina dice:

    Te felicito Beatriz, esta historia me engancho desde la primera linea, me imagine cada escena. Me sorprendio el final.

    Escrito el 21 febrero 2019 a las 04:43
  6. 6. Ana Sosa dice:

    Primero Felicidades por la narración, la manera de fluir un tema que está en el tapete, con fuerza, pasión, buena descripción. Excelente! Pienso que puede dar pie a una continuación o resolución del problema, donde pienso haya una oportunidad por parte del padre en entrar en comprensión, aceptación y perdón. Eres buena amiga!

    Escrito el 21 febrero 2019 a las 14:19
  7. 7. Beatriz Emilia dice:

    Gracias Pedro, Belkis y Ana por ser lectores consecuentes. De veras que el relato salió por sí solo, tuve que cortar y acortar el texto por aquello de las 750 palabras.

    Un abrazo!!!

    Escrito el 21 febrero 2019 a las 22:24
  8. 8. Laura dice:

    Hola Beatriz.
    Me encantó el relato,muy visual el padre desde la forma en que habla.
    Creo que puedes omitir: “y le preguntó:” porque a continuaciòn están las preguntas, y claramente se entiende que es ella quien lo hace.

    Mis saludos.
    Hasta la pròxima propuesta.

    Explico para Shira porque se te ha pasado: una cobija es una frazada, una manta. Es una palabra que usamos en América.

    Mis saludos.
    Hasta la pròxima propuesta.

    Escrito el 22 febrero 2019 a las 11:38
  9. 9. Ulises Vidal dice:

    ¡Hola Beatriz!
    Tu relato es muy bueno y entretenido. A medida que lo leía me imaginaba que estaba viendo una película, con imágenes que van in crescendo hasta llegar al inesperado final.
    Lo que más me ha gustado es la caracterización de los personajes. El padre, machista y violento. La mamá, comprensiva. Y, Manuel, rebelde con causa, dispuesto a defender su dignidad como persona.Los dos primeros los conocemos a través de los diálogos que no tienen desperdicio, mientras que a Manuel, a través de sus actos.
    Como ya afirmó otra literauta pienso que este relato puede dar pie a una continuación.
    ¡Hasta la próxima!¡Sigue escribiendo que lo haces muy bien!

    Escrito el 22 febrero 2019 a las 17:04
  10. 10. Osvaldo Vela dice:

    Hola Bestriz, a mí también me encantó tu relato. Bien contado, fácil de seguir la lectura y con una enseñanza de por medio.

    La reacción tan dura del padre hace volar mi imaginación y lo veo en su juventud padeciendo de la misma independencia del hijo. Solo que el claudicó ante los deseos de sus mayores.

    Él, no tuvo la fuerza de carácter que al parecer va a mostrar su hijo.

    Como puedes ver de los comentarios tu escrito da para mucho más.

    Te felicito y enhorabuena.

    Agradezco tu paso por mi texto y tus comentarios.

    Saludos.

    Escrito el 22 febrero 2019 a las 20:02
  11. 11. Beba dice:

    Hola, Beatriz Emilia: Sí me sonó tu seudónimo. Un placer. Muchas gracias por tu lectura y comentario.
    Me encantó tu historia; excelente y pulcra escritura. Excelente el retrato del padre. Lo de Manuel me sonó muy liviano; claro está que el espacio no da para muchas explicaciones.
    Hasta pronto.

    Escrito el 22 febrero 2019 a las 21:21
  12. 12. Noheli dice:

    Hola Vera: Fui hoy cuando pude saborear tu exquisita prosa. Mis respetos Vera!
    Con las nuevas corrientes de pensamiento nadie se pone de parte del padre de Manuel y me pregunto:Estuvieron equivocados todo este tiempo?…

    Escrito el 25 febrero 2019 a las 20:43
  13. 13. Beatriz Emilia dice:

    Buenas mis querid@s compañer@s de taller

    El trabajo me ha tenido muy ocupada, qué agradable pasar por aquí y leerlos. Gracias por su visita y la deferencia de comentar este relato, que al igual que algn@s, creo que le falta seguir, que la voz de Manuel se escuche, por ejemplo.

    Nos seguimos leyendo literautas!!!

    Escrito el 27 febrero 2019 a las 18:42

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.