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La ofensa - por Sara Sierra

La ofensa

En el aeropuerto de Entebe, algunas adolescentes caminan hacia la pista moviendo sus cadenciosas caderas. Visten ropas brillantes y turbantes. Su destino, los montes Ruwenzori.

Hamidda, de doce años, se llena de nuevas visiones. Siente la mano de su compañera al subir por la escalerilla.

—Soy Teopista, te he visto en la plaza de Kisenyi

—Me llamo Hamidda — Traga saliva, mirando por la ventanilla —¿Sabes si nos darán comida? Teopista se encoge de hombros.

Hamidda repasa los acontecimientos que la han traído hasta allí.Nadie podía vaticinar lo que pasaría.

Una semana antes, a su familia la desalojaban. El padre tomó rumbo desconocido, alegando tener un trabajo.La joven se resguardó bajo un árbol, al lado de la madre. Al tercer día, la mujer trece años mayor, no sabiendo como cuidarla desapareció. Ella se quedó en el slum junto a otros niños de la calle y se perdió de vista para el mundo.

Apenas ha comido un poco de cassava en la parroquia, ahora pepena en la basura. Los truenos en el cielo color plomizo le recuerdan la muerte de su hermana menor debido a la malaria, reza porque no llueva.
Busca inútilmente la solución para ganar unos chelines. Se ha quedado con lo puesto. Horas antes, un niño le apretó del cuello robándole las pocas pertenencias que llevaba en un saco.
Se acurruca junto a otras chicas que duermen, puede ver a los que esnifan gasolina a unos pasos. Un niño saca algo de una bolsa, es un huevo. Lo engulle, no se ha arriesgado a cocinarlo.
— ¿Cómo lo has conseguido?
—Trabajando.
— ¿En qué puedo trabajar?
—Recogiendo botellas, te darán doscientos chelines por kilo. He vendido dos —muestra el cascarón—, o puedes ir al otro lado de la plaza, dan trabajo a mujeres.
— ¿De qué es el trabajo?
—No sé, corre a averiguar.
Conforme se acerca, escucha al hombre parado en una caja.
—… se les dará ropa, comida y 10,000 chelines en cada expedición—.Señala hacia una mesa—-. Las interesadas vayan allá. Recuerden, es condición ser vírgenes.
Virgen, era todavía, se cuidó de los vagabundos cuando corría el aguardiente de waragi; no estaba dispuesta a repetir la historia que era como una plaga para tantas mujeres.
La enfermera le sacó sangre y realizó un examen. La subieron a un camión. Durmió en un almacén colmado de camastros con otras jovencitas.
—Pasen a las regaderas, cuando se hayan bañado, siéntense a las mesas, se les dará una ración de posho—. Ahmiddda no lo podía creer, comenzaba el entrenamiento.
— ¿Estás dispuesta? — preguntaron.
Contestó sin parpadear—.Cuando se trata de aprender, aprendo todo, porque no sé cuándo voy a volver a aprender y sí se trata de comer, lo mismo—. A sabiendas de que, por lo menos esos días no dormiría con el estómago vacío.
El avión tomó pista descendiendo entre la niebla. La travesía continúo, las dejaron frente a unas cabañas. Durante una semana las entrenaron corriendo por los montes por horas; estaban listas.
Llegó el momento que quedó para siempre en su memoria. Se vistió y maquilló como le enseñaron, salió junto con otras reclutas, presentándose ante los hombres listos para el safari. Se arrodilló como era costumbre, al saludar a personas mayores. Sintió los ojos de ellos recorrer su cuerpo e intuyó lo que pasaría.
—Comienza la cacería, tienen veinte minutos de ventaja ¡corran! —dice el mandamás.
Sus pupilas se dilatan; toma velocidad alejándose de los amenazantes gritos. Escucha los llantos desesperados de sus compañeras capturadas. Dormita alerta a los sonidos de la selva, sabiendo que pronto estará acorralada.
Ruidos extraños semejantes a gruñidos salvajes se acercan —“Están aquí” —. Sale de su escondite, choca contra un animal. Ruedan por la falda del monte dejando atrás a los perseguidores.
Al cesar su caída Ahmidda empuja a la bestia como puede. Los ojos del gorila, la ven suplicantes, porque sí, el también huye de sus congéneres. La joven le extiende la mano, el gorila se prende de ella.
Han decidido burlar al enemigo. Entran en una zanja y esperan. Se escucha a la jauría acercándose. El gorila cubre a Ahmidda con ramas y se acuesta sobre ella. Salta del agujero confundiendo a los sabuesos que lo siguen hacia los árboles.
Cuando regresa, Ahmidda lo carga, se adentra en el monte, cruza la frontera. Saben que vivir es morir un poco cada día, quizá de hambre, quizá enfermos, pero hoy se han librado del ultraje.

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6 comentarios

  1. 1. Laura dice:

    Hola Sara.
    Tu relato me hace eco de Los juegos del hambre, pero me quedan algunas partes un poco descolocadas, principalmente el asunto del gorila.
    Otras que me han quedado sueltas es el asunto del maquillaje, no termino de entender la finalidad del safari: la muerte o el sexo; en ambos casos, no se les pagará por cada safari ya que sòlo una vez lo podràn hacer.
    El diálogo inicial pudo haber sido explotado, pero fuiste hacia atrás con la historia y luego hacia adelante, por lo que quedó un poco innecesario.
    Disculpa si no he alcanzado a comprender tu idea. Considero que es la venta de la virginidad por hambre en forma de cacería, pero creo que hay demasiados elementos en tan pocas palabras. Tal vez en algo màs largo puedes desarrollarlo adecuadamente.
    Mis saludos.

    Escrito el 16 febrero 2019 a las 21:51
  2. 2. Servio Flores dice:

    ¡Hola Sara!

    El relato me resulta bastante entretenido, logra captar la atención del lector y hace que se lea con bastante fluidez.

    Falta aclarar en qué consiste el safari pero me parece que es por sexo el asunto.
    Lo del gorila me saca un poco de contexto, a mí parecer demasiado personalizado, entiendo que es por cumplir el reto pero no me termina de cuadrar cómo se entienden tan bien… Bueno pero hay de todo en un relato de ficción.

    Me a gustado, saludos y a ¡seguir escribiendo!

    Escrito el 18 febrero 2019 a las 06:47
  3. 3. Sara sierra dice:

    Muchas gracias Laura y Servio, por quitar partes y cumplir con las palabras no ha quedado explicado, es bueno saber que debo sintetizar de otra forma.
    Lo explicaré, pero sé que si necesita explicarse no logro su cometido.
    Se basa en una noticia que leí, el gobierno ugandés promueve el turismo mediante acompañantes y lo disfraza de concurso.
    En cuanto al gorila, no se entendió que el es persegido por sus propios congéneres y se entrelazan las historias de acoso.
    Gracias por darme su punto de vista para no dar por sentado lo que pienso

    Escrito el 25 febrero 2019 a las 16:32
  4. 4. Beba dice:

    Hola, Sara: Me cayó muy bien tu relato, como “novedoso” en cuanto a formas de esclavitud; duele que alguien sea pasto de semejantes aberraciones, para poder comer y distraer a quienes tienen demasiado de todo, (menos vergüenza).
    Está bien escrito en orden a lo gramatical.
    Los comentarios de Servio y Laura son puntuales y atinados.
    Muchas gracias por leer y comentar el mío.

    Escrito el 25 febrero 2019 a las 22:39
  5. 5. Sara sierra dice:

    Muchas gracias beba por tu comentario

    Escrito el 28 febrero 2019 a las 22:34
  6. 6. Margot Campos dice:

    ¡Hola Sara!Soy novata en esto de hacer comentarios, pero ahi va:La historia que narras me hace pensar en tantos niños y niñas del mundo que sufre, a manos de quienes los debieran cuidar.
    La descripción de las miserias del personaje hizo que mantuviera el interés en el desenlace. Me gusto lo de la unión con el gorila, pensando en un cuento tipo”Mogli”
    El final es un continuara, incierto pero esperanzador.
    Falto repasar los nombre y alguna puntuación.
    Nos leemos, hasta el siguiente cuento

    Escrito el 15 marzo 2019 a las 23:46

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