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La ofensa - por Rosanna Samarra

La ofensa
Amanecía con niebla, y la humedad penetraba por todos los rincones de la casa. El fuego de la chimenea había dejado de arder y se percibía el frío en el salón por lo que, Cristina, no tardó en prender la hoguera otra vez. Hoy sería un día helado y necesitaba calentar el hogar porqué no tenía intención de salir al exterior. Así que, planificó la mañana: llevaría puesto el pijama, desayunaría un café con leche acompañado de unas tostadas untadas con mantequilla y mermelada, y se tumbaría en el sofá, cerca del fogón, a terminar de leer el libro que había empezado y, que por falta de tiempo, lo dejó apartado.
No era ni medio día cuando su móvil avisó la entrada de un mensaje:
Durante el día de hoy se hará la entrega del pedido CLU1776
«¿Pedido? Pues…que yo sepa no he comprado nada», caviló durante unos segundos. Sin darle importancia prosiguió con la lectura que ya faltaba poco para el final.
Hora prevista de entrega, entre las 17h y 19h.
Volvió a leer la nota. «¿Será un regalo de…?», pensó con ironía mientras se dibujaba una sonrisa en su rostro.
—Hola Sara, ¿te apetece que salgamos un rato? —Cristina llamó a su amiga. La idea de quedarse en casa todo el día no le gustó. La bruma se había evaporado y, aunque eran la seis de la tarde y helaba, le apetecía despejarse. —Me apetece charlar un poco.
—La verdad, hoy tengo un día de perros, estoy como el tiempo, pero vente a mi casa y preparo un poco de chocolate —la voz de Sara convenció a Cristina.
—¡Perfecto! En diez minutos voy. —No dudó, y se apresuró a vestirse.
Colgó y dejó el teléfono sobre la mesa. Otro aviso, sin embargo no lo escuchó. Acababa de entrar en su habitación a rebuscar que ponerse para salir; mejor dicho, para cruzar dos calles hasta donde vivía su amiga, ya que no estaban muy lejos una de la otra.
Descendió las escalares a toda velocidad y cuando abrió la puerta para salir, tropezó con un mensajero.
—Disculpe, ¿podría indicarme el piso de Cristina…, Cristina Bente? —le preguntó un chico con acento extranjero que a la vez le señalaba el nombre escrito. —El apellido no se entiende muy bien. —Sonrió.
—Abente. Cristina Abente; soy yo —le confirmó sin dejar de apartar la vista del paquete.
Lo cogió, y para no tener que volver a subir al piso, decidió dejarlo en el almacén que comunicaba con la entrada principal.
El chocolate que preparó Sara se alargó más de la cuenta. Sin darse cuenta, el reloj marcaba las diez de la noche, y Cristina no tardó en despedirse y agradecerle el buen rato que habían pasado juntas.
El paquete no pesaba mucho, un poco voluminoso, pero ligero. Intentó abrirlo con cuidado. No sabía lo que contenía y tenía que ser precavida.
—¡Un traje de gorila! Por dios, qué cosa más fea. ¿Quién va a querer un disfraz a doce de enero?
Esta vez no pensó, exclamó en voz alta con cara de espanto. Rebuscó por dentro de la caja con la esperanza de encontrar una nota. La encontró.
Cristian, mi amor,
Lamento no poder estar contigo en esta día tan especial para los dos, pero sé que esto te gustará y te acordarás de mí cuando te fundas en él.
Te quiere:
Toni, tu gorila.
«Vaya, dos enamorados. ¡Qué gusto más raro tienen! ¿Qué hago yo con esto peludo?», pensó a la vez que formulaba la pregunta sin obtener respuesta. Apartó la silla y se sentó; estiró las piernas cruzando un pie por en cima del otro. Reclinó la espalda en el respaldo y sosteniendo la nota en la mano observaba la caja. Percató dos etiquetas. Arrancó la suya y quedó descubierta la del destinatario:
Cristian Bente. Calle Fuentes, 13.
—¡Este número es el de mi vecino!, pero Yoel tiene novia. ¿Qué pinta este tal Toni, y Cristian?
Estaba alucinando e intentaba buscar respuestas. «¡Yoel y Cristian es la misma persona! Sabía que algo ocultaba este chico, pero jamás pensé en esto.», concluyó su mente. «Qué hago con el paquete, ¿se lo devuelvo?, sabrá que lo sé todo, y si me lo quedo puede averiguar que lo recibí yo».
—¡¿Qué debo hacer?!

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3 comentarios

  1. Confieso que me perdí un poco en tu relato y tuve que leerlo dos veces para comprenderlo. Siento que el inicio me transporta a un paisaje en un bosque en invierno y al avanzar en la historia la ubico mas en una ciudad con departamentos y vecinos y eso desentona un poco. El tema me parece divertido, a veced sin querer nos enteramos de la vida secrets de nuestros vecinos, tal vez podrías agregarle un poco de humor a la trama y te quedaría un cuento muy bueno. No acabo de entender la función del personaje de Sara dentro de la historia. Me agrada como escribes, redactas y utilizas bien los diálogos para avanzar en lo que quieres contarnos.
    Saludos y nos seguimos leyendo.

    Escrito el 17 febrero 2019 a las 12:42
  2. 2. HUGO dice:

    Hola Rosanna Samarra:

    Tu relato me ha gustado porque está bien narrado, tiene ritmo y la lectura fluye sin tropiezos. Los diálogos y pensamientos cumplen con su función y muestran muy bien a Cristina.

    El punto de vista elegido me parece acertado: Una narradora omnisciente, desde el personaje de Cristina, que sabe todo sobre ella, hasta lo que piensa. Está bien logrado porque en ningún momento es omnisciente para el resto de los personajes involucrados.

    El cuento está bien ambientado, sobre todo en ese comienzo tan descriptivo que tiene la virtud de no ser demasiado extenso. Me dio la sensación de que todo el relato transcurriría así, tranquilo, sin conflicto, pero el nudo comienza a desarrollarse cuando entra el mensaje al móvil. Y aunque Cristina no le haya dado importancia, a partir de ahí se empieza a tejer la historia, en principio oculta, subterránea y que emerge a la superficie al final creando en la protagonista un verdadero conflicto: “—¡¿Qué debo hacer?!”

    Para finalizar marco algunas cositas que yo modificaría para darle más fluidez al relato, Tú decidirás si las tomas o las dejas, pero no sería honesto de mi parte si no te las dijese. Además todos estamos aprendiendo y yo también puedo equivocarme en mis apreciaciones.

    Lo que pongo entre corchetes significa que habría que agregarlo. Lo que pongo entre paréntesis significa que debería quitarse:

    “El fuego de la chimenea había dejado de arder y se percibía el frío en el salón[,] por lo que(,) Cristina(,) no tardó en prender la hoguera otra vez.” Pondría coma después de salón y quitaría las dos siguientes.

    “…necesitaba calentar el hogar (porqué) [porque] no tenía intención de salir (al exterior).” Salir al exterior es una redundancia.

    “…desayunaría un café con leche acompañado de unas tostadas (untadas) con mantequilla y mermelada…” Para evitar la cacofonía quitaría untadas.

    “… a terminar de leer el libro (que había empezado y,) que por falta de tiempo, (lo dejó) [había dejado] apartado.” No está mal, pero creo explica demasiado, porque para terminar de leerlo, se sobreentiende que antes hay que haberlo empezado a leer.

    [“]Durante el día de hoy se hará la entrega del pedido CLU1776[”].
    [“]Hora prevista de entrega, entre las 17h y 19h.[“] Las comillas se emplean para enmarcar citas textuales.

    “Sin darle importancia prosiguió con la lectura[,] que ya faltaba poco para el final.” Creo necesaria la coma y probablemente quitaría el que siguiente.

    “La idea de quedarse en casa todo el día [ya] no le (gustó) [gustaba]” Por la mañana le había gustado, ahora cambia de idea. Creo que así se evita la contradicción.

    “La bruma se había (evaporado) [disipado]…” La niebla es vapor, por eso la sugerencia del cambio.

    “…eran la seis de la tarde y helaba, (le apetecía) [necesitaba] despejarse. —Me apetece charlar un poco.” Para no repetir apetecía / apetece.

    “…para cruzar dos calles hasta donde vivía su amiga(, ya que no estaban muy lejos una de la otra).” Creo que se explica demasiado. Al estar a dos calles ya sabemos que está cerca.

    “—Abente. Cristina Abente; soy yo —le confirmó sin (dejar de) apartar la vista del paquete.” Podría que ser: sin apartar la vista o sin dejar de mirar, pero nunca sin dejar de apartar.

    “El chocolate que preparó Sara se alargó más de la cuenta(. Sin darse cuenta), el reloj marcaba las diez de la noche…”

    “Lamento no poder estar contigo en (esta) [este] día tan especial para los dos, pero sé que esto te gustará y te acordarás de mí cuando te (fundas) [enfundes] en él.” No estoy seguro si el sentido que has querido darle es que se funda con el traje o que se meta dentro.

    “«Vaya, dos enamorados. ¡Qué gusto más raro tienen! ¿Qué hago yo con esto peludo?», pensó (a la vez que formulaba la pregunta) sin obtener respuesta.” Es redundante.

    “…cruzando un pie por (en cima) [encima] del otro.” Va junto.

    “Estaba alucinando e intentaba buscar respuestas…” No sé si alucinando sería la palabra correcta. ¿Quizá desconcertada?

    “«¡Yoel y Cristian (es) [son] la misma persona!…” No estoy seguro, pero por una cuestión de concordancia de número me suena mejor son.

    “Sabía que algo ocultaba este chico, pero jamás pensé en esto.», concluyó (su mente).

    Esto es todo por ahora, Rosanna, la historia es buena y me gustó, pero creo necesario ahondar en el proceso de revisión para descubrir los pequeños detalles que le quitan brillo al texto. Siempre es bueno dejarlo reposar unos días y leerlo en voz alta, o que lo lea otra persona. La autocorrección es parte indisoluble del proceso de escritura y debería tener fin cuando, por ejemplo, vuelvas a colocar una coma que habías borrado.
    Te seguiré leyendo.
    Saludos

    Escrito el 18 febrero 2019 a las 17:55
  3. 3. Auxi Morata Alegre dice:

    Hola Rosanna,

    Me ha gustado la premisa de tu relato, me parece que con un par de revisiones más hubiera quedado mucho mejor.

    Hugo ha ahondado mucho más en los problemas más técnicos, seguro que en el siguiente reto los pones en práctica 🙂

    Soy tu vecina del 81, por si te quieres pasar.

    Un beso! Nos leemos!

    Escrito el 21 febrero 2019 a las 10:04

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