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La ofensa - por Mª Jesús Hernando
Supongamos que una mañana Madame decide que ha llegado el momento de echar por tierra las ilusiones de sus alumnos. Le baila la mano mientras se da los últimos retoques de rímel en las pestañas. Hoy tiene un mal día, como todos desde que empezó el curso, el último antes de jubilarse.
No hay ni un alumno bueno entre la docena que le ha tocado en suerte los martes. El francés no entraría en ellos aunque estudiaran cien años en la Sorbona de París.
Supongamos que rumiando todos estos pensamientos llega a clase. La leçon, un día más, es un desastre. Y para colmo, el señor X hace seven el sept. Entonces… Madame, como un gorila enfurecido, se encara con él.
− ¡Hay que ser muy bueno para estudiar dos idiomas a la vez!
No es la primera vez que les humilla aunque nunca había llegado a confrontar de tú a tú. El silencio absoluto acusa a Madame. El señor X ha quedado noqueado. Jamás ha tenido interés en la lengua de Shakespeare ni sabe porque su lapsus ha encolerizado a Madame. La mujer, en su furia desatada, añade epítetos que le arrojan, hecho añicos, al almacén de los bobos como empujado por una manguera de agua a presión.
Después de un carajillo, sin azúcar y doble de licor, el señor X entra en una niebla. Entre los vapores vaga un joven X afligido. Se reconoce en el chico que llora con el boletín de notas en la mano repleto de insuficientes. Fue la puntilla que, en el último año de bachiller, le robó las ganas de seguir estudiando. Al muchacho que fue le hubiera gustado llegar a la Universidad pero como los resultados académicos no acompañaban fue enhebrando un trabajo detrás de otro. Al cabo de varios años, la madeja de derrota y frustración que había tejido su vida laboral estuvo a punto de asfixiarle.
En lamentos y suspiros pasa varias horas en la cafetería. Pide uno más “de lo mismo” para ahogar los fantasmas que vuelven a aparecer después de tantos años enterrados. Da vueltas y vueltas a lo que pudo haber sido y nunca será. Ya no es un niño. Cuando este pensamiento se abre paso en su aturdida cabeza, pide dos cafés bien cargados. Se los bebe de golpe y arranca.
De vuelta a casa piensa en tomarse la revancha, en darle un escarmiento a la profesora malhumorada y desdeñosa que solo sabe menospreciar a sus alumnos. Pero el señor X no tiene armas ni es un hombre belicoso. A sus sesenta años, la vida le ha regalado tiempo. Horas de asueto, oro molido, para gozar las pequeñas cosas como por ejemplo el tibio sol que le va calentando el alma dolorida. El señor X volverá a clase porque nadie va conseguir torcer el nuevo rumbo que ha diseñado para su vida. Su aliciente está por encima de cualquier ofensa.
Supongamos que cuando a la semana siguiente, el señor X entra en el aula Madame se sonroja y le pide disculpas. Pero esto sería mucho suponer.
Hola Mº Jesús.
Me ha encantado tu escena, más con el señor X con sus ansias de aprender contra viento y marea.
Tienes expresiones grandiosas que dan vuelo al texto.
En la anteúltima frase, tal vez necesitarías reubicar la coma. Te propongo:Supongamos que cuando a la semana siguiente el señor X entra en el aula, Madame se sonroja y le pide disculpas.
Mis saludos.
Hasta la pròxima propuesta.
Hola María Jesús,
Me pareció muy, muy bueno tu escrito. La forma en la que pasas de un personaje al otro y construyes muy bien la psicología de cada uno. El vocabulario muy rico y el texto muy fluido. Todos hemos tenido una madame como esa por profesora y el señor X transmite mucha ternura.
Hasta la próxima!
Hola Mª Jesús Hernando:
Me ha gustado tu relato. Reflejas muy bien la historia de esos personajes perdedores. Buen trabajo.
Creo que las palabras en otro idioma tienes que escribirlas en cursiva o entre comillas.
Nos leemos. Saludos.
Ma. Jesús, cumplo con gusto el deber: eres una de los tres que me siguen.
Me llama la atención un relato apoyado en suposiciones.
Y me llama más la atención que la conducta de un personaje se dé por cierta y la del otro por solamente supuesta.
Esto no es una crítica, es un interrogante.
Aparte de ello, veo en este relato otro caso de esos que se construyen sobre hechos simples, como el de Adriana en el nro. 76. Pero tú le trabajas un poco más a la sicología del personaje.
Saludos.
Hola a todos y muchas gracias por vuestros comentarios y sugerencias. Laura, tienes razón respecto a la coma. Es mi punto débil, repaso y repaso y siempre se me escapan fallos. Otilia, lo de las palabras en francés no se como solucionarlo. En el original, todas estaban en cursiva pero al copiar el texto aquí, desaparecieron. Si me puedes ayudar te lo agradeceré. Carlos me has hecho pensar con tu comentario. No he sido consciente de lo que dices hasta que me lo dijiste. Reflexionando sobre el asunto creo que la ofensa es algo que cada uno recibe como cierto aunque el que la infringe no sea consciente de lo que está haciendo. En mi relato la profesora es una señora bastante egocentrica que va arrasando sin preocuparse de lo que puedan sentir sus alumnos. No se si esto contesta tu pregunta. Reiero mis gracias y paso por vuestros relatos para dejar comentarios. Un saludo.
Hola Mª Jesús.
Original, donde las haya, forma de relatar… Me ha gustado el tema de las suposiciones, aunque reconozco que me ha costado entenderlo.
Estoy de acuerdo con Laura en lo del final, pienso que quedaría mejor como te indica.
¡Ah! No he entendido lo de “…el señor X hace seven el sept…”, con lo que no he entendido el motivo de la furia de Madame.
Muy buen trabajo no obstante. Enhorabuena.
Saludos.
Gracias por leerme, María Jesús. Creo que la venganza sí la llevó a cabo aunque de manera diferente.
Me encantó tu frase “el sol que le va calentando el alma dolorida”
Por lo demás, yo te diría que encontramos un alto porcentaje de “señores X” pero que siguen adelante y logran vencer las dificultades.
Me queda una duda. ¿Madame da clase de francés o de inglés?
saludes, María Lucrecia (112)
Hola María Jesús:Me ha gustado tu relato escrito con mucha originalidad. Me ha dado pena el señor X aunque me ha gustado mucho la metáfora que has empleado tras recibir la ofensa y también como has decidido al final que ninguna ofensa va a poder con sus ganas de aprender.
Un saludo desde el 113.