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La ofensa - por Noemi

El gorila ─no es quién le puso el apelativo; pero ya desde la escuela siempre le había llevado más de media cabeza a todos los otros chicos─ medía a los dieciséis años, cerca del 1,80. Sus padres eran alemanes, propietarios del único almacén de ultramarinos del pueblo, gente amable. Él no era violento, ni siquiera podía decirse que fuese agresivo y con semejante apostura no era extraño que nadie le buscara líos. Buen muchacho, tranquilo, hacia la adolescencia se volvió un poco introvertido; llevaba el ceño siempre fruncido nada más que para dar la pinta, porque era esbelto, rubio como las espigas y tenía los ojos del color de las nomeolvides ─decían─; pues miraba siempre de soslayo como para no descubrir la ternura. Cuando él jugaba al fútbol se llenaban de chicas las tribunas. Y eso nos ponía a los “morochos” negros de inquina.
En el pueblo había dos equipos: el del Norte y la Cochimbra. El gorila y yo éramos los arqueros de cada uno; él porque llenaba el arco, yo porque no dejaba pasar una. Pero el día de aquel partido, que pasó a la historia, la rubéola había diezmado la plantilla y como ambos éramos de los pocos veteranos que quedaban en pie, nos mandaron al frente. De otro modo nunca nos hubiésemos tocado; durante años nos habríamos ojeado con desconfianza pero de lejos.
El destino no quiso que las cosas salieran derechas y ese día fatal se dio el encontronazo; juro que yo actué sin intención, simplemente se me resbaló la pata, le di en el tobillo, y él, con un vozarrón que hizo temblar las gradas, rugió:
─¡Maricón!
Fue automático, sin alevosía, pegué un salto feroz y le encajé un cabezazo que le partió la ceja como para diez puntos. Yo quedé sentado en el césped aturdido e incrédulo de mí mismo.
Lo que vino después fue la catástrofe: el referí, los jueces, los entrenadores, los compañeros y los adversarios, espectadores, tumulto, insultos y gritos: mi viejo y el alemán se fueron a las manos, mi madre le gritaba a la del gorila que no volvería a comprarle ni una más de sus salchichas sifilíticas. Vino la policía, salimos en el diario local: él con su rubio mechón ensangrentado, yo con mi cara de reverendo boludo. Hasta el cura dio un sermón el domingo acerca de la violencia de esta juventud pecaminosa con la que Dios nos castiga.
Total que nos suspendieron; a él por provocador, a mí por belicoso.
Toda una temporada sin futbol y encima el pueblo entero infectado de agresividad pasiva; mirándome como si yo fuera la reencarnación de Billy “el Niño”. ¡La mufa!
Opté por dar una vuelta por el parque solo, casi de noche, para no tener que aguantar los reproches de una población autodeclarada pacifista. Se había levantado una niebla densa y truculenta. Fría y desmelenada, se desgarraba entre las negras ramas como tul de novia muerta, invadiendo la penumbra de la tarde. No se veía un alma por ninguna parte. Cuando oí un crujido por entre los arbustos y de repente apareció: él, con su metro ochenta y los diez puntos bajo el mechón rubio. Yo, de palo. ¿Y ahora, para dónde rajo?
Se me acercó despacio y las rodillas se me ablandaron. Pero no fue de miedo, no; no sé, era algo distinto; quizás peor, turbio, azaroso, ameno.
─No fue una ofensa ─susurró con una voz que, por lo suave, parecía casi tibia─; una expresión de deseo tal vez…
Me puso una mano afable en el hombro y se inclinó para mirarme a los ojos. Era la primera vez que me los encontraba de frente… y sí, eran azules, profundos, claros como las nomeolvides; casi podía aspirar el perfume mientras me acariciaba su aliento.

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8 comentarios

  1. Interesante. Me ha gustado. salu2

    Escrito el 17 febrero 2019 a las 19:32
  2. 2. Noemi dice:

    Gracias A.B. por la visita y el comentario,¡te los devolveré cuando vuelva a encontrarte!
    Nos seguimos leyendo.

    Escrito el 17 febrero 2019 a las 20:13
  3. 3. Gonzalo LM dice:

    Extraño relato. El final cumple con la sorpresa de los relatos cortos.
    Algunos pasajes me resultaron irreales, como la madre gritando aquello de las salchichas; raro pero gracioso al imaginar… ja.

    ¡Saludos!

    Escrito el 18 febrero 2019 a las 15:46
  4. 4. guiomar de zahara dice:

    Noemi: como siempre me ha gustado tu relato. No se como lo haces, pero siempre veo poesía en tus palabras. Un juego que podía ser cruel, lo has convertido en agridulce.
    No veo nada reseñable en la escritura.
    ¡Hasta la próxima!

    Escrito el 18 febrero 2019 a las 17:43
  5. 5. Pilar dice:

    Hola, Noemi

    Me ha gustado mucho tu relato y la voz narrativa que has utilizado. Yo, escribiendo en primera persona, me encuentro muy cómoda y creo que las historias llega más…

    Me has sorprendido, la verdad, porque no sabía por dónde iba a tirar la trama, pero le has dado el mejor final con el que se puede subsanar una ofensa…

    Narrativamente, me parece genial, muy directo y con las palabras concretas. Me he detenido a saborear la descripción de la niebla como tul de novia muerta (inevitable la imagen de la Novia Cadáver de Tim Burton).

    En fin, enhorabuena por tu original historia tan bien contada.
    Pilar, 59.

    Escrito el 19 febrero 2019 a las 00:03
  6. 6. JaimeM dice:

    Me ha encantado tu relato, Noemi. Es sugerente y poético, imprevisible y con un tono nostálgico muy conseguido. Me encontré pensando en el comienzo de la novela “Los elegidos”, de Chaim Potok, que me encanta.

    Como única pega, creo que la primera frase tiene una errata: “no es quién le puso el apelativo”; imagino que querías decir “no sé quién le puso el apelativo”. Me encontré leyendo la frase varias veces sin entenderla. Igualmente la frase “medía a los dieciséis años, cerca del 1,80” me suena un poco rara (¿por qué no “medía cerca del 1,80 a los dieciséis años”?). Quizá tiene que ver con el habla oral y ahí no me meto 🙂 El resto del relato me parece muy bien escrito, con un gran dominio del lenguaje y del ritmo.

    ¡Nos leemos!

    Escrito el 19 febrero 2019 a las 10:38
  7. 7. dopidop dice:

    Buenas Noemi,

    Primero muchas gracias por pasarte por mi relato y comentar.

    Decirte que no me gusta nada nada el fútbol, y siento de primeras cierta aversión instintiva hacia cualquier texto que lo nombre, aunque sea indirectamente… sin embargo, me he encontrado muy cómoda leyendo tu relato, y reconozco que me ha resultado muy ameno y fácil de leer. Enseguida me he sumergido en tus letras.

    A mi me encanta la parte en la que “se lía” en el campo, la forma en la que nos lo cuentas me hace parecer que estoy ahí en medio del tumulto.

    El final, sorprendente, se me hace un poco raro que “el gorila” salga ahí de entre los arbustos en mitad del parque, supongo que estaría siguiendo al protagonista. La última imagen me parece genial, dejando la escena en el aire, para gozo de la libre imaginación del lector.

    Un buen trabajo, que me ha hecho disfrutar de un buen rato. ¡Gracias por compartir y seguimos leyéndonos!

    Escrito el 20 febrero 2019 a las 09:37
  8. 8. Netogonzo dice:

    Hola Noemi,

    Cuando empece a leer y llegue a la escena futbolera no imagine que tendría un final como ese, le has dado un giro genial a la historia. Hay algunos pasajes que me gustan bastante ya que resaltan del resto del texto, me refiero a algunas descripciones que haces, como la de la neblina,tienen un toque hasta poético que embellece el texto. Un buen texto, me ha gustado bastante.

    Gracias por pasarte al mio y nos leemos en la próxima escena.

    Escrito el 21 febrero 2019 a las 21:28

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