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La ofensa - por Avempace

Web: http://caminodehierro.net

Una vez, en algún lugar, leí o soñé leer que «no se perdonaba a quienes habíamos ofendido», y a raíz de entonces, siempre que me viene a la memoria la frasecita esa, no puedo por menos que hacer una evocación y repasar si a quienes les tengo ojeriza, es porque me han ofendido a mí o porque les he ofendido yo.
Tiene su intríngulis la cuestión esta. Y su punto de verdad. No puedo negar que a las personas que no perdonaría aunque infringiera infinidad de mandamientos y preceptos, serían las que me han ofendido de palabra, obra u omisión en sus más variadas vertientes y versiones. En ya mi provecta edad, repaso que aunque quizá ninguna persona se merezca la pena de muerte, si alguna de las penas del infierno por aquello de “al enemigo ni agua”, aunque alguno mereciera ahogarse en el casco de las gallinas. Al menos, si no estaba en mi mano devolver el favor, que lo recibieran de quienes estando en condiciones de poder hacerlo, les hicieran un descosido en condiciones en su pellejo o ánimo.
Porque cuando se ha ofendido a alguien, en mi opinión y volviendo al comienzo, lo que se teme es a su reacción y por eso al final acabas odiándolo, más que nada para estar preparado en la respuesta adecuada; porque vamos a ver, con qué argumentos te defiendes recién acabada de realizar la injuria si eres descubierto, debes tener una base para haberla realizado ya que si la haces en balde, te puede caer el cielo encima con toda la razón del mundo. Sin embargo, si poco a poco pasa el tiempo, tu odio va en aumento con razón o sin ella y al final, como no podía ser menos, a esa persona no la tragas ni aunque te la forren con gloria celestial.
Un ejemplo: una vez de chaval, junto a otro más mayor o más bien acompañándolo aunque eso no me exonere de culpa, robamos algún huevo de gallina de nidales ajenos, dos y uno; tampoco el latrocinio fue como para avisar a los civiles. Pues bien, además de limpiarles el nidal, a las señoras dueñas de las gallinas, había que rehuirlas no fuera que solo con vernos la cara, esta delatara nuestra culpabilidad. Pues poco a poco, esas mujeres mancilladas en la desposesión de sus huevos de gallina, en nuestras mentes comenzaron a ser detestadas en previsión de que un día descubrieran nuestras felonías. Como diría el personaje del Chavo del Ocho, serie mejicana muy interesante, «No me simpatisas». Así alimentábamos la mala conciencia, con la animadversión interna generada.
Esta era una cosa de niños, pero ya más mayores, la cuestión podía dar lugar a enemistades eternas casi sin saber cuál era el motivo. Una mala faena, una mala mirada podían, pueden, dar al traste con amistades “de toda la vida”. Y no digamos si entre tanto media alguna falda o pantalón. «El gorila ese me ha hecho un gesto feo», aunque ese gesto haya sido preferir a otra chica en el baile o al revés. Ya está liada. Acaban las familias involucradas y enfrentadas. Y no te digo si fulanita y menganito han roto y a los dos días uno de ellos tiene nueva pareja. Uyuyuuuii.
No digamos si a una persona le falla la vista y a través de la niebla cree haber percibido que Rigoberto Picaporte, —no importa fuera el señor cura que pasaba por allí—, intentaba afanar cualquier cosa de su almacén, corral o cochera. O que quería robarle los cochinos. Clavao. Los líos, las disputas y las peleas entre familias, serán eternas.
Podría dar pelos y señales de los anteriores ejemplos pero no viene al caso, amén de que creo se me ha ido un poco el asunto de las manos. Pero lo mismo que “de grandes cenas, están la tumbas llenas”, también de asuntos que todavía colean entre los supervivientes.
No hace mucho en presencia de su marido una mujer, ya mayor pero no tanto, confesaba a un tercero: «Cuanto me pena no haberme casado con un hombre del pueblo» ¡¡¿?!! Hostia, cuanto amor encerrado entre naftalina. Eso después de despreciar, cuando estaba en edad de merecer, a dos jóvenes de su pueblo. ¿Quién debía de guardarle más amor, los jóvenes por su desprecio o el marido cuando le tocó la moral sin venir a cuento? Por cierto, el marido le contestó: «Pues no te ha ido tan mal conmigo, ¿no?» ¡Ay, señor, señor!
Yo, ni olvido ni perdono.

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8 comentarios

  1. 1. dopidop dice:

    Buenas Avempace,

    Como estoy un par de relatos por encima de ti, me toca comentarte, así que aquí estoy.

    Curioso relato que hace pensar y reflexionar. No se me había ocurrido pensar que se le pueda coger “tirria” a alguien a quien tú has ofendido, pero pensándolo tal y como lo expones, es algo totalmente factible y creo que hasta natural en el ser humano.

    Me parecen muy visuales esas anécdotas que cuentas, muy bien detallada y escritas de una forma bastante interesante.

    Como único pero, personalmente creo se leería mas fácil separando más los parrafos, pero eso es simplemente algo visual y cuestión de gustos.

    Por lo demás, me ha resultado un trabajo entretenido y como ya he comentado que me ha hecho darle vueltas al coco.

    Nos seguimos leyendo, ¡un saludo!

    Escrito el 18 febrero 2019 a las 18:13
  2. 2. Amadeo dice:

    Avempace:
    Esperaba un cuento yme encontré con una reflexión personal sobre la ofensa , el ofendido y el ofensor. Texto que fluye. Mis observaciones:
    Suena mal: en sus más variadas vertientes y versiones.
    Me confunde: una mujer, ya mayor pero no tanto,

    Estoy en el 88 por si quieres leerlo y comentar
    Saludos
    Amadeo

    Escrito el 19 febrero 2019 a las 12:11
  3. Amadeo, sin duda no estaba pensando en ti cuando lo escribí.
    A mí, me suena mal tu comentario.

    Escrito el 19 febrero 2019 a las 13:41
  4. 4. El chaval dice:

    Hola Avempace.
    Buena reflexión sobre la ofensa
    Creo que hay que asimilar, que si has ofendido cargues con tu responsabilidad. Siempre creemos que cuando ofendemos es por que tenemos razón. Lo que hace falta es penar si realmente tenemos razón al ofender. La persona ofendida, siempre nos odiará o al menos tendrá un poco de ojeriza, so pena de que sea una persona con una cabeza bien puesta y crea que se merece la ofensa.
    Un saludo (40)

    Escrito el 20 febrero 2019 a las 11:19
  5. 5. Don Kendall dice:

    Hola Avempace,
    Es una propuesta interesante el texto que propones este mes : Un soliloquio en toda regla.
    Me gusta como queda solucionado el reto añadido y como el tema : LA OFENSA impregna toda la escena. Es un material muy aprovechable y una técnica clásica en la literatura bien como material único o como puente o soporte de otra obra mayor. Su principal ventaja, que me parece muy bien aprovechada en este texto, es que se trata de un diálogo donde el emisor y el receptor son el mismo personaje. Eso favorece el uso de giros y complicidades para que el texto sea fluído. Muy oportuna la referencia a Rigoberto Picaporte “solterón de mucho porte”, ya que aporta una pista y sincronía doble : por un lado la contemporaneidad con los hechos relatados y la publicación del tebeo PULGARCITO (Año 1957-60) y por otro más tangencial el recuerdo bajo una visión más favorable coloreada por la nostalgia.
    Buen trabajo que se agradece colega,
    Buen trabajo,

    Escrito el 21 febrero 2019 a las 15:21
  6. 6. Avempace dice:

    Don, lo pensé pero no lo añadí. Veo que tú también fuiste lector del “solterón de mucho porte”. Gracias por tu comentario tan benévolo. salu2

    Escrito el 21 febrero 2019 a las 18:24
  7. 7. Sophie dice:

    Hola, Avenpace.
    Te he descubierto por casualidad, pero ya te tengo. ¡Qué difícil nos lo pones!
    Yo también leía Rigoberto Picaporte, entre otros tebeos de la época. Jeje.
    Me ha gustado la reflexión (soy de reflexiones, no lo puedo evitar y tampoco lo pretendo) He de decirte que nunca se me había ocurrido pensar en esa vertiente que escribes, pero pensándolo bien, creo que llevas razón.
    Un fuerte abrazo y hasta otra,

    Escrito el 23 febrero 2019 a las 20:09
  8. De nada juana

    Escrito el 25 febrero 2019 a las 19:36

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