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La ofensa - por Selene

Ofensa…

Una ofensa contra…

Lo escogió por escoger, lo llevó a su casa junto otros niños y lo sumergió en la oscuridad por el bien de sus creencias. La ofensa era haber tomado su vida por la suya, su libertad por su destino.

Pero para un gran logro necesitaba grandes sacrificios.

¿Aun así qué padre puede imaginarse que sería acorralado por su hijo en el almacén de la trastienda? Allí donde viejos objetos de la infancia, lejana y triste se amontonaban uno tras otro: muñecas, coches, el peluche del gran gorila; objetos que tuvieron un gran valor, pero ahora se perdían en la tristeza.

El padre levantó las manos, en rendición, en falsa culpa. Sin embargo, el arma seguía apuntando, firme pero temblorosa:

– No tienes ni idea – dijo el vencido, el antiguo sumiso, el cansado de sí mismo -, no sabes lo que tus experimentos me han hecho. No sabes la forma que toman las pesadillas cuando se vuelven reales, ni ver constantemente noche tras noche a tu novia muerta, ni escuchar esas voces gritan por ser escuchadas…
– La imaginación es poderosa, como el miedo – dijo el no creyente.
– ¡Tonterías!

Jamás dejaría de tomarle como un estúpido…

El sudor de la muerte empezaba a bajar por la cara del padre.
Aunque la palabra padre empezaba a quedarse grande sobre sus hombros, mejor su nombre, único y sencillo, James. Considerar al sujeto que tenía delante su hijo era una falta de respeto en sí mismo para todos los padres del mundo; era cierto, lo había utilizado para lo prohibido. Por eso, si tiene que ir contra toda la moral posible, lo haría.

La cara de James se relajó y comprendió que la locura había invadido a aquel pobre chico.

– No pasa nada, Ray. No te preocupes, te ayudaré. Somos familia.

¿Cómo podía llamarle así?

Ray le miró largamente, con la duda y el odio infectados en su mirada. La luna entraba por las ventanas realzando la sombra de Ray sobre su padre; la misma que pareció encogerse y alargarse, tomando toda luz: las tinieblas de su propio odio se proyectaban sobre su falso padre. James se quedó en silencio, temiendo que la locura hubiera tocado también su puerta, pero supo por el miedo ajeno, que era real, pues Ray se echó para atrás, bajando el arma por unos segundos.

– ¡Si tanto deseas ayudarme, mátame! – imploró.

Solo había resentimiento acumulados en el peso de una mera frase. Era un final lo que quería, como el le había dado un principio, era lo que le debía. James vio como el arma ahora era para él, Ray se le acercó, con toda la desesperación contenida.

La ofensa podía ser perdonada. Era un lamento, un ruego, pero James era un cobarde y no podía cumplirlo, y es que él creaba, no destruía. Negó con la cabeza varias veces, y Ray le insistió. Solo quería un final, quería acabar con la pesadilla que él significaba, con esos poderes prohibidos, con aquello que lo cambiaba cada día.

Pero…

– ¡Por favor!

Siguió tendiéndole el arma, con miedo, con tanta insistencia que la misma realidad empezó a curvar el arma en una enajenación de sí misma. Ray se echó a reír incrédulo, y James observó la obra de toda su vida retorciendo el arma como si de papel se tratará.

Y es que, a pesar del horror, había tantos usos para lo prohibido, para lo que jamás debería haber existido, que habían muchos interesados…

Tocaron a la puerta de la tienda, primero fue una invitación y después fue una entrada forzada. En segundos dejaron de estar solos, y se vieron envueltos de los rescatadores de James. La pesadilla personificada de Ray se acercó, sometiéndole contra el suelo: era su captor, el muro y dueño de la libertad de Ray, quien durante tantas veces le había llevado a lo infrahumano, un hombre que no conocía la palabra límite.

– ¿Te has desahogado?

La pesadilla se echó a reír, y James le siguió el juego, pues eran compañeros de trabajo.

– Sabes que nunca lo conseguirás, jamás te dejaré. – la pérfida sonrisa se extendió en el horror.

Los intentos no cesarían, no importaba cuantas veces le capturasen, cuantas veces quisieran volver a encerrarle, tenía que hacerlo. Miró a su padre, a ese falso intento.

– Jamás hemos sido una familia… – confesó Ray, mientras le levantaban, para llevárselo. Eso estaba claro, pues llamar a ellos dos familia era…

…Una ofensa contra la misma palabra.

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3 comentarios

  1. 1. JaimeM dice:

    ¡Una historia muy interesante, Selene! Me parece muy sugerente, aunque también me quedan muchas dudas después de leerlo; supongo que esa es la idea :). Por ejemplo: ¿no puede Ray suicidarse? ¿Cuál es la naturaleza de los experimentos? Me gusta mucho cómo conectas el comienzo, con las frases inacabadas (“Ofensa… Una ofensa contra…”), y el final (“pues llamar a ellos dos familia era …Una ofensa contra la misma palabra.”), creo que tiene mucha fuerza e impacto.

    Sí debo reconocer que, aunque creo que el texto está muy bien escrito, algunas frases me resultaron un poco confusas, y tuve que leer el cuento dos veces para captar todo el significado (me refiero a algunas frases largas; por ejemplo en el siguiente párrafo: “La luna entraba por las ventanas realzando la sombra de Ray sobre su padre; la misma que pareció encogerse y alargarse, tomando toda luz: las tinieblas de su propio odio se proyectaban sobre su falso padre. James se quedó en silencio, temiendo que la locura hubiera tocado también su puerta, pero supo por el miedo ajeno, que era real, pues Ray se echó para atrás, bajando el arma por unos segundos.” Tuve que leer el párrafo varias veces para entender la imagen).

    Y ya a nivel puramente técnico: “ni escuchar esas voces [que] gritan por ser escuchadas…” (falta [que]); “Era un final lo que quería, como el le había dado un principio, era lo que le debía” (falta la tilde en [él]: “como él le había dado…”).

    Nos leemos, ¡un saludo!

    Escrito el 18 febrero 2019 a las 11:24
  2. 2. Noemi dice:

    Hola Selene, me encantan las historias de suspenso, las ambigüedades y tener que reconstruir la “historia secreta”; hay mucho de eso en tu texto pero has colado muy pocos indicios como para reconstruir un contexto coherente, me suena más como un fragmento de una historia más larga donde estarían las claves que no encuentro.En cuanto al estilo me parece ágil, con muy buen ritmo, agradable de leer.Espero seguir haciéndolo en el futuro porque me gusta tu escritura.
    Saludos.

    Escrito el 19 febrero 2019 a las 01:03
  3. 3. Rachel Moonlight dice:

    Hola Selene,
    Enhorabuena y muchas felicidades por tu historia. Soy fan del género del suspense, ese thriller que te deja enganchado hasta el final, y puedo decirte que tu relato ha cumplido con ese objetivo.
    Es la primera vez que te leo y estoy deseando leer lo próximo.
    Un saludo de tu vecina 61

    Escrito el 21 febrero 2019 a las 09:21

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