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La ofensa - por Ratopin Johnson

Repudiada por su marido hacía años, la señora Rose había tenido que soportar además como en la boda de su hijo, la madrina iba a ser la nueva y joven esposa, es decir la madrastra del contrayente. Ella lo definió como “La ofensa”.

Como mi paciente, le había aconsejado que se alejara lo más posible de su ex marido y de su entorno, y rehiciera su vida. Pero ella clamaba que no se iba a conformar con un papel secundario y que su sitio era esa familia. El día de la boda se presentó allí, aún sin estar invitada, un tanto bebida y montó un jaleo enorme. Gritó, lloró, dijo que se iban a enterar, que sabía muchas cosas, y que no tenía porque callarse nunca más.

La señora Rose me contó esto en nuestra siguiente sesión, pero yo intuía que se guardaba algo. A los pocos días un gorila de dos metros y pelo engominado irrumpió en mi consulta.

—¿Le puedo ayudar? No creo que tenga cita —dije.
—No —contestó tajante mientras tomaba asiento—. Seré rápido.

Este encuentro inesperado me hizo comprender con qué clase de persona había estado casada la señora Rose.

—Frank, es decir, el señor Calleri, se sintió muy ofendido con lo que pasó en la boda — dijo el tipo grande—. Insultado delante de familia y amigos. Y ella… tiene de todo. Una asignación mensual, una casa. Esto lo paga Frank también. ¿Qué más quiere? Tocar los huevos —masculló con mezcla de pena y desprecio.
—Ya – musité—. Yo…
—Tú hablas con ella —interrumpió—. Podrías hacerle ver las cosas de otro modo.
—Intento siempre que sea razonable, e insisto en que se aparte lo más posible de lo que le hace daño. Que deje el rencor.
—Es un almacén de rencor esa mujer. Sí, hay cosas que pueden hacerle daño —contestó mientras miraba sus enormes manos.
—Y ciertamente, no sé más —dije intentando terminar la conversación. Algo se encendió en la mente del tipo.
—No sabes el qué —dijo mirándome seriamente.
—Nada, yo quería decir que…—titubeé sintiéndome de pronto atrapado.
—No te he preguntado lo que sabías o no sabías. No sabes el qué —repitió.
—¡Oiga! —me puse de pie—.No puedo hablar de las conversaciones privadas con mis pacientes, con usted ni con nadie. Quién se ha creído que soy. No le consiento que…

Había podido más el orgullo profesional que el miedo. Entonces, se levantó él a su vez. Parecía un árbol frente a mí. Cogió una silla y la hizo trizas como si nada contra el suelo. Se quedó con una pata en la mano con la que golpeó fuertemente sobre mi escritorio.

—¿Quién eres? Un puto comecocos, eso es lo que eres. ¿No te has enterado todavía con quién estás hablando? No me insultes, porque insultas a Frank. Si yo te doy miedo, no has visto nada. Soy el hada madrina, comparado con lo que podría haberte visitado.

Se marchó. Todavía temblando, me hundí en el sillón intentando analizar lo que había pasado. El mundo estaba lleno de ofensores y ofendidos. La señora Rose, Frank el día de la boda, yo hacía unos instantes, el señor matón después de mis palabras.

A estas alturas, todos los que habíamos tratado alguna vez a la señora Rose sabíamos que no estaba bien. Lo siguiente que hizo fue acudir a un programa de televisión a contar cosas sobre Frank Calleri y sus contactos. La persona que hablaba, aparecía de espaldas, en la oscuridad y con la voz distorsionada, pero yo estaba seguro de que era ella. Pensé que había cruzado una línea. La que separa a los vivos de los muertos.

Estuve unos días intranquilo, pensando en todo esto, cuando leí en la prensa que una mujer había desaparecido. En una foto reconocí a la señora Rose. Empecé a sentirme mal. Intentaba tranquilizarme pero me resultaba muy difícil. Recordé como en las películas, los mafiosos procuran siempre no dejar cabos sueltos. Soñaba que decía «pero yo no se nada», mientras ellos a punto de liquidarme respondían: «bueno, por si acaso… ».

Así que elegí una mañana, que me dije era perfecta, por la espesa niebla que cubría la ciudad y me dirigí a la estación. Cualquier persona con la que me cruzaba me parecía sospechosa. Compré un billete para el primer tren que salía. Me subí. Todo había empezado con “La ofensa”, como decía la señora Rose. Yo me iba, pero no ofendido. Estaba acojonado. Algo mucho más poderoso.

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6 comentarios

  1. 1. kirjanik Maya dice:

    Hola, Ratopin.

    Excelente relato, que grato leer algo así de bueno, la verdad me entretuve tanto en la lectura, que apenas si note que se te escapó alguna que otra coma en su lugar.

    Saludos y hasta el próximo taller.

    Escrito el 19 febrero 2019 a las 01:14
  2. 2. John Doe dice:

    Hola buenos días. Gran relato, bien hilado y con una trama inquietante y bien construida, el personaje suena muy real y tiene voz propia, al igual que el matón, las situaciones describen bien el tono del relato y la atmósfera es la adecuada con unos giros que aunque previsibles siempre logran enganchar. Tan sólo algunas tildes que se escaparon, pero en realidad muy buen relato.

    Escrito el 20 febrero 2019 a las 15:54
  3. 3. Osvaldo Vela dice:

    Hola Ratopin, es bueno volverme a encontrar un trabajo tuyo.

    La claridad de redacción sigue siendo tu sello. La trama la desarrollas con tanta exactitud que para cuando llegas al desenlace, no me queda la menor duda que elcuracocos necesita poner los pies en polvorosa,

    Muy buen relato y espero que nos permitas seguir aprendiendoi de ellos en el futuro.

    Saludos y enhorabuena.

    Escrito el 21 febrero 2019 a las 04:59
  4. 4. Laura dice:

    Hola Ratopin Johnson.
    Guau, guau, más que guau. Ese gorila totalmente visual. Maravilloso.
    No estoy segura con relación al uso de las comillas con La ofensa, creo que puedes omitirlas, o ponerlas con mayúscula, o silabearlas en boca de la señora Rose para que cobren más peso. En fin, es tan sòlo un aporte de alguien totalmente neòfito.

    Mis más sinceras felicitaciones.
    Hasta la próxima propuesta.

    Escrito el 21 febrero 2019 a las 15:55
  5. 5. Jonatan dice:

    Tiene suspense porque a mí me hizo dudar hasta el último momento si se piraba acojonadísimo o realizaría una búsqueda de la señora Rose, resultó ser lo primero, coger los lisos. Saludos desde Gran Canaria.

    Escrito el 24 febrero 2019 a las 13:55
  6. 6. Ratopin Johnson dice:

    Hola a todos,

    Muchas gracias por vuestros comentarios.
    Son muy motivadores como siempre. Gracias Kirjanik, John Doe, me alegro de que os haya gustado, y tomo noto de lo que me indicáis; Osvaldo, grato estar aquí de nuevo, a ver si me disciplino un poco y escribo más; Laura, gracias, creo tienes razón en las comillas de la ofensa, me preocupé de las otras pero de estas no, no se por qué. Gracias a ti también Jonatan por pasarte y comentar.
    Diré que con más espacio del que no disponemos, mi idea era construir un relato en base al miedo, y a lo que puede hacer en la mente del protagonista. Es decir, si está justificada su huida, o apenas les importa a los mafiosos realmente. Quería ahondar más en la personalidad del psicólogo. Quizá lo retomo para extenderlo y darle un poco esa forma.

    Saludos

    Escrito el 25 febrero 2019 a las 22:16

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