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El hombre se transformo en - por SAJA GUIMI

El hombre se transformó en una rata más cuando comenzó a pernoctar en aquel edificio abandonado. Ya no le inmutaba la presencia de aquellos roedores, eran parte del paisaje sucio y nauseabundo que lo rodeaba. Ya nadie se le acercaba porque parecía un bote de basura, pero ese era su capa de defensa, abajo había un hombre que alguna vez fue erguido, alto, con una gran espalda, con su cabello rizado rubio y unos grandes ojos azules, pero nadie lo veía porque estaba bajo su seto protector, sobre él había un despojo de la naturaleza, con sus ojos escondidos dentro de grandes ojeras negras y sus dientes amarronados, su espalda encorvada y sin recordar como reír. Nadie pensaría que aqel hombre sucio y arrugado había tenido una vida normal, rutinaria, como la de cualquier mortal. El ya no quería pensar en el pasado porque el recuerdo era más duro que su presente. Alguna vez quiso ser un vengador y la justicia le ganó, lo puso tras las rejas y no escucho sus motivos.
Cuando la limosna de algún transeúnte le alcanza, compra una botella de licor y se embriaga, pero los recuerdos vuelven tan nítidos que se revuelca en su propio vomito de dolor. Quizás el cabello rubio y largo de su niña hasta tenga perfume en las escenas veloces que acompañan la música de risas y campanas de carrusel. Desvía su vista y reconoce ese hermoso rostro, con sus labios color carmesí y cabello rojizo, era su amada, su perfume era a jazmines y su figura era perfecta bajo ese vestido cuidadosamente estampado que caían hasta sus rodillas.
Las goteras del edificio y el revolotear de las palomas que compartían aquel derruido lugar, lo despertaban. El frio entraba por todas aquellas ventanas sin marcos, por las paredes derrumbadas y una simple fogata hacia un poco de mella, pero solo un poco. En una cacerola vieja que tiene agua quien sabe de dónde, él moja la punta de sus dedos, descubiertos de sus guantes rotos y se los pasa por sus ojos y su boca, se despeja un poco y sale a buscar no sabe qué, quizás una respuesta, quizás solo sobrevivir.
Si, esta es la historia de un vagabundo que como todos los vagabundos una vez tuvieron una vida real, pero ¿porque será que a nadie le importa?¿porque será que la gente camina a su alrededor como si no existiera? ¿Por qué la gente no quiere reconocer que ese podría ser su futuro? Quizás por eso; porque nadie quiere verse reflejado en él. Hombres ricos que bajan de su coche descapotables, damas elegantes que usan tacones, jóvenes que vuelven de la escuela, nadie quiere verse reflejado en él.
Les contare: aquella escena que este viejo repite en su cabeza fue la última que vio antes de que balas perdidas en un robo a un banco dieran el blanco en su esposa y su hija dándoles un infeliz insuceso. ¿eso no podría pasarte a ti? ¿no enloquecerías? ¿no querrías encontrar al culpable? Pues él, en un principio, ahogo su dolor en ginebra y wisky. La policía no le daba respuestas, “daño colateral” le decían, y él seguía allí con ese dolor absurdo. Busco al responsable, no es tan difícil encontrar delincuentes en una ciudad tan pequeña, todos lo conocían, a voces habían pedido su juicio, pero por alguna razón o por algún interés, la policía de aquel lugar dejaban que él huyera. El viejo, que en aquel entonces tenía unos 40 años, compro un arma que tenía la mejor mira, para no errar la cabeza de aquel delincuente, lo espero una noche cuando salía de un antro de perdición y pensó: “esta es la vida deprimente y relajada que le quito la vida a dos seres de luz que ni siquiera lo conocían”. Le descargo las seis balas en su cabeza y quedo sentado al lado del cuerpo hasta que llego la policía. Veinte años de prisión para él no eran peor que un día sin ellas, así que los vivió callado, sin peleas, sin darse por aludido.
Cuando salió, caminó por largo rato hasta llegar al que había sido su hogar, y solo encontró escombros, los escombros de sus sueños, de sus metas, de su vida. Allí se quedó a vivir, con las ratas, con las palomas, con su fogata y con una casual botella de ron.
Esa, podría haber sido tu historia.

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3 comentarios

  1. 1. Febrero83 dice:

    ¡Hola Saja!
    Mi opinión no es profesional, así que es posible que me equivoque.
    Me has atrapado, en general sólo puedo decir cosas buenas de tu texto, el tema elegido se parece al mío, pero yo no he sido capaz de extenderme tanto, quizá por miedo o pudor, es la primera vez que participo.
    Sólo he encontrado un problema en tu manera de escribir y es que te faltan tildes. Y has puesto “aqel” pero no me parece serio porque tiene pinta de ser un despiste.
    Por lo demás, genial.

    Escrito el 18 marzo 2019 a las 23:37
  2. 2. Gustav dice:

    Hola Dana Guimi.

    Un relato interesante, contando la penosa situación de el pobre hombre.
    Sabes, yo si pienso en la vida pasada de los indigentes, porque no sabemos cuál será nuestro destino en el futuro.

    Hay alguna falta con la acentuación y cuando escribes”¿Porque…” en algunas ocasiones.
    Debe ir separando acentuado y en minúscula; ya que sigue el hilo de la conversación. Sería así: ¿por qué…

    En definitiva me ha gustado tu relato.

    Saludos

    Escrito el 21 marzo 2019 a las 17:57
  3. 3. Jess Castz dice:

    Hola, Saja

    Muy buen texto el que planeas. Hablas de un hombre que ha perdido tanto por culpa de sus acciones, y es increible la indiferencia que parece rodear su condición. Me hace ruido, sobre todo porque, ¿cuantas veces pasamos junto a un vagabundo y no lo ayudamos? Es fuerte. Un tema de mucho cuidado.

    Me gustó mucho esta frase de tu relato: Alguna vez quiso ser un vengador y la justicia le ganó.

    Bien por tu texto. Sigue así.

    Escrito el 29 marzo 2019 a las 01:31

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