Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

El atardecer - por PattyR84

El hombre se transformó en la sombra de lo que había sido. Su postura estaba más encorvada cada día a pesar de sus esfuerzos por hacer algo de ejercicio con las pocas energías que tenía, su piel se tornaba amarillenta por la falta de exposición al sol y por el avance de la enfermedad, sus costillas y los huesos de la clavícula se adivinaban cada vez más por la falta de nutrientes. Y las malditas manchas rojas cubrían a pasos agigantados su piel en un avance inexorable que auguraba el peor de los desenlaces.

Sobrevivía a base de las pocas reservas que había conseguido reunir antes de entrar en la que sería su tumba. Mucha gente elegía sitios más pequeños, pisos fácilmente defendibles de los bárbaros que se dedicaban al pillaje y al asesinato indiscriminado, pero nuestro protagonista había preferido un edificio completo para no sentirse como si estuviera en una jaula. Aunque eso era exactamente lo que sentía, que estaba encerrado en una jaula sin posibilidad de escapar.

El edificio que había escogido era uno de los más altos de la ciudad y antes de la explosión bullía de actividad durante todo el día. Él lo sabía bien porque era uno de los guardias de seguridad que llevaba el control de accesos. Por eso pudo bloquear todas las puertas del edificio una vez que estuvo dentro, a pesar de la falta de electricidad, para poder pasar sus últimos días sin tener que preocuparse por los grupos violentos que pululaban por la ciudad, llevando a cabo los crímenes más abyectos que puedas imaginar.

En el edificio había encontrado una pequeña reserva de agua embotellada, unos pocos bidones escondidos en un cuarto de mantenimiento de la octava planta que habían pasado desapercibidos al pillaje del que el resto del edificio había sido objeto. Tener agua sin contaminar era un auténtico lujo estos días. Además, beber agua le permitía engañar al estómago durante todo el día.

Solo comía al caer la tarde y lo había convertido prácticamente en un ritual. Cuando empezaba a bajar el sol, elegía una de las pocas latas de conserva que había traído consigo para sobrevivir y subía al piso 23 para comérsela mientras disfrutaba del maravilloso espectáculo de la puesta de sol sobre la desierta ciudad. A pesar de los edificios destruidos, seguía siendo una ciudad preciosa.

Desde allí llegaba a divisar la gran hoguera que los supervivientes mantenían viva quemando todo lo que se había convertido en inservible. Es decir, prácticamente todo, ya que desde la explosión nadie se había librado de las malditas manchas rojas que anunciaban una muerte segura. Y cuando estás a punto de morir, no necesitas muebles, ni ropa, ni coches, ni colchones. Por lo que él había llegado a ver antes de escapar de uno de los grupos de salvajes que se dedicaban a torturar y matar a todo aquel con el que se cruzaban, lanzaban a esa hoguera incluso a los muertos, llenando el aire de un olor nauseabundo y denso que inundaba tus fosas nasales.

El caos y la violencia se habían convertido en la respuesta habitual de los supervivientes. Por eso él había decidido encerrarse en ese edificio y esperar la muerte con tranquilidad. Después de presenciar como todos sus conocidos y seres queridos se consumían rápidamente sin poder hacer nada para evitarlo, había aceptado su destino y se sentía en paz consigo mismo. Ya no temía a la muerte.

Con la última lata de conservas que le quedaba subió ese día a contemplar el atardecer sabiendo que probablemente fuera el último, ya que se notaba extremadamente débil. Y se sintió como un rey comiéndose sus mejillones en escabeche mientras observaba el último rayo verde de sol brillar en el horizonte. La sonrisa triste y resignada que adornaba su rostro se congeló al escuchar pasos a su espalda.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

4 comentarios

  1. 1. Galia dice:

    Buenos días Patty, has realizado un buen retrato expresionista de los restos de una ciudad desvastada por la guerra, supongo química y los últimos estertores de una humanidad en extinción, con sus miserias y vilezas.
    Desde el punto de vista del estilo, me parece redundante las veces que repites asesinatos y pillajes, fíjate en los párrafos segundo y tercero, al igual que la lata de víveres. Trata de reducir el relato, quítale redundancia y pienso que acentuarás el dramatismo. Es mi humilde opinión, por cierto, puedes tomarla o dejarla.
    Gracias por pasar por mi relato.
    Saludos.
    Galia

    Escrito el 18 marzo 2019 a las 15:29
  2. 2. IreneR dice:

    Buenas, Patty.

    Me ha gustado mucho tu relato, y creo que la idea da para una historia más larga. No me importaría leerla.

    Como dice Galia, creo que repites muchas veces lo de los pillajes y asesinatos, eso saca un poco de la historia. Pero quitando eso, me ha parecido un relato muy bien llevado. Y el final… pobre hombre.

    Nos leemos.

    Un saludo.

    Escrito el 19 marzo 2019 a las 11:35
  3. 3. PattyR84 dice:

    Gracias, Galia e IreneR, por vuestros comentarios y sugerencias. Por supuesto que los acepto y los valoro, ya que es uno de mis motivos para publicar en esta página, contar con los comentarios de compañeros, que siempre son constructivos y me permiten ver mis textos desde una perspectiva nueva.
    Debo confesar que este relato se me atravesó y me resultó difícil terminarlo, aún así decidí publicarlo precisamente para recibir esos comentarios que me permitieran mejorarlo.
    Un saludo.

    Escrito el 20 marzo 2019 a las 09:28
  4. 4. Laura dice:

    Hola Patty.
    Pues si te resultó difícil terminarlo, para mí fue un gran final.
    Coincido con lo que te han señalado de las repeticiones, pero es algo que se resuelve de a poco, con práctica y dejando unos días en reposo.
    Tal vez tu mayor problema fue que por un lado tienes la historia del protagonista (que al principio pensé que era SIDA en los 80’s, con el conocido sarcoma de Kaposi) y por otro, la de la violencia que se vive, aunque en el final unes ambas corrientes.
    En síntesis, una buena lectura.

    Mis saludos.
    Hasta la próxima propuesta.

    Escrito el 29 marzo 2019 a las 11:37

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.