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Te lo cuenta una loca - por Flekcher

Web: http://flekcher.wordpress.com

El hombre se transformó en un abrojo. Y listo, ese es el fin de mi historia.

Esperé sentada en una esquina, donde no habías más que penumbra. Lo estuve esperando a él. Un mensaje, una palabra, una llamada; y sobre todo, la presencia de quien decía amarme. Esperé sin contar las horas, sin contar los días, con el hambre y el frío característicos de la locura en que me había metido.

Siempre mantuve la cordura, siempre tuve cuidado. No me enamoraba. Eso a mí, no me pasaba. Estuve muy bien así, era feliz. A veces vacía, pero al fin y al cabo, feliz. La intermitencia no me dolía, al contrario; así, no me aburría.

Pero tuve que bajar la guardia cuando pensé que me hacía falta un poco de amor. Y entregué cuánto tenía a un inesperado visitante, que con su carisma y alegría me llenó de vida. Era un tipo de felicidad muy distinta de la que conocía. Me dejé llevar sin pensar tanto.

El pacto se dio. Y los juramentos de amor eterno también tuvieron lugar. Pensaba en él todo el día. Me amarró de tal manera que ni siquiera me lo cuestioné. En el pacto que hicimos, prometimos amarnos siempre, estar juntos pasara lo que pasara, nunca traicionarnos y nunca estar con nadie más. De lo contrario, el hombre se convierte en abrojo y la mujer enloquece a causa de la traición. En caso contrario, la mujer se convierte en espina y el hombre olvida la experiencia vivida.

Por la confianza suprema que nació de mi ser, no cuestioné los términos, ni siquiera me preocupe. Y así lo esperé. Dijo que viviríamos juntos, que era su mayor deseo. Por eso lo esperé. Nos quedamos de ver un día, me dijo que si estábamos cien por ciento seguros de estar juntos, nos reuniríamos en el edificio abandonado de siempre, y de ahí partiríamos.

Lo esperé y no llegó. Y seguí esperando, pensando que llegaría. En un sueño lo supe, él estaba con alguien más. "Posiblemente me quisiera, vaya uno a saberlo", como dijo Benedetti, pero tal vez quiso despedirse de su antiguo amor. Lo que apareció en mi mente fue él besando otro cuerpo, acariciándolo, pasando sus manos por todos los espacios, penetrando por dónde pudiese.

Caminé por el edificio en ruinas, buscándolo, gritándole. Y en la entrada principal, pude ver el abrojo. Lo que quedaba de él. Supe que o no me quería, o el sueño era real. No supe cual fue la causa de que al final no supiera ni que día era, no supe que fue lo que me hizo él en realidad, porque mi mente se nublo, y yo me perdí a mi misma. El hombre se transformó en abrojo, si. Yo perdí la razón.

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3 comentarios

  1. Hola Flekcher,

    Vaya pedazo de historia. Muy bien construída y la has llevado hacia donde querías.

    Por hacer algún aporte, terminas el segundo párrafo con:
    “el frío característicos de la locura en que me había metido”
    Y empiezas el siguiente párrafo con:
    “Siempre mantuve la cordura”.

    Como verás, te contradices.

    Por lo demás, está muy bien!

    Espero que te sea útil.

    Saludos,

    Alex

    Escrito el 18 marzo 2019 a las 10:53
  2. 2. Carla Daniela dice:

    Hola Flekcher!
    Me encanto tu relato, se transmite la cordura-no cordura de la narradora. También, me pareció muy original el titulo. Me gustó mucho la simetría del principio y el final.
    Un gran saludo y nos leemos (Nº80)

    Escrito el 19 marzo 2019 a las 00:17
  3. 3. Sergiodammerung dice:

    Buen relato, aunque me ha despistado alguna coma que otra de más, o mal colocada. El título es muy bueno. Espero leer más cosas tuyas. Saludos.

    Ah, mi relato es el 35, por si le quieres echar un vistazo. ¡Gracias!

    Escrito el 19 marzo 2019 a las 18:43

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