Lo que de verdad quería - por PaulaC_99

El hombre se transformó en lo que más temía, pero a la vez lo que más pasión le transmitía.
Poco a poco se quitó la ropa y la dejó doblada encima de la mesa. Era el único mueble que se encontraba en la habitación además de un espejo. Esa habitación del edificio abandonado se había convertido en su refugio. Pasaba allí mucho tiempo desde que lo había descubierto unas semanas atrás.
Allí se transformaba como no podía hacer en otro lugar, y luego volvía para volver a ser él mismo.
Poco a poco cogió la ropa que se encontraba en otro montón y empezó a ponérsela.
Una vez la tuvo puesta se miró al espejo.
La ropa que le había cogido a su hermana del fondo del armario le quedaba un poco corta, ya que ella era de estatura más baja, pero él se sentía conforme.
Hizo un par de movimientos con los brazos para comprobar que podía moverse con libertad. Se cambió los zapatos por unos con algo de tacón, y encima de la blusa optó por ponerse una cazadora vaquera, para que no se distinguieran sus brazos.
Ese día se había afeitado, así que le fue más fácil aplicarse el maquillaje que cuando tenía barba o bigote. Para completar su atuendo se colocó una peluca que había comprado y escondido días atrás.
La siguiente vez que se miró al espejo estaba muy nervioso. Hoy iba a hacer lo que nunca se había atrevido: salir a la calle.
Se había vestido de mujer y maquillado muchas veces anteriores a esa, pero nunca se había decidido a dar el paso de salir del edifico y darse un paseo. Lo más cerca que estuvo fue cuando abrió la puerta principal y se asomó a la calle a tomar un poco el aire. Pero apenas un par de minutos después vio una pareja cerca de allí y temió que le vieran allí, así que volvió a refugiarse en el edificio.
Pero ese día iba a ser diferente. Estaba decidido a hacerlo, a salir y darse, aunque fuera, una pequeña vuelta por los alrededores.
Empezó a caminar en círculos para practicar, y se tropezó unas cuantas veces. No solía pasarle eso. Estaba realmente nervioso.
Cuando consiguió calmarse y tenerlo controlado fue rápidamente hasta la salida del edificio. A cada escalón que bajaba sus dudas crecían más y más, pero no iba a echarse atrás esa vez.
Cogió aire. Abrió la puerta. Comprobó que no había nadie. Y salió.
Estuvo allí, quieto, casi un minuto. Luego, poco a poco, fue andando.
Esa zona de la ciudad no solía congregar a mucha gente, y menos a esa hora. Aún así, alguna que otra persona caminaba por allí en ese momento.
Al principio cambió de calle para evitar cruzarse con ellos, pero al ver que todo transcurría de forma normal, dejó de cambiar su camino y decidió enfrentarse también a cruzarse con alguien por la calle.
Decidió que pasaría al lado de próxima persona con la que se cruzara, e incluso la miraría a la cara.
Eso ocurrió unos minutos después.
Notó cómo una angustia iba creciendo en su pecho a medida que se acercaban el uno al otro.
Se puso unas gafas de sol que también le había cogido a su hermana y al pasar a su lado los dos se miraron un segundo.
Cuando el momento hubo pasado, y sin dejar de caminar, giró la cabeza esperando comprobar que el hombre con el que se acababa de cruzar le miraba con asco, habiendo descubierto su secreto.
Para su sorpresa, al girarse y mirar al hombre, solo vio cómo este seguía caminado hacia el frente.
Una alegría le recorrió todo el cuerpo. Lo había conseguido.
Volvió la mirada al frente y vio las luces de la ciudad. ¿Y si daba un paso más?