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Buscando la libertad - por Jess Castz

Web: http://www.jessfantasia.com

El hombre se transformó en ratón e intento traspasar las gruesas paredes de su prisión. No lo consiguió, así que volvió a su forma original y le dedicó una mirada apesadumbrada al techo medio derruido de aquel edificio abandonado que era su prisión. No podía seguir en ese lugar por más tiempo. Tenía que irse. Huir como fuera a donde sea.
No recordaba cuanto tiempo llevaba vagando por ese lugar. Podrían hacer sido días, meses, años, horas. El lugar siempre se rehusaba a dejarlo salir; así fue como descubrió su habilidad para cambiar de forma. Primero lo intentó como un insecto. Un gordo abejorro que, por más tumbos que le dio a las ventanas no pudo abrir ni un solo boquete, mucho menos llegó tan alto como para posarse en el techo y escapar por uno de los pequeños huecos que podían verse desde abajo.
Lo intentó como gaviota, pero las ventanas tampoco cedieron y, cuando intentó colarse por uno de los espacios reducidos del techo se lastimó un ala. Terminó cayendo sobre su huesudo y plumífero trasero con las esperanzas menguadas.
Gorrión, leopardo, hurón, lagarto, nutria. No importaba que figura adoptara, el edificio no dejaba que saliera de su interior. Era un prisionero de la edificación y de sus silencios. De la falta de compañía y de aquella rutina a la que poco a poco estaba comenzando a acostumbrarse.
¡No! No podía dejarse engañar por la calma que le ofrecía el sitio. Tenía que salir de ahí y pronto, antes de que la costumbre terminara por dinamitar sus sueños.
Extrañaba sentir la brisa del viento sobre su cara. Entibiarse con los rayos del sol, tirado sobre el pasto de algún jardín muy lejano. Escuchar el canto de los ruiseñores mientras caminaba por alguna pradera despoblada.
Vivir. Solo quería vivir, ¿Era mucho pedir?
De repente, se le ocurrió una idea. Si no podía escapar con el cuerpo de un animal, ¿Por qué no lo intentaba como algo que ni cristal o ladrillo pudieran frenar?
Una parte del hombre tuvo miedo por lo que pudiera pasar con él si lograba su propósito, pero otra, mucho más grande le dijo que no retrocediera. Eso era lo que buscaba y si conseguía salir del edificio, bien valía la pena.
Con la decisión tomada, el hombre se levantó del piso y, con el rostro fijo en la ventana más cercana, extendió ambas manos y exhalo el aire que había estado reteniendo. Pausado, sin prisa. Conforme iba sacando todo ese oxigeno, su cuerpo iba perdiendo solidez y color. Se desvanecía, fundido en el aire para volverse uno con la brisa. Poco a poco. Más.
Cuando el último reducto de aire abandonó su cuerpo, el hombre supo que lo había logrado. Viento.
Aquel soplo de vida comenzó a ascender por las paredes de la casa. Dejo atrás las bigas, las luces rotas, los tablones de madera que cubrían el tragaluz y, cuando vio aquella rendija en el cristal se extendió cuan alto era y abandonó el edificio que había sido su jaula por tanto tiempo.

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6 comentarios

  1. 1. María Jesús dice:

    Hola Jess: Interesante historia sobre la búsqueda de la libertad. Derrocha fantasía y hace volar la imaginación. Se me ha hecho muy amena esa metáfora sobre la cárcel en la que vivimos, la condena a la que nos somete la rutina. Buen trabajo
    Saludos.

    Escrito el 17 marzo 2019 a las 20:57
  2. 2. Mariel Sulbarán dice:

    Hola Jess:

    Pasando por los textos me llamó la atención el título del tuyo. A pesar de que no soy fanática de la fantasía, creo que hiciste un buen trabajo en el relato.

    Mi corrección, es que al final fue un poco confunso la forma en que salió del edificio. De resto no tengo más que agregar.

    ¡Saludos!

    Escrito el 18 marzo 2019 a las 19:09
  3. 3. Martagla dice:

    Hola Jess:

    Lo más difícil que podía intentar, el mayor de los retos en su transformación… ser viento. Y cuando lo intenta y se enfrenta a ello con convicción, obtiene la recompensa: ¡libertad!
    Me parece muy bonito tu relato 🙂

    ¡un saludo!

    Escrito el 19 marzo 2019 a las 11:01
  4. 4. Baxin dice:

    Me gustó todo el relato, en particular la frase “prisionero de la edificación y de sus silencios”; es hermosa. Sólo existe algo que me hace ruido, la frase “Huir como fuera a donde sea”; yo la conozco al revés “Huir como sea a donde fuera”. 🙂

    Escrito el 24 marzo 2019 a las 00:50
  5. 5. MOT dice:

    Hola Jess.
    Maravillosa y original historia, metafórica, fantasiosa a la par que real; o al menos es la sensación que ha provocado en mí. Me ha gustado mucho muchísimo, he disfrutado de lo lindo con su lectura.
    En mi más que humilde opinión, hay algunas puntuaciones que quizás, y solo quizás, podrían retocarse para un mejor ritmo de lectura, aunque, insisto, es estrictamente una opinión personal.
    En la frase “…Un gordo abejorro…” yo hubiera puesto un punto y coma antes de “Un gordo…” y una coma después de la palabra “ventanas”; prueba y verás que “suena” mejor.
    También me pasa lo mismo (“suena” bastante mejor) en las siguientes frases:
    – … reducidos del techo, se …
    – … mucho más grande, le dijo que no retrocediera …
    – … rendija en el cristal, se extendió …
    En fin, mi más sincera ENHORABUENA por tan excelente trabajo.
    Saludos cordiales.

    Escrito el 24 marzo 2019 a las 17:17
  6. 6. María Esther dice:

    Hola Jess, he disfrutado leyendo tu trabajo, muy original e interesante.
    Logras provocar fobia y angustia luego de tantos fracasados intentos por alcanzar la libertad.
    Cuando el lector piensa que no hay salida posible, surge el aire fresco y la alegría de sentirse libre.
    Algo así sucede también con la libertad interior de nuestro espíritu,con esa búsqueda incesante,de nuevas ideas que nos renueven,que nos transformen.
    Me gustó tu relato.
    Hasta el próximo encuentro.
    Saludos. Estoy en el lugar 77.

    Escrito el 27 marzo 2019 a las 23:50

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