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Me sobra uno - por María Lucrecia

Me sobra uno

El hombre se transformó en una nube blanquecina que se fue alejando poco a poco, como si tuviera miedo de mí. Lo vi atravesar la pared, pero incrédula, quise encontrar una puerta, un pasadizo o cualquier salida por la que aquel misterioso caballero había desaparecido. Nada, no encontré nada. ¿Qué se hizo? ¿Quién era? ¿Por qué no quiso hablarme? Bueno, la próxima vez que lo vea se lo preguntaré.
El edificio era todo lo que quedaba del hospital clandestino, que durante la guerra, tenía la Resistencia. En él se salvaron muchas vidas pero lamentablemente se perdieron otras. Lo manejaban hombres que fingían indiferencia ante la ocupación nazi, cuando en realidad eran héroes dispuestos a cualquier sacrificio por la libertad, igualdad y fraternidad.
La remodelación estaba a mi cargo y muy pronto sería un museo que mantendría viva la lucha de aquellos seres tan valientes. Para mí era como un santuario, por lo que trataría de conservar, al máximo, los ambientes y todo aquello que, de una u otra forma, expresara lo que ahí se había vivido.
El edificio tenía tres niveles así que en el tercero tomé la habitación del fondo para usarla como oficina. Esto me daría un espacio propio, lejos de los trabajos y el ruido.
Dos arquitectos, dos ingenieros, dos electricistas, dos plomeros, cuatro albañiles y dos pintores, formaban mi equipo de trabajo, pero cada vez que yo los miraba desde mi ventana, contaba quince personas. Intrigada, bajaba y con disimulo les volvía a contar, sumaban catorce. Las dos manos extras se necesitaban y terminé por aceptar que eran quince los cascos anaranjados que se movían de un lado para otro.
Al quedarme sola, oía que alguien silbaba la Marsellesa y sin darle mucha importancia comenzaba yo misma a cantar, “Allons enfants de la Patrie, le jour de gloire est arrivé!" Y entonces el sonido era más fuerte, como si la persona que silbaba pusiera en ello su corazón.
Los días pasaron y la obra quedó terminada. Todos, menos uno, salimos del edificio. Ahí quedó para siempre el espíritu de un francés que, por alguna razón, prefirió permanecer atravesando los muros del lugar donde murió y silbar con entusiasmo su himno nacional.

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6 comentarios

  1. 1. Ulises Vidal dice:

    ¡Hola María Lucrecia!
    Es un relato muy ameno. Me ha resultado muy entretenido.
    Me hubiese gustado saber más acerca de ese fantasma que habita el edificio desde la época de la Resistencia. Es posible que puedas incluir algunos diálogos de él con la protagonista principal.
    ¡Hasta la próxima! Espero que nos sigamos leyendo.

    Escrito el 18 marzo 2019 a las 00:50
  2. 2. Fralis dice:

    El texto me gustó mucho, te mantiene atento; al final como que se queda uno con la duda de qué más ocurre.

    Saludos.

    Escrito el 18 marzo 2019 a las 19:00
  3. 3. Sergiodammerung dice:

    Muy chulo. Es de esos relatos que cuando quieres acordar se han acabado. De hecho, podías hacerlo más largo. Por otra parte, muy bien traído el reto, muy original. Saludos.

    Escrito el 19 marzo 2019 a las 18:14
  4. Hola Maria Lucrecia
    Tu relato me ha gustado mucho. Quizas lo hubieras podido extender un poco mas. Tiene emoción aunque podías haberle dado mas misterio. Por ejemplo: el obrero que sobraba, ¿tenia relación con los otros? o era un espejismo de ella.
    Felicidades y nos seguimos leyendo

    Escrito el 20 marzo 2019 a las 18:26
  5. 5. Paola dice:

    Hola María Lucrecia
    Me ha gustado mucho tu relato y la descripción que haces del hospital poniendo al lector en situación.
    Me gustan estas historias en las que participa un ser etéreo que, por alguna razón no sigue camino… de hecho mi historia va de algo parecido.
    Por hacer una anotación, en el primer párrafo ahondaría un poco mas en esa sensación que tuvo el narrador frente a ese encuentro que no es muy común tener. Pensé que se trataba de un médium cuando leí esto: “Bueno, la próxima vez que lo vea se lo preguntaré.” Creo que solo alguien que está acostumbrado a estos encuentros puede reaccionar con tanta naturalidad en un primer momento.
    El final está muy bien pero hubiese jugado mas fichas dándole un poco mas de holgura al personaje del supuesto fantasma contando un poco por qué decide quedarse allí, o qué quiso decirle al personaje narrador en un esa primera vez que se cruzaron… esto es solo un punto de vista mío, lo cual no quiere decir que el tuyo no sea el acertado.
    ¡Felicidades por tu bonita narración!
    Un saludo

    Escrito el 21 marzo 2019 a las 15:27
  6. 6. María Jesús dice:

    Hola María Lucrecia:Me ha gustado mucho tu relato, lo he leído de un tirón con interés. El halo misterioso del espíritu del francés dota al relato de un toque de misterio muy acertado.
    Un saludo desde el 114.

    Escrito el 26 marzo 2019 a las 13:06

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