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7ºC - por M.L.Plaza

El hombre se transformó en el ser anodino que durante los últimos veinticinco años había entrado por la puerta a las diez de cada noche. Siempre a la misma hora y de la misma manera: tranquilamente y sin llamar la atención. Era su última noche en el edificio. Al día siguiente se jubilaba y pensaba pasar el resto de sus días en el campo.

Había conocido el edificio treinta y cinco años antes. Unos amigos vivían ahí, en el séptimo C, y le pidieron que se quedara en el apartamento durante el verano. Unos vecinos se habían encontrado a unos okupas al volver de un puente, y no querían tener una experiencia parecida. Ese año el hombre pasó un verano regio en la Plaza de España, cuando el centro aún era la zona de moda de la ciudad, lleno de vida y diversión.
Después se casó y se fue a vivir a una urbanización de las afueras. Años más tarde llegó el divorcio. Entonces se dio cuenta de que con su medio sueldo de veterinario municipal iba a tener difícil encontrar vivienda en la ciudad. Al empacar sus cosas se encontró con el juego de llaves del apartamento que había guardado con tanto cariño. Y se decidió. Esa misma noche se plantó en la Plaza de España y, sigilosamente, subió a la azotea del edificio, buscó un rincón resguardado, se metió en un saco y durmió a pierna suelta. Al día siguiente pensaría adónde ir. No le había dicho nada a nadie. El tiempo fue pasando y el hombre siguió durmiendo a la intemperie. Estar en pleno centro de la ciudad le encantaba, pero no podía pagárselo. Bien abrigado consiguió pasar el primer invierno y supo que en la azotea pasaría los siguientes. Se impuso cumplir un horario estricto para evitar llamar la atención. Entraba todas las noches a las diez y salía a las seis y media de la mañana. De ahí se iba al gimnasio donde se duchaba, afeitaba y se vestía impecablemente, para no levantar sospechas.
Con el poco dinero que conseguía ahorrar empezó a formar un rebaño de cabras veratas, allá en el pueblo de sus padres. Inteligentes las chivas, vaya que sí. Se identificaba con ellas, tan rústicas y en peligro de extinción; hasta les aterrorizaban los truenos, como a él.
Cinco años después sus amigos le dijeron que dejaban el apartamento. La propiedad no iba a renovar los contratos de alquiler porque quería reconvertir el edificio en un aparta-hotel de lujo. Les ayudó a hacer la mudanza y, por la noche, se coló en el apartamento. Fue un año grandioso. Al llegar a las diez aún funcionaban el ascensor y la calefacción central. Se sentía como un pachá, aunque siguiera saliendo por las mañanas a las seis y media en punto.
Una noche volvió y ya no había luz. Tuvo que acostumbrarse a subir y bajar los siete pisos del edificio. La linterna fue una compañera fiel durante todos esos años. Del aparta-hotel nunca supo nada. Jamás habló con ningún conocido de su situación. No sabía cómo describirla. Sin techo no era. Tenía todo un edificio para él, la casa en el campo y un rebaño de doscientas cabras. La gente tiene pánico a los edificios vacíos pero todo es cuestión de acostumbrarse. El silencio profundo le permitía dormir largo y tendido, siempre parapetado detrás de la puerta cerrada del 7ºC.
El tiempo fue pasando sin mayores contratiempos hasta que, dos años antes del último día, el edificio empezó a transformarse. Al entrar una noche se encontró el rellano lleno de bártulos. Y, sobre todo, algo había cambiado para siempre en el aire. El edificio cerrado durante tantos años había vuelto a la vida. En el periódico leyó que una inmobiliaria quería convertirlo en oficentro. Siguió subiendo hasta el séptimo piso y encerrándose en su apartamento hasta que una noche comprobó que el 7ºC había dejado de existir. En su lugar encontró el hueco de dos puertas. Se metió por la segunda y ahí pasó los meses finales.

Esa noche el hombre estuvo tentado de hacer lo que no se había permitido en todos esos años, deambular por el edificio. Pero algo lo contuvo. ¿Qué derecho tenía él a cotillear en la propiedad ajena? Así que, por última vez, se metió en su saco de dormir. “Pues, Eduardo, hasta aquí has llegado. Mañana, en casa con las chivas. Si, al final, hasta vas a tener suerte, ahora que las cabras están de moda.”

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20 comentarios

  1. 1. Jose Luis dice:

    Hola
    Me toca hacer un comentario sobre tu texto
    Lo he encontrado entretenido, y hasta con un punto irónico y guasón. Sin llegar a ser gracioso, todo el asunto descrito tiene su aquel y su paradoja. De hecho, es la larga descripción de una situación paradójica.
    El cuento tiene un toque tierno y surrealista, lo que lo convierte en una rara avis, porque no he tenido ocasión de leer muchos cuentos del mismo estilo.
    Bien hecho, buen trabajo.
    Un saludo

    Escrito el 16 marzo 2019 a las 18:50
  2. 2. Galia dice:

    Buenas tardes M.L., muy bien caracterizado el personaje de tu relato, ese ser anodino que la propia vida se ocupó de convertir. La indiferencia, el individualismo está presente en todo momento y la soledad, una gran soledad.Me gustó mucho, te felicito.
    Saludos.
    Galia

    Escrito el 16 marzo 2019 a las 21:37
  3. 3. Alex dice:

    ¡Ya se que hacer si mi mujer me echa de casa! ¡Invertir en cabras!

    Introducción, nudo y desenlace. ¡Toma ya! Me ha encantado.

    Que buen tío, después de tantos años y aún no ha cotilleado el resto de apartamentos. Yo lo haría en las primeras dos horas de estar ahí.

    Por (criticar) aportar algo constructivo:

    – “Un verano regio”. No digo que esté mal, pero me ha sonado raro. Hubiera preferido la fórmula más sencilla “Un verano a cuerpo de rey”. Pero eso lo decide el que escribe.

    – “De ahí se iba al gimnasio donde se duchaba, afeitaba y se vestía impecablemente, para no levantar sospechas”. Por desgracia, conozco gente que ha tenido que hacer exactamente eso durante un buen tiempo. (Es sólo un comentario, la frase está bien).

    – “El tiempo fue pasando sin mayores contratiempos hasta que, dos años antes del último día, el edificio empezó a transformarse.” Entiendo que el último día será el día que se jubile, pero al leerlo me ha sonado muy extraña la expresión.

    Esto por colaborar en algo, pero repito que me ha gustado mucho.

    Un placer leerte.

    Saludos desde la cornisa,

    Alex

    Escrito el 17 marzo 2019 a las 01:07
  4. 4. Laura dice:

    Hola M.L. Plaza.
    Me ha gustado tu relato, no encuentro cuestiones formales a señalar.
    Me ha encantado el asunto de las cabras aunque… si él tenía miedo de los truenos, se me hace difìcil que haya elegido justamente vivir a la intemperie en un edificio, hasta que afortunadamente pudo ingresar al departamento de los amigos.
    Considero que igual seguía trabajando como empleado municipal, se me hace difícil que además pudiese tener tiempo para sus cabras, y en el pueblo de sus padres, lo que no estaría a una corta distancia, lo que le llevaría lo suyo.
    Creo que el relato da para algo más largo, pero es tu decisión. Tu decides qué hacer.

    Mis saludos.
    Hasta la próxima propuesta.

    Escrito el 19 marzo 2019 a las 12:07
  5. 5. El Apuntador Mudo dice:

    Hola M.L.Plaza, aquí estoy para leer tu relato, y comentarlo con gusto.

    Todos las apreciaciones que haga, son hechas desde un punto de vista muy personal y con el único ánimo de mejorar el texto si fuera posible. Aunque la última palabra, por supuesto, la tiene su autor.

    Has creado un relato de lectura fácil y amena, relatando casi toda una vida. Aunque después de releer tu cuento, me da la impresión que el protagonista del mismo no es otro sino el edificio. El personaje que duerme cada noche en su interior hasta que se jubila, casi podría ser prescindible. De su vida interior como ser humano poco sabemos, se adapta a todos los cambios que van surgiendo, sin ningún atisbo de queja o incomodidad importante. Echo en falta las emociones y sentimientos de esa persona.

    Coincido con la compañera Laura, con respecto a las cabras veratas. Trabajar en la ciudad durante la semana y tener un rebaño de 200 cabras en el campo, es verdaderamente complicado compatibilizar las dos actividades.

    He disfrutado la lectura sobre la evolución del edificio y su inquilino.

    Saludos, nos leemos.

    Escrito el 19 marzo 2019 a las 13:27
  6. 6. JaimeM dice:

    Hola, M.L.Plaza:

    Me ha gustado tu relato. Ha sido refrescante encontrarme con una historia tan completa; al terminarla me da la sensación casi de haber leido una novela en lugar de un relato corto. Eso mismo, que para mí es una virtud, hace que quizá se quede un poco corto en algunos aspectos (mis compañeros/as ya han comentado algunos problemas de credibilidad, en los que quizá solo falte información).

    Me recordó un poco a un episodio muy bueno del podcast “99% Invisible”, concretamente el 332: “The Accidental Room”. Si entiendes el inglés te lo recomiendo. Está disponible online.

    Nos leemos, ¡un saludo!

    Escrito el 19 marzo 2019 a las 15:56
  7. 7. Wanda Reyes dice:

    Hola M.L
    Me ha gustado el relato muy bien desarrollado. El personaje nos prueba de que somos capaces de adaptarnos a cualquier situación. Aunque si me parece que disfrutaba demasiado de su soledad , era casi un ermitaño citadino.
    Te invito a leer el mio que es el
    saludos.

    Escrito el 19 marzo 2019 a las 17:28
  8. 8. Conrad Crad dice:

    Hola M,L.Plaza

    Un relato realmente peculiar, con un punto surrealista diría yo. Coincido mucho con los aportes que te hace el Apuntador Mudo.Has pintado un retrato en tonos de gris en el que hecho en falta la emoción, el latir del tiempo, el sabor, el olor. Ese tipo de detalles que hacen que las historias cobren vida.
    Un saludo

    Escrito el 19 marzo 2019 a las 18:46
  9. 9. Toñi Avila (vibe) dice:

    Hola M.L. Plaza:

    Tu relato me trasmite soledad y resignación. El personaje se adapta a la situación que vive sin rechistar. Describes un mundo gris como te dice el apuntador mudo, sin colores,sin altibajos, sin emociones…trasmites esa sensacion de tener que aguantarse con lo que te toca. Vivir sin vivir.

    Escrito el 19 marzo 2019 a las 23:01
  10. 10. Otilia dice:

    Hola M.L. Plaza:
    Gracias por leer, por comentar y por las aportaciones que tengo en cuenta.
    Tu historia me ha gustado, aunque con todo cariño me parece surrealista. Tu personaje se cree rústico pero le encanta vivir en el centro de la ciudad; tiene miedo a las tormentas pero decide dormir al intemperie,…
    En cuanto a la forma, se lee con fluidez, pero al relatar una vida tienes que utilizar frases como “Años más tarde”, “Al día siguiente”, “El tiempo fue pasando” que se han repetido.
    Otra cosa que he visto son varios gerundios y adverbios terminados en “mente”. En el segundo párrafo tienes “unos vecinos”, “unos amigos” y “unos oKupas”.
    Has escrito un buen relato que refleja la soledad de la persona en nuestra sociedad. El protagonista antepone los animales a las personas.
    Nos seguimos leyendo. Saludos.

    Escrito el 20 marzo 2019 a las 17:57
  11. 11. Conrad Crad dice:

    Hola M.L.Plaza
    Disculpa si mi comentario ha podido resultar un poco brusco.
    Me cogiste justo después de una conversación sobre la libertad de escribir y la autocensura del autor. En estos tiempos que corren parecen que tienes que andarte con pies de plomo, porque siempre hay alguien dispuesto a darse por aludido o a sentirse insultado etc. etc.Y es a eso a lo que me niego. Estamos retrocediendo en el tiempo a pasos agigantados. Me pregunto que pasaría hoy si Almodóvar estrenara Entre tinieblas, donde las monjas son heroinómanas y camellas, o cualquiera de sus primeras películas. Me niego a entrar en ese juego estúpido. Eso si, lo del reverendo Young es imperdonable. Gracias por señalarlo porque a mi ni se me había pasado por la cabeza. Prometo ser un poquito más serio. Gracias por tu interés. M:L.Plaza. Un abrazo y disculpa.

    Escrito el 20 marzo 2019 a las 18:17
  12. 12. El chaval dice:

    hOLA M.L.PLAZA
    La historia que explicas pudiera parecer la de un vagabundo, pero los avatares que pasa, parece una persona que sabe lo que hace.
    El divorcio le obliga a vivir en la azotea. Tiene unos amigos con un apartamento allí mismo y le ceden durante un verano.
    Se marchan los amigos y el edificio queda vacío, pero se instala allí porque conserva las llaves y sigue con su trabajo de veterinario.
    Mientras tanto hace viajes al pueblo y crea una piara de cabras.
    Y continúa viviendo en la ciudad con su trabajo.
    Buen narración, pero me falla un poco los tiempos de los años pasados.
    No entiendo bien el final y las dos puertas.
    Nos seguimos leyendo
    Saludos (106)

    Escrito el 20 marzo 2019 a las 18:58
  13. 13. IreneR dice:

    Buenas, M.L. Plaza.

    Me ha gustado tu relato y la forma en la que lo has narrado. Creo que se entiende bastante bien, aunque el final me ha dejado un poco confusa, no he entendido lo de las dos puertas.

    Me ha parecido muy divertido lo de invertir en cabras, aunque pienso como otros compañeros, que trabajar en la ciudad y cuidar de las cabras, igual son dos labores incompatibles en cuanto a tiempo.

    Nos leemos.

    Un saludo.

    Escrito el 20 marzo 2019 a las 21:26
  14. 14. HUGO dice:

    Hola M.L. Plaza:

    Tu texto me ha resultado entretenido, está narrado en tiempo pasado, en tercera persona por un narrador externo, desde el punto de vista del personaje, por lo que solo cuenta lo que Eduardo sabe o le han dicho y en un tono bastante neutro.

    Eduardo es el único protagonista y sin embargo, de él, sabemos bastante poco. En la primera oración lo calificas de anodino, luego que tenía unos amigos que vivían en el séptimo C, en el tercer párrafo se casa y se divorcia…y poco más. Luego vamos deduciendo aspectos de su personalidad: es alguien bastante indolente, solitario, individualista y diría que hasta egoísta o avaro.

    Entiendo que es una historia que da para más del límite prefijado, de hecho has utilizado la totalidad de las palabras y te faltó espacio para decir más cosas.

    Trataré de no repetir lo que ya te han dicho otros Literautas, pero con respecto al segundo párrafo, es importante decir que comienza hablando del personaje, continúa con unos amigos que vivían ahí y en la siguiente oración cuenta que unos vecinos se habían encontrado a unos okupas.
    Creo que siempre, no solo en este caso, es conveniente hablar de solo un sujeto por párrafo.

    “Unos amigos vivían ahí, en el séptimo C, y le pidieron que se quedara…” Creo que tendría que ser “y le habían pedido”

    “…durmió a pierna suelta” y “dormir largo y tendido” Son lugares comunes.

    “Inteligentes las chivas, vaya que sí.” Me quedo con ganas de saber por qué las considera inteligentes.

    “Y, sobre todo, algo había cambiado para siempre en el aire.” Quitaría “en el aire”

    La palabra “noche” se repite nueve veces.
    La palabra “edificio” se repite diez veces.
    La palabra “año/años” se repite doce veces.

    En el final me pareció un poco raro que tuviera prejuicios en inspeccionar el edificio abandonado cuando había vivido en él veinticinco años en forma ilegal. También me resulta difícil de entender como nadie lo descubrió durante los primeros cinco años, cuando el edificio estaba ocupado.

    Ha sido un placer leerte, entiendo las dificultades porque el tema da para escribir una novela y es imposible poner tanto en tan poco espacio.
    Hugo

    Escrito el 21 marzo 2019 a las 00:23
  15. 15. Chus Galego dice:

    Buenos días, M.L. Plaza.
    Me parece muy interesante tu relato, en el que se destaca la ironía. El final me parece muy inteligente, un broche perfecto para terminar de describir la personalidad del protagonista.
    Coincido con otros lectores en el hecho de que resulta poco verosímil que pueda hacerse cargo de tal rebaño de cabras viviendo en la ciudad pero también lo entiendo como una hipérbole, una concesión cómica en un relato plagado de guiños irónicos.
    Gracias por pasarte por mi relato.
    Un abrazo.

    Escrito el 21 marzo 2019 a las 07:33
  16. 16. Víctor Alverdi dice:

    Buen relato de principio a fin. Fácil de leer y ese toque irónico que le pones hace muy amena la lectura. Definitivamente me ha gustado.

    Escrito el 21 marzo 2019 a las 12:03
  17. 17. Patricia Redondo dice:

    Original argumento , si señor. Y muy bien escrito. Solo me ha rechinado un poco el tema de las cabras (no porque el señor tuviera o no tiempo de cuidar el rebaño) sino por que no entiendo muy bien que pintan en el relato. He intentado buscarles un significado , que no encuentro, aunque igual tampoco tienen por que tenerlo y son una anecdota más, dentro de la vida del protagonista. Al margen de eso , me ha gustado mucho por lo original de la historia.

    Por cierto el otro dia ordenando unos cajones me encontré las llaves de una casa en la que estuve alquilada hará unos siete años. No las tiro, por si acaso … 🙂

    No me busques este mes , que no participé

    Nos leemos!

    Escrito el 21 marzo 2019 a las 12:48
  18. 18. marazul dice:

    Hola M.L Plaza:
    Tu relato me ha parecido original y con un punto surrealista. Has creado un personaje especial: ingenuo, “anodino”, como tú describes, y muy práctico añado yo je,je…Creo que el hombre tiene solución para todo y desde luego no se ahoga en un vaso de agua.
    Cuando de repente sueltas lo de las cabras veratas me has sorprendido de veras, M.L Plaza. Creo que tu personaje va a tener una jubilación tranquila. Una buena decisión.
    Me ha gustado tu relato por lo que tiene de original.
    En cuanto a la forma, que es muy correcta, repasa un poco las repeticiones —que conste que yo también lo hago a veces— “unos amigos… unos vecinos… unos okupas”
    Encantada de leer tu relato
    Saludos

    Escrito el 24 marzo 2019 a las 18:48
  19. 19. Ofelia Gómez dice:

    Buenas tardes M.L.Plaza
    Muy interesante tu escrito, se me hace relatado por alguien que sabe todo, pero no ha llegado a comprender los sentimientos de Eduardo.

    Tu sujeto es un tipo solitario y bastante extraño, que acuciado por las circunstancias elige o se somete a una vida de resignación.

    Muy acertado aquello de que se jubila y tendrá un buen pasar con sus doscientas chivas. Hasta tiene una casa adonde volver.

    Ha sido bueno leerte.
    Un saludo

    Escrito el 24 marzo 2019 a las 19:11
  20. 20. Attica dice:

    Muy bien escrito. Un placer leerlo hasta el final.
    Saludos

    Escrito el 25 marzo 2019 a las 18:30

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