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Polimorfismo - por Alétheia

El hombre se transformó en hombre mientras la dialéctica del invierno profesaba con el cristal de la ventana de su habitación. La persiana dificultaba el paso de los primeros rayos de luz del día, pero eran los justos para crear un ambiente dicotómico de luces y sombras.
Resaltaba una guirnalda de peces de colores sobre el cabecero de la cama por estar situada en la interfase, desfilando desde un extremo hasta desembocar en la estantería del escritorio.
Pero aquellos peces de papel eran algo más que la simple decoración de recuerdo añadida tras su último viaje.

Al anochecer Patrick solía llegar agotado del trabajo, se zambullía en su cama y cerraba los rojos. Lo único que podía escuchar en esos instantes de quietud era el viento que golpeaba la ventana y su respiración, lo cual le relajaba bastante. De algún modo ilusorio eso le hacía notar la existencia del exterior sin tener que asomarse a la calle, al tiempo que interconectaba los ciclos respiratorios de lo “exógeno” con lo “endógeno” en un vaivén que acababa conduciéndolo hacia el sueño.

Las figuras de papel permanecían inmóviles hasta ese momento. Inicialmente se balanceaban entorno a sus ejes, cambiaban la dirección que señalaban o se daban la vuelta, pero a medida que pasaban las noches iban acumulando más energía, más iniciativa propia para poder identificar cuáles habían sido sus limitaciones hasta entonces.
Pendían de un hilo sobre el mundo onírico asumiendo todos los riesgos que semejante radiación suponía para la materia inerte.

Estaban pescados, anclados en medio de un océano, ansiosos de explorar y nadar por las paredes y muebles de la habitación bajo una dimensión 2D. Así que cuando reunieron la suficiente fuerza, uno de los extremos se atrevió a desligarse del anclaje para empezar a nadar, en consecuencia creando una tensión en el hilo que arrastraría al resto. Por primera vez se deslizaban secuencial y conjuntamente como una hebra de ADN en busca de complementariedad.
A veces Patrick se quedaba extrañado pensando que no estaban exactamente en la misma posición que el día anterior, pero recién levantado estaría tan embobado que al rato terminaba olvidando que el fin de sus jornadas era la llave de paso hacia nuevos despertares.

El banco de peces, ya capaz de dibujar incluso teselados, se divertía exponencialmente descubriendo sus capacidades. Formaban fluidas composiciones geométricas de todo tipo, únicamente posibles partiendo del principio de construcción y deconstrucción. Sin embargo, aún nadaban sobre la ventana sin identificarla como algo distinto al resto de la pared.
Cualquiera que pudiera ver aquellos episodios diría en su sano juicio que la pared se estaba descamando brutalmente y acto seguido emergían de sus propios escombros auténticas obras de arte. ¿Sería acaso la habitación un pez más integrado por múltiples escamas y alimentado por los sueños de un hombre?

Así como el invierno se transforma en primavera y la primera en verano, sin saberlo, Patrick como individuo era un conjunto de seres polimórficos cuyas estaciones formaban parte del mismo campo semántico. Morfológicamente, sí, él era el mismo.

Una mañana se despertó con un pez en la frente. Tenía la cola doblada, y tras examinarlo encontró un mensaje escrito en el reverso. Ponía: “abre la ventana”.

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2 comentarios

  1. 1. John Doe dice:

    Hola Aletheia, he leído con asombro tu relato, el cual me ha encantado, la manera simbólica y onírica en que está construido pero que se alterna también con temas y teorías científicas para construir una narración fluida, compleja que engancha al lector y que tiene un ritmo y un tono que envuelve y motiva a seguir la lectura, me ha encantado el final ambiguo y abierto, un final digno de la narración que construyes. En todo caso me ha dado mucho que pensar tu relato. Gracias.

    Estoy en el número 22 por si quieres pasar a echar una ojeada. Exitos.

    Escrito el 18 marzo 2019 a las 18:56
  2. 2. Carla Daniela dice:

    Hola Alethia!
    Muy bonito tu relato, tiene un léxico no sencillo, pero a la vez imposible dejar de leer.
    Me encanto el final, donde los mundos paralelos se cruzan.
    Un gran saludo!

    Escrito el 18 marzo 2019 a las 23:40

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