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Daño - por Anaclara

El hombre se transformó en niño. Fue un movimiento lento, pero sin pausa. Ese día se despertó, y al desperezarse, percibió que su cuerpo se había acortado. Se miró con preocupación, el pijama le quedaba grande: sus manos estaban cubiertas por las mangas, sus pies no asomaban por los pantalones. Intentó despertar a la mujer que dormía a su lado, y la voz le salió aguda; entonces se quedó quieto en la cama. No quiso llamar la atención.
En un intento por entender qué ocurría, rememoró los últimos sucesos vividos. Había trabajado mucho y duro. Por el uso incesante de la pala, sus manos se habían vuelto gruesas y callosas; su espalda había perdido la dirección y se había puesto sinuosa… pero no. No era por eso.
Su jefa, la tarde anterior, había estado muy dura; el trabajo no salió como se esperaba. La pared que había levantado con tanto esmero debía llevar los ladrillos de arcilla, y él por distracción, usó los ladrillos huecos. El error había sido grave, ahora debía tirar abajo el muro y rehacerlo con los cimientos correspondientes.
Sin embargo, el problema no radicó tanto en el trabajo mal realizado, como en la reacción de la patrona. Ella se apareció de la nada en la obra y cruzó como una tromba hasta donde él se encontraba. Era una señora baja y retacona, ese día vestía un traje típico de su estilo: blazer azul con una pollera a las rodillas que mostraba sus piernas anchas y cortas; el pelo atado con un tirante hacia atrás dejaba en evidencia su cara exenta de cualquier tipo de ángulo, un perfecto círculo. El rostro de la mujer había tomado el color de la sangre, y sus ojos parecían estar a punto de salirse de las órbitas cuando se dirigió hacia él con todo el odio que pudo:
—Eres un inútil —soltó para comenzar, y luego se despachó con una lista interminable de agravios.
El obrero se sintió aturdido, escuchó las palabras del principio, pero luego se transformaron en sonidos sin ton ni son. Por un momento esa figura regordeta tomó la forma de su padre alcoholizado que se abalanzaba furioso hacia él, fuera de sus casillas por la frustración y el hastío, mientras se desprendía el cinturón dispuesto a descargar toda la furia del mundo sobre su menuda silueta, vaya uno a saber con qué pretexto. El hombre atinó a resguardarse la cabeza con los brazos en forma de cruz. Por la confusión, ya no supo de quién era el cuerpo que tenía adelante ni tampoco pudo distinguir si la descarga del otro —que había tomado las dimensiones de un gigante— consistía en palabras o golpes. Finalmente, la ira del agresor amainó. De a poco el otro cuerpo fue recuperando la forma.
—Pe…perdón, no fue mi intención hacerlo mal. Repararé cuanto antes el error —dijo mientras sentía que su diminuto físico resucitaba y volvía, de a poco, de la muerte por miedo.
***
Desde la cama volvió con sus pensamientos aún más atrás. Descubrió que a pesar de su edad cronológica, ese miedo que lo corroía por dentro desde que era una criatura, nunca había mermado su fuerza. De joven escapó de su casa, ¡al fin!, para liberarse de un padre cruel y se refugió en su primera mujer; una bella dama de modales educados y con secundario completo, pero que ante las pequeñas diferencias cotidianas lo abofeteaba al grito de: “¿qué puedo esperar de un simple albañil?”. A esa primera esposa la habían sucedido otras mujeres, todas —y cada una— habían sido violentas con él. Y ahora, su jefa.
Recostado en posición fetal, palpó su menudo contorno, y vio pasar su vida como una película cuyo personaje principal era un niño aterrorizado que recibía cachetazos de aquí y de allá.
Se incorporó de la cama. Fue a buscar a la habitación de su hijo ropas que le quedaran bien, y se dispuso a salir. De ahora en adelante, se dijo, su pequeño cuerpo no le impediría correrse del agravio. La decisión de hacerse grande era irreversible.

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5 comentarios

  1. 1. María Jesús dice:

    Hola Anaclara: Gracias por comentar mi texto. El tuyo me ha parecido muy interesante. La humillación sufrida por la jefa en el trabajo me ha traído a la memoria otra que yo sufrí injustamente en propias carnes. Haces una estupenda reflexión sobre esas experiencias tan vejatorias a las que las personas se someten en la vida. Es muy curioso que hayas empleado la vuelta a la infancia del protagonista para hacer un repaso por esas experiencias. Sin embargo el párrafo final no lo he entendido muy bien. por lo demás el texto me ha gustado mucho
    Un saludo.

    Escrito el 16 marzo 2019 a las 21:32
  2. 2. Laura dice:

    Hola Anaclara.
    Gracias por tu visita.
    Haces un real cambio físico en el protagonista. ¿Será hasta que comience a hacer frente a los agravios y ahì pueda volver a su tamaño adulto?
    Muy bien logrado el texto, con una profunda reflexiòn al final.

    Mis saludos.
    Hasta la pròxima propuesta.

    Escrito el 18 marzo 2019 a las 11:15
  3. 3. Gustav dice:

    Hola Ana Clara.
    Un buen relato. ¿Quién no se ha sentido así en alguna circunstancia de la vida?
    Aunque me ha pillado de improviso la transformación del protagonista, la descripción de su jefa ha estado bien.

    Enhorabuena y saludos

    Escrito el 21 marzo 2019 a las 17:37
  4. 4. Rachel Moonlight dice:

    Hola Anaclara,
    Me ha gustado tu relato, una forma bastante buena de explicar las necesidades de ese reinicio que tanto nos gustaría tener en algunos casos.
    Felicidades y nos seguimos leyendo 😉
    Un saludo de tu vecina 63

    Escrito el 23 marzo 2019 a las 23:58
  5. 5. Anaclara dice:

    Hola, María Jesús, Laura, Gustav, Rachel:
    Les agradezco mucho su visita.
    Les cuento que lo que pensé al hacer mi relato fue que el protagonista repitió en sus relaciones adultas el mismo patrón que vivió siendo niño con su padre; o sea que de chico fue víctima de un padre violento y repitió ese esquema en sus relaciones adultas, por supuesto que de modo inconsciente.
    Al final del texto se da cuenta de esa repetición a lo largo de su vida y se decide a modificarla. Hago un juego entre el ser un niño físicamente y de serlo en el inconsciente.
    Por las críticas, a mi criterio siempre constructivas, no logré expresarlo correctamente,¡ja, ja,ja!, pero seguiré intentanádolo.
    ¡Muchas gracias a todos!

    Escrito el 25 marzo 2019 a las 14:07

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