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Soplón - por Ratopin Johnson

El hombre se transformó en un amasijo de nervios desde el momento en que salí de la autopista, y dirigí el coche a esa zona de la ciudad. No le podía culpar. Ni yo sabíamos adonde íbamos. Dimitri, sentado en el asiento de detrás, después de una breve conversación de teléfono, me había espetado:

—Ivan, coge esa rotonda, gira allí…

Entonces es cuando él, Vladimir, sentado a mi derecha, donde el copiloto, empezó a asustarse.

—Pero… ¿qué ocurre? —dijo con los ojos como platos.
—Tranquilo, no pasa nada. Vamos a ver a alguien —contestó Dimitri.

Miró hacia fuera, se aferró a la manija de la puerta, como esperando la oportunidad para saltar.

—Ni lo sueñes —replicó Dimitri.

Llegamos a un edificio abandonado siguiendo sus indicaciones. Un antiguo garaje de varios pisos en una zona donde no hacía mucho tiempo había habido bloques de oficinas, y cierta actividad. Un proyecto por el que habían apostado los políticos, que tras unos inicios muy buenos, con la llegada de varias empresas, se había ido al traste. «La crisis», me dije.

Paramos en la segunda planta, y salimos los tres del coche.

— ¿Qué pasa? –—volvió a repetir—. No entiendo nada. Chicos, decid algo.
—Tranquilo. Dile que no ocurre nada, Ivan. –
—Si —dije sin saber nada realmente—. Estamos esperando a alguien, eso es todo.

El me miraba. Después de tiempo trabajando juntos, me había cogido aprecio. Y yo a él también. Había apostado por mí.

—No te preocupes – insistí.

Había oído algunas historias sobre Dimitri y sabía que desde esa altura, podía lanzarle al vacío sin pestañear. Y podía acabar con los dos tranquilamente si yo intentaba algo. Y yo no tenía la menor intención. Apoyado en el coche, nos ofreció un cigarrillo, y los tres fumamos.

Pasó media hora, y Dimitri estuvo tan simpático, contando diversas anécdotas, que mi compañero comenzó a pensar que quizá no iba a sucederle nada malo. Yo no las tenía todas conmigo. Escuchamos de pronto el ruido de un coche, que venía hacia nuestra posición. Aparcó cerca de nuestro vehículo, y dos hombres salieron de la parte delantera. Uno abrió el maletero, oímos ruido, parecía que maniobraba con algo, y apareció con una silla de ruedas. Se abrió una puerta y surgió pesadamente la figura del señor Arkadi, con su gran cabeza pelada al cero, y con ayuda de uno de sus hombres se desplomó sobre la silla. Se acercaron y nos saludó con la cabeza y miró a su alrededor.

—Ya apenas puedo moverme sin esta silla —dijo como en un susurro—. ¿Estos son, Dimitri?

Este asintió.

—Señor Arkadi —dijo Vladimir temblando—. Nos conocemos. He estado en su casa.

Yo permanecía callado.

El señor Arkadi suspiró.

—Aquí fluía el dinero durante un tiempo –—dijo mirando a su alrededor—. Cuánto dinero perdimos –—se lamentó. Tras unos instantes, continuó—. Has estado en mi casa, bien. Y el otro supongo que también. Hay una cosa que odio más que los pelotas. Los soplones.

—¡Pero señor Arkadi, yo le he sido siempre fiel, no se de qué me habla! –—gimió Vladimir.

El señor Arkadi hizo un gesto y Dimitri puso un arma en mi mano.

—Acaba con él —dijo secamente.
— ¡No, Iván, no! —gritó Vladimir —Estáis todos equivocados. Se arrodilló implorando—. No, por favor, no, díselo Ivan.

Me hubiera gustado decirle que sabía que estaban en un error. Me hubiera gustado decirle la verdad, que yo era el soplón. Apreciaba a Vladimir. Pensé que aunque se descubriera, le iban a matar de todas maneras. Porque él me había presentado, él había dado su palabra por mí. Y por qué morir los dos. Así que decidí que le estaba haciendo un favor, terminando así rápidamente, y disparé dos veces. El cuerpo inerte de Vladimir permaneció allí por unos momentos rodeado de un charco de sangre. Yo no había dicho apenas palabra, y ahora no podía articular sonido. Nunca había matado a nadie. Que dirían en la policía cuando lo supieran, mi contacto allí. ¿Les parecería bien, que había protegido su operación?

Empecé a marearme. Dimitri puso una mano en mi hombro, y sonrió satisfecho.

– Llevate el coche en el que hemos venido. Quémalo. Y tira el arma al río, ¿ok?.

Oí al señor Arkadi que decía algo así como «deshaceos del cuerpo». Sabía lo que le iban a hacer a Vladimir. Tenía cosas qué hacer, ya vomitaría después.

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7 comentarios

  1. 1. Jose Luis dice:

    Hola
    Acabo de leer tu cuento y me he fijado en algunas cosas. No está bien mezclar los tiempos verbales pasado y presente.
    Ni yo sabíamos adonde íbamos. ————- Ni yo sabía adonde íbamos.
    Me ha entretenido bastante, aunque se podía adivinar el discurrir de algunos acontecimientos. De todas formas, creo que has logrado captar el espíritu y la forma de ser de los auténticos gángsteres de las películas.
    Un saludo

    Escrito el 16 marzo 2019 a las 18:22
  2. 2. Ratopin Johnson dice:

    Hola José Luis,

    Gracias por leerme y por tus comentarios. En realidad no he mezclado tiempo pasado y presente. He cometido un error, sí, pero lo que he hecho es mezclar primera persona del singular con primera persona del plural. “Ni yo sabíamos”… Un lapsus, por no corregir con atención.
    Lo escribí demasiado rápido y lo revisé también muy rápidamente.

    Saludos

    Escrito el 17 marzo 2019 a las 12:12
  3. 3. Ana Roda dice:

    Hola Ratopin.
    Tu relato mantiene la tensión y eso ya es un gran mérito.
    Los diálogos son también bastante naturales. Suenan reales.
    Me ha gustado.
    Enhorabuena

    Escrito el 17 marzo 2019 a las 17:48
  4. 4. Vespasiano dice:

    Hola Ratopín:

    Me toca comentar tu relato de acuerdo a las normas del taller y espero hacerlo lo mejor que pueda.
    Tu relato, a mi modo de entender, refleja bastante bien la forma de actuar de las mafias rusas, que parece para nuestro pesar, se están afincando en España.

    Ahora trataré de apuntarte, con la mejor intención, algunas cosas que me parecen pueden mejorarse:

    “Ni yo sabíamos adonde íbamos”. Esta ya te la señalado …y tú mismo la has reconocido.

    “Ivan” lleva acento.

    “Entonces “es” cuando él…”. Aquí debería ser: “Entonces “fue” cuando él…”.

    “Vladimir .sentado a mi derecha, donde el copiloto, empezó a asustarse”. Si al comienzo del relato has escrito: “…desde el momento en que salí de la autopista, y dirigí el coche a esa zona de la ciudad”, se sobreentiende que el protagonista es el que conduce, por tanto si Vladimir está sentado a su derecha, se supone que está ocupando el asiento del copiloto.

    “Pasó media hora, y Dimitri estuvo “tan” simpático…”. A mi entender quedaría mejor así: “Pasó media hora, y Dimitri estuvo “muy” simpático…”.

    “…no se de qué me habla…”. “…no “sé” de qué me habla…”. Aquí al tratarse de un verbo la palabra “sé” debe ir acentuada.

    “—gritó Vladimir —Estáis..”. Aquí el guion de inciso debería ir pegado a Vladimir: “—gritó Vladimir— Estáis…”.

    “El cuerpo inerte de Vladimir permaneció allí por unos momentos rodeado de un charco de sangre”. En esta oración me suene raro que el cuerpo inerte de Vladimir solo permaneciera, “por unos momentos”, en esa posición si estaba muerto.

    “Que dirían en la policía cuando lo supieran, mi contacto allí”. “lo supieran, mi contacto allí”. No veo una concordancia correcta. Podría ser: “¿Qué dirían en la policía cuando lo supieran?”, ó: “¿Qué dirían en la policía, cuando lo supiera mi contacto?”, o también: “¿Qué diría mi contacto en la policía, cuando lo supiera”.

    –“Llevate el coche en el que hemos venido”. ”Llévate” va acentuado.

    “Sabía lo que le iban a “hacer” a Vladimir. Tenía cosas qué “hacer”, ya vomitaría después”. Aquí veo muy cerca uno de otro el verbo “hacer” y el pronombre “que”, en este caso no lleva acento.

    Espero haberte ayudado.

    Felicidades.

    Escrito el 18 marzo 2019 a las 17:52
  5. 5. Ratopin Johnson dice:

    Hola Vespasiano, gracias por tus comentarios. La verdad es que hay un montón de fallos tontos, por las prisas. Lo escribí el último día muy rápido, y lo revisé más rápido todavía, con el tiempo encima.
    Por ejemplo, la parte que comentas: “El cuerpo inerte de Vladimir permaneció allí por unos momentos rodeado de un charco de sangre”, encajaba con otra parte en la que los mafiosos metian el cuerpo de Vladimir en el maletero, con lo cual era algo así como “El cuerpo inerte de Vladimir permaneció allí por unos momentos rodeado de un charco de sangre, hasta que uno de los hombres lo arrojó al maletero”, pero con las prisas, la cabeza me va por un lado, los dedos por otro…Ví cuando subí el relato que eso no tenía sentido.

    Algunos fallos me dan un poco de rabia, por no hacer una revisión como es debido, como ese “qué” acentuado mal, un guión de diálogo mal colocado, después de poner todos los demás bien, el “sé” sin acentuar, etc.

    En esta frase que comentas:
    <>, no estoy de acuerdo porque si digo como tú sugieres:
    “Pasó media hora, y Dimitri estuvo MUY simpático, contando diversas anécdotas, QUE mi compañero comenzó a pensar que quizá no iba a sucederle nada malo”, la frase no tiene sentido. Si pongo “muy” entonces no puedo seguir “que mi compañero comenzó a pensar…”. Tendría que ser “…estuvo muy simpático, contando diversas anécdotas, y mi compañero comenzó…”. Es decir quitar el “que” que encaja con “tan”, por el “y” que queda mejor con “muy”. Es como por ejemplo: La película fue tan divertida, que no paramos de reír”.

    Gracias de nuevo
    Saludos

    Escrito el 18 marzo 2019 a las 20:37
  6. 6. Ratopin Johnson dice:

    Parece que me ha volado un trozo en el anterior comentario. Aunque leyendo el resto creo que se entiende, la última parte se refiere a la frase: “Pasó media hora, y Dimitri estuvo tan simpático, contando diversas anécdotas, que mi compañero comenzó a pensar que quizá no iba a sucederle nada malo”

    Escrito el 18 marzo 2019 a las 20:40
  7. 7. Inés dice:

    Hola Ratopin,

    Muy buena ambientación y diálogos realistas, muy buena la idea de hacer que el protagonista sea el traidor. No me lo esperaba y me sorprendió. También me gustó mucho la frase final “ya vomitaría después”, excelente, lo explica todo.

    Una pena los errores de ortografía y gramática salpicados por ahí, pero ya han conversado sobre ese tema antes.

    Saludos y hasta la próxima!

    Inés

    Escrito el 23 marzo 2019 a las 22:06

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