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Legenda urbana - por shinpi

Legenda urbana

El hombre se transformó en algo inusitado, grotesco y repugnante. Aunque yo aún estaba atontado por la aparatosa caída que sufrí al iniciar mi descenso por la escalera, y dudaba mucho de lo que mis ojos veían a través del visor de mi traje NBQ, podría asegurar que unos instantes atrás era un hombre totalmente normal, que se retorcía en el suelo en medio de alaridos escalofriantes que me horrorizaron al punto de hacerme perder el conocimiento, por quien sabe qué tiempo.
Ahora, ante mi tenía aquel monstruo, cabeza caída sobre su pecho, cuyos descarnados brazos y piernas supuraban un fluido purulento. Los dedos de sus manos y pies habían mutado en alguna clase de garras terminadas en deformes pezuñas, que me recordaban las de los “critters” de la serie “falling skies”. A pesar de la penumbra reinante, en su torso podían verse difusamente algunas de sus costillas quemadas y parte de sus órganos amenazaban con salirse de sus entrañas. De repente, con un movimiento rápido e inesperado, el hombre levanto su deforme cabeza y clavo su mirada en mí. Me asusté y trate de incorporarme y huir; pero el terror y un fuerte dolor en la columna vertebral me lo impidieron. Era una cara esquelética, oscura y espantosa. Su mirada despedía una extraña mezcla de furia y fuego con desesperanza. De su garganta salían gemidos aterradores queriendo significar quizás palabras de odio y desdén.
Cuando me di cuenta de que no podía mover su cuerpo quejumbroso, me tranquilice, suficientemente, como para arrastrarme hacia atrás, fuera de esa mirada espeluznante y acosadora. Lo logré. Respiré profundo y fue entonces que recordé claramente como yo había terminado aquella noche en aquel lugar.
Crecí en esta ciudad escuchando historias acerca de lugares embrujados y poseídos. Cuando inicie mis estudios de química pura en la universidad, una nueva leyenda urbana sobre un vagabundo llamó mi atención. Se decía que un hombre desconocido habitaba en los sótanos del edificio Melrose en Park Avenue y espantaba a todos aquellos que se atrevían a merodear por sus alrededores. En esta zona sur de la avenida estaban muchos edificios e instalaciones que en otro tiempo representaron lo más pujante de la economía de la ciudad. Tal bonanza se detuvo cuando una empresa que utilizaba materiales químicos de alta peligrosidad para elaborar sus productos, tuvo un accidente mayor. Como resultado de la explosión se quemaron cantidades inmensas de químicos y desechos tóxicos indebidamente almacenados, causando la muerte de setenta y siete personas, entre trabajadores, transeúntes y personas de otros edificios. Los cielos alrededor del vecindario se cubrieron con todos esos productos de combustión, por lo cual el área fue evacuada y abandonada.
La historia de ese vagabundo siguió en mi mente durante mi tiempo de estudiante. Un buen día, algunos años después de graduarme, y ya bien establecido en un importante cargo en el laboratorio químico de la empresa más prestigiosa de la ciudad, decidí que descubriría la verdad sobre tal legenda. Me preparé secretamente para esa misión, tratando de prever todos los posibles escenarios y eventos.
Realmente no había manera de haberme podido preparar debidamente para lo que encontré dentro de esos lúgubres sótanos. Aquí estaba: herido, adolorido, temiendo contaminarme por alguna rotura en el NBQ, sin saber si podría salir de este sitio por mis propios medios y sobre todo temiendo que aquel espantoso ser cobrara fuerzas para levantarse de su miseria y acabara con mi vida. No era la primera vez que yo tomaba esta clase de riesgos. Lo había hecho antes y siempre había logrado encontrar una salida. De repente el hombre-monstruo se despertó, gimió desgarradoramente, se irguió sobre sus patas de pezuña, y en medio de la penumbra se abalanzó sobre mi humanidad.
¡Mark! ¡Mark! ¡Despierta! ¡Hay un incendio en el laboratorio!

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4 comentarios

  1. 1. John Doe dice:

    Hola, buen relato lleno de misterio y enigma, el ritmo y la atmósfera están muy buenos, pero el final aunque tan solo es mi opinión me pareció un poco confuso.
    Estoy en el número 22 por si quieres pasar a leer. Éxitos.

    Escrito el 18 marzo 2019 a las 19:06
  2. 2. Sergiodammerung dice:

    ¡Bien! El primer relato que leo de terror, o de ciencia ficción de este taller. Con lo que me gusta a mí la ciencia ficción siempre leo relatos de todo menos de eso. Respecto a la forma de escribir está bien, rápida y bien pulida. Espero leer más cosas tuyas. Saludos. P.D. podrías alargar esta historia y convertirla en un relato largo, ¿no? 😉

    Ah, mi relato es el 35, por si le quieres echar un vistazo. ¡Gracias!

    Escrito el 19 marzo 2019 a las 18:40
  3. 3. Baxin dice:

    No conozco el término NBQ, pero todo el relato es me atrapó desde el principio, es muy diámico y bien trabajado. Creo que quedaría mejor como un relato más largo. 🙂

    Escrito el 24 marzo 2019 a las 02:51
  4. 4. Diego Alba dice:

    El relato me gusta en su temática y sus personajes. El escenario y la ambientación también me parecen acordes.
    Lo que no me cierra mucho o no entiendo:
    ¿Por qué Legenda en lugar de Leyenda?
    La primer descripción se lleva la mayor parte del texto y me resulta un tanto cargada.
    El flashback me resulta demasiado largo, corta el clima de la escena.
    …”ante mi tenía aquel monstruo, cabeza caída sobre su pecho”…
    Mejor …”ante mí tenía a aquel monstruo con la cabeza caída sobre su pecho”
    …”supuraban un fluido purulento”… es redundante, supurar es soltar pus o sea que el fluido era sin dudas purulento.
    …”garras terminadas en deformes pezuñas”… Ya que garras y pezuñas son cosas muy diferentes, no puedo hacerme una idea de cómo eran.
    …”algunas de sus costillas quemadas y parte de sus órganos amenazaban con salirse de sus entrañas” Repite tres veces “de sus” en la misma frase.
    La falta de tildes en varias palabras dificulta un poco la lectura.
    Si te sirven alguna de las recomendaciones para mejorarla me gustaría ver como queda.
    Por lo demás un gran trabajo que cumple con ambos retos. Felicitaciones.

    Escrito el 25 marzo 2019 a las 18:29

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