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la abuela de Lewis Caroll - por bochi

La abuela de Lewis Carroll.

La sombra del árbol que estaba en la puerta de casa daba una dimensión cierta del adentro y del afuera. A la mañana, la sombra inundaba el patio y por la tarde, había sol pleno. Era una magnolia inmensa que mi abuelo había plantado cuando llegó al barrio. Una planta de margarita en el cantero le daba un toque de color a semejante árbol.
El juego predilecto de mi padre era “La Oca”. Allí los patos perdidos, en sesenta y tres casillas, pugnan por regresar a la granja. Dicen que el juego lo inventaron en medio oriente con fines pedagógicos. La idea era enseñarles a los niños que afuera estaba el peligro y adentro la seguridad del hogar. En el medio pasaban cosas raras que impedían que vuelvan. Entre ellas estaba la muerte.
Otra cosa que compartíamos era un problema de visión. En casa, todos sufríamos de miopía y por lo tanto, muchas veces veíamos cosas que no estaban. Gente que no era, objetos tirados en el parque que terminaban siendo un tiburón y sombras que se transformaban en fantasmas. A cada una de esas cuestiones extrañas le pusimos el nombre de “japonerías”. Por ejemplo era frecuente escuchar: -Fulano ya está diciendo japonerías o ¿viste que se robaron la magnolia? y alguien le responde; -por favor no digas japonerías.
La tarde que la abuela se perdió lo monstruoso tomó otro tono.
Con la plata del aguinaldo se había comprado unas zapatillas divinas que usaba solo para hacer running. Todos sabíamos que salir a caminar implicaba riesgos.
Siempre tardaba lo mismo. Salía tipo siete de la tarde y volvía ocho menos cuarto. Esta vez, el tiempo transcurría y no había noticias. Esperé un rato más e intenté salir. Era más fuerte que yo, no pude. El afuera y el adentro habían quedado bien delimitados. Pero tenía que hacerlo: comencé a espiar desde la reja para ver si la veía conversando con una vecina. Pero no veía nada. Todo era oscuridad. Con los miopes pasa eso; con una serie de elementos de dudosa certeza (un color, un movimiento, un elemento) tenemos que componer una totalidad.
Todos empezaron con las japonerías y nos asustamos mucho porque las variables eran muchas. Algunos hablaban de un viejo rencor que existía con el zapatero de la otra cuadra por una falsa deuda impaga. Papá habló de una supuesta iglesia de “La nueva era” que captaban viejos para robarle la herencia. Todo se puso peor cuando al revisar su mesita de luz se dieron cuenta de que no había llevado su dentadura postiza. No había dudas: o estaba acá y era invisible o había sido abducida por un plato volador.
Cuando quedé a cargo de la misión me di cuenta que tampoco estaba el gato. Quería salir a la calle, pero debía tener a mi gato que brindaba los servicios de ser contra fóbico. – No digas japonerías- dijo mi madre, pero nos dimos cuenta que Lewis Caroll no estaba. Fuimos al fondo y nada, tampoco estaba en donde le dejábamos la comida. Revisamos la habitación y nada. Ahora las pérdidas eran dos. Un gato y una abuela sin dientes.
La noche transformaba todo en penumbras y nos tomamos de la mano. Esto era parte de un juego que hacíamos los sábados a la noche para comunicarnos con los espíritus. No sé por qué pero una fuerza del más allá nos condujo a la puerta. No veíamos nada pero podíamos escuchar bien. Nos quedamos quietos y tratamos de percibir alguna señal. Desde el cielo se escuchaba una especie de chiflido mesclado con un aullido agudo. ¿Serían los seres de otro plantea que estaban intentando comunicarse? Desde nuestra posición, sólo se divisaban unas zapatillas rojas arriba del árbol. Allí fue que pudimos reconstruir la escena y darnos cuenta que la abuela se había subido a la magnolia para rescatar a Lewis Caroll. La falta de dientes sólo le permitía lanzar una especie de silbido y la gata, más aterrada que mi abuela, apenas chillaba. Cuando bajaron las dos, todos nos tranquilizamos y nos metimos en la casa.
Ya en la cocina para distendernos comenzamos a jugar a la Oca. El azar dispuso que mi abuela cayera en la casilla cincuenta y dos: la cárcel. Congruencia del juego y la realidad porque quien cae allí, solo puede seguir jugando si te rescata otro participante. Nos miramos entre todos, pero no vimos nada.

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16 comentarios

  1. 1. pajesur dice:

    La narración está bien contada y con mucha imaginación. Hay que cuidar las constantes repeticiones: japonerías, nada, cosas, etc. Es posible cambiarlas por sinónimos o de significado similar.
    Adelante, ya lo harás mejor.

    Escrito el 19 abril 2019 a las 21:28
  2. 2. bochi dice:

    gracias pajesur…gracias pajesur…gracias pajesur,,,gracias pajesur

    Escrito el 19 abril 2019 a las 21:32
  3. 3. Galia dice:

    Buenas tardes Bochi, me encantó tu relato, original, fresco, despierta una serie de sensaciones y el final te deja con una sonrisa.Bien elegido el nombre del gato para contribuir a esa atmósfera de misterio acentuada por la miopía de los protagonistas.
    Si quieres pasar por el mío, estoy en el 42.
    Saludos.
    Galia

    Escrito el 19 abril 2019 a las 22:21
  4. 4. Luis Duque dice:

    Relato con fluidez y frescor, fue un gusto leerle.

    Escrito el 20 abril 2019 a las 17:34
  5. Hola bochi,

    Has jugado con el juego de la oca. ¡Nunca mejor dicho!

    Pobre abuela que silba como una tetera y nadie le hace caso. Bueno la gata sí, aunque se haya quedado afónica del susto.

    Me ha encantado la expresión “japonerías”. Cuando yo era pequeño se hacían muchos chistes utilizando a un niño imaginario que se llamaba Jaimito. Recuerdo que en mi casa, al que hacía tonterías, se le decía que andaba haciendo “jaimitadas”.

    Por hacer algún aporte más técnico:
    – Vigila los tiempos verbales: 《En el medio pasaban cosas raras que impedían que vuelvan.》

    – Busca la forma correcta de todas las palabras, pero sobre todo presta especial atención a las que son muy importantes en el desarrollo de la histotia: 《Desde el cielo se escuchaba una especie de chiflido mesclado con un aullido agudo.》

    Un placer leerte.

    Un saludo,

    Alex

    Escrito el 21 abril 2019 a las 00:39
  6. 6. bochi dice:

    por favor alex…gracias por tus jaimitadas !!!!!

    Escrito el 21 abril 2019 a las 14:26
  7. 7. JUANA MEDINA dice:

    Bochi,
    No había leído nada tuyo en otras recopilaciones. Este relato me ha encantado. Imaginativo, con muy buen suspenso y un ritmo constante. Hubo momentos en los que sufrí mucho por la abuela y por la gata. Hasta que apareció la dentadura postiza… Ahí empecé a sonreír.
    Ya te han señalado lo mejorable, por lo demás…
    Excelente. Te felicito
    Un saludo

    Escrito el 22 abril 2019 a las 03:11
  8. Hola Bochi, creo que, hasta ahora, no había leído nada tuyo.
    Tu relato me ha gustado mucho mucho, vale la pena una repasadita y hacer caso de las sugerencia de los compañeros por el bien del cuento.
    ¿Qué me gustó? Todo:
    – La alegoría con la vida del juego de la oca.
    – El gato contra fóbico, lo mismo es el de Cheshire
    – La abuela desdentada
    – La miopía familiar y la visión de cosas que no eran, gente que no estaban
    – El paseo de la abuela a la temida calle y el miedo del narrador a los peligros externos (generados por los padres y su no aleccionador juego de la Oca), el miedo en general a los ”monstruos exteriores”, (el zapatero, la iglesia de la nueva era, el platillo volador…)

    En definitiva, Un teatrillo del absurdo que me ha en-can-ta-do.

    Escrito el 22 abril 2019 a las 19:31
  9. Disculpa el inciso Bochi.
    Aviso a la compañera Juana Medina: te prometo, Juana, que no había leído tu comentario anterior. Me está ocurriendo contigo en la propuesta de este mes que solemos coincidir en opiniones, por lo visto tenemos el mismo gusto, y nos encantan los buenos cuentos como, en este caso, el del compañero Bochi.

    Escrito el 22 abril 2019 a las 19:34
  10. 10. bochi dice:

    Isabel…no digas japonerias

    Escrito el 22 abril 2019 a las 21:44
  11. 11. Sebas A dice:

    Bochi,
    Primera vez que te leo. Me encantó tu relato. Bien escrito, fresco y ágil.
    Te felicito
    Te dejo un saludo

    Escrito el 24 abril 2019 a las 02:05
  12. 12. Ofelia Gómez dice:

    Buenas noches Bochi
    Muy buena historia de una familia especial. La desarrollás con ingenio y parecería que el centro de todos los temores es ese viejo juego de la Oca.

    La abuela sin dientes, Lewis Caroll, las zapatillas rojas, el llamado a los espíritus… Todas ideas geniales.

    Saludos

    Escrito el 25 abril 2019 a las 02:13
  13. 13. bochi dice:

    ofelia, Sebas…gracias por los elogios…soy nuevo…aunque no tan nuevo como para decir que soy virgen…

    Escrito el 25 abril 2019 a las 02:59
  14. ¿Japonerías?… pues ya me dirás que es eso Bochi.

    Releyendo, el inicio del relato queda raro con las expresiones “el adentro y el afuera”, se podría sustituir por interior y exterior, o por dentro y por fuera.

    Saludos de nuevo.

    Escrito el 25 abril 2019 a las 08:11
  15. 15. ARPA dice:

    Hola Bochi.
    Imágenes y sonido, muy buen recurso. llevas al lector de aquí para allá y eso me agradó. Lo incorporas a tu relato y lo llevas hasta el final con una gran sonrisa.
    ¡Enhorabuena! Sigue, sigue escribiendo. Tienes potencial.
    ARPA
    Relato N° 44. ¡Nos leemos!

    Escrito el 25 abril 2019 a las 12:50
  16. 16. bochi dice:

    Isabael….japonerias…como te explico…viste cuando alguien no encuentra el celular ya de repente se da cuenta que lo tiene en la cartera….bueno eso no es…

    Escrito el 25 abril 2019 a las 19:10

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