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¡Quiero abrazar a mamá! - por Amadeo

¡Quiero abrazar a mamá!

Por la ventana de la cocina, miraba el jardín tan prolijo, tan lleno de margaritas y rosas. Entre los arbustos se destacaba mi escultura de un tiburón amenazante tallada en roca oscura, con la que había pretendido obtener el primer premio. El fracaso fue doble: no haber figurado entre los seleccionados y no lograr el paseo como recompensa.
Entre lamentos pensaba en lo perdido, en el no disponer de dinero suficiente para realizar, de todas maneras, la excursión tan anhelada. En mi mente almacenaba los miles de detalles de lugares a visitar, de los gozos esperados y de la felicidad que llenaría mi corazón. Esa mañana bien temprano, durante el desayuno, una vez más repasaba lo que necesitaba, dónde conseguirlo y cómo concretar ese sueño, cuando percibí un fuerte estertor en todo mi cuerpo, un vibrar molesto, no doloroso, pero que oscureció mis pensamientos, los borró. Sentí que no era nadie, nada.
Sí supe que había comenzado un extraño paseo pues desconocía totalmente lo que me rodeaba. Por momentos creí soñar o estar ante un film futurista. Me pellizqué. No estaba dormido ni en el cine: paseaba por una ciudad rarísima. Los peatones hombres parecían uniformados con trajes diversos de color gris oscuro y las mujeres, con polleras largas de color gris claro. Lo más peculiar era que todos tenían una pequeña antena que sobresalía de la sien derecha. Me entremezclé entre ellos y confirmé que no conversaban, que cada uno era independiente, aislado o que se comunicarían con ¿ondas magnéticas?
Los vehículos, que eran cilindros sin ruedas, parecían flotar a velocidad asombrosa. El silencio era profundo. No encontré pájaros ni mariposas. Tampoco niños, o árboles y ni siquiera un brillo. Los edificios sin vidrieras, solo disponían de una pequeña puerta. Deduje que estaba en el futuro que vivirían mis nietos y me horroricé. Me sentía preso, asfixiado a pesar de respirar con normalidad. Desconcertado me senté en el piso muy frío. Me paré.
Grité con ansias de libertad. Nadie ni nada se inmutó. Los transeuntes se desplazaban con parsimonia, sordos. Nadie giró. Me ignoraban. Nuevos gritos desesperados: «¡Quiero volver a casa!». Lo repetí, ensayé otros, puse toda la convicción posible y nació en mí cuerpo un nuevo estertor, un acompasado vibrar tranquilizante. Vi cierta claridad a esperanza, un alivio me relajó. Había desaparecido el futuro nefasto e inexplicable. «¡Basta de uniformes grises!», «¡Basta de antenitas: prefiero las sonrisas y los abrazos!», alcancé a pensar antes que me viera en un campo con pastizales ordinarios. Nada a mí alrededor, solo un enorme horizonte celeste.
Comencé a caminar sin destino: todo era igual, parejo, desteñido. Quise saber la hora: no tenía reloj. Quise comer: no tenía qué. Quise descansar y me tiré sobre el forraje áspero. Quise dormir y un ruido me lo impidió. Erguí el cuerpo y divisé, no muy lejos, una carreta, un carro de la época romana que se acercaba. Atrás, corrían cientos de esclavos custodiados por decenas de gladiadores.
Consideré que había viajado demasiado lejos, que el tiempo era otro y me desesperé. Estaba por gritar, pedir ayuda y me contuve. «Te apresarán si te ven», pensé y me tiré al suelo. Más tarde, con el silencio como acompañante, me paré y grité en busca de ayuda. «¡Quiero volver a casa!». «¡Quiero volver a casa!». La espera fue en vano, mis pensamientos se enredaban entre sí. Debilitado, me contraje, me enrollé hasta posición fetal, con la intención de, tal vez, volver a nacer.
Por ese camino con huellas profundas, en sentido contrario al anterior, escuché pasar una veintena de carromatos y a soldados que gritaban palabras desconocidas por mí. Horas después, con las últimas energías disponibles, me paré y vociferé «¡Quiero volver a casa!». «No me interesa el futuro y menos el pasado». «¡Quiero abrazar a mamá!». Esperé aquel estertor que cambiaría el presente. Nada. Solo unas suaves caricias o cosquillas amistosas. Cansado, con poco aliento me senté a esperar… a esperar lo desconocido, « ¿el futuro, otra vez?», pensé y me desesperé. No quería estar rodeado por antenitas imbéciles.
Me sentía irritado y me acomodé en la silla. La claridad del medio día me alertó y sorprendido por ese cambio, atiné a mirar por la ventana de la cocina y sí, allí estaban las margaritas, los rosales y mi escultura en piedra. Deseché el viajar. Al instante supe que intentaría vivir el día a día.

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8 comentarios

  1. 1. Alberto dice:

    Buenas Amadeo,

    Me resulta muy llamativo, por lo bien resuelto que está, que en apenas dos líneas hayas sido capaz de integrar las tres palabras de forma tan sencilla y tan natural.

    También me gusta cómo el lector y el protagonista van conociendo a la vez sus viajes en el tiempo. Esa desesperación del protagonista por no regresar a su tiempo y la metáfora final de Carpe Diem cuando por fin vuelve.

    No puedo ponerte mayores pegas, si acaso un exceso de comas en algunos tramos del relato, pero teniendo en cuenta que estás narrando los propios pensamientos del protagonista creo que están más que justificadas.

    Mi relato es justo el anterior al tuyo, por si quieres echarle un vistazo.

    Un saludo

    Escrito el 18 abril 2019 a las 13:40
  2. 2. ortzaize dice:

    hola:
    las antenas me han tenido conectada todo el rato.
    ha sido muy facil de leer y trasladarme , como una pelicula del futuro con antenas,,, jajaj
    me ha gustado.
    saludos.

    Escrito el 21 abril 2019 a las 21:47
  3. 3. Lady N dice:

    ¡Hola Amadeo!

    Des de luego, tu texto no deja indiferente, de algún modo te transporta con él. Al leer la parte futurista, tengo que reconocer que para mí se ha visto reflejada un poquito de la sociedad actual, donde algunas personas se pasan mas tiempo con el móvil que hablando con las personas que tienen en frente. Aunque no sé si era del todo tu intención, para mi ha sido como un ligero toque de atención, que te insta a recordar lo que es importante. De hecho, todo tu texto me lo parece, por que a veces tendemos a apreciar más las cosas cuando no las tenemos, tal como le pasa a tu personaje.

    Gracias por hacernos pensar, disfrutar con tus letras y de alguna manera, viajar.

    Como único pero, te diría que a mi me descoloca la frase de “desconcertado me senté en el suelo muy frio. Me paré.” O sea, si estaba sentado, ya estaba quieto. ¿O te refieres que justo después de sentarse se levantó?
    Y que, para mí, en la parte del viaje al pasado, encuentro muy cercanas las frases de “quiero volver a casa” quizás porque no sé muy bien que información aporta el hecho de que vuelvan a pasar carromatos y él no entienda nada, es como que eso me descuelga un poquito de la historia, aunque por otro lado me gustan mucho las imágenes que evocas, como por ejemplo “me contraje, me enrolle en posición fetal…” y tu forma de plasmar la desesperación en el personaje.

    Sin mucho más que añadir, ¡muy felices letras!

    Escrito el 22 abril 2019 a las 12:36
  4. 4. Amadeo dice:

    My agradecido por los tres comentarios recibidos.
    Los leí, releí y tomé nota de las opiniones, para la re-escritura final
    Cordiales saludos
    Amadeo

    Escrito el 23 abril 2019 a las 12:27
  5. 5. Josè maría dice:

    Hola Amadeo ,muy buena historia he aprendido dos palabras nuevas que por lo menos aqui en España están en desuso,Pero también creo que utilizaste demasiados adjetivos ,te se coló un “el” en la frase “en el no disponer ” creo iria mejor “en no disponer “,repites mi palabra nueva estertor tres veces,la palabra esperar muy cerca de la misma y quise lo mismo .
    Aparte de esto me pareció una buena historia saludos y hasta la próxima mi relato es el 43 por si quieres pasarte vers que también tengo bastantes fallos …

    Escrito el 23 abril 2019 a las 16:12
  6. 6. M.L.Plaza dice:

    Hola Amadeo.
    Gracias por pasar por mi relato.
    El tuyo es muy original. Yo, al cabo de los años, también he llegado a la conclusión de que viajar está sobrevalorado. Lo que más he echado de menos en el relato son los sentimientos del protagonista ante las diferentes épocas: indiferencia ante el futuro y pánico en el pasado. Solo le faltaba que lo hubieran vendido de esclavo.
    Siempre había pensado que se viajaba en el tiempo porque se tenía una conexión especial con algo, pero tu protagonista va y viene sin relación aparente. Solo por viajar.
    -Vi cierta claridad a esperanza, Supongo que ha habido algún fallo.
    El texto, además de original, se lee muy bien. Para mi gusto le sobran algunos adjetivos. Pero eso forma parte del estilo de cada uno.
    Me ha gustado leerte.
    Saludos

    Escrito el 25 abril 2019 a las 18:07
  7. Hola Alejando
    Gracias por pasarte por mi relato. El tuyo me ha gustado mucho, aunque para mi gusto, un poco denso. Se lee bien pero quizá cuentas demasiado en poco espacio. No obstante, es una buena historia y están muy bien colocadas las palabras del reto opcional.
    Felicidades y nos seguiremos leyendo

    Escrito el 26 abril 2019 a las 16:46
  8. 8. María Esther dice:

    Hola Amadeo, leí tu relato y lo encontré bien escrito, fácil de leer.Esos viajes en el tiempo a mí me resultan difíciles, pero veo que a tí se te dio bien tanto que fuiste al futuro y al pasado.Muy bien lograste el reto
    Felicitaciones. Estoy en el 114, si deseas pasar.

    Escrito el 26 abril 2019 a las 23:26

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