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El Mar - por Pánfilo Gil

Bajo la sombra de una palmera mirando el mar, Ulises rasgueaba la guitarra acompañando una melodía lastimera, como queriendo decirle cuanto le amaba y el sufrimiento que le causaba su desdén.
Divisaba el horizonte, donde un espejismo proyectaba la unión entre el firmamento y el mar. Nadó mil veces para tocar el cielo con las manos, pero jamás lo alcanzó; sólo el cansancio detenía su afán. Esa llanura inmensa llanura de agua ejercía sobre él, una atracción patológica que lo convierte en un amante desquiciado. Nadar calmaba sus pesares porque sentía sus caricias.
Desde su atalaya, lo escrutaba con mucha atención; sobretodo las grandes embarcaciones que navegan por todos los mares del mundo, conociendo lugares, estableciendo un contacto permanente que jamás se cansaban de acariciarse. ¡Puros celos!
Allí, estaba él, verde, profundo, retador, enigmático, creador de leyendas, falacias y libros.
Las canciones de Ulises eran dedicatorias exclusivas, llenas de sentimiento; la guitarra, su cómplice, le ayudaba a expresar esa pasión imposible. Esa pasión congénita es un lastre que lo confina a una existencia azarosa, porque es una relación monomaníaca.
Una brisa marina acompañada de un olor a pescado frito lo sacó de su absorta observación, con pasos lentos sobre las olas se marchó a casa. Antes de entrar miró una vez más al horizonte, donde se fusionaba el cielo con el mar. Lo vió enorme, majestuoso y blanco; un velero muy sugestivo, que engalanaba el mar con su estampa de embarcación distinguida. Alelado lo contempló una y otra vez; sin pensarlo dos veces dejó la guitarra y se echó a nadar, mientras más nadaba, más se alejaba la embarcación. Cuanto más próximo estaba de alcanzarlo desapareció la nave. Extenuado regresó a la orilla.
Pasaron varios días de la primera visión, pensó que era su pasión que lo hacía ver espejismos. Pero, no allí estaba frente a sus ojos el regio buque blanco. Lo observó detenidamente, no se lanzó a nadar, esperó, la embarcación se acercaba sin prisa, su blancura contrastaba con el verde mar. A una distancia de una milla marina fondeó, uno de los tripulantes le indicó que se acercara, él temeroso dudaba, la insistencia del tripulante venció la poca resistencia que le quedaba, ansioso se echó a nadar, lo hizo con tanta energía que en poco tiempo cubrió la distancia. Era un buque de tres velas mayores de quince metros de eslora. Abordó aquella obra maestra de la ingeniería naval, un genuino representante de la invención humana. Todo era blanco, lo único negro era él; los pasajeros y tripulantes con una palidez impresionante. Nuevas palabras se anexaron a su paupérrimo vocabulario como: palo mayor, gavias alta y baja, vergas mayor y del trinquete, botavara, etc. Una deliciosa cena fue el broche de oro de un día tan extraño.
El velero surcaba las aguas como si deslizara en un lecho de algodón. Ulises en babor contemplaba su esquiva pasión verde, profundo, tan cerca y tan lejos. Una tranquilidad seráfica lo invadió
Luego de una larga travesía por muchos mares y acompañados de orcas, ballenas, tiburones, delfines y peces arribaron a un puerto de un pequeño pueblo. El lugar estaba habitado por personas altas y paliduchas, que hablaban un idioma enrevesado. Todos los pueblos visitados durante el viaje tenían las mismas características.
Uno de los tripulantes paliduchos, viendo la confusión de Ulises le dijo: – Los habitantes de estos pueblos fueron víctimas de naufragios y reencarnaron en esas personas. ¡ No puede ser! – exclamó Ulises. Tranquilo, anda a la cocina te bebes un té, relájate, que ahora es cuando queda agua por recorrer- remató el tripulante. Se dirigió a la cocina por la infusión. Lo entendió todo, iba al encuentro de sus seres queridos que habían naufragado. Una paz interna transformadora se adueñó de si.
En la orilla de la playa, unas personas con velas encendidas hacían una vigilia por la desaparición de Ulises. Margarita, su madre, lloraba sin consuelo; antes fue su padre, luego su hermano y ahora su hijo, son sus tributos al mar.
Uno de los vigilios se atrevió a decir
– Ulises estaba enamorado del mar y él se lo llevó-

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2 comentarios

  1. 1. Solidsteel dice:

    ¡Hola, Pánfilo Gil!
    Nos cuentas una historia en la cual Ulises anhela el mar, ¿quizás por el recuerdo de los seres queridos que se llevó?, y este sin embargo le rehuye, hasta el momento en el que es el mar quien decide llevarlo, a bordo de un navío, al encuentro de lo que anhelaba. ¡Estupenda metáfora de la vida… y la muerte! ¡Enhorabuena!
    Encuentro varios puntos mejorables en la forma, que te comentaré a continuación, con el ánimo de ayudarte a perfilar
    la comprensión del relato:
    1.- Debes tener cuidado a la hora de usar la puntuación, para transmitir correctamente el mensaje que buscas. Por ejemplo: “Bajo la sombra de una palmera mirando el mar, Ulises rasgueaba la guitarra”. Si te das cuenta, se puede pensar que es la palmera la que mira el mar, lo que solucionas facilmente añadiendo una “,”: “Bajo la sombra de una palmera, mirando el mar, Ulises rasgueaba la guitarra”. También puedes ver un ejemplo en: “Pero, no allí estaba frente a sus ojos el regio buque blanco”, sentencia en la que podríamos entender que no estaba el buque ante sus ojos, por lo que seguramente se ajustará más a tu intención si lo escribes así: “Pero no, allí estaba frente a sus ojos el regio buque blanco.”
    2.- Parece que en la revisión se te ha pasado eliminar una palabra duplicada, algo que nos puede pasar facilmente: “Esa (llanura) inmensa llanura de agua”.
    3.- Igualmente es interesante prestar atención a las concordancias en los tiempos verbales: “Esa llanura inmensa llanura de agua ejercía sobre él, una atracción patológica que lo convierte en un amante desquiciado.”. Si te das cuenta, quedaría mejor así: “Esa inmensa llanura de agua ejercía sobre él una atracción patológica que lo convertía en un amante desquiciado.”
    Espero que estas apreciaciones te sean útiles. Como ves, se trata en todos los casos de cosas que puedes subsanar facilmente con una revisión tranquila, lo cuál se suele hacer mejor dejando pasar un tiempo desde terminas de escribir el relato.
    ¡Enhorabuena nuevamente!

    Escrito el 18 abril 2019 a las 10:13
  2. 2. rafael mendoza dice:

    Hola, Pánfilo.
    Me gustó tu cuento. Concuerdo con Solidsteel y agrego que debes poner más atención a los guiones de diálogo pues el penúltimo párrafo es un poco confuso: …Ulises le dijo:-Los habitantes de estos pueblos fueron víctimas de naufragios y reencarnaron en esas personas. ¡No puede ser!-exclamó Ulises. Creo que estaría mejor… Ulises le dijo: -Los habitantes de estos pueblos fueron víctimas de naufragios y reencarnaron en esas personas-. ¡No puede ser! -Exclamó Ulises-. Tranquilo, anda a la cocina, bebes una infusión y te relajas, que ahora es cuando queda agua por recorrer -remató el tripulante.
    El final del cuarto párrafo es confuso, me parece innecesaria la frase “Esapasión congénita es un lastre que lo confina a una existencia azarosa, porque es una relación monomaníaca”.
    Repito, me gustó mucho y la atmosfera que creas es magnífica.

    Escrito el 18 abril 2019 a las 22:05

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