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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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Santa María de la Mar - por Hugo

Llevaban horas charlando en la cocina del rancho. Comenzaron a la tarde, reviviendo historias de cuando habían sido pescadores, mientras tomaban unos mates. Continuaron durante la cena con un tema siempre postergado: ¿qué hacer con la Santa María de la Mar? Llevaba años abandonada en la costa, para entretenimiento de los niños que jugaban a los piratas: unos intentando abordarla, otros defendiéndola. A pesar de las dificultades económicas, no querían venderla. Decidieron dejarla allí, como testimonio de lo vivido. Pasada la medianoche, amortiguaban los recuerdos con sorbos de ginebra.

— ¡Flor de chubasco! Vas a tener que quedarte a dormir acá —dijo Robustiano, sin obtener respuesta.
Casimiro, después de un prolongado silencio, con la vista clavada en las conchas incrustadas en el piso de cemento alisado, trajo el recuerdo:
—Era una noche como esta, ¿te acordás?
—Claro, hombre, pasarán varias vidas y siempre me parecerá que ocurrió ayer.
—Pudo sucederle a cualquiera, pero le tocó a él. Pobre Lalo.

Cuando eran niños solían acompañar a sus padres mar adentro, así aprendieron el oficio: no solo a pescar, también a orientarse con las estrellas y a navegar en aguas turbulentas. Los conocimientos se transmitían de generación en generación. Los días libres jugaban con la pelota en la playa y aprendían a nadar. Ya de muchachos, construyeron una embarcación, poco más grande que un bote. La hicieron con ayuda de un vecino calafateador. Lalo insistió en llamarla Santa María de la Mar, como la de su bisabuelo. Casimiro estuvo de acuerdo, su abuela le había contado que de pequeña iba todos los días a la basílica, para pedir que su padre regresara sano y salvo. Robustiano no tenía un motivo, pero le gustaba el nombre.

Juraron no regresar jamás con la barca vacía, y obtener una buena pieza antes de poner proa hacia la costa. Eran muy unidos, trabajaban como si fueran un solo hombre, a veces, un mínimo gesto bastaba para entenderse. Con el paso del tiempo, su fama de buenos pescadores trascendió los límites del pueblo.

Aquel día, soleado y sin viento, el mar parecía de aceite; todo presagiaba una buena pesca. A poco de navegar el sedal más grueso se tensó, Lalo intentó recogerlo; por la rigidez intuyó que podría cortarse. Era evidente: un pez muy grande había mordido el anzuelo. Liberó el carrete y lo dejó alejarse; por la inclinación de la línea supo que iba hacia aguas profundas. Cuando el rollo se acabó, lo aseguró al bote y se dejaron llevar por el pez. Lalo controlaba la cuerda y los otros remaban en dirección contraria para cansarlo más rápido. Luego se alternaban.

Al atardecer estaban muy lejos de la costa. Soplaba viento del sudeste, el cielo se cubrió de nubes y comenzó a llover. Casimiro tanteó el sedal con el pulgar y el índice: seguía tenso. Pronto llegó la noche. El mar agitado sacudía la barca al ritmo impuesto por las olas.

—Cortálo. Hay que dominar el bote —dijo Robustiano.
— ¿Estás loco? ¿Vamos a volver sin nada? —respondió Lalo mientras tomaba de vuelta el control de la pesca.

Ya no estaba tenso. Todo le indicaba que se había cortado, pero prefería pensar que quizás, cansado de arrastrarlos, el pez podría haber cambiado de dirección y estuviese yendo hacia ellos.
—Remen rumbo al oeste. Yo recojo —dijo Lalo, aun con esperanzas.

Un golpe fuerte en estribor sacudió la nave; Robustiano estaba mirando la brújula, perdió el equilibrio y cayó al agua. Sus amigos no lo veían, tampoco lo escuchaban. Casimiro barría el mar con el remo; Lalo vio un bulto y le arrojó el salvavidas, como no lo agarraba se tiró al agua. Apresado en las mandíbulas del tiburón, desapareció en las profundidades.

—Allá, sobre el armario está su foto. Siempre le pongo flores —dijo Robustiano.

Casimiro seguía con la mirada perdida entre las caracolas del piso. Levantó la cabeza, miró primero la foto y después a los ojos del amigo. No hubo palabras, se levantaron, tomaron las margaritas del florero y salieron a la intemperie. Caminaron a tientas bajo la lluvia hasta el borde del barranco. Dividieron el ramo en dos, siempre en silencio, por turno y a intervalos, las dejaban caer de a una. Cada flor, una oración.

Las olas, pertinaces, rompían contra el acantilado; el rumor del mar parecía contarles cosas que sucedían en algún lugar de su inmensa extensión.

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12 comentarios

  1. 1. Yoli dice:

    Hola Hugo

    Me corresponde leer tu texto.

    Una bonita historia de amistad.

    Haces buen uso de los guiones largos, sin embargo noto que cuando le sigue un signo dejas espacio, no hay que dejar ese espacio.

    — ¡Flor
    — ¿Estás loco?

    Gracias por permitirme aprender con tus letras. Te invito a leerme cuento #31 “Dios no puede venir a la Tierra” y participa en el reto https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-60

    Saludos!
    (¯`•¸•´¯)YOLI(¯`•¸•´¯)

    Escrito el 17 abril 2019 a las 20:16
  2. 2. Miguel Rojas dice:

    Hola Hugo.

    Tu relato me parece que está muy bien escrito, salvo por los errores que comenta Yoli. Por el lenguaje usado, imagino que la historia se desarrolla en algún país sudamericano. ¿Eres de por allá? Ah, otro detalle: me parece que cuando Robustiano grita “cortálo”, esa palabra debería ir sin acento (cortalo). El énfasis de los verbos imperativos por esos lares pone la fuerza en la penúltima sílaba, mas no debería ir el acento ortográfico dado que la palabra termina en vocal. Aquí, en cambio, diríamos “córtalo”, en esdrújula.

    El relato en sí me gusta mucho. Dos amigos recuerdan a un tercero que se fue en la noche que decidieron ir a cazar a un tiburón. Este ladeó la embarcación y se llevó a Lalo. Al final, como habían jurado no regresar sin nada, dejaron encallada la embarcación en la costa. Percibo cómo recuerdan a su amigo después de tanto tiempo, como si aún fuera reciente, como si el mar les estuviera contando la historia de lo que alguna vez fueron.

    Escrito el 17 abril 2019 a las 22:09
  3. 3. Solidsteel dice:

    ¡Hola, Hugo!
    Una historia muy emotiva y nostálgica, como las que suele evocar el mar, escrita con mucho gusto ¡Enhorabuena!
    Como apreciación, sólo revisaría algo la puntuación, como en: “trabajaban como si fueran un solo hombre, a veces, un mínimo gesto bastaba para entenderse.”, dónde cambiaría “,” por “.”, lo que me parece que clarifica un poco la compresión: “trabajaban como si fueran un solo hombre. A veces, un mínimo gesto bastaba para entenderse.”
    ¡Enhorabuena por el relato!

    Escrito el 18 abril 2019 a las 08:39
  4. 4. HUGO dice:

    Yoli, Miguel Rojas y Solidsteel:
    Muchas gracias por haber comentado mi texto.
    Todas las observaciones que me hicieron son correctas y me place que hayan advertido esos errores. Con cada corrección aprendo un poquito más.
    Hasta pronto.
    Hugo

    Escrito el 18 abril 2019 a las 20:07
  5. 5. Rafa Frisby dice:

    Me gustan los relatos que me recuerdan novelas que en su momento me cautivaron, aun siendo diferentes. Buena esa de que resultara ser un tiburón, lo deduje por el reto, claro, pero igual, impacta.

    Escrito el 19 abril 2019 a las 04:44
  6. 6. M.L.Plaza dice:

    Hola Hugo.
    Una historia muy bonita y muy bien narrada.
    Este mes estuve documentándome sobre tiburones para mi historia, que al final no escribí. Leí que un tiburón había atacado a un turista en Isla Margarita. Un zoologo explicaba que los tiburones no atacan a las personas expresamente; solo, cuando las confunden con sus presas habituales, les dan un primer mordisco pero las sueltan enseguida porque se dan cuenta de que no es la carne que les gusta. Lo que pasa es que el primer mordisco puede ser devastador. El experto decía que el cine ha destrozado la imagen del tiburón, que no es, ni remotamente, tan fiero como pensamos.
    Me quedé boquiabierta porque yo tengo de los tiburones la imagen que tu has descrito tan bien.
    Creía que el de pescador era un oficio para toda la vida. ¿A qué se dedican tus personajes? Me ha encantado la imagen que la Santa María de la Mar haya acabado sus días como escuela de piratas. Me parece un destino muy digno para ella.
    Me ha encantado el relato.
    Saludos

    Escrito el 19 abril 2019 a las 05:14
  7. 7. Osvaldo Vela dice:

    Hola Hugo.

    Otra historia tuya en la cual hay que soslayarse con interés para descubrir el contenido literario que muestra.

    Una historia que te permite profundizar en la entereza honorable de los personajes. El respeto eterno a una amistad que la desgracia no destruyó sino que la fortaleció.

    Tu relato, yo como lector, me dejó un sabor dulce en la boca, y como persona una enseñanza para trasmitir a quienes vienen detrás.

    Te felicito y gracias.

    Un abrazo.

    Escrito el 20 abril 2019 a las 05:57
  8. 8. Florencia M dice:

    Precioso Hugo. No tengo mucho que aportarte, solo que me encantó. Por momentos me hizo acordar a El viejo y el mar. Te seguiré leyendo.

    Hasta la próxima!
    Florencia

    Escrito el 22 abril 2019 a las 10:08
  9. 9. Laura dice:

    Hola Hugo.
    Disfruté de tu relato, desde el principio al fin.

    Mis saludos.
    Hasta la próxima propuesta.

    Escrito el 22 abril 2019 a las 10:36
  10. 10. HUGO dice:

    Muchas gracias a todos/as por comentar mi relato.

    Florencia y Rafa Frisby:
    Es correcto que hay intertextualidad con el cuento de Ernest Hemingway. Creo que cuando escribimos, intentamos hacernos un lugar en la literatura, nos miramos en ella, tomamos modelos y al mismo tiempo dejamos nuestro sello singular.
    La intertextualidad es una característica de la obra literaria en general, que a veces se hace ostensible y deliberada y a veces es muy poco evidente, pero siempre está. Como ejemplo tenemos el caso de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha donde Cervantes parodia el género de novela de caballería, tan popular en aquellos tiempos.

    M.L.Plaza:
    Gracias por la aclaración sobre el tiburón. El mío, en particular, creo que no podía comer porque se lo impedía el anzuelo, pero sí pudo apresar a Lalo y llevarlo a la profundidad del mar.
    “Creía que el de pescador era un oficio para toda la vida. ¿A qué se dedican tus personajes?”
    Esto no lo puedo responder en un texto de 750 palabras, además no tendría sentido porque no hace a la esencia del relato. Si fuera un cuento largo o una novela corta, lo tendría en consideración.

    Laura y Osvaldo:
    Me alegro mucho de que hayan disfrutado el relato
    Nos seguiremos leyendo.
    Hugo

    Escrito el 23 abril 2019 a las 20:11
  11. 11. Raa dice:

    Hugo, tu cuento es hermoso, las imágenes del mar, la del suelo incrustado de conchas, los lobos de mar arrojando las margaritas por turno en oración. La historia de una amistad empapada de belleza y sal, la resignación frente a una naturaleza prodiosa y todopoderosa.
    Gracias por compartirlo, la narración y el ritmo desaparecen frente a la fuerza del relato.

    Escrito el 29 abril 2019 a las 13:32
  12. 12. María Jesús dice:

    Hola Hugo: Me ha gustado mucho tu relato cargado de nostalgia y tristeza por la muerte de un amigo. No le pongo ninguna pega, a mí me ha parecido que está muy bien escrito y se lee con interés.
    Saludos desde el 65.

    Escrito el 29 abril 2019 a las 14:54

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