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Obdulia - por Patricia Redondo

Obdulia llevaba en casa desde antes que yo naciera. Yo creo que era familiar lejano de mi madre, pero esta, como les sucede a algunas personas que van de la pobreza a la clase acomodada, en su afán de ocultar su origen humilde, negó siempre con rotundidad cualquier tipo de parentesco con aquel ser enjuto, renegrido y casi analfabeto.
Como fuere La Obdulia, así se autodenominaba nuestra extraña tata, vino a casa para echar una mano. Vivía casi permanente entre la cocina y un cuartito al lado de la misma, y apenas pisaba la calle, lo que no era extraño a su hacer, pues de pequeña había vivido practicamente recluida en su casa del pueblo.
No sé que extraña enfermedad le afectó el habla y mermó ciertas capacidades, aunque no era nada tonta. Quizá ahora habría sido educada, y habría podido llevar una vida autónoma, pero en su tiempo ciertas minusvalías eran ocultadas por considerarse vergonzantes, casi pecaminosas. Como si el mal rebelara cierto pecado de los progenitores por el que los hijos habían de pagar.
Lo que llamaba la atención del aya era que, aun así, había desarrollado una serie de teorías extravagantes, tan fantásticas que yo, de chica, no me cansaba de oirlas y volvía una y otra vez a su cuartito para pedirle que me las repitiera, cosa que ella hacía con placer y sin descanso.
Una de estas conjeturas era la que llamaba “de los hominidóculos”. Sostenía que si se dejaba que el esperma de un hombre se pudriera durante cuarenta días en un vaso sellado, pasado este tiempo salía un hombre minúsculo, transparente y de cuerpo menudo. Si se le cuidaba y alimentaba con sangre humana las cincuenta semanas posteriors, podría llegar a convertirse en un niño completo.
En cierta ocasión, mientras veíamos un documental sobre tiburones en television, Obdulia, muy seria, afirmó que, para vivir, esos peces tenían que mantenerse constantemente en movimiento y alimentarse de continuo , de ahí su fabulosa voracidad. Y que sus escamas ocultaban las largas filas de dientes que despues veíamos en su boca , a fin de que nunca se agotaran.
Pero mi favorita era la que hablaba del mundo de las margaritas. Existía según decía, en el universo, un planeta similar al nuestro, en el que no había nubes y unicamente estaba poblado por estas flores. El humor de los habitantes cambiaba según el color de estas. En principio las chiribitas , como las llamaba ella, eran negras y los hombres eran hoscos y taciturnos, no se trataban entre ellos y vivian completamente aislados unos de otros. Cuando aparecieron las margaritas blancas surgieron los sentimientos de pureza e inocencia. Con las amarillas la alegría. Con las moradas el amor etc. etc. Y así es como fue creándose el complejo mundo de emociones y relaciones humanas.
Mi credulidad era tal que, para burla y regocijo de mis hermanos , no tardé en llevar a la escuela y defender a capa y espada, estas creencias fabulosas. Esto provocó severas regañinas de mis profesores y que acabaran llamando la atención a mis padres sobre el tema. Mi madre prohibió terminante a Obdulia que volviera a relatarme “semejantes chifladuras y disparates”, prohibición que pasó sin pena ni gloria , pues la imaginación y la verborrea de la tata eran inagotables y desbordantes.
Lo cierto es que no hubiera hecho falta el veto de mamá pues con el tiempo mi candidez fue disminuyendo al igual que el interés por las historias y poco a poco, como todos habíamos hecho , fueron escaseando las visitas al cuartito.
Cuando todos habíamos dejado la casa de mis padres Obdulia siguió allí con ellos. Cada vez más arrugada, cada vez más pequeñita, pero no disminuían el brillo pícaro de sus ojos ni sus estrambóticos cuentos, que ya no relataba para nadie excepto para sí misma, con voz queda, en un murmullo casi constante.
Estando yo trabajando en Barcelona recibí llamada de mi hermana. Obdulia había sufrido un ictus y se encontraba ingresada y grave. No hablaba, sus ojillos permanecías cerrados, temían por su vida.
No lo dudé , cogí el primer vuelo que pude y me apresuré a ver a la que había sido la cronista más fantástica de mis días de infancia.
Entré en la habitación, me acerqué a su cama y susurré: “Te traje un ramo de margaritas, son blancas y rojas, de las que limpian la sangre y te dan vigor ¿Qué te parece?”. Su mano apretó la mía.

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20 comentarios

  1. 1. IreneR dice:

    Buenas, Patricia.

    Me ha gustado mucho tu relato. Me ha parecido muy tierno y creo que lo has sabido llevar muy bien.

    Solo una cosa, hay muchas comas que están mal puestas, están separadas de la palabra de delante. No sé si es algún tipo de error al subir el texto a la página, pues no pasa con todas.

    Nos leemos.

    Un saludo.

    Escrito el 18 abril 2019 a las 11:56
  2. 2. Pepelu Martín dice:

    Hola:
    ¡Bueno! si por mi fuera, te otorgaría la medalla de oro de creatividad e imaginación… El esperma de un hombre, las escamas ocultan los dientes, el humor que produce el color de las margaritas… En fin, todo válido para crear varios relatos.

    Observaciones: Debe evitarse colocar punto y seguido para poner a continuación Y, evita poner etc. etc. quizá mejor una sola vez etcétera. Ojo con las tildes: televisión, después, únicamente. “parentesco con aquel ser enjuto, renegrido y casi analfabeto” ¿se refiere a su madre?
    No dejes un espacio y después poner coma, la coma va pegada a la última palabra. Atención con repetición de palabras en fragmentos cortos, la riqueza léxica es buscar otra palabra equivalente. “vigor ¿Qué te parece?” Al no poner punto después de vigor, evitar la mayúscula de la interrogativa.

    El contenido excelente. Las formas… Para eso están los correctores…
    Con mi mejor voluntad de ayudarnos.

    Un saludo

    Escrito el 18 abril 2019 a las 12:11
  3. 3. Florencia M dice:

    Hola Patricia,

    Una buena historia, con un personaje principal muy interesante y bien elegido el narrador. También concuerdo que tienes cosas que corregir en la forma.

    Felicitaciones, hasta la próxima!
    Florencia

    Escrito el 18 abril 2019 a las 16:30
  4. 4. Patricia Redondo dice:

    Gracias a los tres por la lectura y comentarios! Lo cierto es que este mes me costó mucho participar en el taller, y cuando por fin conseguí armar un relato medio decente en el contenido, lo envié y descuidé la forma , cosa en la que nunca reparo lo suficiente, así que vuestros consejos me vienen muy bien. En cuanto pueda me paso por vuestros relatos. Paciencia que ando de vacaciones y sin ordenador y esto de andar manejándome con el móvil me cuesta.
    Saludos!

    Escrito el 18 abril 2019 a las 20:34
  5. 5. Pepe dice:

    Hola Patricia,

    Me ha costado más bien nada sumergirme en tu relato y dejarme llevar por su magia. ¡Bendita imaginación! Me he visto convertido en niño escuchando y creyéndome esas fantásticas intrahistorias de Obdulia.

    En cuanto al relato en general me parece muy bien construido y con una fluidez que no decae en cada una de las secuencias.

    Coincido con los compañeros en cuanto a la forma, pero es solo parte de una edición y pulido de menos que en nada desmerece tu extraordinario trabajo.

    Felicidades, un saludo y nos leemos!!!

    Escrito el 18 abril 2019 a las 21:56
  6. 6. M.L.Plaza dice:

    Hola, Patricia.
    Muchas gracias por pasarte el mes pasado y este por mis relatos.
    Preciosa la historia de Obdulia. Que suerte tuvieron los niños que crecieron escuchando las historias de sus tatas.
    He visto que repites varias palabras muy seguidas. Nada más empezar, yo. Pero la estructura es estupenda y el relato avanza agilmente. Me ha gustado mucho que las margaritas rojas (no las he visto en mi vida) limpien la sangre y den vigor.
    Ha sido un verdadero placer conocer a Obdulia.
    Que tengas unas vacaciones estupendas.
    Saludos

    Escrito el 18 abril 2019 a las 23:13
  7. 7. Laura dice:

    Hola Patricia.
    Yo también me sumergí en tu relato, y te felicito por la imaginaciòn con relaciòn a todas las historias de Obdulia. Me ha encantado.
    Ten en cuenta los detalles señalados.

    Mis saludos.
    Hasta la próxima propuesta.

    Escrito el 19 abril 2019 a las 12:17
  8. 8. María Esther dice:

    Hola Patricia, me ha gustado el relato de Obdulia,personaje que al principio presentas muy oscuro y apagado, para luego mostrarlo desbordante de ingenio e imaginación.Aunque lo encuentro un poco exagerado,( en lo del planeta de las margaritas)porque tu la defines como “casi analfabeta”, y más adelante dices que a consecuencia de “una rara enfermedad, que le había afectado el habla y disminuido ciertas capacidades”…
    Bueno, en mi opinión, creo que eso le resta credibilidad al personaje.Para mí estaba muy bien construido sin esas dos características negativas. Igual podía poseer una gran imaginación.
    Me gustó el final con las margaritas rojas y blancas.
    Curioso, mi cuento finaliza con un ramo de margaritas blancas.
    Felicitaciones.

    Escrito el 19 abril 2019 a las 20:49
  9. 9. Sr. Rosado dice:

    Que final épico y tierno al mismo tiempo!
    Realmente amé tu relato, muy creativo y bien ambientado. Se nota que te falto un poco de paciencia para corregir ciertos detalles que ya te marcaron arriba, pero de todas maneras estos mismos no comprometen esta hermosa historia.
    Saludos ! Mi relato es el primero, si tené ganas pasate!

    Escrito el 20 abril 2019 a las 08:29
  10. 10. Conrad Crad dice:

    Hola, Patricia
    Precioso tu relato, quien mas quien menos, todos hemos tenido en nuestra infancia a alguien que ha llenado la cabeza de historias que han desatado nuestra imaginación. Estoy como tú, de vacaciones y sin ordenador, así que te mando un abrazo y hasta la próxima

    Escrito el 20 abril 2019 a las 15:17
  11. 11. JUANA MEDINA dice:

    Hola Patricia,
    Relato conmovedor en el que muchos encontrarán similitudes con la propia infancia. ¿Quién no ha tenido su Obdulia?.
    Ya te han señalado lo que puede mejorarse.
    Aunque el relato en sí no tiene nada que ver, el papel que juegan las margaritas se parece al que juegan en el mío.
    Me ha encantado.
    Un abrazo

    Escrito el 20 abril 2019 a las 17:40
  12. Patricia:
    Maravillosa imaginación la de Obdulia, o sea, la tuya.
    Se encanta uno recorriendo las descripciones de las fábulas de esa mujer, presentadas con tan buena ilación.
    Enternecedor ese retorno final a la mujer que te dio (a la protagonista, quiero decir) alas para remontar el aburridor mundo de las rutinas, de las aceptaciones.
    Los aspectos de forma ya te los señalaron los anteriores comentadores.
    Saludos.

    Escrito el 21 abril 2019 a las 03:09
  13. Aquí solo quiero marcar que me interesa recibir nuevos comentarios a esta entrada (había omitido la marquita).

    Escrito el 21 abril 2019 a las 03:10
  14. Hola Patricia, voy a por tu Obdulia con el primer cafecito del día.
    Has hecho una crónica de ella de forma cronológica, desde antes de nacer la narradora hasta el adiós de la yaya, y a medida que avanzaba su historia, Obdulia crecía en matices: de confinada ente el cuarto y la cocina, a contadora de cuentos.
    Un poco de precipitación sí que noto en tu relato, faltan algunas tildes, y hay demasiadas palabras terminadas en “mente”. Sobre la aya es femenino y creo que se escribe “la aya” no “el aya” (que me corrijan si estoy equivocada)
    Me gusta especialmente la segunda parte, la de las historias fantásticas, y en lo personal, me recuerda un poco a mi tata (abuela), que siendo casi analfabeta (escribía las letras como sonaban), tenía una potente imaginación y era una narradora nata, como tu estupenda Obdulia.
    Un cordial saludo Patricia.

    Escrito el 21 abril 2019 a las 09:00
  15. 15. ortzaize dice:

    hola Me ha gustado mucho tu imaginacion, contando las fantasias de la tata.
    seguro que los espertos en correcciones estan por nuestros relatos, asi que lo dejamos para que lo examinen.
    saludos.

    Escrito el 21 abril 2019 a las 21:19
  16. 16. Amadeo dice:

    Patricia:
    Me gustó tu texto. Fluido e imaginativo. De acuerdo con un comentario anterior: NO era necesario que Obdulia tuviera una rara enfermedad.
    Con pequeños ajustes, quedará “perfecto”

    Estoy en el 99 por si quieres leerlo y comentar
    Cordiales saludos
    Amadeo

    Escrito el 22 abril 2019 a las 02:37
  17. Para resolver la duda de Isabel Caballlero: La expresión “el aya” es la correcta.
    Por eufonía, las palabras femeninas que comienzan con a acentuada o “ha” acentuada cambian los artículos “la” por “el” y “una” por “un”. El aya, un agua muy sucia, el hacha, el águila.

    Escrito el 22 abril 2019 a las 03:45
  18. “Eufonía”, me lo aprendo. Gracias por la aclaración Carlos Jaime.
    Patricia, disculpas por la corrección incorrecta.

    Este sitio es estupendo 🙂

    Escrito el 22 abril 2019 a las 07:55
  19. 19. El Apuntador Mudo dice:

    Hola Patricia Redondo.

    En lo formal algún desliz que ya te han señalado en comentarios anteriores.

    Como casi a todos los compañeros, tu relato me ha traído margaritas de colores cargadas de imágenes de la infancia. En mi caso, por unos relatos de miedo increíbles, que por supuesto traían a cuestas sus respectivas pesadillas.

    Has sabido acariciar los mecanismos adecuados para sentirnos envueltos, de nuevo, por esa atmósfera que compartimos con la pequeña del relato en algún momento de nuestra vida. Y eso es mérito totalmente tuyo.

    Preciosa, tierna y conmovedora, una historia “auténtica” para escuchar a la luz de una hoguera.

    Me ha gustado el relato, he disfrutado con su lectura y he aprendido.

    Escrito el 23 abril 2019 a las 16:38
  20. 20. El chaval dice:

    Hola Patricia Redondo
    Bonita historia cuando se trata de abuelas o personas mayores que muchas veces hacen su función como tu querida aya.
    Tuve la desgracia de tenerla muy poco tiempo, y recuerdo y explico siempre, que fue mi salvaguarda en todas las ocasiones; las que hice mal y las buenas que ella me dio.
    Felicidades, gracias por tu texto
    Saludos (52)

    Escrito el 25 abril 2019 a las 16:55

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