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Regreso al futuro - por Attica

Cada quince de Octubre vamos a casa de Tiburón a ver “Regreso al futuro”, Pencho, Tato y yo. Es algo que hacemos desde críos: entonces alquilábamos la película y debatíamos sobre maneras de viajar al pasado, convencidos de que lograríamos hacernos ricos con nuestros conocimientos del futuro. Menuda gilipollez. Hace mucho que esas esperanzas quedaron atrás, por eso resulta tan inquietante cuando Pencho alza una carpeta y suelta:

— He encontrado una teoría flipante, tíos.
— ¿Una teoría? —pregunto.
— Sobre los viajes en el tiempo.
— Seguro que sí —se burla Tato.
— ¿No me creéis?
— Lo que creo es que te ha sentado mal el paro. Demasiado tiempo libre.
— ¡Hablo en serio!
— Venga, llama al ascensor. Llegamos tarde.

La casa de Tiburón es un ático de tres plantas en la Gran Vía. Ya antes de que el ama de llaves nos abra la puerta el pestazo a yuppie triunfador se cuela por la rendija, luego se intensifica de camino al despacho en el que nos espera Tiburón, con las piernas apoyadas sobre el escritorio y un puto puro entre los dientes brillantes.

— ¡Ja! —se pone en pie, llenándolo todo de ceniza— ¡Los tres pardillitos! ¡Tato! Pero si has conservado esos cuatro pelos todo un año… Dani, Dani, Dani… —Simula darme un puñetazo en la barriga, que dejó de ser plana hace mucho tiempo— ¡Y el canijo de Pencho! ¿Cómo va mi informático favorito?
— Pues he encontrado una teoría…
— Venga, venga, id pasando al salón. Daisy está dando órdenes en la cocina, iré a decirle que habéis llegado —Me guiña un ojo antes de desaparecer por el pasillo.
— Recordadme porqué seguimos quedando con este capullo —susurro.
— Una vez al año…

Cuando Daisy irrumpe en el salón mi corazón se dispara como si me hubieran dado un chute de epinefrina. Verla siempre tiene el mismo efecto en mí.

— ¡Chicos! ¡Venid a mis brazos!
— ¡Margarita! —babea Tato— Estás… preciosa.
— Gracias, Tato. Ya sabes que ahora todos me llaman Daisy —le riñe, riendo— Pencho… Dani…

¿Evita deliberadamente mirarme a los ojos? Por un momento, me pregunto si a ella le ocurre lo mismo que a mí cuando nuestros ojos se encuentran, cada año. Si a ella también la aturde esa extraña sensación, tan parecida a un recuerdo (una casa pequeña, un par de críos correteando, ella y yo charlando, sentados a una mesa) que sólo dura un instante pero que me deja clavado en el suelo, con la boca seca.

— Bueno, bueno —Tiburón nos empuja hacia el pasillo— hora de ver la película.
— Pero tenemos que echar un vistazo a esta teoría…
— Eso no son más que gilipolleces, Pencho —Le arranca la carpeta de las manos y se la pasa al ama de llaves— Deje esto por ahí, ¿quiere?
— ¿Qué haces, tío?
— Ofrecerte un trabajo. Uno de verdad. Resulta que ahora mismo estoy creando una empresa, una idea cojonuda —se golpea la sien con el índice— Una especie de videoclub en línea. Lo voy a llamar Netflix, y va a ser la caña.
— No le veo mucho futuro… —susurra Tato.

Yo me encojo de hombros. No es la primera vez que pensamos eso, y sin embargo todas las ideas de Tiburón han tenido éxito, desde aquella de crear una red social en internet, por la que nadie daba un duro, hasta la que le llevó a escribir su libro más vendido, “El código Da Vinci”.

— Es injusto —le digo a Tato mientras seguimos a los demás hacia la sala de cine— Siempre fue el más gilipollas de todos nosotros.
— Un gilipollas con suerte.

Ocupamos nuestras butacas al lado de Pencho, que nos mira con los ojos abiertos.

— ¡Seis mil al mes! Me ha dicho que me pagará seis mil al mes…
— Enhorabuena, tío.
— Y me ha quitado la carpeta…
— ¿Qué más da?

Las luces se apagan, y aprovecho la penumbra para recorrer con los ojos el contorno de Daisy, sentada delante de mí. Por algún motivo, los instantes que paso junto a esta mujer me resultan más reales que el resto de mis días, como si ella y yo, en otra vida… Qué absurdo. Y enfermizo. Esto tiene que acabar.

— Voy a ir a por la carpeta, tíos…
— Pencho —lo corto con brusquedad, como si me reprendiera a mí mismo— Siéntate. Seis mil al mes, ¿qué importa la carpeta?
— Supongo que tienes razón…

Pues sí, me digo, pero ojalá no la tuviera. Ojalá esa teoría fuese real, y todavía pudiera ocurrir cualquier cosa. Ojalá Marty y Doc no fuesen los únicos capaces de viajar en el tiempo.

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6 comentarios

  1. 1. HUGO dice:

    Hola Attica:
    Es la primera vez que te leo. Buen relato en primera persona y en tiempo presente. Dani es el único personaje que nos habla en estilo indirecto, el resto (Tiburón, Margarita, Pencho y Tato) lo hacen en estilo directo, mediante los diálogos, de los cuales también participa Dani.

    Me parece más un relato realista que uno fantástico. Quizás porque no logro ver que cumpla con el reto adicional del viajero en el tiempo. Entiendo la idea y creo que el límite de las 750 palabras te jugó en contra para poder desarrollarla y solo se manifiesta en dos párrafos:

    “Si a ella también la aturde esa extraña sensación, tan parecida a un recuerdo (una casa pequeña, un par de críos correteando, ella y yo charlando, sentados a una mesa) que sólo dura un instante…”

    “Por algún motivo, los instantes que paso junto a esta mujer me resultan más reales que el resto de mis días, como si ella y yo, en otra vida…”

    Es evidente que a Dani siempre le ha gustado Margarita (y creo que Tiburón lo sabe, por eso le guiña un ojo cuando se va por el pasillo para avisarle que han llegado) pero ella eligió un “triunfador” (“el pestazo a yuppie triunfador se cuela por la rendija, luego se intensifica de camino al despacho en el que nos espera Tiburón”) y hasta se cambió el nombre de Margarita por Daisy.

    Y se percibe cierto resentimiento en Dani cuando dice:

    “— Recordadme porqué seguimos quedando con este capullo”

    Pero volviendo a esa sensación/recuerdo de que hayan formado una familia en otra vida, eso no llega a ser un viaje en el tiempo, quizás, y desde un punto de vista realista, sea solo un viaje en la imaginación de Dani.

    El título y el último párrafo se refieren a la película del mismo nombre para transmitir que Dani, en lo más íntimo, también quisiera poder viajar en el tiempo hacia esa vida anterior que cree haber compartido con ella. Pero eso nunca lo sabrá porque (y ya desde lo fantástico) desechó la carpeta con la teoría de Pencho y se quedará para siempre solo con la sensación/recuerdo.

    Se me ocurre que una forma de ganar palabras, para poder desarrollar un relato que cumpla con la consigna del viajero en el tiempo, podría ser utilizando menos personajes. Creo que cinco son demasiados para una página y media. No hay manera de darlos a conocer a todos en tan poco espacio, y como a los personajes los das a conocer por los diálogos, te insumen demasiadas palabras (hay 355 en los diálogos).

    Esta es mi interpretación, no sé si fue tu intención. Por otra parte desde lo sintáctico está muy bien narrado, tiene buen ritmo y no hay repeticiones ni sobreentendidos. Se nota que lo has trabajado bastante en el proceso de revisión.

    Te comento algunas cosas que vi:

    “— ¡Ja! —se pone en pie, llenándolo todo de ceniza…” En el inciso, al no ser un verbo dicendi , “Se pone” tendría que ir con mayúsculas.

    “Por un momento, me pregunto si a ella le ocurre lo mismo que a mí cuando nuestros ojos se encuentran (,) cada año.” Quitaría esa coma porque corta el ritmo de la narración.

    “— Bueno, bueno —Tiburón nos empuja hacia el pasillo— [,] hora de ver la película.” Creo que está faltando la coma después del inciso.

    “— Eso no son más que gilipolleces, Pencho” No hay concordancia en género y número, porque se refiere a la teoría (Esa / Esas) (es /son).

    “Lo voy a llamar Netflix” y “…a escribir su libro más vendido, “El código Da Vinci”.” Me hizo ruido que Tiburón sea el creador de Netflix y que haya escrito ese libro cuando todos sabemos que no es así. Tampoco lo veo como una ironía.

    “Ocupamos nuestras butacas al lado de Pencho, que nos mira con los ojos abiertos” Aquí estaría faltando una comparación (con los ojos abiertos como…, el as de oro, por ejemplo) porque si no con que otra cosa podría mirar que no sea con los ojos, y menos si estuvieran cerrados.

    “— Pencho —lo corto con brusquedad, como si me reprendiera a mí mismo— [.] Siéntate. Seis mil al mes, ¿qué importa la carpeta?” Falta el punto después del inciso.

    Como verás estos comentarios son pequeñeces y además no soy dueño de la verdad, puedo estar equivocado en algunas de las observaciones.

    Fue un placer leerte y me gustaría que, si tienes tiempo, te pases por mi relato.
    Abrazo.
    Hugo

    Escrito el 18 abril 2019 a las 02:47
  2. 2. Solidsteel dice:

    ¡Hola, Attica!
    Me encanta tu relato, el ritmo que le das y tu forma de trabajar los diálogos. Consigues que, con toda naturalidad, veamos las distintas personalidades que entran en escena y asumamos que tienen una relación de muchos años, con sus cosas buenas y sus malas…
    En la forma, nada que añadir a lo que te ha comentado el compañero, al que invito a revisionar regreso al futuro II, para que pueda entender mejor porque en tu relato aparece un viajero en el tiempo, si no he entendido mal tu intención…
    Finalmente, sólo me gustaría dejarte una reflexión: Parece que tu protagonista desea vehementemente, año tras año, no tener razón y que las cosas sean como sueña/recuerda, ¿porque no le permites explorar ese: “Ojalá esa teoría fuese real, y todavía pudiera ocurrir cualquier cosa”, echar un vistazo al contenido de la carpeta y luchar por cambiar sus vidas, como Marty y Doc?
    ¡Saludos y Enhorabuena por un relato divertido, ágil e ingenioso!

    Escrito el 18 abril 2019 a las 07:02
  3. 3. Attica dice:

    Muchas gracias a los dos por vuestros comentarios, tomo nota de todas las correcciones.
    Hugo, en mi relato sí aparece un viajero en el tiempo, de hecho aquello que «te hace ruido» es la clave… Tal vez no lo he trabajado bien y no he sabido dejarlo claro.
    Un saludo, y gracias!

    Escrito el 18 abril 2019 a las 10:08
  4. 4. M.L.Plaza dice:

    Hola Attica.
    Has escrito un relato estupendo aunque hay algo que no acabo de entender. Parece que Dani es el que consigue viajar en el tiempo. Pero me parece demasiado escéptico y desencantado con la posibilidad de viajar.
    Estoy de acuerdo con Hugo en que las referencias a Netflix y al Código le quitan verosimilitud a un texto tan realista. También creo que los dos nombres finales sobran, son demasiados en un relato tan breve.
    Me ha encantado leerte.
    Saludos.

    Escrito el 19 abril 2019 a las 18:56
  5. 5. Toñi Avila (vibe) dice:

    Hola Attica:

    Me ha gustado tu texto por lo realista que parece … si no fuera por lo de Netflix y “el código Da Vinci” que lo estropea, sabiendo su verdadero autor.
    Tampoco veo el viajero en el tiempo, o al menos parece que se rinde , ¿si lo que quiere es volver a la relación con Margarita, por qué desecha la carpeta?
    A pesar de que está bien escrito me faltan algunos huecos por unir.
    Gracias por escribir.

    Escrito el 25 abril 2019 a las 12:56
  6. 6. Rafa dice:

    Hola Attica, me ha gustado tu relato, me parece de lectura ágil y divertida, los personajes MUY BIEN armados (pese a la cantidad y al límite de extensión). Muy bien, reales, convincentes, queribles.
    Hasta el final, justo antes del final, tuve claro que el pelmazo lograba viajar en el tiempo, que ha ía robado las ideas de Facebook, el Código y ahora Netflix, y que había conseguido robarle a Margarita al protagonista… pero el fi al no cierra esa idea, creo que ni siquiera se incinúa (quise insertar el emoji de desilución aquí, me arrepiento).
    Buenísima historia, si estoy equivocado, mis disculpas: yo le daría una vuelta al desenlace, la carpeta no me encaja con esto pero seguro tú lo tienes m@s claro.
    ¡Felicitaciones!

    Escrito el 29 abril 2019 a las 14:13

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