DEMOLICION - por rafael mendoza

DEMOLICION

En dos semanas se realizará la cena anual que el presidente ofrece cada año, y a la que solo invitan a los más importantes miembros de la sociedad: políticos, empresarios, líderes religiosos y algunos pocos extranjeros cuidadosamente seleccionados.

Pedro fue notificado por su jefe con la mayor solemnidad "serás el encargado de los licores, prepárate, no podemos fallar en nada, los mayores tiburones estarán allí" -le dijo-, y le entregó la orden para que retirara el uniforme que luciría esa noche.

-No se porqué no estás agradecido, te han seleccionado entre muchos y lo que ganarás por esa noche de trabajo nos caerá muy bien, pagaremos deudas y compraremos algo de ropa a Jaimito, recuerda que para su cumpleaños no pudimos regalarle nada y estuvo muy triste -dijo su mujer.

-Agradecido. ¿Porqué habría de estarlo? -expresó con disgusto evidente Pedro-, hemos soportado muchas humillaciones y ahora, servirles en su gran cena no me ilusiona y menos a este presidente que es xenófobo declarado.

-Nueve años hace que salimos de Honduras, recuerda las penalidades de la travesía, los "coyotes" que nos robaron el dinero y te abusaron, el trayecto en la "bestia", el nacimiento de nuestro hijo en pleno desierto ¿recuerdas?, tienes mala memoria, yo en cambio no olvido.

-Pero coronamos, fue duro pero coronamos, unos murieron en el intento, otros renunciaron ante la dureza del reto y se devolvieron, nosotros no y aquí estamos -enfatizó Maruja.

-Gran cosa, estamos lejos de la familia, no podemos visitarlos pues sería muy difícil el regreso. Nueve años en este país y nunca nos permitieron legalizarnos, no existimos sino como estadísticas, nos niegan nuestros derechos, nos maltratan y discriminan, cualquier mascota es mas importante que nuestras vidas; la verdad, no se si hicimos bien, cualquier día nos expulsan y tenemos que reiniciar de cero, corremos además el riesgo de que nos separen de nuestro hijo. Es muy poco lo que hemos logrado. Y para colmo, ahora tengo que servirle al peor, al que va a levantar un muro.

-Ya vendrán mejores tiempos, debes tener paciencia, con la ayuda de Dios nuestra situación mejorará, este puede ser el comienzo -opinó Maruja

No me hables de Dios, el también discrimina -dijo Pedro con amargura-, las oportunidades se las da al que no necesita, a nosotros nada, paciencia es lo que hemos tenido y ¿para qué?

-Debes agradecer que tu jefe te tuvo en cuenta, todo va a mejorar, estoy segura.

El jefe le entregó a Pedro la lista de licores disponibles para la ocasión: vinos y champaña de las mejores marcas. "Haz los cálculos -le dijo-,que no falte nada, revisa los vasos y copas que requieres, ¡que no falte nada, Pedro!, y repasa la etiqueta con el personal que te ayudará".

En los días previos a la cena Pedro fue cambiando su actitud, se mostró contento y diligente, no dejó nada al azar y con una sonrisa amable impartía instrucciones a sus colaboradores.

La noche esperada llegó, Pedro se miró al espejo, corrigió el corbatín, repaso el peinado y se despidió de Maruja, quien le bendijo y deseo suerte; salió sonriente hacia la Casa Blanca, se sentía tranquilo, sus temores habían cesado; al llegar convocó a sus colaboradores y les dio instrucciones: para el momento del brindis presidencial todas las copas tenían que estar servidas y dispuestas adecuadamente en cada lugar, él mismo se encargaría de llenar la copa del presidente y designó a dos de ellos para servir al comensal situado a cada lado del mandatario. Les repitió lentamente: "en el momento del ofrecimiento del presidente deben hacerse invisibles"

-Miró a través de la ventanilla de la puerta que los separaba del salón principal, observó a los invitados acomodarse y cuando el presidente hizo su entrada, todos de pie aplaudiendo. Titubeo y sintió que la frente se la bañaba en sudor, igual sus manos, tomó aire y ordenó, "vamos, concentrados, que nada falle".

-Bien, todo salió bien -dijo respondiendo a Maruja que lo esperó despierta y expectante.

Pero, acaban de informar que el presidente enfermó y fue trasladado al hospital -comentó Maruja con preocupación.

No son mas que chismes de cocina, eso son los noticieros, alarmistas. ¿Qué más han dicho? -interrogó Pedro fingiendo poco interés.

-¡Escucha! -exclamó alarmada-, acaba de morir.

Pedro entre tanto sirvió dos margaritas -no habrá muro, musitó-, le alcanzó una copa y gritó: ¡Salud!

FIN