Noche de Sábado - por erodosaine

El autor/a de este texto es menor de edad

“No es muy buen nombre.” Juana asintió, completamente de acuerdo.
“¿Tiburón?”
“Ese es peor.”
Podían escucharse las peleas entre Juan y Tomi al otro lado de la habitación, acompañadas de los ruidos que soltaba el juego de Play. Por un segundo consideró pedirles su opinión, pero entre los tres compañeros de cuarto compartían seis neuronas, que apenas servían para lavar la ropa, pedir una pizza, y pensar un par de insultos graciosos con los cuales atacarse cuando estaban ganándole a alguno en los jueguitos.
Flor pensó en aquella cita doble que había rechazado, y en cómo Juana debería agradecerle a dios por haberle dado una increíble mejor amiga.
“¿No se te ocurre nada a vos, Flor?” le preguntó Juana, colgada del brazo de su novio. Hace un mes y medio que empezaron a salir, y desde el principio supo que su amiga se había enganchado con un inútil, y que, no importa qué le diga, Juana no iba a hacerle caso, porque estaba enamoradísima.
Al menos, no podía negar que estaba bueno. Y el hecho de que fuera bartender le sumaba bastantes puntos.
Sus compañeros de cuarto también; jugaban todos juntos en Racing, y estaban más marcados que caja de ravioles. Fantaseó un poco con la idea de cogerse alguno, aunque primero tenía que asegurarse de que no fueran de esos que después se ponen pesados.
Mientras ella pensaba, Mariano se separó del agarre de su amiga, y dejó la cocina para ir a preguntarle a los otros sobre su opinión. Flor pudo escuchar la conversación apagada:
“¿Nombre de un trago? Margarita”
“Sex and the Beach”
“No, boludos, un nombre nuevo, que el trago lo acabo de inventar yo. Y es Sex on the Beach.”
Flor miró a Juana y volteó los ojos hacia atrás, y su amiga soltó una risita. “Pero es que está potentísimo”, le gesticulo con los labios, y Flor se encogió de hombros, sin poder negarlo.
Cuando Mariano volvió a entrar, Juana lo miró con una sonrisa. “¿Y si es tiburón, pero en inglés? Shark”.
“¡Sos una genia, mi amor!” gritó, corriendo a abrazarla y levantarla. Juana soltó más de sus risitas tontas.
Flor los miró con un poco de envidia, hasta que se dio cuenta qué lo estaba haciendo, y bajó la mirada a su celular.
“Al menos”, pensó. “Espero que este no la lastime.”
Se encaminó al living, para dejar a la pareja sola, antes de que ese abrazo subiera de nivel.
“Háganme un lugar,” les dijo a los dos compañeros de cuarto ocupando el sillón, pero tuvo que esperar a que terminara la partida para que registraran su presencia. Finalmente, terminó por sentarse en el apoyabrazos, y luego de que perdiera, le sacó el control a Juan.
“¿Segura?” le preguntó Tomi con una sonrisa juguetona.
“Cerrá el culo”, dijo, mientras apretaba el botón de play.
Después de la tercera partida ganada, a Flor le comenzó a entrar hambre. “¿Y si pedimos pizza?”
Por supuesto, que no planeaba pagar. No había traído efectivo, sólo su tarjeta de crédito, y los 500 pesos que guardaba siempre en la funda del celular para emergencias (aunque ellos no necesitaban saber eso).
Quizás, después de todo, la noche no iba a ser tan mala. Sólo esperó que los ruidos extraños que estaban saliendo de la cocina, no fueran lo que ella creía.
A veces se preguntaba, por qué era tan increíble mejor amiga.