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El viaje - por Anémona

El viaje

Postrado en un camastro de madera y paja, un jovencísimo pescador, al que apenas le había crecido la pelusilla del bigote, yacía pálido y sudoroso bajo la mirada impotente de su angustiada madre.

La mordedura de una quenlla le había desgarrado una pierna. Con el paso de los días, la gangrena era cada vez más evidente. Ante este escenario, la madre de nuestro joven pescador, juntó todos los maravedíes que pudo y recurrió a los servicios de un cirujano, que practicó la inevitable amputación de la pierna del muchacho; pero este, lejos de mejorar, parecía continuar caminando hacia la muerte.

La desesperada madre rezó a todos los santos pidiendo un milagro y en un momento de iluminación, se acordó de una antigua historia que había oído contar a su abuela. Extasiada hecho a correr hacia el bosque.

— Ya solo me queda este caldero de cobre para poder pagaros, sabia Pamplina. Mi hijo se muere—sollozó la mujer¬—sois nuestro último recurso para salvarlo, vos, que sois tan anciana y sabia…

Pamplina observaba impávida a la suplicante que se agachaba a sus pies. Sin levantarse de su asiento, primero se rascó la maraña de liquen seco que tenía por cabellera, luego parsimoniosa se atusó los cuatro pelos que le crecían en la barbilla y finalmente decidió hablar.

—Tu hijo está en la mejor edad para morirse. Se ahorrará muchos disgustos si no llega a viejo—soltó al anciana desgreñada.

—¡Oh, sabia! Ayudadnos por favor—gimió la mujer.

—Soy el último recurso… ¡El último recurso!, ¿has oído, Belcebú?— masculló indignada Pamplina dirigiéndose al gato mugriento que observaba la escena.

—Mujer— añadió— si salvo a tu hijo, correrá el riesgo de llegar a viejo. Y ya ves lo que nos pasa a los viejos… ¡se olvidan de nosotros!—escupió con rabia.

—Solo quiero que mi hijo siga vivo— suplicó la mujer entre lágrimas.

—Está bien. Haré un conjuro, veré que puedo hacer a cambio de este caldero de cobre con el que pretendes pagarme.

Y con estas palabras, la siniestra carcamal, encaminó su decrépita figura hacia la zona de la estancia que parecía una cocina. Allí entre bichos muertos, cabezas de culebra y amuletos, preparó un emplasto a base de clara de huevo, margaritas secas y aceite de rosas.

—Aplícaselo en el muñón— le indicó Pamplina a la extenuada mujer—quema incienso en casa y dale de beber una infusión de estas hojas milagrosas—añadió—Me las trajo un marinero, en pago por mis servicios, de uno de sus viajes a las Nuevas Indias. Le llaman «coca».

—¿Caca?—titubeó la mujer.

—Coca—corrigió en tono petulante la anciana—para que veáis que también puedo innovar. No tengo mucha práctica en su uso, pero Hernán me dijo, que el chamán que se las dio, le aseguró que hacían viajar hasta a los muertos…—susurró la sabia clavándole su torva mirada.

La mañana era radiante, la primavera vestía los prados de florecillas y solo las cumbres nevadas mantenían el recuerdo del invierno.
Se había obrado un milagro. Todo el mundo estaba contento y sorprendido. La luz entraba a raudales por la ventana de la habitación. Sentado en su cama articulada, don Silvino charlaba con la enfermera encargada de prepararle para el alta.

—Ha regresado usted de milagro del otro mundo, don Silvino.

—Sí, señora, y me encuentro como si hubiese estado muy lejos… y un poco confuso.

— ¡Bah!, normal le hemos administrado mucha medicación, ha estado aquí ingresado más de tres meses y uno de ellos en coma. Es como volver de un largo viaje.

—Parece que haya sido más tiempo. — se rió inquieto Silvino.
La enfermera ayudó al paciente a colocarse la prótesis de la pierna, y a sentarse en la silla de ruedas.

—Por cierto, don Silvino, ¿aún no recuerda cómo perdió usted la pierna?

—Pues, empiezo a recordar, me la desgarró un tiburón, hará una semana— afirmó el anciano con seguridad.

— ¿Cómo dice?— se sorprendió la enfermera— ¡Ah, que bromista es usted! ahora a esperar a que vengan a recogerlo para marcharse.

—Más sorprendido estoy yo, se lo aseguro. Oiga, ¿y …cuantos años dice que tengo?

— Ochenta, ha cumplido ochenta durante el ingreso.

—Vaya… no salgo de mi asombro. Soy un viejo…— susurró Silvino.

— Hacerse viejo es el precio de vivir, don Silvino.

—Y que lo diga…y que lo diga.

—¿Vendrá un carruaje a recogerme?

—No conocía yo su vis cómica don Silvino— se rió la enfermera. Parece usted un hombre de otra época…

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8 comentarios

  1. 1. Eric Milne dice:

    Hola Anémona!
    Este lo usé en otro comentario, pero acá queda todavía mejor: https://bit.ly/2KX67Gi
    Creo que no terminé de entender el relato. ¿Silvino es en realidad el muchacho, o la medicación le alteró las memorias? Me gusta el ambiente tétrico de la primera escena, y el contraste con la segunda.
    Muy buen relato, saludos!

    Escrito el 18 abril 2019 a las 17:35
  2. 2. Pepe dice:

    Hola anemona,

    Un relato genial el que propones. Lo he leido varias veces porque el giro final me ha pillado por sorpresa.

    Muy descriptivo y visual, sobre todo la primera parte, y con unos dialogos muy bien estructurados, aunque les falte alguna rebisión de forma, que dibujan unos personajes muy creibles pese a lo fantastico del tema.

    El segundo relato le da una redondez especial al relato, y deja un halo de misterio que se ha acrecentado cada vez que lo releía.

    Creo que es indudable que el joven y Don Silvino son parte de la misma persona. Parece que sean la misma pero con una vida de diferencia, la cual ni recuerda ni, al parecer, ha vivido, por lo menos en las carnes del joven pescador.

    Enhorabuena, me encantó.

    Un saludo y nos leemos.

    Escrito el 18 abril 2019 a las 23:02
  3. 3. Anémona dice:

    ¡Hola, compis!

    Gracias por vuestros comentarios. Me alegro de que os haya divertido y dejado pensando. Enric, creo que has entendido bien el fondo del relato: las drogas son malas, tanto viaje se metió el moribundo muchacho (receta de la sabia Pamplina) que terminó viajando en el tiempo. Se saltó varios siglos y etápas vitales para renacer en el cuerpo de un anciano.
    Nos leemos.

    Escrito el 19 abril 2019 a las 13:30
  4. 4. M.L.Plaza dice:

    Hola Anémona.
    Un relato estupendo, aunque tu explicación a Eric me ha descolocado. Creía que el que viajaba en el tiempo era Silvino, producto de la medicación. Vamos, que lo he entendido al revés.
    Aún así el texto es estupendo: original y muy bien escrito.
    Lo que voy a decirte a continuación ya sabes que solo es una opinión personal:
    -y, en un momento…
    -parsimoniosa entre comas
    -y,finalmente,
    -y,ya ves
    -veré qué
    -De todas maneras,ves,veré y veáis me parece que están demasiado seguidas.
    -cómica,
    Lo que me suena más extraño es que si la enfermera sabe que Silvino ha cumplido ochenta años mientras estaba inconsciente (lo habrá visto en el carnet de identidad),sea él el que viaja al futuro desde la época de La Conquista americana.
    De cualquier manera, me ha encantado leerte.
    Saludos

    Escrito el 20 abril 2019 a las 23:31
  5. 5. Anémona dice:

    Hola, M.L Plaza

    Gracias por tu comentario. Cierto, la interpretación que haces del texto resulta muy posible. Tal y como está, queda abierto a la imaginación y a interpretaciones. Para disipar esa ambigüedad, y las faltas, debí de darle otra vuelta antes de enviarlo. De todos modos, me alegro que te haya gustado. Tus observaciones me han resultado muy útiles.

    Nos leemos.

    Escrito el 22 abril 2019 a las 11:08
  6. 6. kirjanik Maya dice:

    Hola, Anémona.

    Gracias por tu amable visita, tu relato esta bien armado, me descolocaron algunas palabras que no conocía (ahora si), pero eso es cosa mía y de las diferencias geográficas, buen relato, estaré pendiente de propuesta para el próximo taller.

    Saludos.

    Escrito el 23 abril 2019 a las 02:39
  7. 7. María Jesús dice:

    Hola Anémona: Tu relato es un alarde de imaginación, lo cual en sí mismo ya es un logro creativo. Me ha gustado mucho, porque aunque parece confuso en realidad está muy claro lo que pretendes expresar, las alucinaciones. Eres buena escribiendo, sigue así.
    Gracias por tu visita a mi texto.
    Saludos.

    Escrito el 23 abril 2019 a las 14:54
  8. 8. Laura dice:

    Hola Anémona.
    Pensaba que el muchacho habìa despertado tiempo después, lo que me dejaba varias preguntas, pero tu aclaración de que ha viajado en el tiempo le da sentido.

    Mis saludos.
    Hasta la próxima propuesta.

    Escrito el 28 abril 2019 a las 00:16

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