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Lúdica ceguera - por Ricardo Zarate

Web: http://www.fragmentosdunlector.com

Cuando era niño, mamá tuvo que someterse a una cirugía ocular para curar su glaucoma, enfermedad que a su vez sufría mi padre y quien meses antes también hubo que realizarle la misma operación. La palabra “glaucoma” hacía eco constante en la casa. Mis hermanos y yo aprendimos que era una enfermedad que aumentaba la presión dentro del ojo y de no pasar por el quirófano nuestros padres tenían el riesgo de perder la vista. Yo los acompañaba a todas las consultas con el oftalmólogo, quien tenía su consultorio en su propia casa en un barrio lujoso que en nada se parecía al nuestro. El precio de las consultas era elevado, y mis padres, pese a sus bajos recursos económicos, no escatimaban en gastos cuando de salud se trataba. La casa-consultorio del médico era grande y antigua. A la entrada tenía un jardín por el que teníamos que pasar por un camino de escaleras hasta llegar a la puerta siempre abierta de su consultorio. Nos recibía de manera afable y con previa cita, y yo seguía todo el proceso con mis padres para ver cómo eran puestos frente aparatos -que bien podrían ser instrumentos de tortura- para revisar el estado de sus ojos. Las fechas de la cirugía fueron finalmente programadas, acordando que mi padre sería el primero, para que mi madre pudiera atenderlo durante la recuperación, pues ésta obligaba al enfermo a pasar al menos una semana con los ojos vendados: una ceguera temporal. Papá se lo tomó de la mejor manera. Estaba siempre atento a lo que pasaba a su alrededor, y no le pesaba no poder ver la tele mientras pudiera escucharla. Durante esa semana se divertía escuchando y experimentando la ausencia de la vista para afianzar sus otros sentidos. Yo le pasaba diversos objetos para que intentara adivinar lo que eran: un soldado de juguete, un tenedor, una prenda, un león de peluche, un calendario del año anterior… y siempre acertaba. Sobra decir que durante esa semana nos sentíamos de verdad escuchados por papá.
El turno de mamá llegó tres semanas después. Mismo procedimiento y misma recuperación, pero con la ausencia de papá ya que cada mañana debía partir al trabajo, por lo que me encomendó la delicada misión de cuidar a mamá durante su ausencia y la de mis hermanos. Lo primero que tenía que hacer en la mañana era llevarle un vaso de agua y su medicina. Ella se movía a tientas entre una habitación y otra, lentamente, para no tropezar con algún objeto o pegarse con alguna inopinada puerta. Cumplida mi primera obligación matutina, y dejando a mamá durmiendo, pensé que podría tomarme un merecido descanso y salir tan solo un momentito a jugar a la calle. Tomé las llaves de la casa y con cautela cerré con llave todas las puertas antes de salir, no fuera a ser que mamá decidiera salir a dar un paseo a ciegas. Me senté en un escalón frente a la casa, para minutos después ver a mamá naturalmente desorientada a través de la ventana de la cocina, gritando mi nombre.
Mi padre regresaría aquella noche, y yo no tenía coartada alguna para haber aprisionado a mamá en su propia casa.

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9 comentarios

  1. 1. Lady N dice:

    ¡Buenas Ricardo Zarate!

    Lo primero, he de decirte que he disfrutado mucho con tu relato de este mes. De verdad, me ha encantado esa dualidad que has logrado plasmar, como si fueran dos caras de la misma moneda, que nos recuerdan que ante una misma situación nosotros elegimos como vivirlo y eso lo cambia todo.

    Para continuar te preguntaría, ¿por qué dice que va a jugar un poquito a la calle y al final se queda sentado en un escalón? Eso se me ha hecho curioso la verdad jajaja.

    Y como único “pero” te diría, que la historia organizada en parágrafos, resultaría más cómoda de leer.

    Pero que te voy a decir, a mi me ha fascinado. Tiene buen ritmo, es fácil de leer, traslada al lector por diferentes sensaciones y te deja con una sonrisa pensando que excusa se va a inventar el protagonista para que no le caiga un buen castigo.

    Buen trabajo y muy felices letras.

    Escrito el 16 mayo 2019 a las 23:28
  2. 2. Baxin dice:

    Me encanta cómo logra mantener el suspenso, a pesar de ser una trama sencilla. Siempre pensé que le pasaría algo malo al niño o a la mamá. ¿Y los demás hermanos? 😛 🙂

    Escrito el 17 mayo 2019 a las 00:19
  3. 3. Josè maría dice:

    Hola Ricardo un sencilla historia,se lee fácil a pesar de tener un párrafo muy grande,creo que con un punto y aparte en algún cambio de escena quedaría mejor.Un saludo, mi relato es el 43

    Escrito el 17 mayo 2019 a las 14:23
  4. Lady N, Baxin, José María:

    Muchas gracias por haber tomado el tiempo de leer un recuerdo de mi infancia.
    Lady N, creo que pude haber especificado mejor cómo jugaba yo cuando era niño, pero la verdad es que el juego para mí era muchas veces observar lo que pasaba en la calle.
    Lo de los párrafos es una lástima: el borrador del relato que envié sí los tiene, pero al enviarlo en el formulario sólo le di copiar y pegar, y no puse atención en revisar el buen formato.

    Baxin, gracias también por tu comentario. Creo que debí omitir hablar de mis hermanos si no iban a aparecer en ningún momento en el relato.

    José Maria, ahora paso a leer tu relato.

    Hasta pronto.

    Escrito el 18 mayo 2019 a las 12:10
  5. 5. Vespasiano dice:

    Hola Ricardo:

    Como he dicho a otros compañeros, no recuerdo haber comentado anteriormente ningún relato tuyo. Pero ahora lo hago con interés porque me corresponde leerte por la posición que ocupas en la lista de los relatos publicados y procurando hacerlo con el mayor respeto posible.

    Anoche después de leer la historia entré en tu blog, y por lo leído en él pienso que este relato que nos presentas este mes, en mi modesta opinión, no tiene el mismo nivel de los colgados en tu página Web.

    La historia me ha parecido muy larga para relatar una trama familiar afectiva pero muy sencilla.

    Baxin, por lo escrito en el párrafo siguiente, entiendo que de la casa se ausentaron el padre y sus hermanos: “…por lo que me encomendó la delicada misión de cuidar a mamá durante su ausencia y la de mis hermanos”.

    Entiendo que hay demasiada descripción dentro del relato donde lo importante sería la coincidencia de la enfermedad que sufrían ambos cónyuges; el buen ambiente familiar reinante en la casa y la trastada del chico, que está pensando en un posible castigo por parte de su padre.

    Puede que sea una historia biográfica, recuerdo de la niñez, que ocurrió tal como lo cuentas. Pero si fuera un relato de ficción yo le añadiría algún conflicto, con final feliz por supuesto, que inquietara un poco al lector y lo mantuviera expectante. Pérdida de las llaves, por ejemplo, llamada a los bomberos, no sé, algo que nos mantuviera tensos.

    También creo que podrías haber ahondado más en el arrepentimiento del muchacho o en su sentimiento de culpabilidad.

    Los párrafos son demasiado densos resultando una lectura pesada. Como te han aconsejado Lady N y José maría, deberías separar los párrafos para hacer la lectura más amena.

    De cualquier manera tu historia me ha gustado y espero seguir leyéndonos.
    Felicidades.

    Escrito el 18 mayo 2019 a las 14:54
  6. 6. María Jesús dice:

    Hola Ricardo: Tu relato me ha gustado por su sencillez sin sobresaltos.
    Retratas una enfermedad que me toca de cerca ya que mi abuela la padeció, de modo que yo me someto todos los años a una revisión por si hubiese podido heredarla.
    Me ha parecido interesante la distinción que haces entre la recuperación de la madre y la del padre, éste último parece que fue mejor atendido.
    Un saludo desde el 48.

    Escrito el 19 mayo 2019 a las 11:44
  7. 7. Alicia dice:

    Hola Ricardo,
    Aunque te toca pasarte por mi relato, me dio curiosidad leer el tuyo.
    Es una historia contada desde la mirada de un niño; cómo vive una gran responsabilidad a pesar de su corta edad. Pero, niño al fin, comete una travesura que le puede causar un severo castigo.
    Es tierna desde ese punto de vista; el cuento se lee lento y hasta monótono; sin embargo tiene un profundo mensaje.
    ¡Saludos!
    Hasta el próximo reto.

    Escrito el 19 mayo 2019 a las 20:40
  8. 8. Ofelia Gómez dice:

    Hola Ricardo
    Pasé tu relato a Word y lo dividí en párrafos, así pude leerlo con comodidad. Tengo la costumbre de copiar y pegar mis textos, pero es necesario repasarlos luego porque a veces no se copian bien.

    Me ha gustado cómo está redactado desde el punto de vista de un niño, que era feliz jugando a que el padre adivine cosas por el tacto. Parecería que con la madre no hubo juegos.

    No queda claro si al padre lo han operado meses o semanas antes que a la madre.

    Si son recuerdos de tu niñez, te felicito por haberlos traído al presente.

    Un saludo

    Escrito el 22 mayo 2019 a las 14:59
  9. 9. Laura dice:

    Hola Ricardo Zárate:
    Si es un recuerdo de infancia, se encuentra el nudo al dejar a la madre encerrada con llave. Si es adulto, ya considero que el hecho carece de importancia, de peso para sentirse mal. O causa algún daño en la persona que no puede ver que está imposibilitada de salir.
    No creo que una persona con ceguera temporal sea tan dependiente en su propia casa: al tanteo se puede desplazar por la misma, al igual que reconocer distintos objetos cotidianos, pero es tan sòlo una opinión personal.

    Mis saludos.
    Hasta la próxima propuesta.

    Escrito el 24 mayo 2019 a las 13:19

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