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Te lastimas, das lástima y lastimas - por Andrés Scribani

En la pared, el calendario resaltaba el cinco de mayo, con la característica calcomanía caricaturesca de la pareja abrazándose y el perro acompañándolos, en su muñeca era el reloj quien le recordaba que quedaban pocos minutos para el doloroso encuentro, y en yo me mantenía en silencio, abrumado e impotente.

De Antonio solo quedaba su cuerpo. Estaba roto por dentro, muerto en vida. Su mirada no enfocaba, sus manos eran frías, su corazón estaba comprimido pero acelerado y su chaqueta era la representación de lo que en su interior sucedía… arrugas, desorden y descuido.

Incluso su nombre había perdido todo significado, Antonio ahora era la versión real de aquel león que acompañó a Dorothy por el sendero amarillo. Y todo por mi culpa, yo no tenía coartada alguna, siempre estuve allí, pero no hice nada más que recetarle oxitocinas como único medicamento.

Soy el desajustado sentido común de Antonio.
Soy la completa falta de empatía de Antonio.
Soy el desmesurado deseo de autocomplacencia de Antonio.

Ahora él estaba de pie, frente a un abismo repleto de emociones oscuras, deseando morir y desaparecer… había sido infiel, aunque en el fondo no lo quería, y de ese modo, había herido de muerte al mismo tiempo a sí mismo y al amor que tanto atesoraba.

Suena el timbre, son las siete en punto, llego su prometida a celebrar su aniversario, el remordimiento lo consume y yo sigo incapaz de ayudarle o siquiera hacer algo al respecto… solo espero que cada paso hacia la puerta nos llene de valor para disculparnos a nosotros mismos y pedir perdón…

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4 comentarios

  1. 1. JaimeM dice:

    Hola, Andrés Scribani:

    Tu relato me ha resultado interesante. Hay cosas que me gustan, en términos de ritmo y lenguaje, y cosas que me resultan un poco confusas.

    Me gusta el planteamiento, del terapeuta contemplando desde la impotencia a su paciente, y la idea de espera, de desastre a punto de ocurrir (pero que ocurrirá fuera del relato, lo que me parece un acierto, ya que aquí lo importante es cómo se sienten el narrador y su paciente). Me gustan también las tres frases que incluyes en primera persona, que introducen un elemento de incertidumbre y también de profundidad. La idea general del relato me gusta mucho, especialmente desde la perspectiva que planteas.

    Lo que me gusta menos son las oraciones tan largas, sin puntos, con detalles que se me hacen algo superfluos y algunas erratas que dificultan la lectura. Creo que el primer párrafo es un buen ejemplo; podrías separar las frases con puntos o punto y coma y quizá simplificarlas un poco (creo que en “característica calcomanía caricaturesca” hay un exceso de adjetivos). Al final hay una errata: “…y en yo me mantenía en silencio, abrumado e impotente”. (sobra “en”).

    Me resultan confusas cosas como “Incluso su nombre había perdido todo significado”. ¿A qué se refiere? ¿Cómo puede un nombre como Antonio perder su significado? Imagino que te refieres a que ya no responde a su nombre, pero la forma de expresarlo me resulta confusa, y la mención posterior al Mago de Oz contribuye a mi confusión.

    El final me gusta. Los puntos suspensivos son una buena forma de involucrar al lector en la discusión posterior sobre qué ocurrirá, me parecen un acierto.

    Espero que mi comentario te sea de utilidad. En cualquier caso es solo mi opinión 🙂

    ¡Un saludo y nos leemos!

    Escrito el 18 mayo 2019 a las 15:52
  2. 2. Ofelia Gómez dice:

    Buenas noches Andrés
    Tu relato muestra una dependencia entre Antonio y su médico, una extraña simbiosis por la que ambos enfrentan la culpa.

    Las tres frases en primera persona muestran bien a las claras cómo se siente el médico. Lo imagino ensayando sus pedidos de perdón ante la novia de Antonio.

    El terapeuta se cree responsable por haber administrado oxitocina a su paciente, pero en la realidad, y según la Universidad de Bonn, esta hormona hace que los hombres se mantengan fieles a sus amadas parejas. Entonces surge aquí la duda, tal vez Antonio no esté tan enamorado de su prometida.

    Debido a sus remordimientos, Antonio (Antonius) deja de ser valiente para convertirse en el león cobarde del Mago de Oz.

    En el segundo párrafo antes de “pero” debería ir una coma.
    La frase “había herido de muerte al mismo tiempo a sí mismo y al amor que tanto atesoraba.” no me suena bien, pero tal vez sea yo que me confundo.
    En “… llegó su prometida…” te ha faltado la tilde.

    Me parece que el final abierto de tu historia da para varios desenlaces. Al menos a mí me ha parecido así.

    Nos seguimos leyendo. Un saludo

    Escrito el 19 mayo 2019 a las 06:18
  3. Hola Andrés,
    Me corresponde comentar tu trabajo según la recomendación del taller.
    La escena que propones, presenta un par de despistes en lo formal, que de algún modo condicionan un comentario más centrado el tema-argumento-trama.
    La frase y en yo me mantenía en silencio, abrumado e impotente. introduce un grado de confusión considerable dado que en los párrafos siguientes vamos a ver un narrador en primera persona que además es personaje. Es un personaje inidentificable, aunque los colegas que me preceden en los comentarios deduzcan, puede que de manera acertada, que es un médico que receta oxitocina. (Puede que sí, puede que no). El asunto es que si se trata de una escena que forma parte de un relato o historia más compleja o de más extensión, donde estos personajes aparezcan interactuando puesno queda nada más que decir. Tal vez mereciese la pena, el lector lo agradecería, saber algún detalle más de la relación entre Antonius y ese narrador “misterioso”.
    Y no se me ocurre nada más. Solo agradecerte tu gentileza en ofrecer el trabajo para nuestro disfrute y análisis.

    Escrito el 20 mayo 2019 a las 17:48
  4. Hola, me pareció más que interesante tu relato.
    Quiero que me aclares algo. ¿Es el cerebro haciendo su mea culpa?

    Si es así me pareció original.

    Saludos.

    Escrito el 22 mayo 2019 a las 22:03

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