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Esperanza - por F

Miraba por la ventana, apenas por un resquicio de que dejaba la cortina a medio cerrar. Agudizó su oído para que nadie fuese a descubrir que perdía el tiempo. Pero a esas horas no debía haber nadie en la casa. El sol había comenzado a bajar y muy pronto oscurecería. Tomó un abrigo viejo, deshilachado en las puntas y se cubrió mientras bajaba las escaleras rápidamente.
Al salir de la casa, una brisa fría casi cortó sus mejillas, y revolvió su cabello antes de que lo metiera por el cuello del abrigo. Se movió a través de la orilla de la destartalada casa, igual a todas en su calle, para no ser detectada cuando llegaba al final del jardín, que colindaba con un espeso bosque.
Tenia prohibido ir al bosque en la noche o durante el día, era un sitio peligroso a cualquier hora. Mientras se adentraba, con la luz anaranjada del final de la tarde, podía recordar cuando era niña y solía jugar en la orilla con su madre, cuando el bosque florecía en primavera y se adentraban hasta un pequeño claro donde recogían flores silvestres. Antes de que ella enfermera, y antes de la guerra, todo parecía más fácil.
La guerra aún no había azotado a su pueblo directamente, pero todos podían sentirla en el aire. Nadie podía salir de casa al anochecer, todas las raciones habían bajado, las personas habían perdido sus trabajos, y muchos habían perdido la alegría de vivir. Como había sucedido con su padre. Había visto la alegría alejarse de su vida cada vez que no conseguía la medicina de su madre, y se había ido por completo cuando ella había dejado este mundo.
Apartó esos pensamientos, mientras avanzaba, adentrándose en las profundidades, cada vez más oscuras del bosque hasta llegar a un estanque. Apenas tenia agua, y la vegetación a su alrededor era espesa. El silencio podría haber asustado a cualquiera, pero en ese lugar se sentía libre.
Un ruido de hojas secas aplastadas por unas botas, llamó su atención y la sonrisa apareció en su rostro cuando lo vio aparecer al otro lado del estanque; Alto, con el cabello castaño, más delgado de lo que había sido en el pasado, traía entre las manos un viejo casco de minero, con la calcomanía de un león al costado y con la ropa sucia por el trabajo. Como un rayo de sol en una flor mustia, sintió que su corazón revivía un poco.
¬- Creí que no podría venir hoy ¬¬– Dijo él con voz cansada caminando hacia ella – El trabajo de las minas es extenso y mi padre está mas paranoico que nunca¬-
– Mi padre casi no está en casa últimamente – Le dijo ella encogiéndose de hombros – Quisiera no tener que escaparme cada vez que aparezco por aquí –
El muchacho abrió los brazos y la rodeo con ellos, apoyando su mejilla en la coronilla de ella, aspirando su aroma como si quisiera llenarse de su energía.
– ¿Quieres seguir haciéndolo? – Le preguntó él lentamente
– Por supuesto que si – Le dijo ella levantando la vista para mirarlo a los ojos – Eres lo único que aún conservo de mi vida, lo único normal –
-No sé si podría considerarse normal – Le dijo él encogiéndose de hombros – Si viviéramos otra vida podríamos pasear por el parque, ver una película… llevarte a bailar ¬–
Tomó una de sus manos y la hizo girar graciosamente. Ambos sonrieron.
– ¿Te gustaría ir a bailar? – Le preguntó ella
– Me gustaría cualquier cosa que no fuera mirar el calendario cada mañana sabiendo que no me lleva a ningún lado – Le dijo él con nostalgia – Como esos días en que aun íbamos a la escuela –
– Como esos días cuando mi padre no decía que estos no eran tiempos para tonterías de novios – Le dijo ella con la misma nostalgia, y la tristeza atravesó los ojos de ambos.
– También mi padre lo dice… es por eso que no tenía coartada para irme hoy después del turno – Le confesó él – Si le dijera que me encuentro contigo sería prácticamente una ofensa… las cosas están muy difíciles –
– Algún día volverá a ser como antes – Le dijo ella apretando su mano – Y bailaré contigo ¬–
Él le sonrió en la oscuridad, contagiado un momento por sus palabras. Fue entonces que pudieron escuchar el estruendo más fuerte que ninguno hubiese oído jamás. El sonido inconfundible de una bomba. La guerra por fin los había alcanzado

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4 comentarios

  1. 1. Florencia M dice:

    Hola F,
    Creo que tu escena tiene imágenes muy vivas que has sabido construir con un rico vocabulario y con los detalles en las imágenes que narras. También me parece muy bueno el final.

    Como sugerencias de corrección, creo que hay partes que puedes sintetizar, buscar sinónimos u otra forma de evitar repeticiones (por ejemplo “nadie”, “padre”), revisar el uso del guión del diálogo y algún olvido de tilde.

    Además:
    “Tomó un abrigo viejo, deshilachado en las puntas” (algo redundante, puedes quitar viejo y dejar que se entienda que es viejo).

    “Tenia prohibido ir al bosque en la noche o durante el día, era un sitio peligroso a cualquier hora”. (De nuevo, creo que puedes quitar “en la noche o durante el día” ya que luego dices que es peligroso ir a cualquier hora).

    Espero te sirva, felicitaciones por tu escrito y hasta la próxima,
    Florencia

    Escrito el 16 mayo 2019 a las 15:19
  2. 2. John Doe dice:

    Hola F, me ha gustado mucho el relato, el final me pareció grandioso y como vas narrando los acontecimientos permiten que el lector se enganche, tiene buen ritmo y el tono adecuado, algunos errores pequeños por ahí un “de” se te fue en el primer párrafo, algunas tildes sin colocar y palabras repetidas pero nada que una relectura no corrija. Grab relato. Estoy en el #40 por is quieres pasar a echar una ojeada.

    Escrito el 20 mayo 2019 a las 01:59
  3. 3. kirjanik Maya dice:

    Hola, F.

    Un buen relato, se Lee con gran facilidad, bien colocado los diálogos, las palabras del reto quedan precisas, la ambientación perfecta y esos pequeños cambios en la narración los insertas muy bien.

    Sugerencia:

    “una brisa fría casi cortó sus mejillas”

    Es la única frase débil que encontré en tu relato. Ese “casi” le quita fuerza a la oración.

    Saludos y hasta el próximo taller.

    Escrito el 20 mayo 2019 a las 21:21
  4. 4. María Jesús dice:

    Hola F: La guerra es un escenario perfecto para crear grandes relatos, como ha sido tu caso donde se palpa la desesperanza de la pérdida y del amor clandestino. Muy bien ambientado con las frases construidas de tal manera que percibes la tristeza pura y dura pero también la esperanza que aún vive en la juventud de los protagonistas.
    Saludos desde el 48.

    Escrito el 25 mayo 2019 a las 14:33

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