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Primavera - por PVF

El autor/a de este texto es menor de edad

Metí el pan en la tostadora y esperé mirando por la ventana. Principios de mayo. El cielo estaba despejado y la gente que pasaba llevaba ropa más ligera por la subida de temperatura. Odiaba esa época del año. Las razones eran simples: comuniones, bautizos y bodas. Esas invitaciones que no puedes rechazar solo porque no te apetezca y dejan un compromiso con alguna persona. Que hacen que te preocupes por la ropa que llevarás y te gastes mucho dinero en una ropa que sabes que no te vas a poner más por muchas veces que te repitas cuando lo mires "Me lo pondré en más ocasiones" solo para no sentirte mal. Todo esto le molesta a una gran amante del sofá como yo. Los últimos cinco años no me he librado de ninguna celebración. Y temo que este no va a ser distinto.

La hija de mi vecina, Marina, cumplió 9 años hace unos meses y, gracias a las redes sociales, supe que ese año tenía pensado hacer la comunión. Rosa, su madre, y yo nos caímos bien desde que me mudé a mi apartamento hace 4 años y nos hemos hecho buenas amigas desde entonces quedando en varías ocasiones. Sin embargo, últimamente no nos hemos visto mucho. Y no a sido casualidad. E de admitir que cuando nos encontrábamos fingía tener prisa en varias ocasiones o evitar cualquier conversación que haga que se acuerde de invitarme. Ni el tiempo comentaba. Y encima hoy era miércoles. El día de la semana en el que tenía que ir a trabajar a la misma hora que llevaban al colegio a Marina. Casi siempre las veía en la planta baja esperando a que el marido de Rosa, bajara al sótano y sacara el coche.

Después de desayunar (más tranquila que de costumbre para bajar unos minutos más tarde), me vestí y, cogiendo mi bolso, salí al pasillo. No escuché ninguna voz que se pareciera a la de mi vecina por lo que supuse que se habrían ido. Esto me tranquilizó y decidí bajar en ascensor al ver que estaba libre. Pero antes de poder pulsar el botón lo vi funcionar. Alguien lo había pulsado antes que yo. Entonces me puse tensa. La razón no era que no pude coger el ascensor. Si no porque escuché una puerta abrirse en mi planta seguida de una voz que reconocía muy bien. Marina. Y esta vez bajaban con más prisa que nunca.

Empecé a bajar los escalones trotando, escuchando sus voces cada vez más cerca. Y cuando llegué a la planta baja supe que no me iba a dar tiempo a llegar a la puerta sin que me vieran correr por lo que instintivamente seguí bajando hacia el sótano.

Estaba muy oscuro por lo que tuve mucho cuidado para no tropezar y esquivar el último escalón, el cual estaba destrozado por un vecino al coger su moto y obligaba a algunos a coger el ascensor para bajar hasta allí. Cuando llegué abajo cogí aire y me escondí. Lo único que tenía que hacer era esperar a que el marido de Rosa sacara el coche. Me quedé quieta fijándome en la luz que salía de su cochera. Se escuchó el sonido de una puerta de coche abrir y cerrar. El coche arrancó. Y, decidí que ya podía subir tranquilamente.

Entonces, la puerta del ascensor, que estaba a mi lado, se abrió y me giré. Mierda. Rosa y su hija habían bajado (seguramente porque llegaban tarde al colegio y mi vecina siempre hacía las cosas con prisa). Fui a colocar el pie en el primer escalón con la intención de subir. Pero no se apoyó en nada y me encontré cayendo de cara. El escalón roto. Grité. Me había dado un golpe fuerte en la cabeza. Toqué mi frente y mi mano se mojó. No me empecé a marear hasta que mi mente se dio cuenta de que era sangre. Veía borroso. Alguien intentaba levantarme mientras me preguntaba como estaba. Simplemente no pude contestar.

Dejé que me llevaran en coche sin quejarme al hospital. Cuando llegamos, Rosa se quedó esperando en la sala conmigo (aunque le repitiera varias veces que no hacía falta) mientras su marido llevaba a Marina al colegio. Nos sentamos en unas sillas e hizo la peor pregunta:

—Pero, ¿que te ha pasado?

El mareo paró de golpe. Me había pillado. No tenía coartada.

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4 comentarios

  1. 1. Mario Fernández dice:

    Hola, PVF:

    ¡Que relato!
    Me encanta la tensión que le has dado. Podría perfectamente estar huyendo de algún peligro, cuando lo único que quiere es evitar tener que decir que sí a la invitación de una maldita comunión.

    Tu relato se lee fácil y es muy entretenido. Hay alguna falta por ahí, pero con otro repaso eso se soluciona.

    ¡Buen trabajo!

    Mario (71)

    Escrito el 17 mayo 2019 a las 02:16
  2. 2. Luis Duque dice:

    Cordial saludo PVF

    Narración fluida, buen relato.

    Escrito el 21 mayo 2019 a las 06:07
  3. El relato me parece sacado de una escena cotidiana y absurda (en el buen sentido), lo que lo hace verosímil. ¿Cuántas veces nos hemos envuelto en situaciones de ese tipo, o conocemosa alguien que experimentó aquello? Trabajo en un hospital y he tenido varios pacientes que se han lesionado en situaciones de índole similar.

    Saludos

    Escrito el 23 mayo 2019 a las 17:25
  4. 4. María Jesús dice:

    Hola PVF: Me ha resultado muy entretenido tu relato. Tienes razón, ser invitado a un evento tipo boda o comunión, es un marrón para cualquiera. Me ha gustado como has resuelto esa trama como si fuese una persecución criminal. Muy, muy original. La única anotación negativa que te puedo hacer es que revises algunas “h” que no has puesto. Por lo demás felicidades.
    Saludos desde el 48.

    Escrito el 25 mayo 2019 a las 11:32

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