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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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Primera hora - por eli

Como todos los martes a las ocho y media, el profe de ética entró puntualísimo en el aula. Traía cara de perro, como siempre, y por eso nadie le preguntó nada. El señor Toral hizo una mueca horrorosa al pretender sonreír. Y los que le mirábamos nos estremecimos. Resulta que hoy tenía pensado ponernos un examen sorpresa, pero cuando ha ido a buscar las copias a su despacho no estaban.
— Estaban en mi mesa. Cincuenta y dos ejemplares encuadernados y apilados. Alguien los ha hecho desaparecer.
Miré el calendario y estimé que aún podía ponernos un par de exámenes sorpresa antes del de evaluación.
Todos respiramos aliviados por no tener que examinarno sin estar preparados, pero los que le habíamos visto sonreír entendimos que se avecinaba algo peor.
—Pero ¿cerró usted con llave?— preguntó alguien.
— ¡Vaya pregunta, pues claro que sí!
El señor Toral, que debía haber visto muchas pelis de Sherlock Holmes, se había propuesto cazar al responsable, y de paso, divertirse un buen rato.
—Hoy, señores, harán otra cosa. En una hoja en blanco responderán a dos preguntas. Primera pregunta: "¿qué estaba haciendo la tarde de ayer?". Expliquen qué hora era, con quién estaban, a quién vieron…Segunda pregunta: "¿Quién cree que lo hizo y porqué?" Intenten ser objetivos, no acusicas. Tienen una hora para entregármelo.

—Entonces—dijo alguien del fondo—lo que quiere que hagamos es delatar a compañeros, ¿verdad?
—Eso mismo—y su voz y su cara se contracturaron en una caricatura.

Yo no tenía coartada. Bueno, ninguna confesable. Había estado siguiendo a Iván, el nuevo, el ojazos, el que me provocaba taquicardias con cada gesto. Pero claro, eso no podía decirlo. Me sentía fatal: en los estudios de medicina no solía haber ocasión para lucir mi vocabulario y mi dominio del idioma. Y ese día no tenía nada que contar. Sabía que ni Iván ni yo habíamos sido, pero no podía decir cómo era que me constaba eso. La tarde anterior no vi a nadie, y espero que nadie me hubiera visto a mí. Bueno, creí ver a Marga en una de las paradas del mercado. Ayer no me importó en cuál. Hoy parece que sí. ¿Qué estaría comprando? No es que me interesara, pero deduciendo lo que había pasado ya tendría respuesta a la primera pregunta del exámen.
Enseguida se oyó un murmullo que se había creado en el fondo del aula y que se propagó por todos los rincones.
Al cabo de una hora, el señor Toral recogió, inquieto, las hojas. Y como no podía esperar a llegar a su despacho, iba mirando las respuestas por el pasillo.
¡Pobre señor Toral!. Nunca pensé que sentiría pena por él, pero ver al fiero león convertido en un frágil gatito, me removió. Se paró. Sudaba. Se borró su sonrisa maquiavélica: todos se habían autoinculpado en la pregunta número dos para no chivarse de nadie.
— ¡Fuenteovejuna lo hizo, señor Toral!
Y en la primera parte, había tal cantidad de datos irrelevantes que resultaba imposible conectar las historias entre ellas para dar con quién había robado los exámenes.

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7 comentarios

  1. 1. Pia Daría dice:

    Hola Eli, una historia que transcurre a primera hora, un título que ya te engancha de por sí. Pobre Sr Toral y es que como se le ocurre preguntar eso a una clase de cincuenta alumnos… es que a nadie nos gusta los exámenes.
    La historia nos recuerda esos momentos a los que tantos nos hemos enfrentados a lo largo de la vida. Está contada como para sentir que lo que le pasa a la protagonista puede ser a ti misma en este momento; su lectura fluye con la curiosidad de ver quién es el culpable. Muy buena esa frase del alumno ¡Fuenteovejuna lo hizo!
    Solo un pequeño dato de conjugación de tiempo “tener que examinarnos”. Por lo demas, a seguir escribiendo.
    Un abrazo

    Escrito el 16 mayo 2019 a las 23:56
  2. 2. HUGO dice:

    Hola eli:
    Cumplo en devolverte la visita. Creo que los comentarios enriquecen tanto al que los recibe como al que los hace. De ese modo todos aprendemos.

    Has logrado una escena bien narrada en tiempo pasado, por una narradora personaje, en estilo indirecto, con alguna frase en estilo indirecto libre (¿Qué estaría comprando?), e intercalando en justa medida el estilo directo.

    El narrador personaje, en un momento parece transformarse en narrador omnisciente: cuando sabe que el señor Toral quería divertirse un buen rato.

    Tiene la estructura tradicional: introducción, nudo y desenlace con un final cerrado.
    El registro es de oralidad, identificable sobre todo en: “Resulta que”, “Bueno, ninguna confesable”, “Bueno, creí ver a Marga…”, etc.

    Lo que más me gustó: La voz en las alusiones al señor Toral me hicieron recordar a SAKI, en La ventana abierta y otros cuentos.

    Lo que menos me gustó: “Me sentía fatal: en los estudios de medicina no solía haber ocasión para lucir mi vocabulario y mi dominio del idioma.” Lo veo fuera de contexto.

    Algunas sugerencias:

    Lo que pongo entre corchetes significa que habría que agregarlo o que debería reemplazar a lo inmediatamente anterior. Lo que señalo entre paréntesis es lo que sugiero quitar del texto.

    “Como todos los martes a las ocho y media [en punto], el profe de ética entró (puntualísimo) en el aula.” Es lo mismo pero creo que suena mejor.

    “…cuando (ha ido) [fue] a buscar las copias a su despacho no estaban.
    — Estaban en mi mesa…” Dos estaban muy cerca uno de otro.

    “…no tener que (examinarno) [examinarnos] sin estar preparados…”

    (“)¿qué estaba haciendo la tarde de ayer?(“).y (“)¿Quién cree que lo hizo y (porqué) [por qué]?(“). Uno de los casos en que se usan las comillas es para enmarcar citas textuales. Aquí no son necesarias porque es un diálogo.

    “—Eso mismo— (y) [Y] su voz y su cara se contracturaron en una caricatura”. Por no ser un verbo dicendi, la acotación del narrador comienza con mayúscula.

    “Y ese día no tenía nada que contar.” Y más adelante dice: “Hoy parece que sí”. No hay concordancia porque se está refiriendo al mismo día.

    “Sabía que ni Iván ni yo habíamos sido, pero no podía decir cómo era que me constaba (eso).”

    “La tarde anterior no (vi) [había visto] a nadie, y espero que nadie me (hubiera) [haya] visto (a mí).” Se sobreentiende a quien vio.

    “¡Pobre señor Toral!(.)” No va punto.

    Espero que te sirvan mis comentarios. Analízalos, porque todos estamos aprendiendo y puedo equivocarme. Tú tienes la palabra final.

    Hasta pronto
    Hugo

    Escrito el 19 mayo 2019 a las 00:57
  3. 3. Florencia M dice:

    Hola Eli,

    Por la temática y el estilo, lo veo de literatura juvenil, no sé si era tu intención. Al menos me hizo acordar a varios profesores que tuve. Qué placer que encuentra esta gente haciéndose temer. Y tu relato tiene un lindo mensaje de solidaridad estudiantil.

    Yo no conocía lo de Fuenteovejuna, ya estuve leyendo un poco para enterarme. También tiene frases muy logradas, como esta: “El señor Toral hizo una mueca horrorosa al pretender sonreír. Y los que le mirábamos nos estremecimos”. Las correcciones ya te las hizo Hugo.

    Un saludo!
    Florencia

    Escrito el 19 mayo 2019 a las 21:54
  4. 4. Laura dice:

    Hola Eli.
    Grandioso lo de Fuenteovejuna. Lo leí hace muchísimos años y lo recuerdo. Muy buen remate.
    Con respecto a las sugerencias de Hugo, son más que adecuadas.

    Mis saludos.
    Hasta la próxima propuesta.

    Escrito el 20 mayo 2019 a las 12:37
  5. 5. Noemi dice:

    Hola Eli, un simpático relato el tuyo con final literario sorpresivo y muy acertado. Por lo visto ya Hugo te lo ha desmenuzado sin dejar mucho por decir.Yo te aconsejaría dinamizarlo un poco con un recorte de frases y adjetivos sobrantes para aumentar el efecto de un final bien logrado.
    Un saludo cordial.

    Escrito el 20 mayo 2019 a las 23:24
  6. 6. Alex dice:

    Hola Eli,

    Bien tramado, aunque me esperaba un final más contundente. No sé, podías haber hecho que el Sr. Toral saltase por una ventana. 🙂

    Ya te han hecho aportes y correcciones, así que no entraré en detalles.

    A mi me ha gustado y creo que es el inicio de una buena historia. En la clase van todos a una. ¿O no? Tal vez empiezan a desconfiar unos de otros. Quizás alguno no ha cumplido el pacto y ha acusado a alguien en secreto. Nadie se salva. Todos tienen algo que esconder. ¿Se llevaron algo más del despacho del profesor?

    Ya ves, puedes tirar y tirar del hilo y no parar nunca. Por eso es una buena historia.

    Buen trabajo. Nos seguimos leyendo.

    Escrito el 29 mayo 2019 a las 23:56
  7. 7. A BERUMEN dice:

    Hola Eli. Me pareció muy buena tu historia, pues eso de robarse un examen antes de aplicarlo, creo que es algo que en alguna ocasión vivimos los que fuimos estudiantes, aunque en mi caso lo que hacíamos era fotocopiarlo y regresarlo a su lugar, así cuando lo aplicaban todos sacábamos un “excelente” y el profesor no se lo explicaba jeje. En cuanto al final, creo que nunca se daba eso de que todos encubrieran a él o los culpables, pues nunca faltaba un “soplón” que con tal de quedar bien con el profesor, lo delataban, pretendiendo obtener alguna ventaja. En fin, la redacción es muy buena, salvo los pequeños errores que ya te mencionaron. Muchas felicidades y un abrazo.

    Escrito el 31 mayo 2019 a las 02:23

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