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DE CUANDO LOS ANIMALES DAN LECCIONES A LOS HUMANOS - por Baltasar

DE CUANDO LOS ANIMALES DAN LECCIONES A LOS HUMANOS

Después de tanta lluvia y de tanto frío, los primeros días de marzo aparecieron luminosos. El sol brillaba y los pajarillos que hasta ahora habían estado adormecidos, revoloteaban ahuecando las alas los machos, o emitiendo trinos espectaculares para seducir a las hembras.

Adolfo se disponía a podar los rosales de su jardín, antes de que los primeros calores provocaran la brotación. El frenazo brusco de un automóvil le hizo asomarse a la verja, extrañado de que por aquellos parajes circulara un vehículo.

Una mujer joven «ciertamente hermosa», pensó, se apresuraba a bajar del coche un galgo al que le faltaba buena parte de la pata derecha delantera, vendada aparatosamente el resto de lo que de la pata quedaba. Con mayor rapidez, volvió al coche abandonando al galgo en el camino.

Adolfo quiso salir para reconvenir a la delincuente, pero su reacción no fue lo suficientemente rápida; la mujer había arrancado a toda velocidad su potente vehículo. Se fue hacia el galgo que, desorientado, se dejó mansamente meter en el jardín, lamiendo la mano de su protector. Se quejaba, temblaba, estaba asustado. Seguramente los dolores debían de ser espantosos, toda vez que el vendaje era reciente y reciente tenía que haber sido el accidente, maltrato o lo que quiera que hubiera causado semejante desgracia.

¡Miserable! ¡Miserable!, gritaba Adolfo una y otra vez, dando vueltas alrededor del animal, sin saber qué hacer. Se maldecía asimismo por no haber estado más rápido y no haber sacado una foto del coche, cuya marca desconocía, de su matrícula, incluso de la cobarde aquella, de la canalla aquella, capaz de abandonar al pobre animal, herido quién sabe si no de muerte.

«Se creía muy lista», pensaba ahora, pero no tenía coartada, dijo inmediatamente después, palpando el cuello del animal, donde obligatoriamente debería portar el microchip correspondiente.

Llamó a la policía. Les comentó lo ocurrido, les dio su dirección y el camino por el que tenían que desviarse para llegar hasta allí.

Horas más tarde dos agentes llamaban a su puerta. Uno de ellos llevaba en la mano un lector de microchip. Cuando el agente le confirmó que el galgo no lo portaba, Adolfo no pudo disimular su sorpresa:

–¿Pero no es obligatorio? –preguntó extrañado.

–Lo es, pero no todo el mundo cumple con sus obligaciones –dijo uno de los agentes‒ en tanto que el otro se disponía a preguntar y tomar nota de las declaraciones de lo sucedido.

Adolfo expresó a los agentes su deseo de quedarse con el perro. Le daba lástima y llevarle a una perrera, dada la amputación de la pata, podría suponer su sacrificio y él quería luchar, no solo por el perro, sino por encontrar a la maltratadora.

Al día siguiente se disponía a llevar el galgo al veterinario; al pasar frente a la plaza de toros,un gentío impedía el paso de los automóviles. Vio un hueco en la acera, en la que había varios aparcados y allí lo dejó. Curioso por ver de qué se trataba, se incorporó al gentío: era una manifestación antitaurina. Taurinos y antitaurinos, separados por un cordón de policía, trataban de imponer sus argumentos, sin que faltaran insultos y amenazas.

Un centenar largo de activistas, entre los que destacaban las mujeres, tumbados boca abajo en el suelo y semidesnudos, exhibían sobre sus espaldas un par de banderillas desde las que, con pintura roja, habían embadurnado espaldas, caras, cuellos y hasta muslos, tratando de imitar el derramamiento de sangre en la suerte de banderillas en las corridas de toros.

La cara de Adolfo no pudo evitar su sorpresa. Trató de abrirse paso entre aquel gentío; regresó al coche y con el galgo en brazos, volvió hasta poder situarse próximo a los antitaurinos; soltó al galgo que, con toda la rapidez que su pata quebrada le permitía, fue saltando sobre los activistas tumbados hasta pararse ante una hermosa mujer, sobre la que se abalanzó, y lamió entusiasmado sus brazos y su cara.

Adolfo se acercó a uno de los policías, le explicó lo que estaba ocurriendo con el galgo y le entregó la declaración que había firmado a los agentes que estuvieron en su casa.

¡Así que animalista! ¡Qué vergüenza! Ahora sí que no tenía coartada, se fue diciendo Adolfo.

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13 comentarios

  1. 1. marazul dice:

    Hola Baltasar:
    He leído tu relato y la conclusión que saco se resume en una palabra: hipocresía. Independientemente de que la historia sea un alegato en defensa de los animales, ese giro final es un tanto inesperado. Es incongruente pero muy real. En este tipo de manifestaciones hay mucho “postureo” y tú lo expresas muy bien.
    Un relato curioso, Baltasar y escrito correctamente
    Encantada de leerte.

    Escrito el 16 mayo 2019 a las 21:39
  2. 2. Baltasar dice:

    Hola, marazul: Muchas gracias por la lectura y tus comentarios, que de veras agradezco.

    Me parece, por lo de “postureo” y tu manera de escribir, que eres española. Creo, en efecto, que estamos viviendo un mundo completamente irreal, que cada día nos hace creer menos en todo, lo que considero una verdadera pena.

    Te leeré.
    Mi más afectuoso saludo

    Escrito el 17 mayo 2019 a las 16:46
  3. 3. El chaval dice:

    Hola Baltasar.
    Una pequeña observación: repites galgo varias veces, también pata, quizá mejor: ” vendada aparatosamente el resto de la herida”
    se fue hacia el galgo, quizá mejor: se fue hacia el animal.
    Bien narrada la realidad del cinismo y la hipocresía, que tanta gente está sobrada de ello.
    Este mes no me han aceptado el relato, por mi olvido de poner la frase” no tenía coartada” las prisas de última hora llevan a esta situación.
    Nos leeremos el próximo. Saludos

    Escrito el 17 mayo 2019 a las 18:20
  4. 4. Clau Cruz dice:

    Hola Baltasar

    Me ha gustado tu relato, sobre todo porque dejas ver la realidad de muchos de esos “activistas” que lo que hacen es más por ser protagonistas que por verdadera conciencia.

    En hora buena!

    Nos seguimos leyendo…

    Soy tu vecina del 53

    Escrito el 17 mayo 2019 a las 20:09
  5. 5. kirjanik Maya dice:

    Hola, Baltasar.

    Otra vez en un relato tuyo, bien escrito y bien llevado, tienes la virtud de sumergir al lector en tus letras y eso se agradece.

    Te dejo unas sugerencias, como lector.

    No incluyas el titulo del relato en el cuerpo del texto, te resta para cumplir con las 750 palabras de limite que pone el taller. En esta ocasión llegaste a 695 incluido el titulo, pero alguna vez podrías necesitar mas palabras.

    La frase del taller “no tenía coartada” la repites dos veces, tal vez muy a conciencia, pero creo que con usa sola vez habría ido bien, la última no la extrañaría el lector.

    Gran trabajo, con gusto estaré atento a tu próxima propuesta en el taller.

    Saludos.

    Escrito el 17 mayo 2019 a las 22:04
  6. 6. Baltasar dice:

    Hola, El Chaval:

    Agradezco tu lectura y comentarios y lamento no poder hacer lo mismo con tu relato. La próxima lo haré.

    repito 8 veces la palabra “galgo”. Espero que para ser el protagonista del relato no sea demasiado.

    En cuanto a:” vendada aparatosamente el resto de la herida”, creo, honradamente, que le resta fuerza a la frase. Pero es simplemente mi opinión.

    Mi más cordial saludo.

    Escrito el 17 mayo 2019 a las 22:11
  7. 7. Baltasar dice:

    Hola, Clau Cruz:

    Gracias por cuanto dices. Creo, sí, que hay mucho de farsa en eso de los animalistas.

    Nos leeremos, por supuesto.

    Un cordial saludo

    Escrito el 17 mayo 2019 a las 22:20
  8. 8. Baltasar dice:

    Hola, de nuevo, Kirjanik Maya:

    Gracias, muchas gracias. No me hables de mi título. Me quedé horrorizado cuando lo vi repetido.

    Lo de la frase en cuestión, sí, la repetí a propósito, pero puede que sobre.
    Me pasaré por tu relato.

    Saludos cordiales

    Me pasaré por tu relato.

    Escrito el 17 mayo 2019 a las 22:28
  9. 9. María Jesús dice:

    Hola Baltasar: Tu relato sirve para poner sobre la mesa la polémica que existe sobre la distinción de especies cuando se habla de “animalistas”. Recientemente amonesté a una amiga en una red social porque colgaba un video de un perro apaleado denunciando al agresor, mientras que entre sus aficiones se encuentran las corridas de toros. La llamé hipócrita. Enhorabuena por escribir un texto que nos hace tomar conciencia.
    Saludos desde el 48.

    Escrito el 19 mayo 2019 a las 11:34
  10. 10. Baltasar dice:

    Hola, María Jesús:

    Gracias, muchísimas gracias por tus comentarios.
    La verdad es que se trata de un tema en el que nos están llevando a un caos.

    Veré con gusto tu 48.

    Un cordial saludo

    Escrito el 19 mayo 2019 a las 15:57
  11. 11. María Esther dice:

    Hola Baltazar, tu relato muestra una realidad que existe también en América.Maltratan a los animales y luego los abandonan; no toman precauciones para que no se reproduzcan y después abandonan las crías en cualquier lugar. Es espantoso. Si les preguntas por qué no les dan anticonceptivos o los castran, contestan que eso es antinatural. O sea, no se hacen responsables. Mejor tirarlos que se mueran de hambre.¿Te das cuenta?
    Acá, están manifestando contra las jineteadas de caballos y vacunos, como ahí contra las corridas de toros. Se horrorizan porque “los niños”, ven todo eso, y nadie protesta por los horrores que ven todo el día en internet. He visto niños pequeños manejando el celular.
    Bueno, pero me fui del tema. perdón.
    Encuentro que tu relato muestra un problema de nuestro tiempo, que yo no me atrevería a opinar cómo lo arreglaríamos. Las personas actúan como dijo una compañera más arriba,con hipocresía.
    Saludos Baltasar, nos leemos.

    Escrito el 21 mayo 2019 a las 00:34
  12. 12. Carla Daniela dice:

    Hola Baltasar! Como estas?
    Un buen relato que refleja la hipocresía de muchos. Los galgos (Por lo menos en mi ciudad) son todo un tema, cuando prohibieron las carreras, aparecieron cientos abandonados. Una pena!
    Me quedé sorprendida de la respuesta de la policia, mas alla del cuento, eso es real? Aca (Argentina) se nos reirian en la cara.
    Coincido con los comentarios que hicieron mas arriba y agrego (Solo como mi opinión amante de los animales) que me hubiera gustado que el perro vuelva con su protector!!
    Un gran saludo y nos leemos (N°47)

    Escrito el 21 mayo 2019 a las 01:06
  13. 13. Baltasar dice:

    Hola, Carla:

    Muchas gracias por tu lectura.

    Bueno, sí, aquí la policía sí suele responder, y más ahora que se ha puesto de moda la defensa de los animales.

    Me haces gracia: Que te hubiera gustado que el que el perro volviera con su protector. Cierto que casi lo pedía el relato, pero también suponía la prueba irrefutable para la policía.

    Mi más cordial saludo

    Escrito el 26 mayo 2019 a las 16:34

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