EL AMANTE - por Kaejota

Era un día soleado, en su rostro se dibujaba una gran sonrisa pero en sus ojos había un rasgo de vergüenza. Había ido a comprar la medicina de su marido, sin ella no podía dormir. Entonces, justo al salir de la farmacia dos personas que se identificaron como policías, le pidieron, amablemente, que les acompañara a comisaría. Sus piernas comenzaron a temblar, sintió que el suelo se abría bajo sus pies. Su marido era el jefe de la comisaría a la que tenía que ir. Nada bueno auguraba.
Esperó en la oficina que ocupaba su marido, él no estaba, no le habían dado ninguna explicación, estaba dando vueltas como un león en su jaula. Con ella había un policía, después de un tiempo mirando a su alrededor evitando la mirada de la mujer, encontró un calendario, que debía contener información cifrada en los números del mes de mayo, pues no le quitaba ojo, estaba ensimismado y pensativo. ¿Llegaría a descubrir el acertijo oculto?
Llamaron a la puerta y sin esperara respuesta entró otro hombre, con traje y corbata, al que ella no conocía pero si el guardián, entonces se escuchó un suspiro de alivio. El rostro de la mujer ya no expresaba temor por su marido. Aquello más parecía que iba a ser un interrogatorio, llevaba mucho tiempo casada con un policía. Sabía como era la investigación de un crimen. Ahora lo estaba viviendo, y en sus propias carnes.
Buenas tardes, ¿es usted la mujer del capitán Andrade? No nos han presentado, pero yo hace algunas horas que ya la conozco. Esa fue toda la presentación que hizo aquel hombre, nunca supo como se llamaba.
Ella no respondió, ni siquiera pudo hacer ninguna pregunta, de tantas que tenía se habían hecho un nudo en su garganta. Así que siguió el hombre:
Supongo que no le han dicho por qué está usted aquí, y no su marido. Le voy a informar, pero antes he de hacerle alguna pregunta. ¿Conoce usted a Mario Espinosa?
Ella solo movió la cabeza en una afirmación temblorosa. Las palabras seguían sin salir de su boca.
¿De qué lo conoce?
Es amigo nuestro desde hace mucho tiempo. Es un compañero de mi marido.
¿Dónde estuvo esta mañana hasta que la encontraron los agentes para traerla aquí?
Intentó reaccionar de una manera tranquila. Pero su cerebro iba a velocidad de la luz. No sabía qué responder. No tenía coartada, dijera lo que dijera todo iba a salir mal. Había intentado que alguna de sus amigas estuvieran de su lado, pero ya estaban todas hartas de tener que cubrirla en sus lances amorosos. Aquella vez se había extralimitado, se había liado con el mejor amigo de su marido. ¿Qué podía haber estado haciendo todo el tiempo que duró su ejercicio amatorio? No se le ocurría nada, y aquel hombre estaba esperando una respuesta. Empezó a hablar: que si había salido a dar un paseo, que si se entretuvo de tiendas…, hasta que el hombre le pidió que parara, sabían todo lo que había pasado. Eran amantes. El amigo de su marido y ella.
Entonces puso delante de sus ojos una fotografía horrible, tremenda, del que hasta hacía poco era su amante. Todavía podía sentir el calor de sus labios sobre su piel, el olor a su sudor, su peso. Todos esos recuerdos grabados en su piel y su mente, y ahora su cuerpo también desnudo y con un enorme agujero en el pecho. Le informaron que el disparo había sido a bocajarro, o lo que es lo mismo, desde muy cerca. El rostro del difunto expresaba pesar. Era una especie de arrepentimiento lo que reflejaban sus ojos.
La siguiente noticia dada por aquel hombre, que no parecía apiadarse de ella, fue que habían detenido a su marido. El estupor en el rostro de ella provocó una mueca de risa reprimida en su interlocutor. Un vecino del apartamento en que residía su difunto avisó a la policía. Cuando llegaron, el asesino seguía allí, no tenía intención de marcharse del lugar del crimen. Estaba sentado, bebiendo de una botella de whisky y llorando. Había sido él, el comisario jefe había matado a su amigo, y amante de su mujer. Ese era el motivo, precisamente la traición de ese hombre, no pudo soportarlo. No sabía que le dolía más si llevar los cuernos o que fuera precisamente él. Así se lo explicó a los colegas que habían acudido al lugar de los hechos.