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por siempre - por Toñi Avila ( Vibe)

León miró el calendario de su medicación y comprendió que había metido la pata. Se había tomado las capsulas dobles. No, que demonios, triples. No eran de extrañar los síntomas. Llegó a la conclusión de que sus lagunas mentales se debían al exceso de medicina.
Resoplaba con coraje, frunciendo el ceño en cada respiración. No entendía que le habría sucedido para semejante despiste. Siempre había tenido todo controlado a la perfección. Para él los errores no existían dentro de una buena planificación y en eso él era experto. Era incomprensible en su día a día.

Al atardecer llegó su nieta. Lo vió tumbado en el pollete del jardín sobre las calientes piedras del muro, medio descamisado, atolondrado y desubicado de de la rutina. Enseguida comprendió que sufría otra recaída.

-¡Abuelo! ¿Qué haces tomando el sol en la hamaca? Llevas demasiado rato ahí. Anda te ayudo a levantarte, vente a la sombra, no sea que te quemes o pilles una insolación.

-Hola.
Respondió aturdido, mirándola fijamente como si intentara descifrar un jeroglífico en su cara inocente. Tartamudeando atinó a preguntar:
-¿ Qui- qui- quién eres?
Su cara parecía un comic de Mortadelo y Filemón. Las amnesias mentales estaban más espesas que nunca en esta semana en la que sobrevivió apartado de la gran ciudad. Solo, sin ninguna visita. Los recuerdos se esfumaban sin permiso entre los minutos y las horas, como el agua entre los dedos de la mano. El olvido involuntario estaba a la orden del día. Últimamente hacía cosas sin ton ni son, no sabía comer, no reconocía a su familia, trastabillaba los pies…y claro, se culpaba por ello sin darse cuenta del castigo que su enfermedad le estaba acarreando.

Alicia entró en la cocina. El efecto fué inmediato, parándose en seco en un golpe de zapato. Se quedó atónita al comprender lo que pasaba: se había cagado en la ensaladera de plata que le había regalado hacía unos años, la que tanto le gustó. La contemplaba sin pestañear, hipnotizada por el brillo de sus asas y el olor a moscas podridas. En medio del suelo, como una reliquia antigua, se alzaba con bochornoso señorío el hedor de tres o cuatro días.
No pensó demasiado lo que tenía que hacer, se enfundó los guantes, sacó el bote de lejía y se lanzó a la desinfección más profunda que pudo.
Una hora después todo relucía pulcro y perfecto. Se prometió que vendría todos los días. Necesitaba de sus cuidados y a ambos les vendría bien estar acompañados.
Decidió pedir una excedencia en su trabajo de enfermera para atender a su única familia. Se lo debía todo a esa persona que se desvivió por ella cuando se quedó huérfana. Él nunca dudó en atenderla y mimarla, siempre con una hermosa sonrisa. Nunca le hizo un mal gesto o le dedicó una regañina.
Al salir por el umbral de la puerta se quedó pillada en la imagen del anciano inmóvil, con la vista perdida en el horizonte, navegando en su falta de recuerdos.

-¿León, que has hecho?
Le increpó dulcemente, esperando una respuesta razonable, cuando sabía que no la tendría.

La mirada que recibió confirmó que no sabía de qué estaba hablando.
Ella dedujo que no tenía coartada, ni la recordaba, ni la necesitaba, ni ella quería escucharla.
Esbozó una dulce mueca de alegría por un instante, le besó la frente con cariño, se sentó en el porche a su vera y le abrazó por los hombros quedándose recostada contra él.
No hablaban, ni hacía falta. Juntos, contemplaban la bella puesta de sol, como cuando era pequeñita y León tenía su mente radiante e inmaculada.
La mirada seguía siendo la misma de antaño y el sentimiento mucho mayor, creciendo.

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5 comentarios

  1. 1. Carla Daniela dice:

    Hola Toñi!
    Una cruda y linda historia a la vez… Creo que más de uno la vive o vivió de cerca. Que difícil cuando la mente nos abandona. Como relato en sí, me parece que le falta un poquito de vuelta de rosca, creo que hubiera sido mejor enfocar el relato en esa parte que encuentra al abuelo desorientado, y ve lo que hizo. Se me dificulta encontrar un conflicto que se resuelve al final… Pareciera una linda anécdota contada con mucho cariño. Es solo mi opinión de novata.
    Por otro lado, los guiones van con guión largo, y los comentarios que le siguen van en el mismo reglón. Por ejemplo:
    —¿León, que has hecho? —Le increpó dulcemente, esperando una respuesta razonable, cuando sabía que no la tendría.
    Un gran saludo y nos leemos!! (Nº 47)

    Escrito el 17 mayo 2019 a las 01:41
  2. 2. Laura dice:

    Hola Toñi.
    Hermosa historia,muy bien llevada.
    Te dejo algunos detalles desde lo formal, desde mi más que humilde opinión:
    -los guiones de diálogo (ya señalados)
    – Eliminar los pies del trastabillas. Se supone que son los pies (Creo)
    – Moscas podridas: ¿qué es eso? ¿un insulto a las mosas? Porque no pueden estar podridas y vivas a la vez.
    – Lo último, que hace a la dignidad: eliminaría justamente lo que le dice la nieta. A ella no le interesa la respuesta, él no la puede dar, y la pregunta sólo sirve para que el pobre anciano se sienta peor todavía.

    Mis saludos.
    Hasta la próxima propuesta.

    Escrito el 17 mayo 2019 a las 12:06
  3. 3. Escribidor Aprendiz dice:

    Buen relato Toñi. Una realidad que a todos nos ha tocado más o menos cerca y una anécdota casualmente tan escatológica como el tema de mi propio relato. ¡Será que las grandes mentes a menudo razonan de manera similar!

    Bromas aparte, me ha gustado mucho aunque, tal como ya han apuntado, echo en falta algo de conflicto. Más allá de eso, se repite algún “de” (desubicado de de la rutina) y tal vez hubiera puesto una coma tras “anda” (Anda, te ayudo a levantarte).

    El uso del guion largo y la descripción de la acción perteneciente a ese diálogo es algo a lo que también me ha costado acostumbrarme, pero supongo que es todo cuestión de adoptar el hábito.

    ¡Gracias por la escena!

    Escrito el 17 mayo 2019 a las 17:46
  4. 4. Ofelia Gómez dice:

    Hola Toñi
    Un relato triste, pero muy real y bien escrito. Creo que a muchos/as nos trae recuerdos de experiencias vividas

    Te han faltado un par de tildes en: “No, qué demonios, triples” “¿León, qué has hecho?”
    Los monosílabos “fue” y “vio” no llevan tilde.

    Gracias a ti he aprendido una nueva palabra (para mí), la busqué en Google, allí encontré el significado de “poyete”.

    Hasta la próxima convocatoria. Un abrazo.

    Escrito el 26 mayo 2019 a las 01:50
  5. 5. HUGO dice:

    Hola Toñi :

    Gracias por haber comentado mi texto. Ahora te devuelvo la visita para decirte que me ha gustado la historia y también cómo está contada por un narrador omnisciente que es capaz de ingresar en el interior de León o en el de Alicia y salta de uno a otro casi sin transiciones.

    Me permito disentir con los compañeros que dicen que en tu historia no hay conflicto: León tiene amnesia, para mí quizá sea demencia senil, y estaba solo, hacía una semana que nadie iba a visitarlo. Cuando llegó la nieta vio que “había cagado en la ensaladera de plata que le había regalado hacía unos años, la que tanto le gustó.” Esto me parece todo un símbolo. ¿Por qué León izo eso? ¿No será una forma de expresar su disgusto al sentirse abandonado por su nieta que no iba a verlo? Creo que ahí está el nudo de la historia a partir del cual, Alicia cambia de actitud y decide visitarlo a diario.

    También creo que la narración está estructurada de una forma tradicional, porque tiene una introducción, un nudo y un desenlace a medias porque como lector intuyo que León ya no puede seguir viviendo solo y que no alcanza conque Alicia lo visite todos los días.

    Durante décadas, la estructura del cuento estuvo dominada por el formato de introducción, nudo y desenlace (Poe, Maupassant, Chejov, Quiroga), pero en el cuento contemporáneo se ha ido alterando ese orden narrativo, sin un modelo predeterminado, incluso sin principio, ni final (Hemingway, Carver)

    Para los autores contemporáneos, el texto literario se volvió más inestable y no siempre los narradores que usan tienen el control de las situaciones que narran. Un ejemplo de esto es el microrrelato de Monterroso:
    “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.

    Con esto quiero decir que no necesariamente tiene que estar estructurado de la forma tradicional para que esté bien.

    Ahora me permito hacerte algunas sugerencias:
    Entre paréntesis pongo lo que creo que habría que quitar

    “…te ayudo a levantarte, ven(te) a la sombra, no sea que te quemes…” Muchos “te” seguidos.

    “Las amnesias (mentales) estaban más espesas que nunca” Siempre son mentales.

    “Los recuerdos se esfumaban sin permiso (entre los minutos y las horas), como el agua entre los dedos (de la mano).” Explica demasiado.

    “El olvido (involuntario) estaba a la orden del día.” Siempre es involuntario.

    “Últimamente hacía cosas sin ton ni son(,)[:]no sabía comer, no reconocía a su familia, trastabillaba (los pies)…” Cambiaría la coma por dos puntos.

    “(Se) quedó atónita al comprender lo que pasaba: (se) había cagado…”

    “…y el olor a moscas podridas.” Reformularía esta frase.
    “Se lo debía todo a esa persona que se desvivió por ella cuando (se quedó)[había quedado] huérfana.”

    “Esbozó una dulce mueca de alegría (por un instante), le besó la frente…”

    Otras cuestiones ortográficas y de los diálogos ya te las han dicho quienes me preceden.

    Finalmente reitero que me gustó tu historia. Me hizo acordar a la película “El hijo de la novia” en la cual el hijo le pregunta al padre para qué va todos los días al geriátrico a ver a su madre si esta ya no sabe quién es él(tiene Alzheimer) y el padre responde : porque yo sí sé quién es ella.

    Felicitaciones. Hasta la próxima
    Hugo

    Escrito el 30 mayo 2019 a las 04:17

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