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Sin excusas - por Maurice

Web: http://mauricenipapaian.blogspot.com

Sin excusas

No era el propósito. El calendario colgado en la pared ─frente a él─, atrajo su mirada sobre noviembre. Después de siete horas de trabajo, cambiarse de ropa y calzarse las zapatillas para salir a luchar con ráfagas de sesenta kilómetros, no resultaba simpático. Miró el reloj; en esta época pronto oscurecerá. No era león para ver en las sombras. Pero el momento se aproximaba y si no lo hacía… ¿Cuándo entonces? No tenía coartada.

Cuando adolescente, con la historia antigua conoció las hazañas de los héroes, mezcla de mito y realidad. Quedó absorto al escuchar ─y leer─ que un soldado ateniense cubrió la distancia entre Maratón y Atenas para avisar del triunfo en la batalla. Según decían, había ocurrido 2500 años atrás, y después de dar la noticia, murió por cansancio. Enzo veía con ensoñación aquellos lugares donde Filípides cumplió con la gesta. Pero jamás imaginó que la vida y la tecnología le darían la oportunidad de hacer lo mismo que Filípides. Bueno…, casi.
Comenzó a entrenar cinco años atrás para adquirir elasticidad antes que la decrepitud lo alcanzara. Nunca pensó en competir de verdad hasta un año antes, cuando decidió hacerlo en el Maratón de Atenas, “el auténtico”.
Debería vencer obstáculos. Nunca fue corredor, era grande y gordo. No había practicado aeróbic más allá que lo que otras disciplinas le exigían. De manera que, si pretendía alcanzar la marca aunque sea de diez kilómetros, habría que modificar hábitos y su principal oponente era su cerebro, que otrora fue aliado en su carrera profesional y resolviendo encrucijadas de la vida. Constantemente le colocaba tretas que lo ataban a la comodidad y los “lugares de confort”. Trabajo, cansancio, clima, edad; todas justificaciones que inconscientemente interponía, debiendo realizar ingentes esfuerzos para vencerlas y salir a correr, sino todos los días, al menos día por medio.
Cómo médico, Enzo sabía que el motor de los pensamientos y emociones no era el corazón, de funcionamiento automático, no. Cada uno podía elegir lo que pensaba y lo que sentía, por lo tanto los sentimientos eran una elección, no una condición. El problema era que había sido educado durante más de cincuenta años en lo contrario; si no imponía una intensiva reeducación a su cerebro, con cincuenta y siete años no alcanzaría la resistencia. Debía estar atento. Al menor descuido, su cabeza podía arrastrarlo, como a los drogadictos, a recaer en la “ley del menor esfuerzo”.

Cómo todo lunes, después del fin de semana, la demanda asistencial en el hospital fue frenética. Salió de la cama a las seis y media, había hecho un almuerzo liviano y su cuerpo exigía a gritos reposo. Empero si se relajaba, que no lo haría, no correría.
Caminó por el living hacia la ventana para tomar un poco de aire. Cuando la abrió, el viento cacheteó su rostro. Se sintió acobardado imaginándose trotando por la estepa, solitario, sin ninguna otra ilusión que resistir treinta minutos a nueve kilómetros por hora. Se preguntaba cómo engañar su mente, que lo ponía en la encrucijada entre entregarse al “merecido descanso” o sobreponerse al instinto, abrir la puerta de su casa y enfrentar la furia de Eolo. Se le ocurrió dar a la materia gris un poco de su propia medicina, cuando escuchó la voz de Julia que provenía del pasillo.
─Gordito, ¿salís a correr? ─preguntó retóricamente.
Aunque al principio la pregunta le molestó ─no le gustaba ser controlado─, inmediatamente percibió que las palabras de su mujer, amén de ser redundantes, servían para estímulo y le despertó la idea de dar a su cerebro su propia medicina.
─Claro ─respondió dando por sentado el hecho mientras acababa de ajustar sus adidas─ ¿Qué otra cosa podría hacer con esta indumentaria?
De la misma manera que su órgano pensante le proponía pretextos para quedarse en el calor del hogar, Enzo callaría “su bocaza” haciéndole comprender que no podía defraudar a su esposa. Ella también deseaba verlo arribar al Panatenaico al final de los diez kilómetros.

Las ráfagas barrían el oxigeno del campo. El viento en contra l hacían lagrimear y no por emoción. Pensaba que seguramente, después de horas luchando, correr hacia Atenas, para Filípides significó el gran esfuerzo de su vida. Y más allá de lo físico, sobrepasó´ las condiciones humanas por un ideal. El sueño de libertad.
Y Enzo creyó que, más allá de las barreras de tiempo, distancia y hasta de la imaginación misma, su sueño valía un sacrificio, en pos de rescatar una ilusión aletargada.

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3 comentarios

  1. 1. pepe dice:

    Hola Maurice,

    Me ha gustado mucho el relato, la introspección del personaje me ha parecido muy bien elaborada y real, además, la narración está muy bien llevada, va descubriendo poco a poco la trama hasta la epifanía final.

    Yo también, como casi todos, en el colegio estudié la historia de la hazaña de Maratón, y volver al aquellos tiempos has provocado cierta nostalgia en mí.

    Por decirte algo, y siempre con motivo de aportar, en esta frase “Miró el reloj; en esta época pronto oscurecerá” mejor poner “oscurece”. Y en esta otra “Debería vencer obstáculos. Nunca fue corredor” creo que le pegaría mejor “Debía vencer obstáculos”.

    Me agradó mucho tu texto, es fluido, fresco, trabajado, nostálgico y con una enseñanza a proporcionar. Enhorabuena.

    Un saludo.

    Escrito el 17 mayo 2019 a las 14:56
  2. 2. Luis Duque dice:

    Saludo Maurice, un relato sutil, que te internaliza en el personaje. Bien elaborado. Hasta el próximo reto.

    Escrito el 22 mayo 2019 a las 20:42
  3. Hola Maurice:
    Gracias por pasarte por mi relato, y gracias por tus comentarios que aunque estuve estudiando bien el tema supongo que algo se me ha deslizado. Respecto a lo que me comentas del genocidio de E.U., por supuesto que no debemos de olvidarlo aunque se salia de mi tema. Para mi, personalmente, TODAS las guerras son absurdas e inhumanas. Respecto a tu narración me ha gustado mucho, esta muy bien llevada y muy bien introducido el reto opcional. Al principio noté la falta de “con ráfagas de setenta kilómetros” supongo que eran por hora y de viento, como así lo dejas ver hacia el final. También me confunde un poco lo de “día por medio” supongo que te refieres a “día si, día no”. Es por puntualizar un poco, siempre con la mejor intención.
    Felicidades y nos seguiremos leyendo

    Escrito el 29 mayo 2019 a las 17:13

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