Literautas - Tu escuela de escritura

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Para el mundo, Beth… Para ti, Claudia. ¿Qué no harías por mí? - por DanteR.+18

Web: https://alquimialiterautica.blogspot.com/

Este yate no es un barco. Es una jaula de oro. Navegamos desde la Costa Azul a Venecia… El Mediterráneo es bellísimo, pero no deja de ser un mar. Y la noche siempre es la noche…
¡Pasar por Cannes para llegar al Festival de Venecia…! ¿A quién se le pudo ocurrir semejante idea? A Harold, por supuesto. Siempre pensando en causar el mayor impacto… Y en mí: ¿quién piensa?
El mar es el mar, y en el ocaso del verano aparecen los truenos, el viento, esta ominosa bruma que se cierne sobre nosotros.
La bruma… Nos rodea e inunda mis ojos. ¿Qué es lo que soñé? ¿Qué es lo que viví? ¡Malditas píldoras!
¡El mundo adora a Beth Valmont! ¡Y ese canalla, mi marido, no hace más que despreciarme!
Consciente de mi soledad, rompo en un amargo llanto… Percibo una presencia.

—¿Tú? ¡No puedo creerlo! —exclamo con alegría.
—Trabajo aquí —me respondes tímidamente.
—¡Qué tonta soy! Yo misma te llamé. Deja la bandeja sobre esta mesita y cierra la puerta del camarote —suplico bajando la voz.

Tengo miedo. Me doy cuenta de que te das cuenta. De mis ojos verdes fluye un manantial que, cuando la luz lo atraviesa, resalta una colina morada.
Mis uñas están astilladas. ¡Qué vergüenza! Toco mi cara y te miro a través de mis lágrimas.

—Ese cajón abierto… Maquillajes… manchas rojas… ¡Fue él! ¡Quiere volverme loca! ¡Qué sola estoy! —Lloro con más desesperación.
—No soporto verla así… —confiesas casi suspirando.
—¡Como si tuviera alternativa! Tú también deberías tener miedo.
—¿Por qué? —preguntas.
—¿Este es tu empleo habitual?
—No.
—Seguro que te pasaron cosas extrañas…
—…
—¿Casualidad? No. ¡Fue George!
—¿Cómo…?
—No hay nadie más fiel que tú —te interrumpo—. Aunque él sea un multimillonario y tú… una persona… ¿común?, te odia. Me cree su trofeo. Y tú… no pides nada a cambio. Eres pura lealtad.

Abro el closet, retiro una chaqueta de George y del bolsillo interno saco un envase que tintinea al sacudirlo.

—¿Ves estas píldoras infernales? ¡Miserable! Quiere que la bruma se apodere de mí.

Solo tú puedes entenderme. No me juzgas. Nunca lo harás. Eso me tranquiliza.

—¡Vaya coincidencia! En aquella película yo encarné a la diosa Fortuna. Y justo te enviaron a trabajar aquí…

Conoces todas mis obras de teatro, mi filmografía entera; me has llenado de flores, regalos, cartas, postales… Tú me quieres de verdad.
Mereces que tu actriz favorita te abra las puertas de su camarote… y de su corazón.

—George está con ella…
—¿Con quién? —inquieres.
—Con Audrey Joyce… ¡Mocosa advenediza! ¡Insulsa! Posa como una inocente palomita y quiere jugar a ser águila… ¡Nada menos que conmigo! —Río estruendosamente—. ¿Crees que podrá ocupar mi lugar?

Advierto que tu indignación supera a la mía. Eso me fascina.

—Siéntate. —Invito.

Destapo la botella que habías dejado sobre la mesa y sirvo dos copas del Pinot Noir añejado en roble francés con notas de almendra: mi preferido.
Tomo un abrecartas. Hago un pequeño corte en mi mano derecha. Dejo caer tres gotas mientras la manga de mi bata roza tu copa.
Nos miramos a los ojos, brindamos y hacemos fondo blanco.

—Para el mundo soy Beth. Para ti, Claudia Grimm. Puedes llamarme Claudia. —Te sonrío—. ¿Qué no harías por mí?

La respuesta a mi pregunta habita en tus ojos. Es ahora o nunca.

—Ve y mata a George y a Audrey —te ordeno con serenidad.

Tú no puedes creer lo que escuchas; yo me resisto a creer que tal vez consideres violar el pacto sellado con mi sangre.

—Te contaré una historia, ¿quieres?
—…
—En mi familia alguna vez hubo una profecía: Harriet, mi hermana, sería una estrella. La reina. Y de mí… De mí no esperaban nada. Hasta que la pobrecita un día… nos dejó…

Has enmudecido. Los rodeos ya no tienen sentido. Giro mi collar y sobre mi escote luzco un recipiente diminuto.

—¿Te lo imaginas? No ignoraba la existencia de este antídoto cuando Harriet bebió lo que no debía… Igual que tú… ¡Uups!

Quizás estés pensando en aquella carta tuya en la que me contabas cuánto disfrutaste mi papel de Lucrezia. ¿Ironía del destino?

—Ha llegado la hora: la tuya o la de George y Audrey —te conmino.

El antídoto es un soborno, sí. Pero tampoco sabes si cumpliré con mi parte.
¿Qué sucederá…? ¿Haré de viuda compungida, y luego, gracias a esa cama (una vez más), el títere de Harold “decidirá” producir esta historia…? ¿O acaso nada valga la pena y las llamas decidan danzar sobre el mar…?

Comentarios (9):

Alfonso

19/04/2025 a las 11:14

Buen relato, Dante. Has sabido trenzar con soltura una oscura trama entre un matrimonio mal avenido que no parece que vaya a acabar bien, y que deja al lector, al menos en mi caso, con gana de saber más.

Saludos.

Otilia

20/04/2025 a las 11:42

Hola, Dante, buen trabajo. Historia interesante, bien escrita y con frases muy poéticas como esta: De mis ojos verdes fluye un manantial que, cuando la luz lo atraviesa, resalta una colina morada.
No soy experta, pero no sé si tu protagonista se dirige a sí misma, buscando la complicidad de los lectores.
Así que esperaré a que expliques si en tu relato aparece un narrador en segunda persona. Muchas gracias.
Nos leemos.

José Torma

24/04/2025 a las 17:18

Dante.

En una primera lectura, te digo que estoy un poco perdido en quien dice que, y cuando la voz es interior, en especial al final, no quedé claro de quien era la voz. Quería decir esto antes de leer por segunda vez.

OK ya me hago cargo. Que pedazo de escritor eres, esta forma de narrar está en otro nivel. La mezcla de dialogo interno, pausas de tres puntos. Nos obligas a leerlo tal como lo viste en tu mente.

Tenemos una super protagonista y un segundo que no vemos, que percibimos e imaginamos, escaso en palabras y, sin embargo, es la clave de como va a terminar todo este embrollo.

Vas tejiendo a esta mujer, Beth o Claudia, como la queramos llamar. Va creciendo en intensidad, de ser una mujer oprimida (suponemos), dejada incluso. Obligada a tomar medicamente que le roba la cordura y la paz, por un hombre que no vemos y sin embargo sabemos que está respirando sus últimos respiros y termina siendo víctima y victimaria (Pobre Harriet, la traición vino de su propia hermana).

Me da mucho gusto leerte, siempre aprendo. Pones una vara muy alta para el resto de nosotros, aspirantes a escritores. Tal vez no debería hablar en plural, porque si que hay mucho talento en este taller. Mejores compañías no hubiera podido encontrar.

Felicidades

Dante

27/04/2025 a las 02:58

PARA ALFONSO:

Gracias por tu comentario. Me alegro de que te haya gustado el relato.

Sí, la trama es oscura. Esta vez quise hacer algo diferente a las demás historias que he escrito y es, por decirlo de alguna manera, bastante experimental.

Si bien no estoy seguro de qué pudo haber resultado y qué no (en relación a todo lo que me propuse experimentar), puede que hayas quedado con ganas de saber más porque el género que quise explorar -si me salió o no, es otra cosa- (el terror psicológico) deliberadamente recurre a la ambigüedad y al narrador no fiable. También podría ser por los personajes (¡ojalá así fuera!), pero eso dependería de la percepción de los lectores, no de lo que yo pudiera pensar o decir.

Nuevamente te agradezco tu comentario y me alegro de que la historia haya sido de tu agrado.

Saludos y nos seguimos leyendo.

Dante

27/04/2025 a las 03:14

PARA OTILIA:

Gracias por tu comentario. Me alegro que te haya gustado el relato.

En cuanto a las frases poéticas, sí, hay algunas. Son parte de cómo se expresa Beth/Claudia. Y son parte de lo que ella pretende lograr. En el caso puntual de la frase que destacás, comienza a meternos en su “juego”.

Con respecto a quién se dirige la protagonista (si a sí misma y/o busca la complicidad de los lectores) y si en mi relato aparece un narrador en segunda persona: preguntas muy pertinentes. Como le decía a Alfonso, este relato tiene mucho de experimental. Dado que José Torma también ha puesto de relieve algunas cuestiones, he dejado pasar un tiempo prudencial porque no quería condicionar la experiencia de lectura de cada uno (y además porque servía para ver cómo había sido recibido el “experimento”), haré un post aparte donde me referiré a estas cuestiones (y hablaré de cómo fue el proceso creativo, qué quise conseguir y qué evité o quise evitar, aunque tal vez hubiera sido más seguro no hacerlo).

Saludos y nos seguimos leyendo.

Dante

27/04/2025 a las 03:25

PARA JOSÉ TORMA:

Gracias por tu comentario y tus elogios. Debo decir que aquí todos aprendemos mutuamente y que, tal como remarcás, hay mucho talento en este taller y considero que vos estás dentro de esa afirmación, que comparto.

Con respecto al relato, acerca de la mezcla de diálogo interno, pausas de tres puntos, etc. y a que “nos obligas a leerlo tal como lo viste en tu mente” (Sic.) -te robé tus palabras-… en realidad no soy yo: es ella (Beth/Claudia).

Me pone especialmente contento que consideres “super protagonista” a Beth/Claudia y que consideres al “segundo que no vemos” como la “clave de cómo va a terminar este embrollo”. Es así: ahí está la clave. O una de ellas.

Destaco tu sutileza con ese “suponemos” entre paréntesis.

Pero no digo más, porque tanto lo que marcás como lo que me preguntaba Otilia serán objeto de otro post donde referiré a los “experimentos” que intenté hacer con este relato (qué se logró y cómo es otra cosa…)

Saludos y nos seguimos leyendo.

Dante

27/04/2025 a las 05:25

PARA OTILIA Y JOSÉ TORMA:

Otilia y José: han planteado algunas cuantas cosas interesantes. Creo que para referirme a ellas, tendría que contarles un poco acerca de cómo fue el proceso creativo.

Tuve varias ideas y no sabía con cuál de ellas quedarme.

Una de esas ideas, que inicialmente no era una de mis favoritas, era la de una actriz y su fan, en donde la actriz le pedía que cometa un crimen por ella o encubra uno de ella. Sin embargo, podía funcionar bien dentro de las 750 palabras (y era una ventaja que tenía por sobre varias).

Después pensé: ¿cómo podría ser interesante contar esta historia para elegirla en vez de las otras?

Allí se me ocurrió probar con un género que nunca había transitado: el terror psicológico. Leí algo sobre el género y algunos buenos cuentos de maestros de ese género, como para tener un parámetro de si la historia esta realmente sería idónea para encuadrarla así.

Algunas de las características salientes del género son el uso del narrador no fiable, la construcción de una atmósfera opresiva y la ambigüedad.

No sé si lo que finalmente salió es terror psicológico, drama psicológico, thriller psicólogico o si es (como suele sucederme) un “híbrido” o fusión de varios géneros (suele sucederme quizás porque no me siento muy cómodo metiéndome dentro de un solo género y tampoco soy, a la hora de leer, muy “amigo” de dividirlos de modo tajante entre sí. Es más: como he leído en algún libro -que no era de literatura- el autor decía algo así como que en las intersecciones es donde hay mayor fecundidad). Como sea, sí creo que lo psicológico está presente, cualquiera fuera el género en el que correspondiera encuadrar la historia. En este punto, el reto opcional jugó a favor, ya que un barco podría constituir un lugar perfecto para una historia donde el encierro, la opresión y el factor psicológico fueran centrales.

Una vez decidida la idea, los dos personajes principales, y el género, de las características salientes de éste derivó la pregunta: ¿cuáles son el punto de vista y el narrador más conveniente?

Todos podían ser usados, pero no todos serían convenientes. Noté también que no pocos de los maestros del género usan un narrador en primera persona. Coincidí con esta elección porque ofrecía dos ventajas: la primera es la mayor inmediación, la mayor cercanía tanto con la historia como con el lector; y la segunda es la mayor facilidad o ductilidad para construir a un narrador no fiable.

Pero después vino la pregunta: ¿y si usara un narrador en segunda persona? (Se relaciona bastante con lo que pregunta Otilia).

La idea me tentaba bastante. Sin embargo, el narrador en segunda persona no iba a producir tanta “adherencia” como el protagonista no fiable y, por lo tanto, podía no solamente salir del género sino que quizás la historia no resultara tan interesante. Pero a la vez, el narrador en seguna persona sí podría conducir a un mayor involucramiento del lector.

Esto me llevo a preguntarme: ¿podrían existir dos narradores, uno protagonista y otro en segunda persona? Si me atuviera a la teoría pura, el narrador debería ser uno solo, salvo que se tratara de una novela o un relato largo que se contara desde distintos puntos de vista. De todos modos, no tengo una respuesta concluyente para esta cuestión.

Ante lo dudoso del tema, apareció otra posibilidad: ¿Y SI EL LECTOR SE TRANSFORMARA EN PERSONAJE?

De esta manera, podía conjugar todo lo que podía aportarme el narrador protagonista en primera persona y no fiable con las ventajas de mayor involucramiento que podría suministrar el narrador en segunda persona.

Por esa razón aparece “tú”. No usé ninguna marca de sexo, género, nacionaliad, etnia, procedencia, religión, profesión, edad, etc. Siempre la protagonista se dirige hacia su interlocutor/a de una manera absolutamente neutra, sin más pronombre que “tú”. De modo tal que cualquiera quedaría incluido allí.

La idea era que el/la interlocutor/a es un fan de Beth Valmont (la actriz y estrella) y que, ocasionalmente, trabaja como mozo/a (camarero/a, si lo prefieren) en el yate. Incluí también algunas palabras y reacciones del personaje, con la intención de que se sintiera más “vivo”, que no fuera algo solamente formal o de ocasión.

No es que se rompería la cuarta pared: la idea era que Beth/Claudia encerrara a cada lector/a dentro de las cuatro paredes ficcionales.

De este modo, ella construiría el clima emocional (porque en esto el narrador protagonista suele ser insuperable), nos impondría su punto de vista (y recordemos que ella es no fiable) y nos metería en la atmósfera psicológica. De ahí en más, no digo nada: todo depende de cada lector.

Pero puede resumirse con lo que dice José: ese “segundo” es “clave de como va a terminar todo este embrollo.”

Es posible que todo esto no resulte claro y que los objetivos no se hayan cumplido.

Sin embargo, quise salir de la zona de confort y tomé algunas apuestas de riesgo.

He visto que se utiliza a veces el narrador en segunda persona y otras el lector deviene personaje, a través de la clásica fórmula: “Querido lector” o “tú, que estás leyendo”, u otras por el estilo.

Me pareció que haber recurrido a esta solución hubiese sido la opción fácil y que, además, se hubiera perdido un poco de la “magia”. La idea era que el lector se involucrara emocionalmente (como Otilia señala), que se sintiera parte de la historia, que, en cierto modo la “viviera” y, de haberse logrado el clima de terror psicológico (lo que no sé si se habrá conseguido o no), que lo experimentara de primera mano.

Otra posibilidad era hacer que el/la interlocutor/a (fan-mozo/a) fuera un personaje concreto con nombre y todo. Esto también hubiera sido más sencillo. Sí, tal vez hubiera sido mucho más claro. Pero también podría haber generado una distancia mayor. De todas maneras, entre la solución anterior y ésta, me hubiera quedado con esta, porque es posible que aunque no nos involucre directamente podamos sentir empatía por alguien que se encuentra en una posición vulnerable.

El hecho de que la protagonista sea una narradora no fiable también contribuye no solamente a construirla a ella como personaje dotándola -creo o quisiera creer- de mayor riqueza como tal, sino que también hace que, manipulación mediante, TODO lo veamos a través de sus ojos, entre otras cosas a la atmósfera y la realidad que ella nos presenta y también a los demás personajes. Ignoro si esto se habrá logrado.

Con respecto a Beth/Claudia, es bastante distinta de los personajes de los relatos anteriores. Pero tener en cuenta a esos personajes de los relatos anteriores, me sirvió para delinearla mejor. Si la comparamos con Renée, la protagonista de mi relato anterior (“Entre nosotras… el universo”, del MUE N° 68), podrían ser el día y la noche; con la esclava coprotagonista del relato “Suerte en Pompeii” (del MUE N° 67), además de diferir las épocas, es absolutamente desigual la posición de una y otra: Viridia es una “nadie”, una esclava en la antigua Roma (ni siquiera era considerada persona), Beth es una actriz, una “celebrity”; y con Marianne Beaumont (la coprotagonista y personaje principal del fragmento que componen los relatos “Una larga noche” -correspondería al MUE N° 64, pero lo publiqué como primer comentario del 65 porque por un error no pude participar en esa edición-, “La vidente” -MUE N° 65- y “Un as en la manga” -MUE N° 66-) lo que habría es casi una “inversión de polaridad”: ambas son carismáticas y manipuladoras, pero mientras una (Marianne) se dedica a hacer el bien, la otra (Beth/Claudia) es egocéntrica y posee una pulsión destructiva. (Apunte complementario: al ser todas historias “character driven”, es decir, manejadas por los personajes, la diferencia entre los personajes pueden determinar la diferencia entre las historias y las interpretaciones que se pueden hacer de ellas -por ejemplo en relación al tema, cuestión muy importante a la que Iria dedicó un post-. Si se contrapusiera este relato al anterior y se confrontara a Beth/Claudia con Renée podríamos preguntarnos si las personas fueran como una u otra protagonista, qué clase de realidad o mundo tendríamos…)

Una vez que ya tenía a la actriz, tuve que pensar en la trama. Traté de que fuera una historia “character driven”, es decir, manejada por los personajes. Y usé una estrategia mixta: ni mapa ni brújula: un mapa transitado con la brújula de la propia protagonista. Planificar y desarrollar la trama desde “su mente”. Como ella lo vería.

Ahí me di cuenta que para que “cerrara”, más allá de que como bien dice José “va creciendo en intensidad”, también había que ganar en profundidad, lo que necesariamente requería mayor intimidad. Eso me hizo pensar que habría que explorar en su identidad y su pasado. Esto requería que, como sucede en la realidad, detrás de la estrella mundial, haya una persona.

Entonces pensé en los nombres y se me ocurrieron algunas combinaciones que tienen cierta simbología… Fue esa simbología la que ayudó a encontrar otros hechos de la trama hasta llegar al final. (Y fue en ese momento que pude encontrar dónde colocar armónicamente las otras dos palabras de la consigna: “profecía” y “soborno”).

Con todo este contexto, ahora puedo detenerme en lo que Otilia y José señalan.

Otilia: “No soy experta, pero no sé si tu protagonista se dirige a sí misma, buscando la complicidad de los lectores.”

José: “La mezcla de dialogo interno, pausas de tres puntos. Nos obligas a leerlo tal como lo viste en tu mente.”

Sí: lo que he buscado fue la complicidad de los lectores. O mejor dicho, de CADA lector/a, intentando (no sé si lo logré) fuera un personaje DENTRO de la historia interactuando en forma directa con la protagonista. Es decir que Beth/Claudia no se habla a sí misma (en los diálogos ni tampoco, en principio, en el flujo narrativo) ni hay un narrador en segunda persona sino una narradora protagonista (y no fiable) y el/la lector/a como personaje dentro de la historia.

Con respecto a lo que dice José acerca de la “mezcla” del diálogo interno con otros recursos…

Bueno: aquí está el por qué en tu primera lectura a José le sucedió esto: “estoy un poco perdido en quien dice que, y cuando la voz es interior, en especial al final, no quedé claro de quien era la voz.”

A algunas personas que lo leyeron les sucedió algo parecido y creo saber a qué se debe.

Si hubiera usado un narrador omnisciente, esto no hubiera ocurrido. Pero no tendríamos tanta inmediatez y hubiera sido discutible que tan “no fiable” hubiera sido ese narrador.

El texto básicamente se divide en dos bloques: el flujo de la narración de Beth/Claudia y los diálogos. No son necesariamente diálogos internos, sino que constituyen el marco de la historia y “ordenan” lo que va pasando. Dentro de ese marco se producen las interacciones de los diálogos.

Concedo que esto puede no ser ni lo más claro ni lo más conveniente y fue una de las “apuestas de riesgo” que tomé. A eso me refería con expresiones como “apuestas de riesgo” o “salir de la zona de confort”. Por suerte en una segunda lectura tu experiencia cambió (y de tu comentario veo que mi intención narrativa se vio reflejada en tu interpretación).

Por lo demás, en relación a lo que marca José de las pausas con los puntos suspensivos, en general, más allá del cumplimiento de reglas objetivas (que espero haber cumplido) y de cuestiones de preferencia subjetiva, he tratado de que tengan una intención. Y en lo que concierne a los puntos suspensivos en particular, o tienen que ver con algo que Beth/Claudia nos cuenta en el flujo de narración (y ella es la que tiene distintas intenciones) o persigue alguna intención en los diálogos (las palabras no las dice “porque sí”: pretende producir un efecto en el/la interlocutor/a, que sería el/la lector/a). O bien, tienen relación con la ambigüedad que es propia del género dentro el cual quise encuadrar el relato.

Espero haber sido más o menos claro en cuanto a sus aportes e inquietudes. No sé cuánto habré podido lograr en relación a lo que me propuse, pero me alegro de que les haya gustado el relato y que me hayan marcado cosas tan interesantes que, por supuesto, me sirven para reflexionar y mejorar.

Saludos. Nos seguimos leyendo.

Mila G.

29/04/2025 a las 08:22

Mila González: Uff!!! Dante, ha sido muy difícil para mí leer tu relato.
Aunque creo que está bien escrito, en una primera lectura he entendido bien poco. Tú texto me ha hecho sentirme un poco “tonta”. Después de varias lecturas mi mente seguía confusa. Tras leer tus comentarios he visto un poco de luz pero aún así muy complicado para mí.
Siento decirte que no has conseguido llegar a mi corazón, pero claro, quizás tampoco lo Entiendo que tu habrás disfrutado con lo que defines como un experimento pero creo que si no llegas al lector hay algo que no funciona.
[29/4, 9:18] Mila González: Espero que no te moleste mi crítica pero estamos para esto. Creo que tu relato da para muchas horas de debate. Bueno, espero que en adelante otros textos tuyos me den más satisfacciones.
Un saludo fuerte

Dante

29/04/2025 a las 23:18

PARA MILA:

Gracias por tu comentario.

No me molesta tu crítica. Como vos dijiste: “estamos para esto”. La idea del taller es intercambiar puntos de vista y realizar críticas constructivas.

No sé si decir que disfruté con lo que defino como experimento: creo que disfruté al igual que con mis relatos anteriores. Lo que me pareció que valía la pena intentar era tomar apuestas de riesgos, evitar recursos que hubieran sido efectivos pero quizás más “cómodos” para mí y salir de mi zona de confort en el sentido de tratar de explorar géneros que no había transitado y tratar de hacerlo dándole una vuelta de tuerca.

Con respecto a que no logré llegar a tu corazón, lo lamento. Siempre la idea es llegarle al lector, lo que no siempre se consigue. Aunque no sé si en el caso de este relato diría “llegar al corazón” (este es más bien oscuro y salvo en algún punto donde pudiera haber alguna empatía transitoria con la protagonista o más marcada con el interlocutor, no apunta al corazón sino a lo psicológico y, en algún punto, visceral. Más que a emocionar trata de despertar cierta inquietud, suspenso y en alguna medida, terror psicológico). Por lo que tomaría esa expresión como “conectar profundamente con el/la lector/a”.

En cuanto al llegar al lector, coincido: si no se llega a él o a ella, algo no funciona.

Puede ser algún recurso utilizado, poco común o mal ejecutado, puede ser que el tema no sea del todo interesante, o tal vez la historia, puede ser que al lector no le interese o no le guste el género o no sea de los gustos más comunes (en cuyo caso utilizar ciertos recursos menos usuales, por más justificados que estén, podría acrecentar esa distancia).

Yendo a la otra parte de tu comentario, es cierto que el texto tiene alguna dificultad. Pero no creo que haya nada malo de tu parte ni tiene la intención de hacerte sentir “tonta”.

Cuando otras personas lo han leído antes de que lo publicara (leyeron otras versiones que yo llamaría “peores”) les sucedía algo similar. Por otra parte, el entender es en gran medida racional. Y aquí hay una narradora no fiable que deliberadamente crea una ambigüedad tras otra y en el único punto que podríamos decir que busca hacernos sentir “tontos” es en que nos manipula (o intenta hacerlo). Esa ambigüedad es también parte de la “atmósfera” y se relaciona también con alguna simbología utilizada por la protagonista y con su frase final.

No tomes esto como que estoy defendiendo el relato en el sentido de no aceptar tu crítica. No. Me refiero a estas cuestiones porque aludiste a “entender” y que por eso el texto te habría hecho sentir “tonta”. A lo que voy es que yo relativizaría entender en un sentido absolutamente racional porque la protagonista busca meter al lector/a en ese clima para manipularlo/a, para que sea parte del juego. Ahora, si cuando decimos entender vamos al sentido más amplio de comprender la trama o la historia, eso sí es otra cosa. Si la mente del lector queda confusa pero la trama se entiende, no habría problema ni sería “tonto” el lector (al contrario, en algún punto la protagonista habría tenido éxito en su cometido. Lo que, por cierto, no quiere decir que sea del agrado de todos los lectores, y eso es algo que yo como autor respeto: la opinión sincera de cada lector). Si además de que la mente del lector queda confusa la trama no se comprende, ahí la cuestión cambia.

Por eso, más que el “entender” (que en algún punto podría hasta ser un “éxito” de la protagonista) me preocupa más el que el relato no haya logrado conectar con vos.

Ojalá como deseás en adelante otros textos míos te den satisfacciones. A modo de “compensación”, podría ofrecerte cualquiera de los MUE anteriores (además de en algunos MUE de la edición anterior, participé en el 65 -en el que publiqué un relato y en su primer comentario la primera parte porque por un problema no llegué a publicar en el 64-, en el 66 -que era una continuación de los otros dos, otro experimento pero distinto de este; aquel era un fragmento de una historia multigénero que voy a expandir en otro ámbito-, en el 67 y en el 68) Quizás el más opuesto a este y que más podría apuntar a lo emocional profundo es el anterior, el de la edición 68, que se llama “Entre nosotras… el universo”. Tanto para esos textos como para cualquiera mío que encuentres de la primera edición de Literautas (MUE Nº 25, 26, 27, 28, 29, 33, 39 y 54) como para los que publique en adelante, siempre serás bienvenida. Tanto vos como cualquier opinión, crítica o comentario que quieras hacer.

Nuevamente gracias por tu comentario.

Saludos y nos seguimos leyendo.

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