<< Volver a la lista de textos
La última frontera. - por Luis RivasR.
Cada día por la mañana la misma rutina, despierto con el sol en la cara, el sonido del ajetreo matutino me impulsa a salir de la cama, después de ir al baño y asearme un poco para desayunar, comienzo a revisar las cosas que haya dejado listas la noche anterior. Ya en la cocina noto un color distinto, los platos desgastados parecen viejos, la mesa está en otra posición, ¿qué está pasando aquí? Me dirijo a la alacena para tomar una cuchara y en medio del cajón apareció una llave oxidada. No recuerdo haberla visto en este lugar. Mi mente intentaba forzar recuerdos de mí en la cocina. En eso escuché una voz tras de mí. Suave. Gentil.
—Aquí estas, ¿por qué no me esperaste en la cama? —pregunta aquella voz mientras me fulmina con mirada inquisitiva.
—Vine a desayunar, es lo que siempre hago en las mañanas — respondí, y miraba cabizbajo sus ojos, como un niño siendo regañado.
—Ay no, ¡otra vez! leíste el libro de tu mesita de noche antes de levantarte?
— No, ¿por qué habría de hacerlo? —Me preguntaba, sin darme cuenta de que lo había dicho en voz alta.
— No te preocupes. ¿Quieres que te ayude con esto?
—Sí, pero no con el desayuno — miré con duda a la llave en mi mano — Encontré esto en el cajón de los cubiertos… No recuerdo si la dejé ahí, o qué es lo que abre. —La joven me miraba con sus ojos bien abiertos, y se arreglaba el pelo. En su rostro se notaba un aire de tristeza y alegría. No, más bien, melancólica.
—Tranquilo, yo sé lo que buscas —extendió su mano y me aló con fuerza, mientras caminábamos por el corredor, veía las fotos que estaban colgadas a las paredes. Se veía una familia feliz en cada una de ellas. Llegamos al patio en el cobertizo, abrió la puerta de madera y sacó un baúl, no era grande, pero era viejo.
—Vamos, ábrela —me dijo señalando la llave en mi mano.
La llave entró y giró con un poco de esfuerzo, y del baúl salió un aire de humedad, casi familiar.
—Espera, sentémonos en la sala para que lo veas bien —invitándome una taza de té, puse el baúl entre los dos. Con incertidumbre lo abrí, había libros, más bien álbumes de fotografías y sobres de cartas.
—¿Por cuál comenzamos? —la voz de la joven se sentía mas alegre al ver el contenido de aquel baúl, miré sus ojos, creo que como los míos estaban posados sobre el libro grande en el interior, acerqué mi mano al lomo del libro, mientras miraba su rostro sonriente.
—Ese es el que más me gusta —dijo con algo de tristeza.
Abrí el libro, tenía un poema escrito en letra cursiva, mi atención se fue a la dedicatoria
Para quienes viajan conmigo a “La última frontera” – Mary.
Ese nombre me hizo saltar el corazón, no sabía por qué, pero me era familiar. Mire la siguiente página, había varias fotos. Estoy yo en ellas, nunca me gusto como me veía en las fotos, siempre parecía molesto. Sin embargo, hay una en la que estoy sonriendo, pero no estoy solo.
— ¡Es Mary! —grité. En ese instante, un recuerdo nítido estalló en mi mente: aquella foto, aquel restaurante, el día que le pedí que se casara conmigo. Seguí cambiando de paginas y recordando poco a poco mi historia, los momentos que pasé al lado de Mary.
Las últimas páginas tenían fotos de Mary, pero estaba embarazada.
—¿Soy Padre? —volví a hablar en voz alta, y levanté la mirada hacia la joven que tenía en frente. Sus ojos se llenaron de lágrimas, aunque estaba esforzándose por retenerlas. Su mirada esperaba que actuara para responder de alguna manera.
—Hija, perdóname, no me había percatado de esto, otra vez —quite el baúl para acortar la distancia entre nosotros. Como una niña pequeña soltó el llanto
— Papito… te he extrañado tanto. —Su llanto entrecortaba sus palabras.
—Lo sé, pequeña, perdóname. ¿Te he dejado mucho tiempo sola? —ella meneó la cabeza de arriba abajo, respondiendo a mi pregunta.
—Lamento mucho dejarte sola pequeña Mary, pero sabes que esto volverá a pasar. Viaja conmigo a “La última frontera” como tu madre querría —Su cuerpo, aunque ya es adulto, aún es pequeño. La abracé con fuerza, mientras veíamos otro de los libros.
—Quédate conmigo, papi —dijo mientras se acurrucaba bajo mis brazos.
—Mientras me quede vida, pequeña, aquí estaré.
Comentarios (4):
Lupa Sívori
19/05/2025 a las 23:06
¡Hola, Luis! Creaste un texto interesante con la premisa planteada. Lo disfruté, si bien creo que podría potenciarse con algunas mejoras. Por ejemplo, el texto tiene varias oraciones extensas o mal puntuadas que dificultan la comprensión. Es necesario dividirlas mejor y usar comas o puntos según corresponda.
Otro tema que me parece relevante: mostrar más, explicar menos (el famoso show don´tell). Hay momentos emotivos que podrían reforzarse mostrando más acciones o sensaciones físicas, en lugar de explicarlas con adjetivos.
Ejemplo:
“Su mirada esperaba que actuara para responder de alguna manera.”
Puede mejorarse:
“Su mirada me atravesaba, esperando una reacción. Sus labios temblaban, como si contuviera un río entero a punto de desbordarse.”
También te podría sugerir unificar el tono narrativo. Algunas partes están escritas con narración muy fluida, otras con frases más abruptas o coloquiales que no acompañan del todo el tono nostálgico. Algo similar me ocurrió con los tiempos verbales, que van cambiando sin motivo real.
Por último, evitar repeticiones y mejorar la progresión narrativa. Frases como “otra vez” o “me preguntaba” aparecen de forma algo reiterada. También hay cierta confusión temporal que puede aclararse, ya que no queda del todo claro qué sucede “en el presente” y qué forma parte de recuerdos o alucinaciones.
Creo que con esos retoques, podés dejar el cuento muy bonito.
¡Gracias por compartirlo!
Tu vecino del relato #32.
Jose Luis
19/05/2025 a las 23:23
Hola Luis
Me paso por aquí para espiar a la competencia. Es broma.
Lo primero que he notado es que hay cambios en los tiempos verbales. Vigila y corrige.
Lo segundo es que, faltas de ortografía aparte, es un relato que me ha gustado bastante. Hay que leerlo desde el principio (obvio, claro) para darse cuenta de a dónde te ha llevado, justo al final. Creo que ha merecido la pena el viaje. No está mal utilizar, en este caso, la primera persona. Si le das una vuelta al cuento, te puede quedar mucho mejor.
Un saludo
José Torma
20/05/2025 a las 23:12
Hola Luis.
Empecé a escribir mi opinión, pero me detuve a leer la de Lupa y José Luis; y me di cuenta de que iba a repetir lo mismo. Las frases largas, los tiempos verbales (que yo los sufro mucho también) si ralentizan la lectura o te hacen rascarte la cabeza tratando de entender.
Creo te han dado muy buenos consejos. Deseo que tu relato sea imaginario. Yo escribí uno sobre el tema, se llama “Domingo”, te pongo el enlace por si gustas visitarlo, sin compromiso claro. Donde traté de hacer una especie de homenaje a esas personas que tienen esta condición, ahorita yo tengo una tía que me mira, me sonríe, me abraza y acepta mis besos, pero cuando me retiro la escucho preguntar… ¿Y éste quién es?
https://cuentoshistoriasyotraslocuras.wordpress.com/2014/08/26/domingo/
Sigue escribiendo y aprovecha todos los consejos que te hacemos los compañeros, que no es por saber más, sino por compartir lo poco o mucho que uno ha aprendido.
Saludos y nos seguimos leyendo.
Codrum
23/05/2025 a las 22:18
Hola luis,
Coincido con lo que te han comentado, pero no quiero dejar la oportunidad de destacar la nostalgia que despiertas . Al enfocar el texto desde una primera persona haces que se sienta desde el principio el desconcierto. La empatía con el protagonista. El tono es de respeto y devoción.
Seguro que tiene opciones de mejora, como todos los textos de quienes estamos por aquí. Y además, tiene muchos puntos positivos.
Quédate con ellos
Buen trabajo.
Pd: si tienes algún comentario a mi reseña, por favor, responde en mi texto. ( no hace falta que lo leas o lo comentes si no quieres) es simplemente para no perderme tu comentario.