Literautas - Tu escuela de escritura

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La llave del silencio - por Elena M.

Se levantó algo más temprano de lo habitual y se dirigió a la cocina para preparase un café. Los dos últimos días habían sido bastante intensos y la visita de la policía la tarde anterior había producido una gran inquietud a los tres habitantes del piso, en especial a él mismo.
La chica que había desparecido era compañera de clase y apenas la conocía, solo de vista. Raúl y Miguel, sus compañeros, no sabían quién era y de hecho ni siquiera iban a la misma facultad. Sin embargo, Pedro sabía que de alguna manera Miguel mentía. Era algo parecido a una intuición, pero creía haberlos visto juntos alguna vez. Por supuesto, había omitido deliberadamente esta información al agente que lo había entrevistado.
Abrió el cajón de los cubiertos para coger una cucharilla y sintió una punzada de desconcierto. Entre cucharas, cucharillas y tenedores desiguales se encontraba una llave oxidada con un pequeño llavero. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? Pedro no recordaba haberla visto antes y ninguno de sus compañeros había comentado nada al respecto.
La sostuvo entre los dedos, girándola mientras una idea se abría paso en su mente: Sin lugar a dudas alguien la había dejado allí, ¿escondiéndola? ¿apresuradamente, quizás?
Una parte de él gritaba que algo no iba bien, y aunque fue difícil, la ignoró. Se calzó sus deportivas y sin hacer ruido salió al rellano.
Vivían en el bajo de un edificio de cuatro pisos. Junto a los buzones había una puerta metálica con un letrero casi ilegible: “Limpieza”. La misma palabra que estaba escrita en el llavero.
En el silencio de la mañana Pedro podía escuchar sus latidos galopantes y esa voz interior que le decía, que le instaba, a que volviese a casa y dejase la llave donde la había encontrado. Una vez más optó por ignorarla.
Introdujo la llave en la cerradura. Notaba la boca seca y las manos comenzaron a temblarle, pero fue capaz de encender la linterna del móvil e iluminar el interior.
Como era de esperar, el cuarto estaba vacío y suspiró aliviado. Más tarde hablaría con sus compañeros y seguro que todo tendría una explicación lógica.
Fue entonces cuando, moviendo el haz de luz, lo vio.
Un rostro pálido, con los ojos muy abiertos y una expresión de horror indescriptible. Pedro se llevó la mano a la boca tratando de frenar el grito que asomaba a su garganta. No creía lo que estaba viendo y retrocedió de manera instintiva. En un rincón del cuartucho yacía inerte el cuerpo de su compañera.
Salió y cerró la puerta con la sensación de estar dentro de una pesadilla muy real. Su lengua se había convertido en una lija dentro de su boca y el pelo se pegaba a las sienes. Debía devolver la llave a su lugar y después pensar qué hacer. Ese objetivo lo tranquilizó falsamente. Cuando iba a meter la llave en el bolsillo del pijama, ésta se le escurrió y, tras un leve tintineo, se deslizó por la rejilla del desagüe frente a la puerta.
Pedro sintió que dejaba de vivir por unos segundos. Su hallazgo había sido demasiado impactante, perder la llave era todavía peor.
Se agachó para iluminar la zona y fue entonces cuando notó el peso del universo sobre su pecho. Desesperado se tocó los bolsillos. ¿Dónde estaba su móvil? ¿Dentro del cuarto? Era una situación absurda y demencial.
Desechó la idea de ir a la policía. ¿Cómo explicaría que había encontrado una llave y, siguiendo una corazonada, había hallado un cadáver? Sería poco creíble, y mucho menos con su móvil dentro.
Maldijo la llave, el sumidero, todo. Intentó levantar la rejilla, pero era imposible.
Escuchó ruido arriba. Las luces de las escaleras se encendieron y el ascensor empezó a subir.
Entró entonces en casa. Sus compañeros todavía dormían. Sobre la mesa del recibidor vio el móvil de Raúl, lo cogió y se marcó a sí mismo, rogando que su móvil no estuviera dentro.
¡Sí! ¡No lo podía creer! El móvil vibraba junto al marco de la puerta. Se agachó a recogerlo justo cuando la vecina del tercero salía del ascensor. Se saludaron y Pedro corrió a encerrarse en su habitación. Necesitaba hablar con alguien o se volvería loco. Se tumbó en cama, las piernas no lo sostenían, y empezó a llorar con una mezcla de alivio, horror e incredulidad. Había vivido la media hora más intensa y espantosa de su vida. Ahora debía tranquilizarse, ya habría tiempo para decidir qué hacer.

Comentarios (6):

Codrum

20/05/2025 a las 14:38

Hola, Elena
Gracias por compartir tu texto.

Voy a comentarte unas cosas que son más duda mía que fallo tuyo.

–Sin lugar a dudas alguien la había dejado allí, ¿escondiéndola? ¿apresuradamente, quizás? la puntuación aquí se me antoja rara. Sobre todo en las interrogaciones.

En el silencio de la mañana (,) Pedro podía escuchar sus latidos galopantes y esa voz interior que le decía, que le instaba, ( por economía del lenguaje y ahorrar palabras hubiera puesto tan solo le instaba, aunque entiendo que quieres remarcar el hecho de que no únicamente le decía, sino que le obligaba )

–Sobre la mesa del recibidor vio el móvil de Raúl, lo cogió y se marcó a sí mismo, rogando que su móvil no estuviera dentro. ?Como llegó allí el movil?

en cuanto al texto te diré que la expectativa comenzó siendo muy baja en cuanto hiciste la aclaración de que el companero de piso mentía. Me hiciste imaginar una pelea, un companero muerto y la llave cerrando un armario o una habitación con su cadaver.
Lo que vino en realidad, no me lo esperaba.
Has logrado un tensión palpable. La angustia del protagonista al verse en esa situación me la has contagiado.

Me parece que el texto es limpio, bien extructurado y con una sencillez que funciona muy bien para lograr el climax.

La ultima frase me parece genial.Una forma de dejar un final abierto con ironía.

Creo que has completado con maestría lo que nos pedía el taller.

!Buen trabajo!

Pd: si tienes algún comentario a mi reseña, por favor, responde en mi texto. ( no hace falta que lo leas o lo comentes si no quieres) es simplemente para no perderme tu comentario

Daniel Calleja

21/05/2025 a las 02:33

Hola Elena, me pasa un poco lo mismo que al compañero con los signos de puntuación. Faltan comas en algunos lugares y sobran en otros. En esta frase “La chica que había desparecido era compañera de clase y apenas la conocía, solo de vista” Para mí quedaría más clara así:” La chica que había desaparecido era compañera de clase y la conocía solo de vista”. Por otra parte, la atmósfera tensa y el miedo creciente del protagonista se palpan muy bien a medida que avanza el relato y llegas a sentir ese pánico que le aqueja. La historia avanza en todo momento, la lectura fluye y resulta entretenida. El final me parece muy bueno, incluso por la contradicción de necesitar hablar con alguien y en lugar de hacerlo encerrarse en el cuarto, hace al personaje más real. Felicitaciones. Nos seguimos leyendo.

Antonio

21/05/2025 a las 08:45

En el aspecto formal lo cierto es que no soy muy bueno, ahí poco puedo ayudar, tiendo a contextualizar todo el relato, y a mi me parece estupendo, agil, de lectura facil y que fluye perfectamente hacia el conflicto, el encuentro con la llave, y el hallazgo del fiambre…con la culminacion magistral de la perdida de la llave y la paranoia de haberse dejado el movil dentro, creo que el lector se imagina que ese movil es propio y empieza a preguntarse que haria él en su lugar, me ha gustado mucho Elena, puestos a enredar la madeja, y despues de leer tu buen relato, se me ocurren otros desenlaces, pero eso es jugar con ventaja porque tu nos haces coger carrerilla, pero si al llamar a su movil para tratar de encontrarlo…le hubiera cogido el telefono la ¿muerta?…joder vaya susto…gracias por haberme hecho pasar un buen rato, apreciare tus comentarios en mi relato, estoy en el 34.

Eviana

21/05/2025 a las 16:21

Hola Elena , que relato tan intrigante . Empezó a atraparme poco a poco pero tras las primeras lineas ya no pude dejar de leer . Se palpa la tensión y la angustia del protagonista. Me ha gustado mucho. Te felicito
Muchas gracias por tu amable comentario a mí texto .

Carmenigne

22/05/2025 a las 09:52

Hola Elena. Que buen relato. Original el destino de esa llave. Es inquietante, genera curiosidad, una tensión que atrapa y hace, que al menos yo, quisiera llegar al final para saber que pasó. La descripción del protagonista hace que se puede palpar la angustia del personaje, el temor. Y ese final abierto me parece que es lo que el relato merecía. Felicitaciones, de verdad.

Mónica Bezom

24/05/2025 a las 00:46

Hola, Elena.
Un relato sin duda muy bien tallado; de ritmo trepidante e intenso haciendo foco en las emociones del protagonista, por las que nos conduces a la velocidad de una montaña rusa hacia un final incierto. Buen detalle. Felicidades.
Me ha gustado leerte.

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