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La puerta al final del pasillo - por Brenda Nathasha
Mi tío murió un martes por la mañana, al día siguiente sus abogados se contactaron conmigo para informarme que todas sus pertenencias me habían sido otorgadas después de su muerte. Es poco decir que me invadió una sensación de sorpresa, ya que lo más que compartía con mi tío era el amor por los libros y por las historias que aguardaban en su interior, nunca habíamos sido íntimos y pocas veces nuestras conversaciones se desviaban de la literatura.
Él había sido un gran escritor y yo su más ávido lector. Sus historias siempre habían tenido el poder de atraparme de principio a fin, haciéndome estremecer de miedo en cada una de sus páginas, envolviendome con sus palabras como si fueran un manto.
Mi prima, hija mayor del difunto, me llamó al enterarse del contenido del testamento, estaba furiosa y confundida, una mezcla que nunca termina bien, comenzó la llamada insultándome, pasó luego por la tristeza y el desconcierto y antes de cortar la comunicación me soltó algún que otro improperio más.
Intenté no darle importancia, aunque yo también me preguntaba por qué aquel viejo había decidido dejarme absolutamente todo a mí.
Sus pertenencias consistían en la enorme casona que tenía a las afueras del pueblo y un auto que nunca lo vi conducir, casi siempre se manejaba con un chofer privado. No era un hombre materialista, solía decir, pero tampoco quería negarse algún que otro gusto en vida, como el sabor de un buen escocés y que te lleven de un lado al otro. Claro que tenía cómo pagarse sus gustos, sus libros habían vendido millones, incluso uno había terminado convertido en una película que se estrenó en cines.
—¿Fue esa tu novela favorita?—le había preguntado yo cuando escuché la noticia sobre la película.
Él había negado con la cabeza, como si mi pregunta le hiciera gracia.
—He escrito mucho más sobre Krasinsky, es un personaje muy complejo—respondió
—¿Entonces tus libros con Krasinsky son tus favoritos?
—Podría decirse.
—¿Y por qué has escrito más sobre ese personaje?
Él lo pensó un momento antes de responder.
—Los personajes no me abandonan hasta que no termino de contar su historia, y Krasinsky nunca está conforme con cómo cuento las suyas.
Yo sabía muy bien que la cabeza de mi tío jamás había sido un lugar tranquilo, así que verlo atormentado por sus propios personajes no me resultó nada extraño.
Después de firmar los papeles que me ofrecían los abogados, me dirigí a la casona, que quedaba a pocos kilómetros afuera del pueblo.
Era una residencia enorme, con más cuartos de los necesarios para un hombre que vivía solo, con tantos baños que probablemente nunca usó ni la mitad. Recorrí los pasillos de techos altos, tocando con la punta de los dedos la madera de las paredes. El silencio resultaba abrumador, casi podía escuchar la voz de mi tío llenando el espacio como lo había hecho poco tiempo atrás.
Guiado por la costumbre, me dirigí a la cocina a prepararme una taza de té. Todo estaba tal como lo recordaba, agarré mi taza de siempre y abrí el cajón de los cubiertos para buscar una cuchara para el azúcar.
Fue entonces cuando la ví, una antigua llave oxidada que no recordaba haber visto antes. La tomé y, sin pensarlo dos veces, salí volando por el pasillo. Solo había una puerta que jamás había podido abrir en mi largas estancias en la casa, una puerta con una cerradura grande y vieja. En cuestión de segundos estaba parado frente a ella.
La cerradura se quejó al abrirse.
—¡Finalmente!
Me llevé un sobresalto al escuchar la voz.. Empujé la puerta que se abrió del todo, dejando ver una habitación simple, con algunas sillas desperdigadas por allí y tres personas paradas en medio.
—¿Este es el reemplazo del que hablaba el viejo?—preguntó una anciana
—Debe de serlo—dijo el hombre de sombrero y bastón, que dio un paso al frente y estiró la mano—, un placer conocerlo, joven cuentacuentos, soy Scott Krasinsky.
Supuse que debía estar soñando así que me pellizqué el brazo, el hombre debió notar mi expresión porque volvió a tomar la palabra.
—¿Su tío no le explicó cuál sería su rol ahora, joven?—negué incrédulo con la cabeza—¡Pues contar nuestras historias! Espero que esté a la altura.
Comentarios (6):
@HenkoSlowLife
19/05/2025 a las 18:21
Me ha encantado, envolvente desde el principio y con una revelación mágica al final, donde la llave es crucial. ¡Enhorabuena!
Alberto Suárez Villamizar
19/05/2025 a las 23:16
Me gustó su historia. Al principio hace una descripción muy buena para ubicar el lugar de los hechos, y luego presenta a quien será el causante de la inspiración del escritor de una manera poco llamativa, para finalmente sorprender al lector con un final totalmente inesperado.
Estoy participando con la historia #9 y te invito a visitarla. Gracias.
Clarinete
20/05/2025 a las 18:53
Magnífico. No hay otra expresión para tu relato. Te adentras en un mundo de herencias, no sé si deseadas o no, pero descubriendo un mundo distinto. El encontrar la llave y la puerta que la abre es sensacional. El giro final es magnífico, créeme sé dé lo que hablo, lo podrás comprobar en mi relato nº 11.
Me ha gustado mucho tu texto.
Un saludo
Clarinete
Julia Liendo
21/05/2025 a las 06:16
Es un relato sorprendente, y el final excelente adecuado a como se viene contando la historia. Felicitaciones.
Karx
22/05/2025 a las 23:35
¿Que hay Brenda? ¡Me encantó el final! me inspiraste incluso para escribir una nueva historia, desde el principio debo decir que engancha y tú eres tan buena escritora como el tío del protagonista,¡en serio!. Ojalá te siga leyendo 👐🏼
Codrum
25/05/2025 a las 21:31
Hola, Brenda.
Tengo que decir que por defecto del taller comencé a ver las largas frases con muchas comas. Y poco a poco me perdí en tu historia . Y no en un sentido malo. Literalmente que perdí dentro de ella fascinado .
La velocidad del texto y lo bien escrito que está, hicieron que olvidara “buscar mejoras” a la hora de leer.
El final me pareció genial. Nos diste la pista y el final lo cierras muy bien.
Dos cosas
1- que me chocó un poco. ¿ como puede ser que tenga una taza favorita si no tienen mucho contacto.
2- ¿ qué hubiera pasado si el relato empezase rememorando la conversación con su tío mientras espera a firmar los documentos? Lo digo porque sería una forma muy redonda de cerrar el texto. Encima dejarías un tanto alejada la “prueba” del final .
Gracias por compartir este relato
! Buen trabajo!
Pd: si tienes algún comentario a mi reseña, por favor, responde en mi texto. ( no hace falta que lo leas o lo comentes si no quieres) es simplemente para no perderme tu comentario