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Y voló - por Carmen Sánchez Gutiérrez

En el pueblo de Tomar de los Racimos, todas las mujeres, desde su más tierna infancia, son sujetadas por una cadena al tobillo derecho con un grillete cerrado con llave custodiada por los llamados «espías», personajes invisibles que nadie se atreve a conocer y que controlan los pasos de la féminas con firmeza, no dudando en aplicar los castigos pertinentes a todas aquellas que no conduzcan sus pasos dentro de los límites establecidos y con la compostura debida.

Al igual que la mayoría de las costumbres ancestrales, nadie las cuestionaba, ni siquiera las víctimas del encarcelamiento de pie, o tobillo, o pierna completa, según se mire, porque no hubo pocas que tal miembro perdieren tras recibir correctivos con tanta asiduedad que los grilletes, al ser tan apretados, comprimieron la piel, la carne y los vasos sanguíneos y la podedumbre llegó a la sangre que se tiñó de gris humo. En esos casos hubo de cortar el miembro de raíz, desde el nacimiento de la cadera, lo cual suponía un grave inconveniente para la imprescindible atadura, pero «los espías», tras largas y clandestinas deliberaciones, hallaron una solución: engrilletar la pierna izquierda y cuando alguna mujer que por su incorregible manía de ir de acá para allá y no estarse quieta en su sitio, perdía las dos piernas, esposaban las muñecas comenzando siempre por la la derecha. Y, como iba diciendo, tan acostumbrados estaban ya en aquél pueblo a dicha práctica, que las únicas protestas que se dejaban oír eran para denunciar a las que sus cadenas no apretaban lo suficiente.

Hasta que una mañana Doña Emilia, viuda de Don Serapio y con dos hijos, encontró una vieja y mohosa llave en el cajón de los cubiertos de sus difuntos suegros. Pasó aquella mañana por la casa semi abandonada desde la muerte de sus propietarios por pura casualidad y al ver tal abandono sintió pesar y quizás algo de remordimiento, el caso es que decidió entrar para airearla un poco y darle una barrida. Y estando allí dentro quiso curiosear un poco, algo que Don Serapio, que en paz descanse, no permitió jamás. Revolvió en armarios y cómodas sin entretenerse demasiado porque las viejas ropas de su difunta suegra, negras y apolilladas no suscitó su interés, pero continuó con las pesquisas, tal vez debido al exceso de tiempo que acumulaba día tras día desde que sus hijos la olvidaran. Terminó en la cocina rodeada de ollas polvorientas y platos adormilados, y así descubrió la valiosa llave dentro del cajón de los cubiertos, asomando apenas entre tenedores roñosos y cucharas de alpaca. No tuvo ninguna duda sobre que llave se trataba y qué cerradura abría. Lo más probable es que hubiera más repartidas por ahí y esa quedó olvidada al morir sus propietarios.

Nerviosa la acercó a su tobillo y a la cerradura de su anclaje, media vuelta y el grillete cayó al suelo vencido.

Doña Emilia experimentó el placer de su pierna libre por primera y lo celebró con pequeñas carreras por el pasillo y pequeños saltitos. Ni loca se atrevía a salir a la calle sin la carga, de modo que se ajustó el grillete de nuevo y guardó la llave en su bolso para seguir experimentando su nueva libertad a solas, en su casa, en su gran corral con espacio suficiente para un maratón incluso.

Allá fue, sin detenerse con nadie por si sus astutos vecinos adivinaban su secreto y, encerrada en su casa, corrió como predijo por el corral sin el amarre hasta quedar extenuada. Se sentó a descansar en una hamaca que para eso estaba allí y cual fue su sorpresa al ver que su pierna derecha flotaba, ascendía por sí misma y su compañera la imitaba. Se puso en pie y las piernas se elevaron y ella extendió sus brazos para guardar el equilibrio. ¡Volaba! Sin necesidad de escoba ni artilugio similar, «¡las mujeres podemos volar»,se dijo «por eso nos atan!» Ensayó su recién descubierta proeza durante un buen rato, siempre a poca altura para no ser descubierta, hasta que dominó por completo el peligroso arte y entonces…
Voló por encima de la tapia y se dejó ver por todos los que por allí pasaban mientras gritaba: «¿lo veis? Puedo volar, todas podemos, solo necesitamos la llave que vence los candados».

Comentarios (10):

Brenda Nathasha

19/05/2025 a las 18:12

Hola Carmen, qué lindo texto, me encantó la historia y está narrada de una manera muy amena, felicitaciones! Te invito a pasarte por mi texto, es el número 14

Yolanda T

20/05/2025 a las 17:10

Hola, Carmen. Sorprendente final, me esperaba cualquier cosa, menos que las mujeres pudieran volar. Me ha encantado ese punto de fantasía en un relato tan oscuro.

En cuanto a la forma y la estructura del texto, me parecen correctas, salvo que el primer párrafo lo escribiría en pasado, como el resto del relato.

También he encontrado alguna incorrección gramatical como “hubo de cortar” en vez de “hubo que cortar”, o “sobre que llave se trataba” en lugar de “sobre de qué llave se trataba”.

Felicidades por la historia y un saludo.

Osvaldo Mario Vela Saenz

22/05/2025 a las 05:03

Holoa Carmen, saludos.

Debo decirte que el titulo de tu trabajo me encanto, la idea es tan original que cambiaria todas las grandes obras de los Griegos y Romanos quienes usaban los grilletes para evitar que los prisioneros y esclavo escaparan de sus encierros.

Ya me imagino una pelicula donde tanto prisioneros como esclavos yasin grilletes salgan volando a buscar otro destino. vaya la imaginacion que sabes despertar en mi. Te felicito y nos leemos.

Cristina Ayala

22/05/2025 a las 20:52

Hola Carmen.
Primero de todo, gracias por tus comentarios.
Sobre tu relato, debo decir que me ha encantado la historia. Tanto la idea de las cadenas del principio, que deja ese interrogante del porqué, como el sorprendente giro del final. Ese toque fantástico inesperado lo hace memorable.
Sobre el estilo, me gusta mucho el tono aunque te voy a hacer algunas sugerencias, según mi opinión, por si te pueden ayudar.
Creo que, en general, los párrafos son excesivamente largos y la puntuación no es correcta, lo que dificulta un poco la comprensión en algunas momentos. Yo quitaría tantas subordinadas y utilizaría más puntos (ejemplo: primer párrafo de cinco líneas con dos comas).
Hay un pequeño batiburrillo en los tiempos verbales, ya que en algunos momentos falla la concordancia. En especial ese cambio de tiempo del primer párrafo que ya te ha comentado Yolanda.
Hay alguna repetición, pero eso se corrige con facilidad (ejemplo: …decidió entrar para airearla un poco y darle una barrida. Y estando allí dentro quiso curiosear un poco… Ese “un poco” tan seguido, se hace muy notorio).
Pero lo dicho, la historia es fantástica y me ha gustado muchísimo. Tiene un “no sé qué” muy especial.
¡Genial trabajo!

CARMELILLA

23/05/2025 a las 16:02

Hola, Carmen.
Gracias por leer y comentar mi relato. Me alegra y me halaga que te gusten mis relatos.
Comparto los comentarios de Yolanda y Cristina y te escribo el mío:
Me encanta esa mezcla de realismo, crítica social y final mágico.
Del horror va pasando progresivamente a la esperanza con el descubrimiento de Doña Emilia.
Tiene un ritmo impresionante, avanzando como en cada momento de la trama necesita.
Por supuesto me parece una trama muy original.
El lenguaje con las descripciones necesarias sobre todo al principio que dejan los pelos de punta. Las cadenas y las amputaciones…
Creo que se repite demasiadas veces la «y».
Algunos párrafos son demasiado largos.
Me encanta el giro mágico del final y, sobre todo, esa liberación de Doña Emilia que tan necesaria es para todas las Emilias del mundo.
Buen trabajo, Carmen.
Saludos.

Amadeo

24/05/2025 a las 13:08

Carmen.
Primero agradecerte tus comentarios al mío.
Me gustó tu cuento, principalmente por el final sorpresivo.
Ahora bien, lo considero “demasiado” explicativo… se podría abreviarlo bastante y hacer par-ticipar más la protagonista.
Una duda: ¿solo por el peso del candado y del grillete, las mujeres no podían volar? Si bien es un cuento fantástico, me resultó llamativo.
Nos leemos.
Cordiales saludos
Amadeo (Argentina)

Alberto Suárez Villamizar

24/05/2025 a las 22:29

Bonita historia. Me hace pensar en que se puede tratar de una reflexión en cuanto al atrevimiento que se debe tener para realizar las cosas. En oportunidades quizás el ser humano sufre de ataduras que no le permiten su realización, pero, al reconocer esas limitaciones logra volar tan alto como puede. Esa es la interpretación que en mi caso le doy a tu historia que me parece muy bien manejada y como lector me atrapó a la espera de conocer su final. Felicitaciones.
Estoy participando con lahistoria #9 y te invito a pasarte por ella.

Codrum

25/05/2025 a las 11:19

Hola,

Gracias por compartir tu relatos. La historia es muy original y tiene una crítica en ella muy fuerte al machismo.
Me ha parecido genial.
En cuanto a los “peros” te han comentado mucho de lo que te iba a escribir yo.
Frases tan largas y tanta coma desvirtualizan un poco el texto.

Cuando encuentra la llave en casa de sus suegros me chocó un poco y tuve que leerlo un par de veces. Hay saltos en el tiempo y seguramente se podría haber expresado un poco mejor.

Tu cuento tiene un aire de narración oral que me ha atrapado desde el principio. El modo en que el narrador se hace aclaraciones a sí mismo es una genialidad.
En mi texto tuve un comentario sobre una compañera que se centraba en cuentos orales. Si lo encuentro le recomiendo que se pase por aquí, a ver qué te dice.

Buen trabajo

Pd: si tienes algún comentario a mi reseña, por favor, responde en mi texto. ( no hace falta que lo leas o lo comentes si no quieres) es simplemente para no perderme tu comentario

Codrum

25/05/2025 a las 11:21

Era Chus Galego quien cada vez está más interesada en literatura oral.

Pato Menudencio

26/05/2025 a las 17:16

Hola Carmen. primero que todo, muchas gracias por pasar por mi relato.

Respecto al relato. Me pareció muy bien logrado y fresco en la temática. Esperaba un desenlace oscuro, pero por suerte me he equivocado y pude leer cómo tu protagonista se alzaba a los cielos.

Aspecto que podrían corregirse. Pocos la verdad. Tal vez en algunas descripciones mejor mostrar que contar. por ejemplo, “encontró una vieja y mohosa llave en el cajón de los cubiertos de sus difuntos suegros” tal vez decir que al quedar el olor a óxido en las manos de la protagonista se da en cuenta que la llave lleva muchos años encerrada y que podría ser de sus suegros.

Saludos y nos leemos pronto.

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