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La última frontera - por Carmen GonzálezR.
La última frontera
Los Crawford han llegado a la vieja casa de la tía abuela, una mujer que sobrepasaba los cien años y que ha fallecido recientemente. No esperaban heredar esta mansión alejada del mundo. La tía abuela no había tenido descendencia y Margaret está abrumada ante lo que es una propiedad casi desconocida para ella. Cuando era pequeña había ido alguna vez a visitarla, pero hacía años que había perdido todo contacto con su tía.
Margaret ha decidido vender la casa, nada la une ya a ella. Los Crawford están en el comedor vaciando los viejos muebles para ver si hay algo que puedan quedarse antes de la venta.
El pequeño Ian está en la cocina, se entretiene abriendo todos los cajones para encontrar algo con lo que pasar el rato. Parece que es el único que está contento de estar en la casa. Nunca había visto un sitio tan antiguo y está deseando pasar todo el tiempo posible en este lugar.
Abre uno a uno los cajones. Tiene la cocina patas arriba, sobre la encimera va dejando todo lo que le parece interesante: un mortero, una báscula, un hornillo. En el cajón de los cubiertos hay de todo: cucharas, tenedores, cuchillos, cucharillas, … Pero algo llama su atención, una llave oxidada. Ian se pregunta extrañado: «¿Qué hace aquí una llave?» La coge, la sostiene sobre la palma de su mano y la observa con atención. Es diferente a las que ha visto hasta ahora. No es muy grande, parece de metal, pero no consigue distinguir cuál es. Se acerca a la ventana para estudiarla con más atención. Mide unos tres centímetros, a pesar de estar oxidada, se vislumbra el color dorado de la llave. Tiene un solo diente, el mango es fino y en la parte por donde se coge hay un agujero grande. Al tacto es un poco irregular. Ian se dispone a averiguar qué abrirá esa llave.
Decidido, prueba la llave por todas las puertas de la casa. Empieza por las que llevan a las distintas estancias de la mansión y en cada una de ellas, Ian abre todos los armarios y cajones que encuentra a su paso. Ha probado en las habitaciones, los baños, el salón… Pero nada, no hay suerte, parece que esta llave no es de la casa.
Pasado un rato, Ian, animado, sigue investigando. Está seguro de que esa llave tiene que abrir algo, sino «¿por qué iba a estar guardada en el cajón de los cubiertos?», se pregunta.
Sube las escaleras hasta el altillo, la última sala que le queda por revisar después de haber pasado casi todo el día buscando la puerta misteriosa. Se acerca a la única entrada que hay en esa parte de la casa, gira el pomo y abre la vieja puerta de madera que gruñe.
Una vez dentro, Ian contempla maravillado la habitación. Es un lugar repleto de antigüedades, muebles, juguetes… Con la llave en la mano, va de un lugar para otro, no puede parar de curiosear, sabe que allí puede estar la puerta que abre la llave. «Tiene que ser aquí».
Encuentra un baúl de piel. Prueba introduciendo la llave en el candado, pero no cede. Ve un armario de roble, se acerca, no tiene ninguna cerradura. Sigue escudriñando el altillo. Nada. No hay nada que coincida con la llave.
Ian está cansado, se tumba en el suelo, mirando hacia la claraboya que deja entrar un halo de luz, está oscureciendo. No sabe cuánto tiempo ha pasado. Entonces, la ve. Una pequeña puerta se dibuja en una de las paredes, tras el armario de roble.
Se levanta de un bote, se acerca al armario. Lo empuja, pero pesa demasiado. Lo vacía para ver si así es capaz de moverlo. Vuelve a intentarlo, esta vez consigue moverlo unos centímetros. Suficiente para que pueda acceder a la puerta, que es de hierro forjado, con unos dibujos incrustados que parecen un sol y un jardín. Ian introduce la llave. La gira con suavidad. La puerta se abre. Una luz brillante sale de su interior. Ian cierra los ojos, cegado por el resplandor. Se acerca al interior, a pesar de ser una puerta pequeña, Ian consigue entrar a rastras. Al traspasar la luz, se encuentra ante un paisaje espectacular. Un jardín inmenso, con árboles, un riachuelo, pájaros de colores que cantan. Mientras Ian contempla absorto el paraíso, la puerta se cierra de golpe. El pequeño ha quedado atrapado en la última frontera.
Comentarios (7):
Antonio
20/05/2025 a las 15:00
Hola Carmen, el ritmo que propones me parece correcto, el descubrimiento de la llave, la busqueda de la cerradura, y por fin el hallazgo, la descripcion sucinta de las estancias esta muy bien, pero seguro que la podrias haber ambientado mejor, quiza una decoracion mas gotica, mas tetrica si se quiere, el puntito claraboya me parece bien traido, mete al lector en la visualizacion cenital de la luz, el “in crescendo” me parece interesante.
Aunque Margaret tiene poco protagonismo, creo que tambien tenia potencial, pero la autora manda,a lo mejor el nombrado armario de roble deberia haber sido contado antes, no se, se me ocurre que se arrumbre para facilitar el descubrimiento de la puerta, son solo ideas, pero claro es tu argumento, muy bueno por cierto, pero haber dotado de dramatismo al nene no habria estado mal, mas que nada por el final.
Un saludo Carmen, nos seguimos leyendo, soy Antonio del 34, date una vuelta por ahi, agradecere tus sugerencias.Saludos, hasta el mes que viene.
Carme González Graell
21/05/2025 a las 08:28
Hola, Antonio:
Gracias por tu comentario. Anoto tus recomendaciones para mejorar el relato. Es verdad que, como había poco espacio para escribir, me centré en los detalles importantes de la escena. Pero el relato se puede alargar y así incorporar más detalles y dramatismo.
Ysai Mara
21/05/2025 a las 18:20
Hola Carmen:
Gracias por compartir tu relato. Me ha resultado muy fácil imaginar el ambiente de la mansión.
El hecho de que Margaret haya decidido venderla sin explorarla a fondo antes, me ha dejado un poco fría.
Ian, me parece un personaje entrañable y su búsqueda, llave en mano, está muy bien descrita.
¡Buen trabajo!
Un abrazo.
Codrum
22/05/2025 a las 10:49
Hoal,
Gracias por tu relato.
Me parece que cumple con soltura lo que el taller pedía. No es un texto magnifico (en cuanto a originalidad o florituras literarias)
Lo que sí que es, es un texto que entretiene, que está muy bien extructurado y que maneja muy bien los tiempos. Sencillo y efectivo.
Es un ejercicio muy bueno de escritura.
Has utilizado un montón de herramientas, y las has utilizado, a mi punto de vista, bien.
Me ha gustado la elecci´n de Ian como nombre. Al repetirse tanto, el hecho de que sea corto no aburre. si lo cambias por Manolo, el texto perdería mucho en fluidez.
También el orden de las descripciones es muy correcto. No hay cambios brusco de “plano de cámara”. Las cosas que va descubriendo o los lugares donde va probando, surgen naturales. No vas de una habitación a una mesa en la cocina y de repente a una ventana. Lo cual es un punto muy positivo que has dado al texto.
! Buen trabajo!
Pd: si tienes algún comentario a mi reseña, por favor, responde en mi texto. ( no hace falta que lo leas o lo comentes si no quieres) es simplemente para no perderme tu comentario
Amadeo
22/05/2025 a las 13:07
Carmen.
Muy buen cuento con final fantástico.
Buena descripción de la búsqueda de Ian.
Revisaría la puntuación, pues noto demasiadas comas. También los tiempos verbales (hay pasados y presentes).
Creo que mejoraría si describes someramente a Margaret (¿Quién es?) y a Ian, característi-cas generales, edades, etc.
Felicitaciones.
Un cordial saludo
Amadeo
Estoy en el Nº 36 por si quieres comentarlo.
Carmen González
23/05/2025 a las 07:02
Gracias a todos por vuestros comentarios. Tomo nota de las recomendaciones para mejorar el relato.
Wanda Reyes
23/05/2025 a las 18:44
Hola Carmen, muy buen relato, las descripciones bien logradas que nos ayudan a imaginarnos bien esa exploracion de Ian para encontrar a que objeto pertenece la llave. El final me recordo al libro de Narnia, no sabemos que mundo hay detras de aquella puerta, ni sus peligros, da para mas este relato.
Saludos