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LA ULTIMA FRONTERA (Una tragedia Griega) - por Mila G.R.
Margarita terminó de sacudir las alfombras de la habitación azul y cerró las ventanas. Después corrió los pesados cortinones, dejando la estancia en la penumbra, y dio por terminadas las tareas en el piso de arriba.
Hoy la Signora se había levantado más tarde de lo normal. Esa jaqueca recurrente la había hecho pasar una mala noche y todo iba retrasado.
Bajó a la cocina, donde una olla borboteaba al fuego perfumando toda la casa con un asombroso olor a lentejas guisadas.
A través de la puerta entreabierta pudo ver cómo, en la terraza, la Signora dormitaba en su hamaca japonesa con un libro cerrado entre las manos. A su lado, sobre la mesita de bambú, un cenicero rebosante de colillas y un vaso a medio beber de “Jack Daniel´s”.
Era la rutina diaria, la imagen repetida de todas las mañanas desde la desaparición de Matías. Otro día calcado del anterior, otro trozo de vida desperdiciado,
Aunque desde la cocina no podía verlo, sabía que ese libro que leía la Señora era el mismo de siempre: “La última frontera”, de Matías Weber. Lo leía y releía, sin descanso, con los ojos humedecidos, queriendo descifrar cada palabra, cada línea y cada párrafo. Era la obra póstuma de Matías, una autobiografía indescifrable llena de medias palabras, insinuaciones veladas y confusos sucesos. La había escrito durante su último año de vida, postrado en la cama y con la mente enredada en las sombras.
Mes a mes, la Signora había navegado por aquellas páginas confusas, analizando obsesivamente cada frase. Lentamente, la verdad se había revelado: en la vida de Matías había existido otra mujer, un amor indestructible y clandestino que ella jamás había sospechado. Y esto la atormentaba de tal manera que no la dejaba vivir.
Margarita se dispuso a trinchar el pollo y cuando abrió el cajón de los cuchillos enseguida notó que faltaba uno, el más grande y afilado. En su lugar alguien había colocado una vieja llave oxidada.
La reconoció enseguida, era la llave de la pequeña ermita que se encontraba en lo alto de la colina, donde nacía el riachuelo que cruzaba las tierras de los Weber.
Durante años, Margarita había sido la encargada de su custodia y aunque la ermita llevaba mucho tiempo cerrada al culto, ella seguía guardándola en un cajón de su joyero.
La pequeña ermita blanca… Santuario de sus encuentros furtivos, testigo de sus besos, guardiana de ese amor escondido…
¿Cómo había llegado esa llave al cajón de la cocina? ¿Por qué el cuchillo de trinchar había desaparecido?
Un vuelco en su corazón la dejó momentáneamente paralizada. Pero de inmediato una descarga eléctrica, que le recorrió todo el cuerpo de arriba abajo, iluminó la oscuridad del misterio.
Salió de puntillas de la cocina, con el corazón al trote, sabiendo de antemano lo que se iba a encontrar.
En la terraza se desarrollaba el acto final de aquella tragedia griega… La palidez de aquel rostro todavía bello, la sangre desparramada entre las hojas del libro, el cuchillo sobre el regazo. Un cuerpo desmadejado, herido de muerte.
Sin un solo reproche y en silencio, la Signora había cruzado, por su propia mano, la última frontera. Al fin había descifrado el jeroglífico de la ingratitud y había descubierto, entre las paginas difusas de aquel libro, la identidad de la mujer amada por Matías.
La llave en el cajón de la cocina no era otra cosa que un recado para Margarita. Un mensaje que decía: Se quién eres, se lo que has hecho, se de vuestra traición …
Comentarios (10):
Iria (Literautas)
19/05/2025 a las 15:01
Mila, la llave aquí no es el incidente detonador, ya que no desencadena la acción ni el conflicto, sino que es un giro en la historia que lleva al desenlace. El verdadero incidente detonador sería la revelación de la traición y la lucha interna de la Signora con ese secreto, que culmina en su suicidio.
En cualquier caso, precioso texto. Gracias por compartirlo.
Mila G.
20/05/2025 a las 08:09
Muchas gracias Iría por tu comentario.
Está claro que no he comprendido el verdadero sentido de lo que significa un “incidente detonador”.
En mi relato, la aparición de la llave supone un “shock” para Margarita que la permite entender el porqué del suicidio de la Signora. Lo que la llave había permitido era el descubrimiento, para Margarita, de que su secreto no era tal.
Pero, claro, después de leer tu post sobre lo que debe de ser un “detonante” ya lo tengo más claro.
Muchas gracias, seguiré aprendiendo que es de lo que sé trata
Otilia
20/05/2025 a las 10:50
Hola, Mila, gracias por compartir tu historia.
Tu relato me ha gustado y con su prosa sencilla se lee con fluidez. ¡Buen trabajo!
Por aportar algo, te diría el uso de gerundios o los adverbios terminados en “mente”. Has repetido “ermita” muy seguido y creo que falta la tilde del verbo saber en la última línea.
Saludos.
Diana T
20/05/2025 a las 15:24
Hola Mila.
He disfrutado de tu relato, sobre todo del final, que me pareció tan inesperado y revelador. Sí que sabes como hacer que sintamos todos esos recuerdos de Margarita.
Sólo dos detalles:
El segundo párrafo me costó un poco leerlo, y creo que si se coloca una coma antes del perfumado, se entiende mejor:
“… donde una olla borboteaba al fuego, perfumando toda la casa…”
Y segundo, me causa un poco de conflicto que primero se hable de “desaparición” de Matías y luego se explique que duró postrado en cama y posteriormente falleció, o al menos eso fue lo que entendí, pero pues al estar muerto, no está desaparecido.
Fuera de eso, disfruté mucho la historia. Saludos 👋
Ricardo
20/05/2025 a las 17:46
Hola Mila:
¡Buen trabajo con el texto!. Me ha gustado el final y ese giro inesperado.
Como comentario personal decir que al leerlo sentí un poco agobio, quizá por los gerundios y que hacen que suceda todo a la vez
Jose Luis
22/05/2025 a las 00:53
Hola Mila
Gracias por pasarte por mi cuento.
Creo que has logrado escribir un buen relato, porque me ha gustado bastante. Creo que has condensado en pocas palabras una multitud de cosas: un amor secreto, una obsesión, un misterio sin resolver, en fin, varias cosas. A mí no me molestan los gerundios, como a otros. Son parte de nuestra gramática y de nuestro idioma, y no creo que hayas abusado de ellos.
Un saludo
Cristina Ayala
22/05/2025 a las 07:27
Hola Mila.
Ha sido un placer leer tu relato. Me ha gustado el contraste de las calmadas descripciones iniciales con el desenlace fatal. Has ido construyendo muy bien le intriga y me ha enganchado de comienzo a fin.
Los peros que te puedo poner ya te los han comentado:
– A nivel de estilo, algún error de puntuación que dificulta un poco la comprensión, y aunque yo tampoco estoy en contra de los gerundios ni de los adverbios terminados en “mente”, hay un párrafo donde utilizas dos seguidos que sí chirrían bastante: “…por aquellas páginas confusas, analizando obsesivamente cada frase. Lentamente, la verdad se había revelado…”.
– A nivel de historia, me pasa como a Diana, y la “desaparición” de Matías, me había generado una expectativa que luego no se ha cumplido. El giro que da la narración tras encontrar la llave es interesante e inesperado y el desenlace me ha gustado bastante (aunque tal vez hubiera sido más impactante que la Signora matara a Margarita…)
En cualquier caso, he disfrutado mucho tu relato.
¡Muy buen trabajo!
Mila G.
22/05/2025 a las 07:51
Gracias a todos por vuestros comentarios y por vuestros consejos, los tengo en cuenta y ya he arreglado lo que estaba mal (creo que las prisas me han jugado alguna que otra mala pasada).
En cuanto a que hablo de “desaparición de Matias” en vez de muerte, es porque me gustaba como sonaba en la frase, lo que nunca pensé es que diera lugar a una duda. Yo creo que la palabra desaparición se usa a veces como sinonimo de muerte y es más suave.
En cuanto a los gerundios os diré que yo los uso bastante y me gustan, pero bueno esto es algo muy personal.
Me despido SINTIENDO vuestro apoyo, MIRANDO al mar desde mi ventana y LEYENDO vuestros relatos. Otra vez gracias.
Cristina Ayala
22/05/2025 a las 21:08
Hola de nuevo Mila,
Para mí, la palabra “desaparición”, en ese contexto, puede confundir ya que tiene otras connotaciones.
Tal vez “pérdida” podría encajarte bien.
O una frase tipo “desde que Matías ya no estaba” o “desde que Matías se había ido”.
¡Saludos!
Por cierto, estoy en el 25. Me encantaría leer tu comentario.
José Torma
22/05/2025 a las 22:58
Hola Mila.
Gracias por tu visita.
Tu relato tiene buen ritmo, hay que tener cuidado con los títulos, que no digan de mas que vendan la historia antes de leerla. Yo leo “Tragedia griega” y de inmediato sé que esto va a terminar mal.
La ambientación esta bien lograda pero cuando llegas al cuchillo y sumando el título, aquí pasarían dos cosas, o se mata o la mata. Al ser tragedia griega, pues me hubiera gustado, como te comentaron, que Margarita fuera la víctima. Yo tengo una historia inconclusa de la muerte de Margarita, tal vez agarre inspiración de tu relato.
Los puntos, las comas… ay Dios, no te los critico porque los padezco. Solo queda volverlo a intentar.
Al final, lo importante es que la historia entretiene y eso es lo que busca uno como autor/lector.
Felicidades.