Literautas - Tu escuela de escritura

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LA ULTIMA FRONTERA - por CARMELILLAR.

Inspiré el aroma del café con verdadera devoción. Me traía tantos recuerdos de mi vida junto a mi abuela que casi podía vernos a las dos en la cocina tomando colacao mientras ella se deleitaba con un aromático café, y me decía con su siempre enigmática sonrisa:

—Mi niña, nunca se está solo. Cuando me vaya lo entenderás.

Yo la miraba sin entender, pero ser su regalo era algo muy especial y sólo por eso me sentía feliz.

Tomé el café. Lavé el vaso, la cucharilla de plata que mi abuela me había regalado y guardé esta en el cajón de los cubiertos. Al cerrarlo vi algo que me llamó la atención. Revolví los cubiertos y ahí en medio de todos ellos encontré una llave realmente curiosa. Aunque llevaba tiempo sin ir a casa de mi abuela, estaba segura de no haber visto nunca esa llave y por supuesto la última vez que la visité, en el cajón de los cubiertos sólo había eso: cubiertos.

Me guardé la llave en el bolsillo y salí al salón para despedir a las pocas personas que quedaban.

—Gracias por venir —repetía una y otra vez dando la mano a los que se marchaban y sonriendo sin ganas.
—Tu abuela era un encanto, la echaremos mucho de menos.
—Sí, lo sé. Yo también.

Y así hasta que la casa y yo nos quedamos vacías.
Salí al porche. Me senté en la mecedora de mi abuela, saqué la llave del bolsillo y mientras me mecía la observé con curiosidad.
Su tamaño era algo más grande de lo normal. El óxido que la cubría y que me dejaba un polvo cobrizo en las yemas de los dedos, delataba su antigüedad. Su cabeza de forma ornamental y en forma de ocho en su interior, facilitaba su agarre. La pala redonda y hueca.
Precisamente al observar la pala, vi que en su interior había algo. Resultaba imposible cogerlo con los dedos. Me levanté con prisa por la creciente curiosidad que me invadía, cogí unas pinzas de depilar del baño y allí mismo sin poder esperar más saqué lo que había.
Un pequeñísimo papel enrollado de color amarillento. Dudé sobré qué hacer con él. Temía que si lo desenrollaba se haría pedacitos, pero era eso o dejarlo como estaba y quedarme con la duda eterna.
Tras varios intentos conseguí enganchar un trocito y con sumo cuidado saqué el papelito. Lo miré unos segundos dudando nuevamente hasta que lo estiré con el cuidado de un cirujano operando.
Había algo escrito y, aunque la tinta estaba un poco difuminada y la letra era diminuta, con la linterna del móvil conseguí leer lo que ponía: «tras la alacena: la última frontera».
Completamente fuera de juego, leí y releí el mensaje. Cierta angustia se alojó en mi interior en forma de bola en la boca del estómago que empezaba a presionarme. Los pensamientos se atropellaban en mi mente: «¿Había sido mi abuela quién había dejado la llave en el cajón para que yo la encontrara?». «¿Había sido alguien de los que hoy habían estado en el funeral?». «¿Tenía que encontrarla?».
Con el peso de los pensamientos en la cabeza volví a la cocina y me quedé inmóvil frente a la alacena haciéndole una profunda radiografía, buscando dónde podía encajar la llave.
La alacena era realmente antigua, mi abuela la heredó de su madre, pero sólo una puerta tenía cerradura y la llave no la pertenecía. Abrí todas las puertas y en su interior había lo de siempre: vasos, tazas, platillos, café, infusiones…
A punto de rendirme y cerrando una de las puertas, observé arañazos en forma de media luna. Entendí inmediatamente que habían sido provocados por el recorrido reiterado de la alacena. Intenté recorrerlo sin éxito por el peso, de manera que vacié varias estanterías hasta que lo conseguí, y allí estaba la puerta cuya cerradura era la propietaria de la llave.
Giré la llave y empujé la vieja puerta que se quejó con ganas. Un escalofrío se paseó por mi cuerpo. Recorrí un pasillo oscuro que iluminé con la linterna del móvil. Encontré otra puerta que abrí con la misma llave y tras ella: mi madre, recibiendo a mi abuela con un sentido abrazo y al fondo sonriendo y extendiendo los brazos hacia ellas, mi padre.
Mi abuela giró la cabeza y con suavidad susurró: «aquí estaremos, esperándote en la última frontera».

Comentarios (9):

Osvaldo Mario Vela Saenz

19/05/2025 a las 17:48

Hola Carmelilla, saludos.
Encuentro tu escrito muy bien trabajado, Como la mejor guionista donde nada queda fuera. La visualización que logras es de verdad increíble.

Consigues de mí, como lector, la seguridad que si estuviera allí en el momento, yo podría conversar con los personajes de la última frontera familiar. Excelso. Continua asi.

Carmen Sánchez Gutiérrez

19/05/2025 a las 19:30

Hola Carmelilla.
Precioso relato, precioso y escalofriante. No sé cómo me sentiría yo si encontrase a mí familia fallecida tras un oscuro pasillo.
Un relato original y muy bien escrito, como todos los tuyos, he tenido el placer de comentarte en más ocasiones.
Nos leemos.

Antonio

20/05/2025 a las 17:02

Hola Carmelilla te he leido en otras ocasiones y te he buscado por aprendizaje y como deferencia ya que tu tambien me leiste el mes pasado y me hizo ilusion.
Buenas descripciones (ornamental), y precisas (cirujano), me han llegado, relato intimista, y segun creo lleno de optimismo ( lo comparto ), ya te digo original en cuanto a estas descripciones, te alejas de adjetivos mas manidos, muy bien “currao”.
Me ha descolocado que te refieres en algun sitio como ser su regalo, eso no lo he pillado, seguramente lo tendrias en tu cabeza, pero es demasiado abstracto.
Por otro lado te refieres en un momento dado a recorrer el mueble, entiendo que te referiras a correrlo ( moverlo de sitio )…igual que cuando dices “alli estaba la puerta”, supongo que tras el mueble, a veces nos va mas deprisa la cabeza que las manos a la hora de escribir, no obstante en el contexto se entiende perfectamente, pero…tu me entiendes.
Buen encuentro de toda la familia ( lo cual suscribo y me identifico con eso, es un pensamiento recurrente y deseado, ¡ que leches! ), quien no espera un recibimiento asi en “la ultima frontera”, muy emotivo.
Date una vuelta por mi relato si te apetece estoy en el 34 y seran bien recibidas tus cronicas y sugerencias.
Hasta pronto.

Daniel Escobar Celis

20/05/2025 a las 21:18

Saludos
Un relato muy fluido y fácil de leer. Ese final no me lo esperaba. Me parece interesante cómo has llevado la historia y utilizado el recurso de la abuela. Un relato enternecedor.

Me despido por ahora, puedes pasar si gustas por mi relato el 24.

Yolanda T

21/05/2025 a las 21:00

Hola, Carmelilla. Felicidades, fantástico relato. Ha sido una lectura fluida donde cada párrafo hace avanzar la historia hasta el sorprendente final. No se me hubiera ocurrido nunca tener a los familiares muertos en el fondo de una alacena (je je). Pero al mismo tiempo, no deja de ser una imagen tierna que contemplamos con cierto anhelo.

Solo una cosita: creo que en el párrafo donde aparecen los pensamientos de la protagonista no deberían ir comillas, debería ser más bien una enumeración de ideas. Diferente es si los pensamientos de presentaran en tiempo presente, por ejemplo:
En ese momento pensé:”¿Habrá sido muy abuela…?”.
Un saludo

Cristina Ayala

23/05/2025 a las 07:03

Hola Carmelilla,
Muchas gracias por tus comentarios de mi texto. Alentadoras palabras de las que aprendo y me animan a seguir escribiendo.
Tu historia me ha gustado mucho y ha mantenido mi atención de principio a fin. Fluye muy bien y se entiende (casi) todo sin problemas (el “casi” es porque no he entendido la frase: “pero ser su regalo era algo muy especial”).
Cosas buenas:
Las descripciones están muy trabajadas y son evocadoras: el aroma de café, el polvo en los dedos, el chirriar de la puerta que se queja… nos colman los cinco sentidos.
Hay frases preciosas y yo me quedo con esta: “Y así hasta que la casa y yo nos quedamos vacías.” Esa comparativa de la casa y como se siente la protagonista me ha encantado.
Observaciones que hago según mi opinión:
Sobre el estilo: Hay algunas subordinadas que creo que quedarían más claras si fueran entre comas. Por ejemplo, en esta frase: “Revolví los cubiertos y ahí en medio de todos ellos encontré una llave realmente curiosa.”, creo que “en medio de todos ellos” debería ir entre comas.
Sobre las descripciones, en algunos casos me han parecido excesivas, en especial porque 750 palabras nos dejan poco espacio para la acción y hay explicaciones innecesariamente largas, como toda la parte en la que ve el papelito en la llave, y duda, y va a por las pinzas, y vuele a dudar… Me parece un poco largo y nos conduce a un desenlace que, en comparación, me parece corto y un poco precipitado.
Por último, sobre la coherencia, hay dos cosas que han llamado mi atención: la más importante, ¿por qué si el papelito pone “tras la alacena”, ella no mira TRAS la alacena?? Toda la escena en la que ella está buscando EN la alacena me estaba desquiciando, pensando, “¡Te han dicho tras!¡Mira, DETRÁS! jajaja
El otro detalle es la “otra puerta” tras la primera puerta, que se abre con la misma llave… ¿Qué sentido tiene poner dos puertas seguidas que se abren con la misma llave? Aunque este es un detalle menor.
Como he dicho, esto son solo observaciones personales que te doy por si te aportan algo, pero termino repitiendo que el relato está muy bien escrito y la historia está genial.
Un saludo.

Codrum

25/05/2025 a las 10:59

Hola,
Muchísimas gracias por compartir tu relato.
Tienes un montón de comentarios y muchos son acertados. Coincido con lo que te ha dicho Cristina. Me parecen puntos muy acertados. A los que yo añadiría los siguientes:

-¿los padres están también muertos? O no me he enterado o no lo dices. Aunque si están muertos, tendría sentido la frase “ eres mi regalo” dado que la abuela cuidaría de ella y la trataría como el bien más valioso del mundo.

Aquí te marcó unas frases que , en mi humilde opinión se podrían mejorar.

— Gracias por venir —repetía una y otra vez dando la mano a los que se marchaban y sonriendo sin ganas.
la frase me parece que rara. En vez de “y” se podría poner un “mientras” . Repetía una y otra vez… mientras sonreía sin ganas”?

—-Su cabeza de forma ornamental y en forma de ocho en su interior, facilitaba su agarre. La pala redonda y hueca. La repetición de “forma” tan cerca, no me gustó.

**Su cabeza ornamentada y su forma de ocho ; ¿qué te parece?

—-«¿Había sido mi abuela quién había dejado la llave en el cajón para que yo la encontrara?
*** ¿Fue mi abuela ….?

—-A punto de rendirme y cerrando una de las puertas, observé arañazos en forma de media luna
** supongo que los arañazos son en el suelo. Pero no se especifican.

Son cosas menores así que no empobrecen la calidad del texto.
Como puntos muy positivos:

Me encanta la introducción. Es muy evocadora con el olor a café y un montón de sentimientos.

Me gustó mucho el tránsito de la cocina al velatorio. Es muy fluido y eficaz.

Buen trabajo

Pd: si tienes algún comentario a mi reseña, por favor, responde en mi texto. ( no hace falta que lo leas o lo comentes si no quieres) es simplemente para no perderme tu comentario

Alberto Suárez Villamizar

25/05/2025 a las 19:07

Hola Carmelilla
Me gusto leer tu historia. Me planteó cierto misterio el encuentro de la llave con la nota, y de la misma manera que la protagonista, tuve el deseo de saber de qué se trataba es pequeño mensaje encontrado en la llave. Manejaste muy bien el desenlace de la historia y me parece fantástico el encuentro en “la última frontera”.
Felicitaciones, espero poderte seguir leyendo en próximos retos, por ahora te invito a visitar mi historia ubicada en el #9

Codrum

27/05/2025 a las 13:30

Muchas gracias por tus comentarios.
Tienes razón en que el uso de los diálogos podría hacer el relato más fluido. Lo pensé, pero me daba miedo no saber hacerlos acorde con el resto del relato y perder la esencia de monólogo interior.

Lo probaré en el futuro.

Gracias.

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