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La señora Hikari. - por Ysai MaraR.

LA SEÑORA HIKARI

La señora Hikari, se ha levantado temprano. Hoy tiene cita con el dentista, la pesadilla de su vida.

Ha estado nevando toda la noche. El intenso frío, no ha podido colarse entre las tostadas paredes de piedra. La nieve parece mágica en los países en los que no es habitual. Mientras se viste, canta en japonés para recordar.

Saca los guantes y la bufanda del armario. Se pone el mullido abrigo rojo, regalo de su marido y mira por la ventana. Ya no nieva. El intenso azul del cielo ha teñido el paisaje con tonos pastel.

Frente al tocador, se pone un poco de su habitual colorete y se pinta los labios.«Estás empezando a arrugarte, querida.» «Nunca te he visto más bella».

Mientras se mira al espejo fantasea y recuerda los viajes que hizo con su familia y su marido. Gimnasia mental, lo llama. También recuerda uno a uno y en orden, los nombres de sus amantes, platónicos y reales: Elmer, Thiago, Noah, Salvatore, Grace, Luka, Kenzo, Isamu, Freda, Paolo, Rafael…Mikele.

Sí, su vida amorosa ha sido gratificante. Cuando conoció a Mikele sus devaneos acabaron. Mikele era lo que necesitaba, un amigo, un artista, un intelectual, un aventurero, un amante experimentado y un alma grande.

La señora Hikari nació en Perú, fue la onceava hija del embajador japonés. Vivió en 5 continentes, lloró y río en todos ellos. Desde hace años, vive en España. Tiene una casa sencilla, en la que vive con dos perritas rescatadas. Le encanta perderse con ellas por el bosque y las cascadas que la rodean.
—¡Buenos días, señora Hikari! ¿Qué tal en el dentista? —pregunta María, con su habitual tono alegre y musical.
María vive con su esposo y sus 2 hijos en una casita cerca de la señora y los cuatro trabajan para ella.
—El dentista…horrible, María. ¡Ojalá no vuelva a verle nunca más!

Ha conducido de vuelta a casa como un bólido. Detrás de su apariencia contenida y cordial, vive una aventurera temeraria.

Cada tarde, enciende incienso en el altar. Es su espacio sagrado. Hay ofrendas, flores, fotos de sus seres amados, ya ausentes: sus padres, sus dos hermanas, su esposo. Todos los días charla con ellos, les deja su comida favorita y sus pequeños “vicios”: buen sake, un puro, dulces prohibidos o un cigarro de marihuana.
María, limpia todos los días y atiende a la señora en sus necesidades básicas, pero de cocinar, se ocupaba ella y sólo ella. Cada semana, hay comida de un país diferente.
Los utensilios de cocina pertenecen a la familia desde hace años. Están ordenados cuidadosamente sobre la encimera, son sus joyas. Cuando la señora Hikari cocina, un aroma delicioso impregna toda la casa.
Al abrir el cajón de los cubiertos, se queda paralizada. Hay una llave antigua, que no debería estar ahí. La mira con recelo.
«¡No es posible!» «Es nuestra llave, Mikele…la llave que puse sobre tu pecho cuando te incineraron».
El latido de su corazón se acelera. Se agarra con ambas manos a la encimera, todo le da vueltas. Percibe su presencia, su olor…
«Mikele, me juraste que estarías siempre a mi lado, pero yo no te creí».
Nunca pasa, pero hoy, se ha quemado la comida. Abre la ventana para que salga el humo y el aire fresco le devuelva el aliento.
La señora Hikari, sujeta la llave contra el pecho y respira agitada. Está feliz. Se sirve una taza de sake y después de un trago profundo de esos que queman la garganta, se dirige al desván con paso firme.
El desván es luminoso, está limpio y ordenado. Junto a la ventana que da al balcón, resplandece el arcón. Juntos guardaron en él, sus recuerdos más valiosos. Juró mantenerlo cerrado para siempre si él moría. Por eso la llave ardió con él.
Al introducir la llave en el arcón y ver que encaja como un guante. Al escuchar aquel delicioso click, click que suena a música divina, los recuerdos se proyectan frente a ella, como en una película. Sus fotos, sus cartas, sus secretos, su pañuelo, el perfume…
Se recuesta en el diván abrazando aquellos tesoros que llevaba años sin ver.
«Mikele…¿Hiciste una copia de la llave?, ¿verdad?…»
Regresa a la cocina pensativa. La vida está llena de misterios.
«¡Qué suerte tengo! ¡Seis meses sin dentista!»
Un delicioso aroma a especias exóticas, inunda la cocina. Está contenta.

Ysai Mara
13 de Mayo 2025

Comentarios (7):

Carme González Graell

21/05/2025 a las 08:48

Hola, Ysai.

Me ha gustado leer tu relato. El principio está muy bien descrito, has sabido introducir al lector en la vida de esta mujer, la señora Hikari. Me han gustado tus descripciones, sencillas, pero que nos muestran tanto la vida de la protagonista como su casa.
El encuentro de la llave como incidente detonador está bien buscado. quizás el final pasa demasiado rápido, pero el límite de palabras no deja para más.
Saludos,
Carmen

Ysai Mara

21/05/2025 a las 17:45

Muchas gracias por leerme, Carmen.
Soy novata y tengo ganas de aprender de todos vosotros.

Gracias.

Un abrazo.

Codrum

22/05/2025 a las 08:58

Hola, Ysai.
Gracias por compartir este texto tan bonito.

Serás novata por aquí,-yo también, es mi segunda participación- pero no eres novata escribiendo.

Comparto lo que ha comentado Carmen. Nos has descrito genial a la protagonista. Yo por mi parte me he quedado con ganas de saber más sobre ella. Ha debido de tener una vida interesantísima.
El hecho de que describieras tan bien el contexto hasta el detonante de la llave, ha dejado poco espacio al final que llega muy abrupto.

**Al introducir la llave en el arcón y ver que encaja como un guante. ( esta frase me parece que le falta algo. no está acabada. )

También te diré que las últimas frases me han dejado un poco descolocado.

**«¡Qué suerte tengo! ¡Seis meses sin dentista!»

La ironía ahí pega con lo que nos has contado de la protagonista, una mujer con una larga vida llena de experiencias, pero rompe un poco la tónica que llevaba el texto hacia la parte final. Así que yo terminaría mientras llega a la cocina y se queda pensando.

Es mi humilde opinión.

Por lo demás, me parece un texto que tiene una facilidad de lectura sublime. Bien puntuado, con palabras sencillas pero eficaces. Que muy rápido nos mete en situación y nos deja, como dije antes, con ganas de saber más.

!Buen trabajo!

Pd: si tienes algún comentario a mi reseña, por favor, responde en mi texto. ( no hace falta que lo leas o lo comentes si no quieres) es simplemente para no perderme tu comentario

Amadeo

22/05/2025 a las 13:13

Ysai
Me encantó el cuento, pues mantiene en alerta al lector esperando información para el desenlace. Claras las costumbres japonesas.
Eliminaría: La señora Hikari nació en Perú, fue la onceava hija del embajador japonés. Vivió en 5 continentes, lloró y río en todos ellos. Desde hace años, vive en España. Pues no apor-ta al cuento.
Felicitaciones.
Un cordial saludo
Amadeo
Estoy en el Nº 36 por si quieres comentarlo.

Codrum

22/05/2025 a las 14:26

Siento no estar de acuerdo con Amadeo. es verdad que no aporta al cuento, pero te da una gran visión sobre la protagonista y al presentarla como una persona tan especial, hace que te entren ganas de leer más. Es verdad que haciendo eso podrías liberar espacio para tener un final más elaborado.
Si quitas eso, también deberias quitar que tuvo muchos amantes y algunos datos más que no hacen que el relato avance.

Es mi opinion.

Wanda Reyes

25/05/2025 a las 14:00

Hola Ysai, me encantó tu relato. Las descripciones nos hacen crear el personaje de la anciana y ver lo que ella ve. No se porq pero me senti identificada con el personaje, sera porq tambien tengo que ir al dentista talves porque compartimos el mismo sentimiento, de ojala no tenga que volver nunca mas.
Saludos

Ysai Mara

02/06/2025 a las 13:50

Muchas gracias, Wanda.

Un abrazo.

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