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El tesoro oculto - por Wanda Reyes

Web: https://lineasetereasblog.wordpress.com

Un murmullo de voces y sirenas de policía despertaron a Marvin Trocha una mañana de domingo. Había planeado dormir hasta tarde después de una noche intensa de estudio. Este era su último intento por pasar el año.

Se asomó a la ventana, con el cabello revuelto y los ojos entrecerrados. El alboroto venía de la casa del vecino, la más grande y antigua del barrio: una construcción de dos pisos, vencida por los años, y con un único habitante. Casi nunca se le veía, salvo por una silueta tras las cortinas blancas. Marvin solo lo había visto una vez, diez años atrás, cuando su balón rodó hasta la ventana de la cocina del anciano.

Recordaba que vestía una camiseta amarillenta sobre la piel fantasmal y tenía apenas islas de pelo crespo a los lados de la cabeza. Comía de pie junto al mostrador, un plato de sopa de patas de pollo. Colgando del cuello llevaba un cordón con una llave peculiar. Cuando el viejo lo descubrió observándolo, Marvin tomó su balón y corrió.

Con el tiempo, el deseo de entrar a esa casa se desvaneció, sepultado por las cosas propias de la adolescencia.

Se puso los zapatos sin atarlos y salió al patio. Alcanzó a ver cómo subían a la ambulancia un cuerpo envuelto en una sábana blanca, mientras la multitud de vecinos murmuraba:

—Dicen que se cayó de las gradas y murió al instante.
— Seguro que fue un ataque al corazón.
—Siempre me dio desconfianza, nunca lo vi salir.
—Una vez me pilló mirándolo por la ventana.
— Decían que tenía un montón de dinero escondido.

Marvin se quedó ahí, quieto. El deseo de entrar a esa casa volvió con fuerza. ¿Y si los rumores sobre cofres de oro eran ciertos? ¿Sería por eso que nunca salía?

Una semana pasó y la curiosidad lo perseguía. Más de una vez, al observar la casa tratando de convencerse de no entrar, juraba que las cortinas se movían. Esa noche, decidido, tomó una linterna y una barra metálica. Pero no hizo falta forzar nada: la puerta trasera estaba sin seguro.

Entró con cautela. El olor a rancio le golpeó y la humedad, densa, se pegaba a la piel. Apuntó la linterna y un destello en una gaveta lo detuvo. La abrió y ahí estaba: la misma llave que había visto colgada del cuello del viejo, estaba en medio del cajón de los cubiertos. La tomó, estaba muy fría al tacto, sintió un escalofrío y siguió explorando.

La sala estaba decorada con muebles victorianos cubiertos de polvo. Objetos de cristal adornaban las mesas, y la alfombra crujía como si estuviera húmeda. Subió las escaleras; que con cada paso se quejaban dando un crujido.

Revisó la habitación del anciano. Al mover la ropa del armario, una nube de polvo y polillas lo hizo estornudar. Recorrió el baño, los pasillos, hasta llegar a la última habitación. Abrió la puerta. Al principio sólo vio grandes cajas de madera alineadas en la pared, pero luego vio: un pequeño cofre en el centro de la habitación.
Se acercó. La cerradura tenía la forma exacta de la llave que encontró. La introdujo y giró. Dentro solo había una hoja con un mensaje:

“Eres el afortunado de encontrar el más grande tesoro que puedes imaginar. Me llamo Teodoro Brandy, aunque he tenido varios nombres a lo largo de las décadas. Como tú, en mi curiosidad de niño, entré en la casa de un anciano que falleció. Él, como yo ahora, pasó este tesoro al siguiente elegido, Vivir para siempre no es algo que se da sin un precio, pero la recompensa es una vida que jamás podrías tener ahora con tu existencia patética. Yo, un ente que habita cuerpos jóvenes, vivo cada ciclo con plenitud.
Cuando el cuerpo que me sirvió envejece, lo abandonó y tomó otro. Pero no mueres cuando te poseo: vives conmigo, experimentas la vida conmigo. “

Marvin volteó la hoja. No había nada más. Rió entre dientes.

—Qué rara esta carta… ese viejo estaba bien loco—murmuró mientras se ponía de pie.

Al girar, se congeló. Un hombre de apariencia translúcida lo observaba.

—Hola, Marvin. Espero que me des una buena vida— dijo el espectro, y de repente entró en el cuerpo del chico como una nube veloz.

Marvin forcejeó, intentó gritar, se retorció con desesperación. Luchó en vano para librarse, hasta que la fuerza lo abandonó y sintió cómo su cuerpo se llenaba…, como si de un viejo suéter se tratara… ahora habitado por alguien más.

Comentarios (8):

Alberto Suárez Villamizar

19/05/2025 a las 23:25

Excelente historia, Haces una ubicacion perfecta del protagonista y atrapa al lector a continuar la lectura en busca de resolver el misterio que encierra la muerte del anciano y la llave que portaba a tada a su cuello. el final es sorprendente. Felicitaciones.
Extoy participando con la historia #9 y te invito a visitarla. Gracias.

Antonio

20/05/2025 a las 08:08

Hola Wanda, aqui tu vecino del relato 34, me ha gustado el ritmo que le imprimes a la trama, desde el descubrimiento en la infancia del prota, hasta la muerte del abuelo y las indagaciones, buena atmosfera y descripciones, te van metiendo poco a poco en la historia, por decirte algo regular ( no va a ser todo bueno ), en la descripcion colocas demasiado cerca los adjetivos “la alfombra crujia” y “los peldaños se quejaban dando un crujido”, por lo demas la forma es notable.
En cuanto al argumento, me parece magnifico, la espiral infinita que supone la posesion de un cuerpo tras otro, es lo que tiene la curiosidad humana, enhorabuena, salud, y nos seguimos leyendo.

Lupa Sívori

21/05/2025 a las 15:06

¡Hola, Wanda! Acá Lupa, tu vecino del #32.

¡Wow! Buena historia, che. Me recordó ligeramente a una vieja película que, curiosamente, también tiene a la “llave” en su nombre, una con Kate Hudson (“The Skeleton Key”, de 2005). ¿Será una casualidad?
En fin, me encantó el tono creciente de suspenso y el uso clásico (aunque efectivo) de la casa misteriosa. La narración fluye bien y el giro final es potente. La carta en el cofre funciona como una revelación que engancha y da contexto al desenlace. Tal vez se podría reforzar un poco más la transición emocional del prota Marvin —de la duda a la acción—, pero en general es un cuento de terror/suspenso redondo, con un cierre impactante.

Te invito también a seguirme en mi podcast de cuentos narrados:
https://open.spotify.com/show/1kf01qxrscrZ9EstRmsHhl

¡Abrazo!

Codrum

22/05/2025 a las 21:23

Hola,

En ningún momento se dice que tuviera ganas de entrar en la casa, pero luego si dice que con la adolescencia se le fueron las ganas

El uso de estaba y sus variantes es muy concentrado desde La abrió ….hasta polvo .

Y una vez mencionado eso, pasó a elogiarte.

Menuda historia más buena.
Me parece que captas genial la tensión. Cómo te escribió Lupa, usas algo común o arquetípico y lo haces que funcione.
El giro final me ha dejado la cabeza loca. Me recordó a la película de ¿ poseídos? , creo que se llamaba.
Cuando la carta dice “tesoro” se me vino el alma abajo: Menudo final más soso. Pero no. Es un final que me ha encantado.

La llave es sin duda el detonante, o eso me parece. Así que además de escribir un texto que entretiene, has cumplido con el objetivo del taller.

! Buen trabajo!
Pd: si tienes algún comentario a mi reseña, por favor, responde en mi texto. ( no hace falta que lo leas o lo comentes si no quieres) es simplemente para no perderme tu comentario

Patricia Redondo

23/05/2025 a las 17:33

Hola Wanda! Te debía una lectura del reto anterior, así que aquí estoy, para saldar “mi deuda” 😀
Buen relato Wanda, muy bien ambientado, con edescripciones precisas pero que no sobran. Nos hacen imaginar la escena perfectamente.
Un relato de corte fantástico que creo que da para muchas aventuras y relatos posteriores. Nos quedamos con las ganas de saber a donde irán a para Melvin y su espectro, espero volver a saber de ellos.
No me busques este mes que no envíe nada
Un abrazo! Nos leemos!

Amadeo

25/05/2025 a las 12:26

Wanda:
Primero agradecerte por tus comentarios al mío. Revisaré la introducción.
Respecto tu cuento : me gustó de pies a cabeza, lo leí sin interrupciones, sin preguntarme ¿Qué dijo? ¿Y esto? Nada. Todo claro y en secuencia.
Buen título y excelente final (espectro inmortal!!)
Cordiales saludos
Nos leemos.
Amadeo (Argentina)

Codrum

26/05/2025 a las 22:11

Gracias por tu comentario.
Siento que la llave no tuviera un mejor final. Pero no, no cubierta de óxido puedes ser feliz. 😊

La película, estuve buscando, se llama Fallen con denzel washington.
Un saludo y gracias de nuevo

Mónica Bezom

28/05/2025 a las 21:50

Hola, Wanda.
¡Menuda historia! Debo felicitarte por el excelente manejo del suspenso y el pulso inquietante de la trama. Asimismo, el desenlace me ha dejado patidifusa. Esperaba algún tipo de mapa del tesoro o similares pero tu final es inesperado y brillante. Para el aplauso.
Como peros, algunas repeticiones que ya te han señalado.
He disfrutado la lectura.

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